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sábado, 30 de diciembre de 2017

Cumpleaños (7) El Maestro Medieval Bernardo de Chartres.

Siempre me ha estimulado esta descripción del amante del saber y del buscador de conocimiento. Esta reflexión fue de lo primero que publicó el Paseante Silencioso y hoy lo vuelve a traer con el respeto de entonces.



Andaba yo por los treinta años de edad, cuando asistí a una conferencia de aquel Maestro que fue D. Álvaro d’Ors. Habló de los estudios, los estudiosos y citó las características que el maestro Bernardo de Chartes les había atribuido en el siglo XII. Las retuve en la memoria, las apunté al salir y, desde entonces, las he mantenido cerca para reflexionar sobre ellas en más de una ocasión.

Ahora quiero volverlas a traer aquí, pero creo que antes debo presentar al Maestro de Chartres.

El Maestro Bernardo ejerció su docencia en la Catedral de Chartes, de la que fue canónigo, en los primeros años del siglo XII. Neoplatónico convencido, su fama de intelectual ha llegado hasta hoy. Se le atribuye una frase muy fructífera en la historia del conocimiento.







“Somos unos enanos encaramados en los hombros de gigantes. Así, vemos más lejos que ellos y no porque nuestra mirada sea más aguda o nuestra estatura más alta, sino porque ellos nos llevan encima y nos elevan sobre su altura gigantesca"

Con esta frase, humilde en la concepción del propio valor, hacía un gran reconocimiento del saber a lo aportado por los clásicos. La frase tuvo mucha fortuna, incluso en siglos posteriores.

Su discípulo John de Salisbury (S.XII), le atribuye la autoría del siguiente poema:

Quae vero sint discendi claves senex Carnotensis paucis expressit:
Mens humilis, studium quaerendi, vita quieta, scrutinium tacitum, paupertas, terra aliena.
Haec reserare solent multis obscura legendo.

 (El viejo [Bernardo] de Chartres expresó en pocas palabras cuáles son las claves para aprender:

Mente humilde, afán de buscar, vida tranquila, reflexión silenciosa, pobreza, tierra extranjera.
Estas cosas y la lectura suelen aclarar a muchos cuestiones oscuras.)



Quiero presentar esas cualidades que Bernardo de Chartres exigía, en el siglo XII, en la actitud de quienes querían aprender y se adentraban en el mundo del conocimiento.

Mens humilis. Mente humilde.
No conozco a ningún amante del saber que sea soberbio en lo que sabe. Más bien los conozco humildes, con la humildad que confiere creer que cualquiera le puede aportar algún modo de aumentar cuanto sabe. Por eso, el sabio pregunta a quien supone que le puede enseñar algo, independientemente de su rango. Muchas páginas de la historia del saber nos describen cómo un sabio aprendió de un profano cosas, que luego sirvieron para el avance de la ciencia. Iletrados que enseñan a sabios, o sabios humildes que aprenden de iletrados.

Studium quaerendi, afán de buscar.
Tampoco conozco a ningún estudioso que se conforme con lo que sabe. Su afán de conocimiento es constante, con el propio saber como un fin en sí mismo. Para el amante de aprender, nunca existe una meta ni un listón en el conocimiento. Pero el estudio es un acto positivo de voluntad. Se estudia porque se quiere, a nadie se le puede obligar a hacerlo, por eso se enumera el "afán de buscar".



Vita quieta, vida tranquila.
No sé cómo imaginar tal característica si no es contraria a la idea del maestro itinerante o al alumno bullanguero. Lejos del bullicio de los caminos, a Roma o a Compostela, lejos de goliardos y juglares, el estudioso precisa para su labor, del sosiego que confiere disponer de un lugar fijo donde desarrollar su trabajo. Porque conviene no olvidar nunca que el estudio es un trabajo intelectual que precisa sosiego. No creo que el Maestro de Chartes tuviese nada en contra de los actuales planes de movilidad de los estudiantes (Becas Erasmus, Sócrates) o del profesorado. Hoy las cosas se hacen con mayores seguridades y pretendidos criterios de eficacia.

Scrutinium tacitum, reflexión silenciosa.
En español tenemos una palabra derivada de scrutinium, escrutinio, y la aplicamos al estudio riguroso y atento de algo en lo que no debe haber error (escrutinio de votos, por ejemplo). Estudio atento en silencio, introvertido, es lo que requiere el Maestro Bernardo. Luego se comentará, se contrastará lo estudiado, pero el proceso de aprendizaje comienza con un ejercicio silencioso que siempre es necesario, y clave, en el aprendizaje.



Paupertas, pobreza 
El estudio nunca ha sido un camino ni para la riqueza ni mucho menos hacia la opulencia. El sabio, tal vez por serlo, es parco en sus necesidades. Sabe vivir con lo poco y con dignidad, sin perseguir lujos. Tampoco la sociedad, tal vez por menospreciar su trabajo, se preocupa mucho por sus emolumentos o sus niveles de vida. Casi siempre le parece mucho lo que se destina a su sustento.

Terra aliena, tierra extraña 
Tal vez la característica más cruel, pues el sabio o el estudioso, por serlo, será incomprendido desde el principio y considerado como alguien ajeno a la misma sociedad. La sociedad tiene unos fines, los rendimientos y plusvalías de todo tipo. Los afanes del sabio son completamente distintos, pues el mismo conocimiento es la guía de sus desvelos. Por eso es incomprendido y considerado como alguien que vive en otro mundo, en tierra extraña.


Asimismo, de Bernardo de Chartres es esta sentencia, citada también por John de Salisbury:

Inimicus hominis insapientia eius. 
Amicus hominis sapientia.

