miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL ORIGEN DE ALGUNOS NOMBRES EN BIOLOGÍA (I)

ORIGEN DEL NOMBRE DEL SAUCE LLORÓN
Para muchas personas, el nombre de "Sauce llorón" hace referencia a las ramas de estos árboles que, saliendo de lo alto de los troncos, caen hasta llegar incluso al mismo suelo. Esta creencia está extendida por todas partes. De hecho, hace tiempo aparecieron variedades cultivadas de rosales obtenidos mediante injerto, y que presentan ramas que desde la cima de un alto tallo erguido y, por eso mismo, se conocen como "llorones".
Desde luego, el origen del calificativo está relacionado con el aspecto, pero su causa es muy diferente a la que comúnmente se cree. Para intentar conocerla, lo mejor será ir por partes.
Este árbol tiene como nombre científico el de Salix babilonica, que le fue dado por Linneo en el siglo XVIII. Salix es el nombre del género y Linneo utilizó el nombre que ya los romanos habían dado a los sauces, tal como hizo en muchos otros casos. Lo de babilonicacorresponde al nombre de la especie y, como en la mayoría de las ocasiones, reflejó en él alguna característica específica del ser en cuestión, su uso cotidiano en antiguas culturas o, incluso, su origen geográfico. Por eso, lo que presenta interés en este caso es tanto la causa de llamarle “babilonica” en la terminología científica como “llorón” en la vulgar.
Vayamos en primer lugar a considerar el calificativo de babilónica que se toma como nombre específico. El árbol procede de Asia, no estando muy claro que sea precisamente de Babilonia. Es una planta ornamental y, como tal, fue utilizada en primer lugar en Italia e después en toda Europa. Su introducción pudo haber tenido lugar o bien con ocasión de los viajes de Marco Polo o bien de la mano de los cruzados al volver de regreso a sus casas. Con independencia de cuál haya sido su vehículo de introducción, ya en frescos italianos del siglo XIV aparecen sauces llorones como árboles ornamentales en jardines palaciegos, nunca como árboles silvestres. Es muy posible que, al igual que más tarde ocurriría con la flora ornamental de los pazos gallegos, esta utilización en palacios italianos diera un tinte de distinción a estos árboles, detalle que propiciaría su posterior utilización en jardines públicos, hecho que vendría ayudado, como en el caso de las hortensias gallegas, por su sencilla forma de reproducción mediante esquejes.
Una vez considerado el nombre científico de la especie, babilónica, vamos a ver la posible explicación del calificativo popular que recibe, "llorón". También fue conocido como "sauce triste" pero este nombre nunca tuvo mucho arraigo (Parece que al principio, el mismo Linneo le llamó Salix tristis). Existe una leyenda sobre el origen del calificativo "llorón" asignado a estos sauces, y para que la comprendamos conviene recordar algo de historia. En la Biblia, y concretamente en el Libro de Daniel, se cuenta cómo Nabucodonosor, rey babilónico, invadió Israel, cautivó a sus habitantes, y los llevó consigo a Babilonia, donde fueron esclavizados, prohibiéndoseles mostrar cualquier rastro de nostalgia de su patria. Recordemos que éste es el tema de fondo de la ópera "Nabucco" de Verdi, en la que se canta el hermoso coro Va pensiero, en el que los esclavos judíos recuerdan su patria y que estuvo a punto de ser el himno nacional italiano. En una representación de Nabucco en el Teatro alla Scala, el teatro de ópera de Milán, y para el acto en el que se cantaría el Va pensiero, todo el escenario estaba atestado de sauces llorones para conferir mayor verismo al momento. Bajo los sauces, cantaban el coro representando a los judíos desterrados. Porque se dice que al estarles prohibido a los judíos llorar por su patria perdida, se escondían bajo las ramas de estos árboles para llorar, ocultos a su amparo. Desde fuera se oían quejidos y lamentos que parecían salir de los sauces, pereciendo que eran ellos los que lloraban y se lamentaban.
Es éste, según la leyenda, el origen del calificativo de "llorón" y también el de "triste" que, de ser cierto, no tienen relación ninguna con el hecho de que le caigan las ramas. Mas bien este detalle fue el que amparó a quienes lloraban escondidos bajos ellos.

