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miércoles, 10 de diciembre de 2014

PREGÓN DE NAVIDAD - BEGONTE (LUGO) 2002

El presente Pregón de Navidad lo pronuncié en Begonte (Lugo), el día 14 de diciembre de 2002, con motivo de la inauguración de su Belén Electrónico.

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Un pregón es un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se invita a participar en ella.

Me corresponde pronunciar el de Navidad con motivo de la inauguración del Belén de Begonte. Para mí constituye una gran responsabilidad, pues sé bien que hay muchas personas que lo harían mucho mejor que yo. También, porqué no decirlo, es una gran ilusión y un honor que no creo merecer.

Pronunciaré el pregón de una Navidad que para muchos paisanos nuestros, en especial los de la Galicia costera, viene sembrada de profunda tristeza y preocupación debido a desastres que todos tenemos presentes. Me dispongo a pronunciarlo comentando qué es para mí la Navidad, lejos del loco consumismo al que nos quieren llevar y de esos aspectos sensibleros a los que quieren reducirla. Para mí, la Navidad es otra cosa y es lo que deseo presentar ahora ante todos ustedes.

Pero, como siempre me gusta hacer, comentando la celebración desde su inicio, aunque éste se pierda en la noche de los tiempos…


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Durante el año se suceden diversas festividades que nos marcan el paso del tiempo. Los historiadores de las religiones nos dicen que tales celebraciones vienen de lejos, de muy lejos, de cuando fundamentalmente el hombre era agricultor y que le relacionaban con la divinidad. Más tarde, el cristianismo asumió dichos hitos y les dio nueva dimensión, pero en el subconsciente colectivo esas fiestas siguieron teniendo unos significados que iban más allá de los propios de la religión cristiana. 

Hablo de fiestas que bien podemos relacionar con el ciclo del sol y su influencia en la agricultura. Así, en el comienzo de cada primavera, cuando los días ya son más largos que las noches, celebramos la Pascua, la plenitud de la promesa divina y la Resurrección de Aquel que se definió como la Luz.

Más tarde, y cuando las cosechas ya son algo más que promesa, celebramos el Corpus Christi, la fiesta del pan y del vino convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo, del alimento corporal transformado en espiritual. Luego, cuando llegamos a la plenitud de los días y entramos en el verano, celebramos el triunfo de la luz, del sol que está en su esplendor y de la vida que revienta por todas partes. En esos días el triunfo del sol se recuerda mediante las hogueras de San Juan. Las cosechas están granadas, la comida del invierno asegurada y la alegría de vivir desborda en todos.

Conforme avance el verano, los días comenzarán a acortarse a la vez que las noches se irán alargando. Parece como si las tinieblas venciesen a la luz. En noviembre llegarán los días de recordar la santa compaña, fantasmas, aparecidos, brujas, difuntos y demás hasta que, al comenzar el invierno, el sol, la luz, que hasta entonces pareció ir a menos, volverá a renacer haciendo que los días comiencen de nuevo a alargarse. 

Antes de nuestra era, en este tiempo del renacer de la vida se celebraba el nacimiento de Mitra, el dios de la luz. Fue una celebración muy arraigada en el imperio romano. Cuando, en el siglo IV, la Iglesia Cristiana quiso celebrar el nacimiento de Jesús lo hizo coincidir en la misma época, tiendo en cuenta, además, que en el evangelio de San Juan muchas veces se le equipara con la Luz y Él mismo, en más de una ocasión, también lo hace. Celebramos, en el sentido más amplio, el nacimiento de la luz. Pero también el anuncio del triunfo de la luz sobre las tinieblas que, hasta entonces, estuvieron presentes de modo amenazante en el horizonte espiritual humano.

Es la vida que hierve lo que celebramos. Es la seguridad del bien y su promesa. La luz de nuevo venciendo a las tinieblas, al mal como símbolo de Dios venciendo al demonio. Ésta es la razón de que sea entonces cuando conmemoramos el nacimiento de Jesús como principio de la redención y del cumplimiento de la promesa divina. 

Fiesta de la vida. Es eso lo que nos reúne aprovechando el nacimiento del Señor. Fiesta de la vida, de la luz, de la promesa, del futuro. La promesa se hizo realidad, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Las promesas no eran vanas, la esperanza va a ser premiada. La luz iba a menos pero a partir de ahora renace. A Jesús se le pondrá de nombre Enmanuel, Dios con nosotros.

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Indudablemente, es ésta la alegría que impregna de modo subconsciente las celebraciones que tenemos en puertas. Cristo nace y comienza el final de un largo período durante el cual el hombre ha ido como peregrinando por un mundo obscuro (Jesús es la Luz que ha llegado), guiado por símbolos y mensajes traídos de modo más o menos encubierto por los profetas. Isaac representó a Jesús, a Abrahán se le dijo que su descendencia sería más numerosa que las estrellas, Daniel predijo el momento en que llegaría el Mesías, el maná cayó del cielo como alimento corporal representando el futuro alimento espiritual de peregrinos atravesando el desierto. Pero todo eso termina con este nacimiento y con él comienza la plenitud de los tiempos. Eso es motivo suficiente para llenar de alegría los ánimos de los hombres de buena voluntad, esos hombres a quienes, en esa noche, los ángeles felicitarán la primera Navidad de la historia. Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Pero junto a la celebración puramente religiosa, mezclándose con su misma naturaleza, siempre ha permanecido latente la otra, la que basada en una religiosidad inherente al ser humano, viene hasta nosotros desde los tiempos oscuros en que nuestra civilización balbuceaba sus primeras expresiones. Las celebraciones propias del nacimiento de la Luz se han mezclado de tal modo con las cristianas, que hoy sería difícil discernir cuáles son de un tipo y cuáles de otro. Sabemos que en civilizaciones remotas estas celebraciones consistieron fundamentalmente en reuniones familiares, en concreto alrededor de la mesa, donde comidas ricas en energía ayudaban a luchar contra los fíos imperantes. La gente se intercambiaba regalos y la vida misma era celebraba. En este sentido, niños y ancianos eran los seres mimados de los festejos familiares: unos por tener la vida por delante y otros por casi haber completado ese mismo ciclo. En algunos lugares del norte de Europa se veneraba a los abetos y se les adornaba, como los seres vivos más longevos conocidos. Más tarde, en algún momento de la historia, se hizo coincidir con este tiempo el inicio del año.