(El enemigo del hombre es la propia ignorancia. Su amigo, el saber.)




martes, 12 de diciembre de 2017

Cumpleaños (3): Sobre el legado de Charles Darwin

En este año de 2009 celebramos el doscientos aniversario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 de la publicación del “Origen de las especies” Este doble aniversario hace que por todas partes aparezcan actos y más actos de conmemoración y glosa de la efeméride.
Podríamos preguntar cuál es la importancia de la obra de Darwin, su contribución al mundo del conocimiento y, entonces, deberíamos reflexionar antes de ponernos a hablar. Pues son muchos los que lo critican, lo menosprecian e, incluso, lo maldicen sin conocer en absoluto nada de cuanto dijo. Somos así, tan sabios que podemos descalificar trabajos ajenos sin siquiera conocerlos.
He aquí nuestra constante alternativa: el corazón o la mente, la fe o la razón, los mitos o la ciencia. En estos dilemas siempre ganaron la mente, la razón y la ciencia, pero siempre después de largas y dolorosas batallas. Los impulsores del conocimiento mediante novedades que podían alterar el orden establecido, sistemáticamente fueron apartados del mundo oficial con fórmulas más o menos ruines, formando de este modo una lista de nombres malditos, conocida por todos nosotros: Galileo, Copérnico, Kepler, G. Bruno, Servet y una amplia nómina en la que también, y por derecho propio, está Darwin. ¿Que quién hizo esa lista? Los defensores de los mitos, los autonominados depositarios y defensores del conocimiento, del saber y de su docencia.


¿Qué hizo Darwin? En primer lugar, se dio cuenta de que la variabilidad de los seres vivos puede ser hereditaria, y esto abrió conceptualmente las puertas a la biología moderna. También se percató de que los individuos interactúan con su medio y, por tanto, pueden estar más o menos adaptados a él. Puesto que los seres vivos interactúan con su ambiente, sus procesos dependen de dos variables: los factores conocidos actualmente bajo el nombre de intrínsecos (propios del individuo y de sus posibilidades) y los externos, los ambientales, los extrínsecos. De acuerdo con esa relación surge el concepto de adaptación para explicar la adecuación de tales individuos a las posibilidades que les ofrece el entorno en que viven. Darwin habla de los más y de los menos adaptados. La adaptación es un valor variable y, por tanto, no a todos los individuos les irá igual en su lucha por la vida. En esa lucha resultarán beneficiados los más adaptados a su ambiente, que no tienen que ser los más fuertes como ahora dicen que dijo. Cuando esa situación de ventaja es debida a caracteres hereditarios, dice Darwin, esos individuos beneficiados en la lucha por la vida tendrán más hijos, de modo que los caracteres confieren mayor adaptación pueden aparecer con mayor frecuencia en la siguiente generación, originando, por consiguiente, una descendencia modificada. De este modo, los seres se van transformando y diversificando a lo largo del tiempo en un proceso que sigue actuando.


Estas ideas las expuso en el libro del que en este año celebramos el 150 aniversario de su primera edición. Es uno de los pocos casos que marca claramente un antes y un después en la historia del conocimiento, no solo en el terreno biológico. Por vez primera se habla en él de seres vivos en conjunto y por eso, siempre que puede, Darwin emplea ejemplos de animales y vegetales, para indicar que los procesos descritos vienen a ser los mismos en los dos reinos entonces conocidos. Al final, y de modo tímido después de hablar de herencia con modificación, sugiere el posible origen común de todos los seres vivos. Lo dice como de pasada, pero allí queda dicho. Hoy en día, gracias a pruebas moleculares, niadie discute esa posibilidad. Es curioso, pero a mi no me deja de asombrar toda la clarividencia biológica de Darwin en un momento en el que se empezaban a poner las bases científicas y conceptuales de la biología moderna. A lo largo de la obra no deja de sorprender lo acertado de sus comentarios sobre temas tan actuales como colonización, extinción, competitividad y otros. En este plan, muchos criterios y conceptos biológicos cotidianos se los debemos a Darwin.


He ahí parte de su legado. Entonces, ¿por qué entró a formar parte de la nómina de los malditos? Es sencillo de comprender: rompía un reducto de los mitos explicativos del mundo. Darwin decía que todos los seres vivos teníamos el mismo origen, ¿Dónde quedaba, entonces, la idea del hombre como supuesto Rey de la Creación? ¿E, incluso, dónde la labor creadora de Dios? Esto era algo imperdonable para aquellos que mantenían la capacidad de juzgar las obras del pensamiento. La maldición que cayó sobre Darwin perdura todavía, pues no son pocos aquellos que prefieren el mito a los hechos científicamente probados, tal vez porque esos mitos dan una seguridad que no da la ciencia. Es muy posible que aún no se hayan enterado de que entre las finalidades de la ciencia no está la de conferir seguridad.

Publicado en Xornal de noticias, de Vigo, en febrero de 2009

viernes, 10 de noviembre de 2017

Las preguntas en el desarrollo científico

La ciencia avanza con velocidades diferentes según las épocas o las áreas de conocimiento de que se trate. En la medida en que la ciencia pretende dar respuestas a interrogantes planteados en relación al entorno, el avance dependerá del hallazgo de tales respuestas. Pero, para que la ciencia progrese, conviene que las preguntas sean pertinentes y que estén formuladas desde una óptica científica correcta, pues preguntas erradas solamente producirán respuestas también erradas.


En la historia de la ciencia existen momentos importantes, que son aquellos en los que las preguntas se formulan con el rigor adecuado. Normalmente, los hechos que van a desencadenar el proceso científico están ante nosotros, pero solamente unos pocos, de mentes avisadas, son capaces de reparar en lo desacostumbrado de ellos y considerar estimulante dedicarse a su estudio para, después, poderlos explicar. Con las preguntas que plantean, son esos mismos hechos los que desencadenan la búsqueda de las respuestas que hacen avanzar a la ciencia. Hay veces en que esas respuestas aparecen después de formuladas las preguntas. En otras ocasiones, han de pasar cientos de años antes de ser encontradas. Tal fue el caso que voy a comentar ahora.