HÍBRIDO
En las religiones anteriores a las basadas en la Biblia, los siempre numerosos dioses aparecen como seres humanos que poseen los mismos rasgos conductuales que los hombres: Las mismas virtudes y los mismos defectos. Generosos, altruistas o valerosos, pero también envidiosos, vagos o ladrones sin faltar algún que otro petimetre. Tal vez, lo que se pretendía con esta amplia gama de dioses era que los hombres encontrasen un cierto consuelo al ver que seres iguales a ellos, con características similares, alcanzaban el grado de la divinidad. En muchos casos, estas religiones pretendían llevar el consuelo a las personas, nunca un sentimiento de culpabilidad. Hiciesen lo que hiciesen los hombres, siempre existía un dios que se había comportado de manera similar, por lo que no había razón para que en la mente humana apareciese algún sentimiento de amargura.
En la religión griega, estructurada para hacer felices a sus seguidores, sólo había una cosa prohibida a ellos: que intentasen emular a los dioses mediante una actitud semejante a un desafío. Esta actitud arrogante era considerada falta muy grave, se conocía con el nombre de hibris y estaba castigada con la correspondiente sanción divina, la llamada némesis, que imponía el dios ofendido. Una hibris famosa fue la cometida por Ariadna, abandonada por Teseo en la isla de Naxos: Mientras esperaba su retorno, que no se llegó a producir, la princesa cretense alcanzó una destreza tal en el modo de tejer, que retó a Atenea por ver quién de las dos lo hacía mejor. Por supuesto ganó Atenea, pero Ariadna fue castigada con la correspondiente némesis, siendo transformada en araña y teniendo que tejer constantemente. (En el grupo zoológico de los arácnidos existe un género de nombre Ariadna, puesto en memoria de tan desdichada princesa).
Parece que la manía de parecerse a los dioses siempre fue algo consustancial a los humanos. Puede que por comparar las excelencias de la divinidad con la ruindad humana. Cuando Eva es tentada en el Paraíso, el argumento esgrimido por el demonio es clarísimo: "Seréis como dioses". Incluso en este tiempo, cuando un joven envalentonado se encuentra a gusto, tal vez pretende ser original diciendo que está "como dios", sin saber que su actitud representa un eslabón más de una cadena de deseos presentes a lo largo de la historia de la humanidad.
...
Desde épocas que se escapan a la historia, existieron razas puras de animales domésticos. Esto quiere decir razas con generaciones en las que non aparecían miembros con caracteres indeseables, pues todos los presentes en las camadas, o en las nidadas, compartían las mismas características buenas propias de la raza. Hoy decimos de esas razas que son homocigóticas y que, por lo tanto, tienen fijados esos caracteres como resultado de una selección hecha por el hombre y llevada a cabo a lo largo de muchas generaciones, con sus éxitos y sus fracasos.
No era muy sencillo mezclar razas, pues en las descendencias podían aparecer caracteres buenos y no tan buenos, ya que en la antigüedad aquellos cruzamientos eran hechos un tanto al azar. Cuando se comenzaron a aplicar los conocimientos surgidos de la genética a los programas de cruzamientos, se procuró generar nuevas razas puras con muchos caracteres beneficiosos procedentes de diversas razas previamente seleccionadas. Para conseguirlo, se programaron cruzamientos con rigor científico.
No faltó quien viese en este afán de producir nuevas razas un intento de reto a la actividad creadora de los dioses. Como en la mitología, conforme a lo que hemos dicho, este afán de emulación era conocido como hibris, a su producto se llamó “híbrido”.