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Ya tenemos definidas las pautas de nuestra fiesta y de sus momentos claves. Nace el Hijo de María, y en él celebramos a todos los niños. Comienza la época en que las promesas se harán realidad, y con motivo de esa visión de futuro, celebramos la continuidad de la vida. Navidad, fiesta del nacimiento de Cristo y fiesta de la vida celebrada en el entorno más íntimo, en el familiar. Fiesta de la familia. Por eso, a lo largo de la Navidad, también se celebrará a la Sagrada Familia como símbolo de las demás. Asistimos a la celebración de un conjunto de sucesos que, refiriéndose a la infancia de Jesús, nos sirven de pauta para nuestra misma vida. Pero cada uno lo hará a su manera.

Nos vamos acercando de modo inexorable a la Navidad, pues aunque no queramos, o queriéndolo, las Navidades vienen y se van. Recordemos aquel villancico "La Nochebuena se viene, la nochebuena se va. Y nosotros nos iremos y no volveremos más". Este es uno de los sentidos de la Navidad. Su perennidad cíclica frente a nuestra transitoriedad. Hay cosas de siempre, la Navidad es una de ellas, mantenidas por seres perecederos: nosotros. Y somos quienes ahora estamos aquí los que celebraremos la Navidad un año y otro y otro, hasta que venga una Navidad en la que ya, definitivamente, no estaremos. Pero la Navidad seguirá viniendo y comenzaremos a estar en los recuerdos, ojalá que de muchos y durante mucho tiempo. No obstante aquí estamos, dispuestos a celebrarla de nuevo, como una vez más de las muchas que se celebrarán hasta el final de los tiempos. En esta ocasión nos corresponde ser los depositarios de una tradición que viene desde quién sabe cuándo y que se proyecta hacia un futuro también muy remoto. 


La vida sigue, sigue y sigue y celebramos que siga contando con nosotros. Porque la vida es un regalo que se nos ha dado sin mérito alguno por nuestra parte. Porque todos los beneficios verdaderos que disfrutamos nos han venido así, por regalo: la vida es el mayor de ellos. Y eso celebramos, junto a los que vienen, los niños y junto a quienes nos la transmitieron, los mayores. Entre esos extremos estamos nosotros, que hemos recibido unos modos, que los ejercemos y que los transmitimos. Tradición pura, así funciona y así es como conviene entender muchas de las cosas que vamos a vivir dentro de unos días, o que comenzamos a vivir hoy, aquí, en Begonte, cuando estamos inaugurando el Belén correspondiente a este año.

Porque la Navidad, como celebración antigua que es, está cargada de tradiciones, muchas de las cuales vienen ni se sabe desde cuándo. Tradicional el turrón, las doce uvas, el árbol, el belén. Hoy es un conjunto de costumbres adoptadas a nivel mundial que configuran un modo universal de celebrar la Navidad. Pero cada una de estas cosas tuvo su origen y fuimos nosotros quienes las aceptamos y elevamos al rango de símbolos por tener un significado especial, como Noche de Paz, o como el Belén de Begonte que se inició tímidamente hace treinta y un años y hoy forma parte substancial de la Navidad de todos nosotros.

Cada cosa que hagamos en Navidad vendrá cargado de una doble vertiente: lo hacemos para nosotros mismos y, también, para que a nuestro lado vayan aprendiendo los niños, sin que nadie les tenga que decir nada. A veces pensaremos en las muchas Navidades que hemos vivido y posiblemente las recordaremos habiendo sido nosotros protagonistas diferentes de ellas, según nuestras edades. Las más remotas en nuestros recuerdos las vemos a través de los ojos del niño que fuimos, con unos hermanos también niños, temerosos ante la visita de los reyes o ilusionados ante el nacimiento que para nosotros habían hecho nuestros padres o nuestros hermanos mayores. Luego, con el tiempo, fuimos nosotros los que hicimos los belenes y quienes adornamos las casas. Más tarde hubo niños a nuestro lado que aprendieron de nosotros y, ahora, ya casi son ellos los que hacen las cosas y a nosotros nos corresponde ayudar, opinar y orientar. ¿Es la vida la que está pasando? ¿Acaso somos nosotros los que pasamos a lo largo de estas celebraciones anuales? "La nochebuena se viene… y nosotros nos iremos…" Es la vida que fluye y, mientras, nosotros que la disfrutamos casi sin darnos cuenta del enorme beneficio que representa. 