SABIOS BUSCANDO RESPUESTAS


Conviene irnos a la época en que ocurrieron los hechos que comento, los siglos XIV e XV. Era cuando el poder de los señores feudales comenzaba a sufrir limitaciones, surgiendo los burgos como manifestación de la nueva estructura social. El estilo románico había dado paso al gótico y Europa renacía después de una epidemia de peste que había diezmado la población. En las personas de este tiempo aparecieron hondas dudas en relación a Dios, por haber permitido dicha epidemia (estas dudas, con el tiempo, tomarían cuerpo en el protestantismo).



OTROS ESTILOS ARTÍSTICOS


En medio de esta transformación social, no faltaron nuevos conceptos con los que enjuiciar a las personas y sus comportamientos, como podemos notar al fijarnos en los epítetos dados a los reyes: "El Bueno", "El Sabio", "El Magnánimo", "El Ceremonioso" y otros semejantes, muy diferentes a los aplicados en los siglos anteriores: "El Fuerte", "El Bravo" o incluso "El Velloso".


ARMADO, BIEN ARMADO


Otro tanto podemos detectar en la escultura funeraria, como es posible comprobar en una visita que hagamos a la iglesia de San Francisco, en Betanzos. En ella, junto al sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, "O bóo", Conde de Andrade, ataviado con una armadura recia y poderosa, vemos en sepulcros de tiempos más recientes cómo están representadas personas con ropas elegantes, más propias de una vida palaciega y cortesana. El culmen de nuestra escultura funeraria de este tiempo, está en Sigüenza, donde un hombre en la flor de la vida, conocido como el Doncel de Sigüenza, está representado en actitud de reposo, leyendo un libro, lejos de los campos de batalla.


EL DONCEL DE SIGÜENZA


También a través de la pintura podemos ver cómo cambia el vestuario, usando colores nuevos y otros tipos de ropas que confieren a sus portadores mayor esbeltez y elegancia. En los frescos de Piero della Francesca, por citar un caso, es posible comprobar esto, pero también en otros pintores contemporáneos suyos. 


Gracias a los viajes de Marco Polo a China, se abrieron nuevas rutas y aparecieron nuevas mercancías para el comercio. En ferias y mercados se ofrecían sedas, especias y otros productos exóticos que, por sí mismos, pronto serían signos de singularidad para quienes los usasen. Por todas partes tomaba cuerpo otro concepto sobre la calidad de vida en el que la belleza, no iba a ser menos, era definida de acuerdo con el ideario del momento histórico.


En toda esta compleja transformación de pensamiento y de criterios que se estaba produciendo, no eran pocas las tareas que era conveniente realizar para adecuarse a las novedades. Una de ellas, y no menor, consistía en encontrar medicinas apropiadas para enfermedades que eran históricas en Europa. Tal era el caso de la viruela. Se sabe que fue traída a Europa por los árabes, andando el siglo VI, y desde entonces fue endémica en el continente hasta finales del siglo XIX. Enfermedad muy extendida, comportaba una elevada mortalidad. En caso de que los enfermos sanasen, dejaba profundas cicatrices perfectamente visibles e incompatibles con cualquier concepto de belleza.


EL MARQUÉS
La mayoría de la gente consideraba a las enfermedades como un fantasma, por todo cuanto traían con ellas de dolor, fealdad y, muchas veces, muerte. Supongo que la gente de esos siglos en que tanto se veneraba la belleza, estaba envidiosa de quien mostrase tener salud o, incluso, estar defendida (hoy diríamos inmunizada) de padecer enfermedades concretas. Tal vez esto fuese lo que le pasó al Marqués de Santillana (1398-1458) antes de escribir:



Moza tan fermosa

non vi en la frontera,
como la vaquera
de la Finojosa ...

Por lo que sé, el Marqués era un noble muy de su tiempo, cortesano y acostumbrado a las comodidades que puede proporcionar cierto estilo de vida. Puede que, sin decirlo, también tuviese miedo de la viruela y otras enfermedades propias da época. Quiero pensar que la hermosura que tanto asombrara al Marqués no era otra cosa más que la ausencia de rastros de viruela en la moza vaquera que, por lo tanto, manifestaría un rostro terso, hermoso y con el color propio de la gente joven que trabaja en la montaña. En aquel tiempo, la capacidad de resistencia al mal sería un bien inestimable atribuido al uso de hechizos y ensalmos apropiados. Por eso, se creía que su posesión era más asequible a personas con un cierto tipo de poder que no poseía la gente común.

SIN SABERLO, SE INMUNIZA

Siempre me extrañó el hecho de que el Marqués no creyese que la moza fuese vaquera, puede que por considerarlo un trabajo inapropiado para una muchacha tan hermosa. Como si, para él, una cosa estuviese reñida con otra.

La vi tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.

Nunca creería el marqués que el trabajo de la moza era la causa de que no padeciese la viruela, pero es posible que el el lugar, (hoy, Hinojosa del Duque), escuchase más de un comentario referente a la ausencia de viruela en quienes realizaban tales trabajos.

Nada se sabía acerca de la causa de tal relación. Deberían pasar muchos años antes de que se encontrase. Tal vez, al Marqués le costaba dar crédito a los comentarios de los pueblerinos y no deja de ser curioso que por mucho que se lo diga la moza, el poeta cortesano no salga de su empeño:

Juro por Santana
que no sois villana.

El Marqués se asombra de la belleza de la vaquera, pero no es el único que en aquel tiempo constata la bondad de la vida campesina. Pensando de modo semejante, pero distanciados de nuestro Marqués por miles de Kilómetros, y también por huir de una epidemia de peste, unos adolescentes de Florencia marcharon al campo en busca de refugio, en la espera de que pasase la epidemia. Bocaccio nos cuenta cómo pasaron esos días de reclusión contando cuentos, que recogió en su Decamerón. No son pocas las alusiones literarias que prueban cuanto digo y no voy a citarlas, pues no vienen al caso. Lógicamente, en la vida campestre las personas estaban más protegidas de enfermedades contagiosas de fácil difusión urbana, donde, por otra parte, escaseaban los medios antisépticos necesarios.