                                   BOTÁNICA
Desde siempre, las flores han llamado la atención de los hombres. Muchas características de esos órganos vegetales inciden en esa atracción, desde su belleza hasta la misma cortedad de vida que tienen, sin despreciar su olor, los colores e, incluso, sus propiedades farmacéuticas. Todos esos caracteres juntos hicieron que no pocas personas dedicasen sus esfuerzos al estudio de las flores. Teofrasto, (371-287 a.C), es el autor de la primera obra conocida sobre descripción y clasificación de plantas, si bien parece que no hizo más que recoger los comentarios de su maestro, Aristóteles. sígase
Dioscórides, ya en los primeros años de nuestra Era, fue importante en el nacimiento de la ciencia de las plantas. Siendo, como era, médico griego unido a las tropas romanas, viajó mucho y alcanzó amplios conocimientos sobre plantas útiles al hombre. Su obra Materia medica presenta la descripción de más de quinientas plantas con uso medicinal o que podrían aportar aceites, resinas, frutos o comestibles. En los cinco tomos que ocupa su obra, las plantas aparecen ordenadas de acuerdo con su uso práctico (raíces de uso medicinal, hierbas utilizadas como condimentos, perfumes, etc.) Este tipo de presentación de las plantas según su utilidad fue importante, y mucho más si tenemos en cuenta que, más tarde, aparecerían ordenadas alfabéticamente, lo cual conduciría a un verdadero desastre conceptual. Dioscórides es particularmente importante en la ciencia de las plantas y su Materia medica fue un texto de referencia a lo largo de 1.500 años. Fue considerado como la suprema autoridad en todos los temas referentes a ellas, sobre todo a sus propiedades medicinales.
A lo largo de toda la Edad Media, y principalmente en los monasterios, continuó la costumbre, transformada ya en tradición, de estudiar las plantas en cuanto a su utilidad. De acuerdo con el nombre griego dado a las hierbas: “botaniqué”, el hombre que las estudiaba, tanto en sus formas como en sus cualidades, se llamaba, de modo general, el “botanicós”. Con el tiempo, y por mayor facilidad fonética, su acentuación se modificó hasta alcanzar la forma actual.
En los albores del Renacimiento sucedió una fuerte conmoción científica en el mundo europeo. Entre otras cousas, foi debida a los grandes viajes que se habían iniciado en tiempos de Marco Polo. El mundo vegetal aportó a Europa una gran cantidad de nuevas plantas que fueron utilizadas como alimentos, substancias estimulantes, medicamentos e, incluso, ornamentación.
Las flores siguieron ejerciendo una fuerte atracción ante la imaginación popular y, como tal, aparecen referencias a ellas en los modos de hablar. En ese plan, “flor” ha llegado a ser sinónimo de “lo mejor”: “Está presente la flor de la sociedad...” “Está en la flor de la vida...” También, significó lo selecto “La flor de su trabajo...”: (Ya en los inicios del siglo IX, Carlomagno había sido calificado como “el Emperador de la barba florida...”)
De aquí, el vocablo “flor”, pasó a tener otro significado conceptual, pues cuando se seleccionaba lo mejor de un autor, se decía, y se dice, que se realizó una “antología” de ese autor. No sé a quién se le ocurrió ese nombre, lo cierto es que tuvo éxito, lo mismo que un sinónimo pasado a lengua románica, “florilegio”. Lo curioso es que se utilizó el nombre que, en otro caso, debería haber sido utilizado para nombrar a la ciencia de las plantas, pues “Antología” tiene raíces griegas. “Antos” significa flor y “loxía” viene de logos, tratado. Es dicir, significa “ciencia (tratado), de las flores”, lo mismo que “zoología” (en griego, zoo es animal), significa “ciencia de los animales”.
Cando se dieron nombres a las ciencias emergentes que estudiaban a los seres vivos, el nombre de Antología ya tenía un significado bien definido y referido a selecciones, principalmente literarias. No faltó quien propuso el de “fitología” (en griego “fitos” significa planta), para denominar la ciencia que estudia los vegetales, pero ese nombre non tuvo mucho éxito. Fue cuando se recurrió al nombre griego dado tradicionalmente a los estudiosos de las plantas, “botanicós”, y la ciencia fue llamada como siempre había sido llamada en la tradición herborística.
Por eso quedó este nombre para designar a una ciencia que, comparada con otras de objetos semejantes de estudio, se debería llamar Antología (ciencia de las flores) o Fitología (ciencia de las plantas).