Tradiciones y tradiciones navideñas: villancicos cantados con ritmos populares pero rebosando dogmas como aquel que dice que "San Gabriel bajó del cielo para anunciar a María el misterio y la grandeza de ser madre del Mesías", o con alusiones a la Eucaristía "y si quieres tomar pan más blanco que la azucena, en el portal de Belén la Virgen es panadera". Ángeles que tocan campanas "Belén, campanas de Belén que los ángeles tocan…" Villancicos que nos definen muy bien, como aquel que habla de la muertre a un Niño recién nacido "pastor, ¿dónde quieres ir? Voy a Belén por si el Niño con Él me deja morir…" Villancicos que non llevan a ambientes de las mil y una noches: "La Virgen se está peinando entre cortina y cortina, los cabellos son de oro, los peines de plata de plata fina". Villancicos que derrochan ternura con el Niño: "El Niño se duerme con dulce acunar. Cantar pastores que se duerma el Angelito, cantar pastores a este Niño tan bonito. Cantar pastores, pero fuera del portal, que está dormido y se puede despertar…"

Ternura, también es cierto, con un Niño que, por muy Dios que sea, ahora está encarnado en el ser más indefenso que pueda haber. Ese Niño ha nacido indefenso y morirá quejándose a Dios del abandono en que se encuentra. Entre uno y otro hito, pasará haciendo el bien, como dirá San Pedro en su alocución a los gentiles el día de Pentecostés, y hablará de soledad y solidaridad: "bienaventurados los pobres, los tristes, los que lloran" "venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre, porque tuve sed, porque estuve triste…" "cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis". 

Solidaridad o caridad, es bueno actualizarla en estos días, cuando encontramos tantos necesitados a nuestro lado. Necesitados de nuestro cariño, de nuestra ayuda, de nuestro dinero. Cuántos y cuántos que están llamando a las puertas de esta prosperidad nuestra y muchos olvidando que no hace mucho tiempo éramos nosotros quienes íbamos a los cuatro puntos del mundo para conseguir lo que ahora ellos buscan en nuestro entorno. 


Solidaridad con los nuestros, con los marineros gallegos que han visto cómo en un instante se les vino abajo toda una historia hecha con trabajo, ilusión y empeño. Una negra sombra, siempre cruel, les ha dejado sumidos en la desesperanza y con una tremenda sensación de orfandad. También ellos vivirán una Navidad diferente, ojalá que pronto dispongan de los medios necesarios para que desastres como el que se ha vivido no pasen de ser meros contratiempos.
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Y después, cuando estemos tranquilos con nosotros mismos, con quienes nos quieren y con aquellos a quienes queremos, vivamos con avidez estos días que son un regalo más que nos hace la vida sin nosotros merecerlo. Vivamos la alegría de volver a ver ese Niño indefenso colocado sobre pajas "le llevaré el corazón que le sirva de pañales" hemos cantado más de una vez en un villancico. Estemos más atentos que nunca con los nuestros y dejemos que la alegría llene nuestros corazones mientras contemplamos a los que hoy estamos y recordamos de modo entrañable a quienes estuvieron en otro tiempo y que no volverán a estar. 

Pues éstas son unas fiestas que, aunque siempre fueron las mismas, constantemente nos obligan a replantear el modo de vivirlas. Porque hubo años en que se iniciaron ausencias, y qué ausencias, y hubo también años en que se estrenaron presencias. Faltó alguien, apareció alguien. Y siempre se trató de personas importantes en la historia familiar, la nuestra. Con todos ellos acerquémonos a lo más nuestro, lo más íntimo. Dejemos que aflore ese montón de agradecimiento que debemos de sentir hacia quienes nos pusieron en esta vida y con quienes hacen que nuestro transcurrir por este mundo sea más sencillo. Con ellos celebramos estas fiestas del modo más íntimo posible, de manera sencilla pero colmada de momentos que llenarán nuestros días de un significado diferente. Charlaremos con los parientes que están lejos, visitaremos a los amigos de siempre para pasar un rato sosegado con ellos y compartir las alegrías y las penas, que de todo hay y, en algún momento, desearemos estar solos para encontrarnos con nosotros mismos. Porque la Navidad también es un buen momento para hacer balance personal. Termina el año y no viene mal mirar cómo van nuestras cosas, las personales. Qué conviene mejorar, que hay que modificar, qué cuestión es mejor dejarla zanjada.

Durante esos días, dejemos que vuelva a salir a la luz el niño aquel que fuimos y que llevamos dentro como adormecido. Dejemos que se asombre ante el belén, que se maraville ante el árbol o que se ilusione ante el paquete que encierra un regalo. Vengamos a Begonte para encandilarnos con el Belén más bonito que hayamos podido ver, ese Belén que ya forma parte de nuestra Navidad, pues hemos venido tantas veces a verlo que ya no sabríamos qué hacer si no fuese una referencia más en nuestra navidad.

Navidad del año 2002, ésta que está en puertas y a la que nos vamos acercando casi sin notarlo. El espíritu de la Navidad ya casi ha florecido en las calles, en las casas y en los corazones. Cada día encontramos más detalles que nos van metiendo en ella y cuando menos lo pensemos estaremos celebrando la Nochebuena. La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va… Pero es posible que ésta de 2002 siga siendo nuestra. Una Navidad más, ojalá que nos llene de vivencias para recordar más tarde, ojalá que sea la Navidad más importante de nuestra vida. Y ahora, a punto de terminar este pregón, quiero expresar mi profundo agradecimiento a quienes me dieron la oportunidad de ser de los primeros que les felicite la de este año:


Señoras y Señores, Feliz Navidad.
Felices Pascuas, amigos.


























miércoles, 4 de junio de 2014

CELEBRACIONES TRADICIONALES

ALFOMBRA FLORAL EN BRUSELAS
Cuando anuncian un hecho artístico o cultural que se celebra anualmente o cada cierto período de tiempo, cuando lo anuncian, repito, como tradicional, me imagino que su origen se remonta a centenas de años, o casi. Luego me doy cuanta de que el adjetivo “tradicional” se le pone a todo lo que se quiere promocionar, desde que se celebra su cuarta o quinta edición. Con este criterio, en Galicia tenemos varias fiestas tradicionales.