GENTE SANA, LOS VAQUEROS


El Marqués de Santillana deja planteada una pregunta que, posiblemente, estaba en la mente de muchos contemporáneos suyos: Cuál era la causa de que unas personas, con un trabajo concreto, no padeciesen una enfermedad también concreta. Hoy sabemos que esta relación tiene una base científicamente explicable. Gracias al poema, sabemos que en ese tiempo la pregunta, como primer proceso del avance científico, ya estaba planteada y bien planteada: Comprobada la resistencia de unos trabajadores a una enfermedad, mortal en la mayoría de las ocasiones, cuál era la causa de esa resistencia. Si estos trabajadores no tenían mayor acceso al uso de ensalmos y hechizos, la resistencia debía tener base natural.

Con la pregunta apropiada del Marqués ya estaba en marcha el progreso, si bien aún no estaba definido el camino para alcanzar la respuesta adecuada. Antes, deberían ocurrir muchas cosas, convenía incrementar conocimientos y descubrir técnicas. Pero el reto estaba lanzado: Algo poseían los vaqueros que los volvía inmunes a la viruela.




Fue Jenner, médico británico, quien, hacia finales del siglo XVIII, observó que en las ubres de las vacas aparecían pequeñas pústulas semejantes a las producidas por la viruela. También se dio cuenta de que las personas que andaban con esas vacas presentaban resistencia a la enfermedad y que, frecuentemente, tenían heridas en los dedos y en las uñas con pequeñas pústulas en ellas. Pensó si acaso habría alguna relación entre tales datos y la inmunidad que presentaban esas personas a la viruela. De modo temerario, en 1796 inoculó a un adolescente el exudado procedente de lesiones presentes en las vacas (vacuna). Hoy sabemos que, en realidad, lo que hizo Jenner fue provocar en el muchacho una enfermedad atenuada, pero suficiente para estimular la formación, en su sistema inmunológico, de anticuerpos que, en su caso, serían capaces de repeler la infección de los virus de la viruela si el chico fuese infectado por ellos. Encontrando un método para prevenir enfermedades contagiosas, había descubierto la vacuna. Pasteur profundizaría en su estudio y perfeccionamiento. 

Tenemos que agradecer a Jenner que la viruela dejase de ser una tremenda plaga mundial. En un tiempo, fue obligatorio vacunar a los niños contra ella pero luego, y gracias al mismo método aplicado a lo largo de muchos años, la enfermedad desapareció de manera espontánea. En el año 1979 la O.M.S. la declaró erradicada del mundo, dejando de ser obligatoria su vacuna. 

En relación a la viruela, vemos cómo en el siglo XIV ya estaba marcado el camino para encontrar su remedio, es decir, ya estaban formuladas las preguntas apropiadas. Con el tiempo, vendría la constatación de datos, la búsqueda de respuestas en un ambiente cultural y de conocimientos apropiado y, finalmente, se alcanzarían las respuestas. El proceso científico siempre sigue este camino, comenzando con la formulación correcta de preguntas para explicar hechos que resultan raros según los conocimientos de la época. Pero mientras no aparezcan formulaciones concretas de preguntas sabiamente planteadas, no será posible abrir los caminos adecuados en la obtención de sus respuestas. 













jueves, 16 de febrero de 2017

El legado de Charles Darwin

Reaparecen con tintes populistas unas doctrinas carentes de base científica, pero con abundante carga de odio e ignorancia. Su diana preferida, Charles Darwin y su libro "El origen de las especies", que nadie ha leído. Vuelvo a traer al blog el artículo que publiqué en 2009, del que ni quito ni pongo nada.



SOCIALMENTE PREOCUPADO
En el año de 2009 celebramos el doscientos aniversario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 de la publicación del “Origen de las especies”. Este doble aniversario provocó que por todas partes apareciesen actos y actos de conmemoración y glosa de la efeméride.

A día de hoy podríamos preguntarnos cuál es la importancia de la obra de Darwin, su contribución al mundo del conocimiento y, una vez intuida la respuesta, deberíamos reflexionar antes de ponernos a hablar. Pues son muchos los que lo critican, lo menosprecian e, incluso, lo maldicen sin conocer en absoluto todo cuanto dijo. Es costumbre nuestra ser así, tan sabios que podemos descalificar trabajos ajenos sin siquiera conocerlos. 

UNA CONFERENCIA, UN CONFERENCIANTE

Antes, quiero recordar aquí nuestra constante alternativa intelectual: el corazón o la mente, la fe o la razón, los mitos o la ciencia. En estos dilemas siempre ganaron la mente, la razón y la ciencia, pero nunca de inmediato. Mas bien fue después de largas y dolorosas batallas. Quienes impulsaron el conocimiento con novedades que podrían modificar el orden establecido, fueron sistemáticamente apartados del mundo oficial mediante fórmulas más o menos ruines, pasando de este modo a formar parte de una lista de nombres malditos, conocida por todos: Galileo, Copérnico, Kepler, Giordano Bruno, Servet y una amplia nómina en la que también, y por derecho propio, está Darwin. ¿Que quién hizo esa lista? Los defensores de los mitos, los que se creyeron depositarios y defensores del conocimiento, del saber y de su docencia, sin que nadie les hubiese concedido tal potestad. Pero se la concedieron a sí mismos.