                      
            PROTEÏNA            
Cuando se descubrieron las proteínas, casi de inmediato fueron relacionadas con moléculas propias de los seres vivos. Pronto pasaron a formar parte de los conocidos como “principios inmediatos”, así llamados por ser considerados como las piezas fundamentales con las que se construirían los organismos.
Esos principios inmediatos son los hidratos de carbono, los glúcidos y los prótidos. A diferencia de los otros compuestos, las proteínas eran polímeros de una serie de veinte compuestos diferentes, los aminoácidos, que además de disponer en su composición de una parte constante formada por un grupo ácido, otro amino y un hidrógeno, tienen radicales diferentes, tanto en tamaño como en cualidades químicas. La polimerización de estos aminoácidos dan origen a las proteínas, que, lógicamente, pueden tener secuencias y estructuras casi infinitas.
Los otros compuestos básicos, como podrían ser los glúcidos, tenían morfologías y estructuras moleculares tremendamente rígidas, por cuanto eran polímeros formados por un sólo monómero y, por tanto, las estructuras moleculares derivadas resultaban ser muy uniformes, lo cual no deja de tener su importancia biológica. Otro tanto pasa con los lípidos: independientemente de su importancia biológica, existe una gran uniformidad estructural en estas moléculas.
Existen dos hipótesis sobre el origen del nombre “proteína”. Según unos autores, podría derivar del griego, “proteios”, con un significado semejante al término latino “primarius”. El bioquímico holandés G.J. Mulder lo usa en el año 1839 designando con él a los cuerpos albuminoideos para hacer resaltar su importancia básica como constituyentes de los organismos vegetales y animales. Berzelius, en carta dirigida a Mulder el 10 de julio de 1838 sugiere el término proteína para los albuminoides y propone ese termino cogiendo como base el mismo “proteios”, pero en este caso en el sentido “de primer rango”.
En el mismo plan de significado, conviene tener en cuenta otro hecho importante en la biología, como fue el asombroso descubrimiento del microcosmos presente en una gota de agua, invisible a simple vista, pero perfectamente estudiable con la ayuda del microscopio. Eso ocurrió a partir del siglo XVII y cada vez fueron apareciendo nuevas formas. Como los primeros animales que aparecieron estaban presentes en hierbas mojadas (infusiones), fueron llamados genéricamente “infusorios” y son los actuales ciliados. Uno de los primeros descubiertos fue la Ameba, conocida por su movimiento por medio de pseudópodos, llamado “ameboide”, lo cual no le permite tener una forma definida, como ocurre con otros ciliados como Voticela, Paramecium o Ceratium. Todos estos seres recibieron el nombre de Protozoos, y también en este caso no falta quien diga que tal nombre tiene un origen semejante al de proteína, con el añadido “zoo”, animal, y que significaría, más o menos, animales “primeros”, “básicos”.
En el mismo plan, cuando se descubrió una substancia, aparentemente amorfa y de estructura coloidal, presente en el interior de las células y en la que estaba presentes los orgánulos celulares, se le dio el nombre de protoplasma, “plasma básico”.
Voy a presentar otra hipótesis acerca del origen de estos nombres. También serían de procedencia griega, pero en este caso procederían de su mitología. El dios griego Proteus vivía en el fondo del mar. Después de la guerra de Troya es capturado por Menelao, que quiere que lo lleve de regreso a su casa. Proteus se esconde reiteradamente cambiando de forma, y así no presenta ninguna propia suya adoptando siempre cualquier otra, tanto de ser vivo como de cosa. En aquel tiempo, no podía ser definido por su forma, pero sí por sus cualidades. Tanto en las amebas, seres vivos, como en las proteínas, compuestos bioquímicos, se da esta misma característica: no tener una forma definida pero sí disponer de cualidades concretas.
No falta quien diga que tanto el nombre de Protozoos como el de Proteínas estén escogidos en recuerdo y en honor de ese dios que tampoco tenía forma propia. El nombre que no está de acuerdo con esta explicación es el de protoplasma, pero no por eso vamos a desdeñar la hipótesis, pues sabemos que las palabras cogen vida propia y muchos las usan después sin conocer su origen etimológica. Este pudo ser el caso cuando se dio ese nombre a la sustancia intracelular, al igual que ahora se habla de cementos híbridos, pues el calificativo de híbrido se aplica en este tiempo a cosas que pueden tener su origen en mezclas.