Pero no voy a hablar de ellas, voy a saltar algunos miles de kilómetros para irme a Bruselas. Allí hay una plaza, la Grand
HACIENDO LA ALFOMBRA
Place, que para muchos es la más bonita del mundo. Discrepo de ese “más bonita” y sí diría “una de las más bonitas”. Detesto los dogmatismos incluso en esos detalles. Para mí, la más bonita está en Galicia y no digo nombres. Indudablemente, si nos mandasen hacer una lista de las diez más bonitas, sí pondría la de Bruselas.

Hace años, concretamente en 1971, a un arquitecto urbanista se le ocurrió cubrir el suelo de esta plaza con una alfombra floral, que fue la más grande del mundo y permaneció expuesta durante unos días durante el mes de agosto. Desde entonces se mantiene la costumbre de hacerla cada dos años. En 2014, la alfombra estará expuesta entre el 14 y el 17 de agosto y medirá 77 metrosde largo por 24 de ancho, es decir, ocupará una superficie de 1800 metros cuadrados. La ya “tradicional” alfombra podrá verse desde los primeros pisos de los diferentes edificios públicos que rodean la Plaza al módico precio de tres euros por persona, pudiendo hacerse fotografías desde esos lugares. A la salida, cada visitante es obsequiado con una bolsita de caramelos. Si vamos a Google y buscamos “alfombra de flores Bruselas” nos encontraremos múltiples páginas que nos hablan del suceso. También las agencias de viajes ofrecen la posibilidad de visitarla, incluyendo Bruselas en sus destinos turísticos de esos días.

MAS PERSONAS CONSTRUYENDO SU TRADICIONAL
ALFOMBRA
Nada de eso me parece mal, ni mucho menos. Pero echo de menos promociones similares en nuestro país. Tal vez muchos no sepan que somos el segundo país europeo en Patrimonio Artístico. Sí, el segundo, después de Italia, y si alguien pensaba que otros países estaban por delante de nosotros, es por lo bien que esos otros países saben potenciar lo suyo. Creo que, en general, nosotros no lo hacemos bien. Hay muchas páginas web sobre fiestas nuestras muy bien hechas, pero a veces nos encontramos, por ejemplo, con alguna que promociona una fiesta con vocación de internacional escrita sólo con dos idiomas como opción para el lector: gallego y español.
CONSTRUYENDO LA ALFOMBRA
¿Es que no hay quienes sepan los que tenemos? ¿Que sepan qué promocionar y cómo hacerlo?
Una vez, en Sevilla, era el mes de diciembre, me encontré una peña taurina del norte que visitaba plazas de toros importantes por su arte o su historia. Me gusta ver cómo hay quienes saben sacar partido a lo que tenemos, pero creo (es una opinión) que tenemos múltiples cosas dignas de ser promocionadas y que están en el olvido o descansando en la dejadez. Todos sabemos del tirón popular del que gozan actividades tipo mercados medievales, fiestas gastronómicas o recreaciones de hechos históricos. Todos esos festejos, y muchos otros, me gustan, y creo que se deben de potenciar ante propios y extraños como algo de lo que nos sentimos orgullosos.



Pongo una página web sobre la alfombra de flores de Bruselas. Hay muchas más fácilmente localizables en google



Añado cuatro buenas páginas web sobre eventos españoles Recomiendo fijarse en los idiomas en los que cada una de las páginas está disponible.

http://www.misteridelx.com


viernes, 9 de mayo de 2014

OFRENDAS FLORALES

FLORES COMO REGALO
Hablando de flores, siempre es necesario comentar una utilidad que se les ha dado, digamos, desde siempre: como ofrenda. Desconozco la causa de este proceder, pero tal vez su belleza unida al carácter efímero que poseen, pueden hacer que las flores sean considerados elementos preciados. En este sentido, utilizarlas como ofrenda queda muy apropiado en determinadas culturas en las que no se persigue más finalidad que agradar a quien se ofrenda algo y a quien, de este modo, el oferente considera superior.
A veces, las ofrendas de flores van acompañadas de textos famosos, como el célebre calambur de
PETALADA A LA ESPERANZA DE TRIANA
SEVILLA
Quevedo, “Entre el clavel y la rosa, Su Majestad escoja…” Otros no son tan ingeniosos y mas bien rezuman cursilería, como aquel, del que nadie quiere asumir su paternidad: “flores para la más bella flor…” Recuerdo que en Los Gavilanes, una zarzuela que me acompaña a lo largo de muchos momentos de mi vida, hay una hermosa romanza que es una dedicatoria “Flor roja, como la sangre que hay en mis venas…” Pero no es plan el meterme por el campo de la lírica, pues habría múltiples ejemplos de dedicatorias acertadas. El caso que quiero comentar es la ofrenda de flores en sí misma.
Ya en una ofrenda famosa en la historia, “Oro, incienso y mirra”, entre otros elementos valiosos, se ofrenda algo perecedero: el incienso. Mientras no se quema, su valor es potencial, pero al comenzar a arder, aparece todo su valor, así como su carácter perecedero. Valor y transitoriedad, esos son caracteres que considero importantes en algunos tipos de ofrenda. Algo que poseen las flores.