VERSIÓN GALLEGA DEL
ORIGEN DE LAS ESPECIES

En realidad, ¿qué hizo Darwin? En primer lugar, se dio cuenta de que la variabilidad de los seres vivos puede ser hereditaria, y esto abrió conceptualmente las puertas a la biología moderna. También se percató de que los individuos interactúan con su medio y, por tanto, pueden estar más o menos adaptados a él. Puesto que los seres vivos no están aislados de su ambiente, sus procesos dependen de dos variables: los factores conocidos actualmente bajo el nombre de intrínsecos (propios del individuo y de sus posibilidades) y los externos, los ambientales, los extrínsecos. De acuerdo con esa relación, surge el concepto de adaptación para explicar la adecuación de los individuos a cuantas posibilidades les ofrece el entorno en que viven. Darwin habla de los más y de los menos adaptados. La adaptación es un valor variable y, por tanto, no a todos los individuos les irá igual en su lucha por la existencia. En esa lucha resultarán beneficiados los más adaptados a sus respectivos ambientes, que no tienen que ser necesariamente los más fuertes, como ahora dicen que dijo. Cuando esa situación de ventaja es debida a caracteres hereditarios, dice Darwin, puesto que esos individuos beneficiados en la lucha por la vida tendrán más hijos, los caracteres que confieren mayor adaptación podrán aparecer con mayor frecuencia en la siguiente generación, originando, por consiguiente, una descendencia modificada. De este modo, los seres se van transformando y diversificando a lo largo del tiempo en un proceso que, hoy en día, sigue actuando.

Estas ideas las expuso en el libro del que en el 2009 celebramos el 150 aniversario de su primera edición. Es uno de los pocos casos que marca claramente un antes y un después en la historia del conocimiento, no solo en el terreno biológico. Por vez primera se habla en él de seres vivos en conjunto y por eso, siempre que puede, Darwin emplea ejemplos de animales y vegetales, para indicar que los procesos que describe vienen a ser los mismos en los dos reinos entonces conocidos. 

Al final del libro, y de modo tímido después de hablar de herencia con modificación, sugiere el posible origen común de todos los seres vivos. Lo dice como de pasada, pero allí queda dicho. Hoy en día, gracias a pruebas moleculares, nadie discute esa posibilidad. Es curioso, pero a mi no me deja de asombrar toda la clarividencia biológica de Darwin en un momento en el que se empezaban a poner las bases científicas y conceptuales de la biología moderna. A lo largo de la obra no deja de sorprender lo acertado de sus comentarios sobre temas tan actuales como colonización, extinción, competitividad y otros. En este plan, muchos criterios y conceptos biológicos cotidianos se los debemos a Darwin.

He ahí parte de su legado. Entonces, ¿por qué entró a formar parte de la nómina de los malditos? Es sencillo de comprender: rompía un reducto de los mitos explicativos del mundo. Darwin decía que todos los seres vivos tenemos el mismo origen, ¿Dónde quedaba, entonces, la idea del hombre como supuesto Rey de la Creación? ¿E, incluso, dónde la labor creadora de Dios? Esto era algo imperdonable para aquellos que mantenían para sí, la capacidad de juzgar las obras del pensamiento ajeno. La maldición que cayó sobre Darwin perdura todavía, pues no son pocos aquellos que prefieren el mito a los hechos científicamente probados, tal vez porque esos mitos dan una seguridad que no da la ciencia. Es posible que aún no se hayan enterado de que entre las finalidades de la ciencia no está la de conferir seguridad. 


Modificado de una publicación, de la que soy autor, publicada en Xornal de Noticias, de Vigo, en febrero de 2009






lunes, 2 de enero de 2017

El olivo, regalo celestial.

Me gustan los mitos. Para mí, son el ejemplo de un intento sagaz de encontrar explicación a todo, a partir de los pocos conocimientos de los que se disponía en la época. Se echó manos de dioses, seres superiores con un poder también superior, para explicar todo cuanto requiriese de explicación. Porqué llueve, porqué hace viento, porqué los ciclos de estaciones y así hasta responder a la mayoría de dudas que se podía plantear la mente humana. Que eran las mismas de hoy, aunque ahora disponemos de mayor cantidad de recursos para responderlas.
Muchos de los mitos nos relatan actuaciones más o menos acertadas por parte de sus protagonistas, y servían a los niños de entonces como pautas educativas. Lo que se posía hacer y lo que no. En otros casos se nos presenta a los dioses con los mismos defectos que los humanos, pero con actuaciones que repercuten en la vida cotidiana. Hubo dioses envidiosos, perezosos, lascivos, etc. Pero el comportamiento de estos dioses tenía trascendencia en la vida cotidiana de los humanos.


ATENEA

Hoy, todas las localidades, sea cual sea su tamaño de población, poseen en el cielo a alguien que vela por el buen vivir de quienes lo habitan. Son los patronos y esto no es de ahora, ya en la Grecia clásica, y antes, existían valedores celestiales de las poblaciones. Eso ocurrió con quienes habitaban un lugar sin nombre, que querían tener patrono e hicieron algo así como un concuerdo celestial.


EL PARTENÓN, TEMPLO EN HONOR A ATENEA

Se presentaron dos candidatos, Un dios, Poseidón, y una diosa, Atenea. Poseidón era un dios extraño, nunca lo he llegado a comprender. Con frecuencia las cosas le salían mal, en otras ocasiones era falso, mentiroso. Ya digo, nunca lo he comprendido por su falta de coherencia. Al menos, si medimos su conducta conforme a nuestras reglas.
Atenea era diferente. Diosa de la sabiduría, era poseedora de las cualidades que le faltaban a Poseidón.


EL REGALO DE ATENEA

Para decidir sobre su patronazgo, los ciudadanos decidieron realizar un concurso entre los dos aspirantes. Para empezar les pidieron un regalo para la ciudad. Poseidón, como sabía de las carencias de agua que sufrían los ciudadanos, clavó su tridente en las rocas y de allí nació una fuente. Hasta ahí, todo bien, pero resultó que manaba agua salada, lo cual no requiere comentario alguno. Los atenienses protestaron, pues dijeron que el agua aquella estropearía sus cosechas, rechazaron el regalo y pidieron a Atenea algo que les resultase de mayor provecho. La diosa les regaló un olivo. En cuanto lo vieron, los ciudadanos comprendieron la grandeza del regalo, la aclamaron como diosa protectora, y pusieron su nombre a la ciudad, que todavía hoy se llama Atenas.