Reflexiones sobre el concepto de vida

SER VIVO
Recurrentemente, aparecen en los medios de comunicación noticias sobre la posible existencia de vida en otros planetas. Conceptualmente no hay nada en contra de tal posibilidad, si bien hoy por hoy no puede ser presentada como hipótesis científica, pues no disponemos de posibilidad para comprobarla. Sería muy arrogante por nuestra parte pensar que somos los únicos seres vivos presentes en el Universo, pues es muy posible que existan múltiples planetas (o similares) con condiciones ambientales compatibles con actividad biológica.
La literatura de ficción, y aún más el cine, nos dan la imagen de seres procedentes de otros lugares que son semejantes a los humanos, tanto en la morfología como en el comportamiento, con formas similares de inteligencia y modos de utilizarla. Tal vez ésta sea la causa de que cuando se habla de la posibilidad de vida en otros planetas, se piensa en la existencia en ellos de formas humanas o parecidas. Nada más alejado de lo que se pretende insinuar.
Cada vez es más necesaria una definición de vida. Tal vez, un explicable antropocentrismo cultural haría que muchos definiesen la vida en términos adecuados a la especie humana. Pero es preciso pensar que la humana es una más entre los cientos de miles de especies para las que debe ser de aplicación esa definición de vida de la que hablo. No obstante, para expresarnos con rigor y antes de seguir, deberíamos saber qué queremos significar cando utilizamos la palabra "vida", pues tras esta palabra hay varias y muy diversas acepciones.
¿QUÉ ES VIDA?
SER VIVO
En primer lugar, en muchos casos "vida" viene a ser sinónimo de "historia personal". En este sentido, "la vida de Fulano" es la trayectoria de esa persona por este mundo, que cuando está escrita recibe el nombre de biografía (Del griego, bios = vida y grafos = escrito). En estos casos, "vida" se puede referir tanto a la historia completa de una persona como a la correspondiente a un período concreto (Tuvo buena vida mientras vivió en tal cuidad). Este significado es general, usándose tanto a niveles coloquiales como académicos.
Otro significado de "vida" se refiere al período de tempo durante el cual funcionará una cosa inanimada. A esa duración es a lo que, de un modo un tanto pretencioso, se le llama "vida": "Esta bombilla tiene una vida de tantas horas..." "Este coche tiene una vida estimada de tantos kilómetros". Este significado está restringido a unos círculos un tanto grandilocuentes que quieren impresionar por medio de un lenguaje peculiar.
Está claro que en estos casos, aunque "vida" se refiere a una cualidad, no es algo hereditario e incluso se puede generar en un momento concreto como consecuencia de trabajos y actividades ajenas al mismo objeto que, luego, contará con ella.
"Vida" también significa el ambiente, normalmente adverso, con que se pueden encontrar las personas para desarrollar sus potencialidades: "La vida es dura", "La vida te enseñará..." También usamos este término como sinónimo de actividad: "Esta ciudad tiene mucha vida..."
Por otra parte, en la Biblia, "vida" significa una capacidad que es posible insuflar en algo mediante un soplo. Después de ese soplo, el objeto insuflado pasa a tener vida, es decir, a ser un ser vivo. En este sentido, "vida" fue conocida también como “ánima" y los seres vivos, por tanto, fueron conocidos como seres "animados" en contraposición a los inertes, "inanimados".
Existen muchas más acepciones de la palabra vida que pueden ser encontradas en enciclopedias o diccionarios de uso común.
Para los biólogos, "vida" es una característica de determinados objetos que, por poseerla, son llamados "seres vivos". La capacidad de "ser" se la atribuimos a los vivos, o a los que lo fueron. Los demás objetos naturales carentes de vida son calificados de modo genérico como materia, bien sea inanimada, mineral, rocosa, etc. Conceptualmente, también usamos "materia viva", pero para referirnos a las sedes de procesos biológicos o a seres vivos encontrados en alguna muestra extraída de la naturaleza y que aún no han sido determinados: “Las reacciones propias de la materia viva...”, "También encontramos materia viva...".