PROCESIÓN DE CORPUS CHRISTI
Todos tenemos memoria de ofrendas florales transformadas en ritos anuales. Por ejemplo, las flores del día primero de noviembre. O los mantos florales de algunas vírgenes (del Pilar, de los Desamparados), que se hacen con el aporte de la gente en un acto largo, bonito y lleno de significado para quienes intervienen. Sin quererlo, mezclo ofrenda floral con religiones, porque, aparte de las flores regaladas a quienes se quiere, las flores como ofrenda han quedado relegadas al ámbito religioso. (También al protocolario, pero eso mejor ni comentarlo).
Suelo decir que como ofrenda religiosa, las flores pueden caer del cielo o estar en el suelo. Y no exagero ni pretendo confundir. Mucho menos reírme o menospreciar.
ALFOMBRA FLORAL DE CORPUS
ARES, 2012
Cuando caen del cielo, lo hacen en forma de lluvia de pétalos (“petalada” le llaman en algunas partes, aunque no me gusta nada ese término), que se lanzan desde balcones y azoteas sobre entidades veneradas que, en ese momento, van en procesión. Los efectos, cuando la calle es estrecha, suele ser espectacular si, además, esta lluvia se mezcla con música y los olores agradables de los mismos pétalos. Recuerdo las procesiones de Corpus Christi, o las de la Macarenao la Esperanzade Triana en la Semana Santasevillana, en que se logran efectos, ya digo, espectaculares.
He dicho que las flores, como ofrenda, también pueden estar en el suelo. En este caso, y con sus orígenes en fiestas en honor al dios griego Dionisos, la tradición viene de muy antiguo. Me refiero a las alfombras florales de las
HACIENDO LAS ALFOMBRAS, YA CASI
TERMINADAS. CON CUIDADO...
procesiones de Corpus Christi. Puesto que la tradición viene de Grecia, estas alfombras son propias de los países mediterráneos a los que llegó su influencia cultural. En Galicia tenemos múltiples ejemplos de ellas, todas hermosas y encomiables. Ponteares, Ares, Arzúa y muchos otros lugares, adornan sus calles para el paso de sus procesiones de Corpus.
Las alfombras florales me gustan como tradición. Pero también me gustan mucho, por otra parte, porque representan un reducto de trabajo colectivo realizado con un mismo fin. Me explico: todo comienza con un concurso de diseños, donde ya participan muchos vecinos y un jurado. Una vez seleccionados los diseños, es preciso determinar la cantidad de flores necesarias, lo cual precisa de nuevos trabajos en comunidad. Hay que acopiarlas, conviene trazar los patrones en el suelo y rellenar los espacios diseñados con las flores adecuadas y sus colores determinados, siempre agachados o arrodillados. Para hacer esto, los mejores son los jóvenes por la agilidad que conllevan los pocos años. Trabajo y personas diversas, todos juntos conviviendo en las calles con camaradería y eficacia. Una vez hechas, la mañana de Corpus, se disfrutará y compartirá la alegría del trabajo bien hecho y ensalzado por los demás.
ALFOMBRA DE ARES, 2012
Al evocar las procesiones de Corpus, no puedo dejar de hacerlo rodeando todo aquello con un halo de magia. Las flores, la música y el olor a incienso se confunden en mi memoria sin poder discernir entre las cosas reales y las inventadas por el niño que yo era entonces. Todo eso impactó tanto mi recuerdo, que en cierta ocasión me pidieron, en algo similar a una encuesta, que indicase tres recuerdos entrañables de mi infancia. Los encuestadores quedaron algo perplejos cuando uno de ellos fue una procesión de Corpus. Otro, una cabalgata de Reyes. El tercero era una mañana de Reyes en que me encontré determinado juguete.

Mientras, las flores siguen siendo objeto de ofrendas.

Añado dos vídeos de lluvias de pétalos. Uno de ellos, en la Semana Santa de Sevilla de 2008, a la Esperanza de Triana:
https://www.youtube.com/watch?v=l4WYWK1BZQ8

Y de la procesión de Corpus en Granada en 2009
https://www.youtube.com/watch?v=lcz4yI-k7Ug&feature=youtu.be