FRUTO DEL OLIVO

Con el tiempo, se erigió un templo en su honor, que sigue siendo el paradigma de la armonía arquitectónica: el Partenón.


UNO DE LOS BENEFICIOS DEL ACEITE


A través del aceite producido por su fruto, el olivo trajo a los atenienses, y a los humanos todos, varios beneficios, plenamente vigentes en la actualidad, como son:

- Es útil en la cocina, en la elaboración de alimentos, tanto crudos como cocidos.

- En beneficioso en medicina, sirviendo en tratamientos externos para aplicar sobre heridas de piel (quemaduras, roces, llagas y similares), así como para ingerir en purgas.
- Es el conservante natural de alimentos.
- Con su fuego se puede iluminar en la noche.
- También es un componente importante en la elaboración de jabones y otros productos higiénicos.
Como se le suponía portador de las virtudes de Atenea, y por extensión de los dioses, también el aceite de oliva fue símbolo , hasta época muy reciente, material del favor divino. De este modo, se utilizó en ceremonias de consagración de personas (reyes o dignidades) o cosas. También en este aspecto, es utilizado para ungir a los enfermos en el sacramento correspondiente. Es estos casos recibe el nombre de Santos Óleos, que son bendecidos en los oficios del Sábado Santo.















domingo, 18 de diciembre de 2016

El concepto de naturaleza en nuestro pensamiento.

Los historiadores de la Biología coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad por parte de los humanos cara el resto de seres presentes en el planeta: con las rocas, con los animales, con los vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno".

En aquellas épocas, la expectativa de vida era muy baja, pues la humanidad estaba en sus comienzos y, por tanto, el desarrollo de la medicina se reducía al conocimiento de unas pocas hierbas beneficiosas (como ocurre con cualquier otro mamífero). Nuestros antepasados formaban una especie cazadora sometida a todas las dinámicas biológicas propias de las especies con este tipo de vida. Es posible que, con el desarrollo de la agricultura y el nacimiento de una cierta tecnología agrícola, con su consiguiente paso a la vida sedentaria, la humanidad se fuese distanciando más y más del inicial concepto de unidad con el resto del mundo vivo.

Las religiones también influyeron en la visión que la humanidad tuvo acerca de su entorno. Pero conviene considerar dos tipos de religiones: las orientales, politeístas y las bíblicas, monoteístas. En las orientales, los dioses aparecían como seres bondadosos, aunque fuertes de carácter, hondamente comprensivos con las debilidades de los humanos y que orientaban a sus seguidores en la búsqueda de la paz interior, fin último que convenía perseguir y alcanzar. Según el pensamiento de esas religiones, nada competitivas y, por tanto, primitivas según el criterio del mundo occidental, la humanidad también representaba una comunidad de seres solidaria con el resto del mundo vivo. Este pensamiento se mantiene en las actuales religiones del este asiático y de las montañas del Tibet.

Por su parte, la cultura occidental cristalizó a partir de religiones monoteístas derivadas de diferentes interpretaciones de la Biblia. Independientemente del hecho de que el Dios bíblico se nos presenta como un ser guerrero y justiciero, el hombre aparece en los comienzos del Génesis como el ser principal de la creación, el más perfecto, hecho a imagen y semejanza de Dios y, por tanto, su preferido. Por eso, es el mismo Dios quien le impone, a modo de programa de actuación en este mundo: "Creced y multiplicaos, llenad la tierra: sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la superficie da tierra” (Gen 1:28). El mismo Génesis nos dice cómo Adán da nombre a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo (Gen.2:20) Resulta conveniente no olvidar aquí que la potestad de dar nombre, aún hoy representa en nuestras culturas, un fuerte indicativo de propiedad.


REY DE LA CREACION


Durante mucho tiempo, y en el mundo occidental, fue este mandato divino la justificación última de cualquier modo de actuación humana. Siempre que se incidía sobre especies vivientes, siempre que se intentaba dominar o modificar la tierra, fuese como fuese el modo como se hiciese, no se estaba haciendo otra cosa más que cumplir la recomendación del Creador expuesta claramente en el Génesis. Y en este caso, no había que hacer ninguna interpretación: había sido el mismo Dios quien había mandado con toda claridad y de manera inapelable "dominad la tierra".

Fue ésta una arrogancia temeraria que llevó al hombre a autoproclamarse "Rey de la Creación". Rey en el sentido medieval, de indiscutible propiedad sobre la Tierra, basada en el derecho divino expresado en la Biblia. Sabemos perfectamente todo cuanto destrozo se hizo al amparo de esta impunidad que siempre llevó consigo el beneficio de no tener que dar cuenta de nada a nadie, sin otras miras que el beneficio inmediato y sin tener en cuenta para nada la situación en que pudiese quedar el medio natural. En este sentido, conforme la humanidad fue incrementando sus conocimientos y, a cuenta de eso, se fue independizando más y más del medio. Mucho del desarrollo alcanzado, se realizó gracias a una fuerte, e irreversible, agresión al entorno. Esto lo sabemos todos.

HERMANO LOBO

En el siglo XIII, en los albores del Renacimiento, por parte de algunas personas se dio una vuelta al pensamiento inicial de solidaridad con el resto de seres vivos, es decir, con parte del entorno. Por ejemplo, San Francisco de Asís fue un joven que, abandonando todo cuanto tenía, se adentró por los caminos de la religión queriendo iniciar una nueva manera de interpretar el mundo vivo desde una visión alternativa de la Biblia. Su razonamiento se basaba en el hecho de que, al compartir nuestro origen en Dios, éramos hermanos no habiendo, por tanto, diferencias entre unas especies y otras. Esta es la base conceptual de su poema famoso en que apela al hermano lobo, a la hermana luna o al hermano sol. Pero no es mucha la gente que sabe de los problemas que tuvo el Santo de Asís con la Inquisición, de modo que tuvo que callar. Muchos de esos problemas le vinieron de esta idea de la naturaleza, idea que, siendo nueva en la civilización europea, venía de antiguo en las orientales.