SER VIVO
Algo que los biólogos tenemos muy claro, pero que hasta el siglo XIX no lo estuvo tanto, está expresado en el aforismo "Omnis vivo ex vivo", “todo ser vivo procede de otro ser vivo”, o dicho de un modo derivado, “la vida no se crea, solamente se transmite”. En este aforismo y en otros semejantes, se plasmaron los resultados de investigadores (Redi, Pasteur y otros), que lucharon contra quienes defendían la idea de la generación espontánea, tal vez por no ver muy claras las delimitaciones existentes entre los seres vivos y los inanimados. Un vez demostrada la inexistencia de generación espontánea, se llegó a la certeza de que la vida tenía que ser transmitida a lo largo de las generaciones.
Repetidamente se ha intentado definir la "vida". Estas tentativas siguen siendo vanas, pues hoy está claro que no es posible identificar la vida con sustancia, fuerza u objeto particular alguno. Un ser vivo puede ser definido, o descrito, de diversas maneras. Pero hemos de tener en cuenta algunas características que necesariamente deben aparecer en esa definición, o en esa descripción.
El reto conceptual representado por esa hipotética definición es grande. No
SER VIVO
solamente fueron biólogos quienes intentaron hacerla, también se propusieron definiciones desde otras ciencias, por ejemplo desde la física. Así, para Schrödinger (1984), "...un ser vivo puede ser considerado como un cristal aperiódico (es decir, un sistema altamente ordenado y con moléculas distribuidas de manera no homogénea, en muchos casos inmovilizadas, únicas y en bajo número), que se alimenta de entropía negativa (es decir, un sistema abierto que se ordena gracias a desordenar su entorno)". Debo decir que entiendo muy poco lo que quiere decir esta definición, pero que en ella encuentro mucho a faltar. No veo nada referente a la capacidad de reproducción ni a la información biológica escondida en moléculas apropiadas y que se transmite a lo largo de las generaciones. Pero tampoco es mi intención desacreditar aquí esta definición.



domingo, 9 de diciembre de 2012

CARACTERISTICAS DE LOS SERES VIVOS

No hay duda ninguna de que los seres vivos son sede de ciertos procesos y poseen determinados atributos que no se encuentran, cuando menos de la misma manera, en los objetos inanimados. Se puede, eso sí, definir esos procesos y atributos característicos del ser vivo. Es lo que pretendo hacer a continuación.
No obstante, antes de ver esas características, indicaré el punto de observación desde el que voy a centrar mis observaciones para definirlas. Contra lo que se puedan suponer algunos, no se puede escoger al hombre como especie viviente representativa para dilucidar esos caracteres pues, en caso de hacerlo, alguien podría pensar que el lenguaje (por poner un ejemplo), es propio de los seres vivos, y no es así. Conviene escoger varios grupos, muy alejados filogenéticamente unos de los otros, por ejemplo un mamífero, sin importar cuál, una planta sin flores, un parásito y una bacteria. Todos estos seres, mientras estén vivos, participan de esa actividad compleja que llamamos vida. Por citar alguna de esas actividades, mencionaré que todos ellos son capaces de reproducirse y que, además, tienen su información biológica cifrada en unas moléculas llamadas ácidos nucleicos que se transmiten a lo largo de las generaciones. Si buscamos las características biológicas que comparten estos seres que he mencionado anteriormente, creo que estaremos en la búsqueda de las características de los seres vivos.
¿Qué caracteres compartimos?



La lista que presento a La lista que presento a continuación no quiere, ni puede, ser completa por muchas razones, pero pienso que es suficientemente amplia como para que el lector se percate de la diversidad de características que, juntas todas, se presentan en los seres vivos. Debo llamar la atención en el sentido de que alguna de ellas, o varias, pueden estar presentes en seres inanimados, es decir, no son exclusivas de los seres vivos, ya las iré comentando. Lo importante es su conjunto y el hecho de que todos los seres vivos participan de todas ellas.