viernes, 4 de abril de 2014

SOBRE SERES VIVOS. COMIENDO BAJO CEREZOS

EL RECLAMO A LA FIESTA:
CEREZOS EN FLOR
Quiero comentar una situación que me parece de profundo significado cultural, y que ocurre en un país que tenemos por muy avanzado tecnológicamente.
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A nadie se le escapa que Japón en un país moderno. Con una industria puntera, todos somos capaces de recordar múltiples marcas de productos  presentes en nuestros hogares y fabricados allá. Marcas de relojes, aparatos relacionados con la imagen o el sonido, motos, coches y un largo etcétera de productos avanzados, se nos han hecho familiares en nuestra vida cotidiana. País altamente industrializado, su índice bursátil es un referente diario para el resto de bolsas mundiales.
Tal vez muchos crean que este desarrollo ha sido posible, entre otras cosas, por haber sabido romper con unas tradiciones que, pueden pensar esos muchos, no eran más que un lastre en su desarrollo como país.
LOS GRUPOS COMEN EN CUALQUIER CIUDAD
Puede que las cosas sean diferentes. Desde hace siglos, al inicio de la primavera, también los cerezos florecen en Japón y siempre fue tradición comer un día bajo los árboles floridos. Esa tradición se ha mantenido hasta hoy, incluso en las grandes ciudades. Bajo los cerezos en flor, las personas sentadas sobre mantas dispuestas en el suelo, realizan su comida tranquilamente tal vez sin saber que cumplen con una tradición antigua.
Al igual que ocurre en nuestro lucense San Froilán y el pulpo (son varios los días en se va a comerlo: con la familia, con amigos, con compañeros de trabajo, etc.), en Japón también en pocos días sus habitantes van varias veces a realizar su ritual con los diferentes grupos con los que comparten actividades. Tal vez no sea casual que los núcleos de población dispongan de amplios terrenos plantados de cerezos donde se pueden poner en práctica esas costumbres.
No obstante, conviene reservarse sitio en esos parques. Cuando son grupos
OTRA IMAGEN DE LA CELEBRACIÓN
familiares los que van a comer, los encargados de tal tarea son los adolescentes de la familia. Cuando son grupos de trabajo los que comerán, los más recientemente incorporados a la empresa son los encargados de escoger, y reservar, el sitio. Todo está determinado o ritualizado.
Aunque nos cueste creerlo, en esos días de floración de cerezos, incluso las diversas cadenas de televisión van indicando las zonas por las que se irá dando la floración en los días siguientes, con el fin de que los diferentes grupos vayan programando sus salidas a los parques y así poder realizar sus tradicionales comidas campestres.
De nuevo, la Naturaleza marca sus ritmos biológicos y los humanos, obedientes a sus citas ancestrales, responden con sus costumbres aquilatadas por el tiempo. Obedecer a estos reclamos no creo que esté reñido con la cultura de un pueblo. Más bien forma parte de la misma, creo yo.
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EN TV, LOS MAPAS METEOROLÓGICOS INFORMAN
DEL AVANCE DE LA FLORACIÓN
Comento esto porque a veces me llegan mensajes disfrazados de modernidad que me dejan perplejo. Hace un tiempo, me decía un muchacho que, para ser modernos, es preciso desprenderse de tanto atraso disfrazado de “cultura”. Porque, para él, el progreso consiste en eso, en ir dejando atrás toda una historia propia que viene de siglos, sin tener en cuenta hasta qué punto nos define. Por supuesto, el hecho de ser una costumbre antigua, ya es motivo suficiente para ser erradicada.
Opiniones que no comparto.




viernes, 28 de febrero de 2014

SOBRE SERES VIVOS: TIEMPO DE CASTAÑAS

ESTAMOS EN OTOÑO
En Galicia, hablar de tiempo de castañas es dar rienda suelta a multitud de recuerdos mezclados con hechos actuales, pues la tradición sigue viva.
Estamos en la plenitud del otoño, con sus atardeceres dorados, aunque los días son notoriamente más cortos. Recuerdo esos días de San Floilán, soleados pero ya con fresco en los lugares de sombra, por no hablar de las San Lucas, algo después en el mismo mes, en las que ocurre tres cuartos de los mismo.
El verano ya es recuerdo y las últimas fiestas del año van transcurriendo con la puntualidad que marcan los calendarios. Aún vendrá la feria de santos en Monterroso, con aires de despedida. Después de ella, las celebraciones de San Martiño repartidas por toda nuestra geografía nos llevarán a un invierno profundo hasta llegar a San Antón Lacoeiro, bien entrado el mes de enero. Que yo recuerde.
En todas estas fiestas hay productos gastronómicos consagrados, como el pulpo en San Froilán, pero no es mi intención hablar de particularidades locales. Prefiero hablar de un producto que en esta época reina en todos los rincones de Galicia, como la castaña.
FLORES MASCULINAS
Los que saben de eso, nos dicen que fueron los romanos quienes trajeron con ellos estos árboles, que pronto se aclimataron a nuestras tierras. Su fruto, la castaña, fue fundamental en la nutrición humana, hasta que la patata la suplantó de modo mas saludable, aunque tendría que llegar el siglo XVIII para que tal cosa ocurriese.
Los castaños son consustanciales del paisaje en las provincias de Lugo y Ourense, donde encuentro la flora más autóctona. Los inviernos nos muestran los árboles desnudos y, conforme avanza la primavera y el verano, podemos asistir a su lenta maduración
LAS FLORES MADURAS.
ES PLENO VERANO
. En marzo y abril, se llenarán de hojas. En julio sus flores masculinas, más llamativas que las femeninas (el mismo árbol tiene flores masculinas y femeninas), darán la sensación de que el árbol está cubierto por telas de araña amarillentas, y ya no veremos nada más de su proceso biológico anual, hasta que nos encontremos con los frutos, los erizos, en tierra, maduros con sus castañas brillantes y como ofrecidas, mientras los árboles van adquiriendo una hermosa tonalidad dorada antes de que caigan las hojas.
Ante esa oferta, nos llenamos de alegría y comienzan unas fiestas populares con siglos de historia a cuestas: los magostos, que consisten en comer castañas asadas regadas con vino joven. Son fiestas propias, claro, de lugares con castaños, aunque ahora se quieren extender a lugares huérfanos de estos bosques- En los magostos nos encontramos amigos, vecinos y familiares. Son fiestas callejeras o celebradas en patios o alrededor de lareiras en casas antiguas. Como ocurre en las hogueras de San Juan, siempre son buenas ocasiones para convivir, actividad que se va olvidando. Las tardes frescas nos obligan a acercarnos al fuego que va asando las castañas.
En las ciudades, el tiempo de castañas también se manifiesta por la presencia de carritos que imitan
ASANDO CASTAÑAS, RECLAMO DE
NIÑOS Y NO TAN NIÑOS
una máquina de tren, no conozco la causa, en cuyo