En la era de los descubrimientos europeos, allá por el siglo XVI, la idea de la propiedad de la tierra por parte del hombre volvió a tomar fuerza. Nuevamente, la arrogancia del hombre europeo le permitió cometer todo cuanto destrozo se le ocurrió cometer en nombre de una civilización que premiaba y animaba toda esa arrogancia.
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En este tiempo en que estamos ahora, algunas personas del mundo occidental y con grandes preocupaciones espirituales, se acercaron a las religiones tibetanas en búsqueda del sosiego que no encontraban en las religiones nacidas de la Biblia. Fue cuando el hombre occidental volvió a tomar contacto con las ideas de solidaridad con el medio en que vivimos, ideas que difundieron por todas partes al volver a sus países de origen. Eran personas influyentes en los ambientes culturales occidentales de los que procedían. Todo cuanto dijeron a su regreso tuvo gran eco en la gente, de modo que, entre los jóvenes cultos del mundo occidental, apareció un nuevo sentimiento de preocupación por el entorno. Fue entonces cuando, a nivel mundial, florecieron movimientos ecologistas preocupados por la situación del planeta, unas preocupaciones que antes no habían existido con tales magnitudes ni planteamientos.

Por otra parte y desde el mundo científico, en 1969 el investigador británico J. Lovelock presentó al mundo científico una desconcertante hipótesis: La tierra es un ser vivo creador de su propio hábitat. Hablaba de la evolución conjunta de la Tierra como un todo. Su teoría ha dado lugar a un conjunto coherente de teorías, muchas de ellas comprobadas, conocidas bajo el nombre genérico de Hipótesis Gaia.

Ojalá que en adelante no nos separemos de esta idea de unidad biológica de todo el Planeta, ni del concepto de que todos andamos involucrados en la misma dinámica. Nos conviene mucho  tenerlo en mente de manera constante, antes de que nos metamos por vericuetos irreversibles o de los que resulte difícil salir.







lunes, 12 de septiembre de 2016

Hablando de especies (2)

En biología, la especie viene a ser como la unidad que engloba a seres compatibles desde un aspecto reproductivo. Recordemos la definición con su condición ineludible, “tienen hijos fértiles”. De un modo u otro, todos los autores, desde Aristóteles hasta hoy, nos han hablado de especies como unidades funcionales en el mundo de los seres vivos. (Reitero la salvedad que hice en mi entrada anterior sobre individuos partenogenéticos y de autofecundación obligada).




Podemos imaginar a los seres pertenecientes a una misma especie, cruzándose entre ellos a lo largo de generaciones. Si acaso hay cruzamientos con individuos de otras especies y de ellos nacen hijos, serán estériles. Esto quiere decir que los individuos de la especie imaginada, guardan entre todos una amplia serie de genes, todos ellos capaces de generar individuos viables, y que nunca se mezclarán con genes de otras especies. Porque eso que yo llamo mezcla sólo ocurriría en caso de híbridos fértiles en cuyos gametos hubiese genes de ambas especies progenitoras. Casi nunca ocurre. 

Las especies, en su totalidad, están protegidas de estos flujos de genes, improductivos, mediante lo que llamamos mecanismos de aislamiento reproductor. Hay muchos, pero todos ellos tienden a evitar tales cruzamientos infructuosos.

UNA EDICIÓN QUE ME GUSTA

Gracias a esos mecanismos, no existe paso de genes unas especies a otras. ¿O sí? Pues sí, la verdad es que sí. Vamos por partes. La evolución no es un proceso terminado. Aunque lento para nuestro modo de entender el tiempo, sigue funcionando y hoy mismo existen especies incipientes que van adquiriendo sus características propias, entre ellas las reproductivas. Por ejemplo, en este tiempo las orquídeas tienen grandes posibilidades de hibridar entre diferentes especies, generando descendencia parcialmente fértil.

La especie siempre fue considerada como algo muy definido y estable desde el punto de vista biológico. Por eso, autores modernos y prestigiosos, como Buffon, Lamarck y otros, al hablar de evolución, fijaban su atención en el punto clave del proceso. En el origen de la especies. Pero nunca hubo uniformidad de criterios con relación a tal proceso. 

DARWIN CUANDO PUBLICÓ
"EL ORIGEN DE LAS ESPECIES"

Para Buffon, uno de los grandes de la biología del s.XVIII, las especies aparecían como consecuencia de la “degeneración” de los géneros. Nunca llegó más allá, ni definió qué entendía por esa “degeneración”. Pero había hablado de un origen de especies, aunque no pudo describir el proceso. Tampoco Lamarck, grande en su trabajo, pudo explicar el hecho concreto del proceso de formación de especies. Pero, insisto, los personajes importantes de la biología de entonces, ya hablaban de evolución y del origen de las especies. Por cierto, es a Lamarck a quien debemos el nombre de “Biología”.

Si reparamos en la historia de la biología, nos encontramos con que a comienzos del siglo XIX, había científicos evolucionistas para quienes la gran incógnita era cómo se producían las especies. Independientemente de la duda, está claro el concepto acertado que tenían de la especie como unidad fundamental de la biología.

DARWIN: CARICATURA OFENSIVA

Fue Darwin quien, en 1859, quiso dar respuesta a esa duda acerca del origen de las especies. Su libro, “El origen de las especies por medio de la selección natural”, plantea la hipótesis del papel de la selección natural en el proceso clave de la evolución, la aparición de especies nuevas. Si bien aclara que hay otros mecanismos por los cuales pueden formarse especies. Es lo que hoy conocemos como "especiación instantánea".