interior hay un brasero que asa castañas, que serán vendidas a los viandantes. En Santiago, en Porta Faxeira no es raro ver colas de estudiantes esperando turno para comprar su cartucho.
Comento esto, tan supuestamente alejado de la biología, porque es una fiesta basada en la cita inexorable con la Naturaleza. Todos los otoños nos ofrecerá, generosa, sus frutos. Esa Naturaleza que a veces olvidamos, nunca es anárquica en sus ciclos y en sus manifestaciones y nosotros estamos acomodados a esas citas, tal vez sin darnos cuenta de su regularidad. 
Son múltiples las fiestas que en Europa se hacen con motivo de la aparición anual de productos naturales, en cada sitio los suyos, pero siempre puntuales. 
Hablaré de algunos más porque me resulta muy bonito comprobar cómo hemos ido adaptando sus ciclos a nuestros calendarios. O viceversa. Muchas veces casi sin darnos cuenta. Del modo más natural.

sábado, 21 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD

Paso una de estas tardes, lluviosa y fría, leyendo un libro bonito, ameno e instructivo. Titulado “Cartas europeas de Navidad”, hace unos años lo regaló una empresa entre sus amigos y clientes en las fiestas navideñas.


Los autores de las cartas son personajes fundamentales en nuestra cultura: Bela Bartok, Erasmo de Rotterdan, Luis de Góngora, Teresa de Ahumada y así, hasta diecinueve autores. Diecinueve formas de ver la vida cotidiana y la Navidad en diferentes épocas, desde el siglo XVI hasta el XX.
¿Que qué encuentro en ellas?. A veces la nostalgia de quien pasa la Navidad fuera de su hogar, como es el caso de Bela Bartok, que añora a sus hijos en su Hungría natal cenando solos en la nochebuena de 1940. Son entrañables sus frases llenas de cariño, castigado por la lejanía. Hay cartas que destilan el ajetreo de alguien que no dispone de tiempo debido a la intensidad de su vida. En otras aparece, se deja ver, cierta sensación de cansancio. Ya digo, diecinueve maneras diferentes de vivir esta época en otros tiempos.
Como en botica, hay de todo. No obstante todas tienen un denominador común. Los autores, eran tiempos pasados tal vez incomprendidos para muchos de hoy, hacen un alto en sus actividades para tomarse un tiempo e imaginar que se mantiene un monólogo con la persona a quien se destina la carta.

Tardarían tiempo en llegar a sus destinatarios, pero están repletas de pensamientos profundos, de cavilaciones sobre lo propio y lo ajeno. Por eso mismo, estos contenidos trascienden más allá de la simple carta para transformarse en pequeñas reflexiones útiles a muchos lectores.
Con las ideas acerca de la familia, el cariño, el trabajo o los deberes, los escritos nos hacen ver los conceptos que sus autores poseían sobre valores de entonces que aún son importantes en los tiempos actuales. Tal vez perennes para los humanos, pero digo “tal vez”. No me atrevo a dogmatizar.
Y, claro, sus comentarios acerca de la Navidad. Se deja ver la idea de una celebración serena, familiar, rebosante de cariño y sin mayores pretensiones que las que pueden aportar los seres queridos alrededor de una mesa llena de manjares adecuados a la época. En todas las cartas se intuye que, para sus autores, el calor familiar es lo esencial de las fiestas que estamos viviendo.
Para muchos de nosotros, ese sigue siendo el valor de estas fiestas, lejos del loco y absurdo festival consumista en que las han transformado. 
Siendo adolescente escuché un villancico sudamericano que venía a decir que la Navidad “se la apropiaron los ricos pa secuestrarla y venderla”. No quiero comentar esto, pues su veracidad me da dolor. Ya en la década de los sesenta, una empresa lucense aconsejaba por radio “practique la elegancia social del regalo…” y así hasta nuestros días, consumo sobre consumo. El mensaje ha ido creciendo como una bola de nieve y ha atrapado a muchos.
Hay amigos a quienes la Navidad produce tristeza, claro. Es el recuerdo de los que faltan, de los que se han ido. Pero también están los que han llegado a nuestro lado y llenan de alegría nuestras vidas. Es un ciclo vital en el que estamos metidos. Disfrutemos de ese ciclo del que tenemos la suerte de  seguir participando.
Porque eso es lo que celebramos con los nuestros en estos días, en el solsticio de invierno. Que la vida renace y, de momento, sigue contando con nosotros.
Ahora, en el día más corto del año, deseo feliz Navidad a quienes me hacen el gran regalo de su amistad y su cariño.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXXVIII) NAVIDAD COMPOSTELANA

Pasear por Compostela al atardecer es una delicia de la que disfrutamos quienes sabemos que los encantos de una ciudad cambian con las horas del día. Si bien es cierto que en los amaneceres hay plazas llenas de luz, vida y encanto, cuando cae la tarde son otros los lugares que nos llaman por su recogimiento o romanticismo. Como siempre, y nunca mejor dicho, la risa va por barrios, aquellos sitios que me inspiran estos sentimientos pueden ser indiferentes para otros que, a su vez, se sienten conmovidos en lugares que a mí no me dicen nada.
PLAZA DE CERVANTES. AL FONDO, SAN BENITO

Me gusta la plaza de Cervantes. Tiene su historia, claro. Antes, mucho antes, quedaba fuera de la muralla de la ciudad y aquí había una iglesita, dependiente del Monasterio de San Martín Pinario, que estaba atendida por un monje benedictino procedente del monasterio y que se cambiaba cada semana. La iglesia era conocida como San Benitiño do Campo y, tal vez, en la campa que se extendía frente a ella, hoy Plaza de Cervantes, se celebrase alguna romería o similar.
INTERIOR DE S.BENITO. CUADROS EN LOS ALTARES
Más tarde las cosas cambiaron lentamente. La iglesia se asimiló al casco ciudadano, dejó de estar lejos del Monasterio y no hizo falta monje alguno que la custodiase. En el siglo XVIII se edificó una nueva iglesia acorde con las nuevas modas. Como en otros casos, el neoclásico  substituyó al románico inicial. El interior de la iglesia es único. Además de algunas imágenes que recuerdan su pasado benedictino, en sus altares hay profusión de grandes cuadros, así como en el ábside. Esto ya hace singular al edificio. Grandes cuadros que representan escenas sagradas.
MARÍA VISITA A ISABEL
También el techo del ábside es especial, pues una bóveda de medio cañón, correspondiente al presbiterio, se continúa con otra en forma de cuarto de esfera sin ningún tipo de discontinuidad, confiriendo personalidad al techo, que está pintado con frescos que representan la corte celestial.
Todo esto es bonito, tranquilo y silencioso. Yo diría que acorde por completo con el ambiente de la plaza, muy pueblerino y entrañable.
A la entrada, a la izquierda, hay dos restos de la antigua iglesia, unos elementos ornamentales de granito policromado y estilo gótico. Es de agradecer “a quien haya correspondido” que no se destruyesen y permanezcan allí para deleite de quien quiera verlo.
Uno de ellos representa la Visitación de la Virgen, una muchacha joven,
TÍMPANO CON LA EPIFANÍA

a su prima, Santa Isabel, una mujer madura. Ésta, Isabel, cubre su cabeza con una toca propia de las mujeres del norte europeo, lo cual nos trae de nuevo la idea de los recíprocos influjos culturales que tuvieron como senda al Camino y como vehículo a los caminantes.
El otro relieve es un tímpano gótico que representa la adoración de los reyes. La Virgen aparece sentada, pero lejos de la rigidez de anteriores representaciones suyas, románicas. Hermosamente ataviada, con ropajes y corona de reina. (Ya la Salve Regina, algo anterior al tímpano que comento, la llamaba “Reina y Madre…”)
SAN JOSÉ Y EL DONANTE
San José, está como siempre, en postura de no creerse o no asimilar lo que está viviendo, mientras a su lado aparece muy piadoso el llamado “donante”, el que  donó (pagó) el trabajo. Para mejor identificación, su escudo ayuda a reconocerlo, como hoy siguen los mecenas poniendo en placas junto a sus obras patrocinadas que “se hizo gracias a la Fundación tal”. Hay costumbres que vienen de lejos.
Los reyes magos, uno de ellos negro, tienen sus capas de armiño y corona real. Ya entonces se les asignan atributos reales y han dejado de ser los “magos” o “sabios” que aparecen en tímpanos de épocas más tempranas… Todo ya está muy próximo a nuestro modo de entender actual.
LOS REYES CON CORONA Y CAPA DE ARMIÑO

El Niño aparece como un hombrecito. Me explico. Antes del Renacimiento se desconocía lo que los biólogos llamamos alometría, y que indica que no crecemos de modo armónico, sino que diferentes partes de nuestro cuerpo lo hacen con diferentes tasas. Esto determina que la proporción de la cabeza con relación a la talla total, vaya siendo menor a lo largo de la vida, siendo mayor en el momento del nacimiento. En la época del gótico, se desconocía esto y los niños se representaban con proporciones de adultos. Parecen hombrecitos.
lA VIGEN Y EL NIÑO


¡Qué hermoso tímpano y qué suerte que se haya conservado! En la iglesia, tranquila, pienso que justo en estos días, casi en puertas de celebrar un año más estos misterios, es bonito recrearse viendo este relieve y comprobar hasta qué punto lo representado en él ha influido en nuestra historia y en nosotros mismos. Seguimos viviendo tradiciones y costumbres que vienen de muy lejos en el tiempo. Dentro de unos días las volveremos a revivir, tal vez sin darnos cuenta de que hoy somos los depositarios de ellas, pero que debemos transmitir a quienes vienen detrás de nosotros. Días de reunirnos quienes compartimos cariño para mostrarnos que somos capaces de dar un aire más íntimo a nuestra cotidianidad, lejos del actual consumismo con que han castigado a la Navidad.

Hace años pronuncié un Pregón de Navidad en Begonte. Está en este mismo blog y abajo dejo un enlace para quien lo quiera ver. En él conté lo que siento en estas fiestas, a la vez que expuse su origen pagano, cristianizado con posterioridad. Le tengo mucho cariño a este pregón, pues representa para mí muchas cosas y, la verdad, el haberlo hecho y pronunciado fue una de las cosas más bonitas que he vivido.