Dejando de lado muchos comentarios que se me ocurren, muchos de ellos ya planteados aquí mismo, quiero hacer ver que Darwin propone una fuerza aparentemente tenue, dicha selección, como causa de un proceso evolutivo clave. Nunca nadie, hasta entonces, había reparado en la efectividad de la selección como agente evolutivo. Darwin sí lo había comprobado en su visita a granjas durante su época de estudiante. Sabía que una selección drástica era capaz de conseguir efectos sorprendentes. Durante su viaje en el Beagle, y con su exhaustiva toma de muestras, vio que en la naturaleza también existen procesos selectivos, que pueden provocar cambios a largo plazo.

En su libro presenta a la selección natural como fuerza evolutiva y a la diana sobre la que actúa en los seres vivos, la adaptación. Nunca nadie había hablado de ella, Darwin las define y aparecen unos conceptos nuevos en biología. Conceptos evolutivos.

Me gusta que en el mismo siglo en que se destierran las ideas de grandes cataclismos para explicar los procesos geodinámicos, y se substituyen por las causas “actuales” (prefiero llamarlas causas “cotidianas”) como son la erosión, el transporte y la sedimentación, Darwin elimine también la idea de grandes extinciones seguidas de otras, también grandes, creaciones, y la substituya por la idea de una selección natural constantemente actuando, sin prisa, como en silencio. Pero eficaz.

ETIQUETA EN LA BOTELLA DE UN
ANÍS ESPAÑOL
El impacto del “Origen de las especies” fue enorme. El ambiente científico estaba en ebullición con grandes novedades en el campo de la geología, y las teorías evolutivas propuestas por Darwin se sumaron a ellas, causando gran impacto. A Darwin se le atribuyó decir que venimos de los monos. Nunca dijo eso. Dijo que, evolutivamente, somos parientes. Ser parientes no indica más que tener antepasados comunes, también en humanos. Hoy nadie discute eso.

En plena campaña contra Darwin, un conocido anís español puso en la etiqueta de su botella un mono con su cara. Aún permanece.



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lunes, 22 de agosto de 2016

Nombres en Biología: 7 Drosophila

La mosca de la fruta o del vinagre, ha aportado mucha información a los esdutiosos de la herencia biológica. Su nombre significa "Amante del amanecer" y voy a explicar su causa.
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Muchos descubrimientos se realizaron estudiándola, como el hecho de que los genes ocupan lugares concretos en los cromosomas, la herencia ligada al sexo, el efecto mutagénico de radiaciones, mecanismos de desarrollo embrionario, dinámica de poblaciones y un largo, larguísimo etcétera. Toda esta información científica hace de Drosophila uno de los organismos modelo en investigación. Su estudio ha aportado más de un Premio Nobel. Y de dos.


CULTIVO DE DROSOPHILA

He indicado que su nombre indica "Amante del amanecer" y que voy a explicar su causa, pero antes creo necesario una, digamos, explicación previa. 

En laboratorio, Drosophila crece en frascos con un cultivo sólido de maíz u otros elementos nutritivos que también contenga algunas vitaminas y sales minerales. Las larvas crecen en el medio de cultivo y, al llegar la fase de la pupación, se sitúan en las paredes de los frascos, en un lugar con cierto nivel de humedad, y allí llevan a cabo su metamorfosis. De las pupas saldrán los adultos jóvenes, blanquecinos y con las alas plegadas a lo largo del cuerpo como si fuesen un abanico. Estos adultos jóvenes son muy voraces, pues en menos de dos horas han de comer lo suficiente como para obtener los compuestos con los que sintetizar el esqueleto externo (exoesqueleto) y endurecer las alas, después de haberlas expandido. A las dos horas de haberse llevado a cabo la emergencia de las pupas, las moscas ya tienen el aspecto de adultos. Al poco tiempo serán fértiles.

ADULTOS CASI RECIEN NACIDOS.
SIN PIGMENTO (B) Y ALAS PLAGADAS (C)

Los cruzamientos realizados con Drosophila han de ser controlados. Las hembras han de ser vírgenes y así poder estudiar su descendencia, sabiendo cómo era el genotipo del macho que la fecundó. La obtención de hembras vírgenes se hace mediante un método muy sencillo. Basta con poner ante la luz natural, por ejemplo junto a una ventana, frascos de cultivo en los que hay pupas, durante unos minutos. Es algo que siempre me ha maravillado. 

Aún ahora, al escribirlo, no deja de sorprenderme este hecho. Las pupas se sincronizan con la cantidad de luz natural que le llega de modo que programa su desarrollo para que emerjan los adultos al amanecer. Al dia siguiente o pasados más días. La programación está hecha.


ADULTO CON SU ESQUELETO QUE LO DEFIENDE DE LA DESECACIÓN

Digo que me maravilla y lo explico. A lo largo del día, hay dos veces en que hay una misma intensidad de luz, por la mañana y por la tarde. Pero por la mañana esa intensidad crece, mientras que por la tarde, decrece. Tal vez ese sea el motivo por el que las pupas deben estar expuestas varios minutos a la luz natural, que las pupas noten que la luz crece o decrece. Desconozco el mecanismo bioquímico mediante el que una información luminosa es transformada en pauta de desarrollo, pero es así.

En cepas cultivadas en laboratorio este comportamiento se mantiene, incluso cuando las cepas llevan muchas generaciones alejadas del mundo natural. La selección natural debió actuar de modo muy intenso contra los mecanismos que no obedecían estas pautas temporales, de modo que hoy, todas las cepas se comportan de este modo. Indudablemente, un adulto recién nacido sin esqueleto quitinoso bien formado, expuesto al sol, se secaría al momento y sería víctima de un efecto letal.

Este proceso selectivo debió ocurrir en fases muy tempranas de la formación del género Drosophila, pues todas las especies de este género que conozco, poseen este comportamiento en su nacimiento. Nacen al amanecer, antes de la salida del sol.

De ahí viene su nombre: Drosophila, amante del amanecer.


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