Complejidad y organización. La complejidad no es algo que diferencie a los sistemas orgánicos de los inorgánicos. Hay algunos inorgánicos altamente complejos (por ejemplo, las masas de aire en movimiento en el sistema climático mundial) y hay, también, un pequeño número de sistemas orgánicos relativamente simples, como ocurre con algunas macromoléculas. No obstante, teniendo el grado de complejidad que tengan, los sistemas del mundo vivo son, en general, infinitamente mucho más complejos que los del mundo inanimado (Recordemos la dinámica biológica que desarrolla, por ejemplo, una bacteria). Por eso, cuando se conocen bien la estructura y el funcionamiento de los sistemas inorgánicos es posible hacer predicciones, pues éstas no son más que aplicaciones a una situación concreta todo cuanto se conoce acerca de la dinámica del proceso general del sistema.
Los sistemas complejos fueron definidos como aquellos en los que el todo es más que la suma de las partes, y no en un sentido metafísico sino en un sentido pragmático importante tal que, definidas las propiedades de las partes y las leyes de sus interacciones, no es sencillo deducir las propiedades del todo resultante. Esto es propio no solo del mundo vivo, también aparece en el inorgánico. Las propiedades de los conjuntos no se pueden deducir de las que poseen los componentes. Por ejemplo, el agua tiene unas características físico-químicas que no pueden ser deducidas a partir de las que poseen el oxígeno y el hidrógeno.
En los seres vivos, la complejidad existe a todos los niveles. Desde el molecular, (estructura y funciones de las macromoléculas), pasando por la propia célula y sus órganos intracelulares o cualquier órgano macroscópico (riñón, hígado, flor, inflorescencia...), hasta llegar al individuo, al ecosistema o, incluso, a la sociedad, en el caso del hombre y de animales con estructuras semejantes (hormigas, abejas, aves migratorias). Siempre ocurre que en las estructuras generadas como consecuencia de agregaciones de otras de menor nivel, aparecen características que no son la suma de las que, previamente, poseían los componentes. El funcionamiento del cerebelo va mucho más allá de lo que podría ser la suma de las funciones de las diferentes células que lo componen, lo mismo que la conducta de una manada es mucho más que la suma de las conductas individuales de sus componentes. Normalmente, en las agregaciones biológicas aparecen características que, incluso, no se podrían predecir ni conociendo bien a todos los componentes. Esta aparición de cualidades nuevas e imprevisibles a todos los niveles jerárquicos es conocida como emergencia.
Como quedó dicho, todo lo anterior también puede valer para sistemas complejos inorgánicos. Pero también es verdad, que los sistemas vivos siempre se caracterizan por poseer sofisticados mecanismos de retroacción que, por su precisión y complejidad, no tienen equivalente en los sistemas inanimados. Entre éstos están los mecanismos que llamamos "actos reflejos" en animales y "tactismos" en vegetales, e que son consecuencia de una capacidad específica de responder a los estímulos externos con actuaciones concretas, como retirar una pierna o cerrar los foliolos de una hoja compuesta. Pero esta capacidad de respuesta ante estímulos externos no solo se presenta en estructuras macroscópicas, también es común en los sistemas bioquímicos, como apertura o cierre de una ruta metabólica dependiendo de la presencia o ausencia de un determinado metabolito de tal modo que, si el metabolito está ausente, la ruta permanece cerrada con el ahorro enzimático (y energético) consiguiente. O la producción de anticuerpos en presencia de los correspondientes antígenos. Por no hablar de la puesta en funcionamiento de actuaciones complejas después de presentarse determinados estímulos, externos o internos, como el comienzo de las migraciones en los animales que la realizan, una vez recibidas las informaciones internas (ralentización de metabolismo) y externas (disminución de temperatura, del fotoperíodo), otro tanto pasa con la caída de las hojas en otoño o el renacimiento primaveral de las yemas en los árboles caducifolios.
En los sistemas vivos, la complejidad no responde al azar: los seres vivos están organizados. La mayor parte de las estructuras de un organismo está desprovista de sentido cuando está fuera de él: las alas, las piernas, el estómago, os riñones, las hojas, los estambres o las raíces no pueden vivir de modo autónomo, nada más lo pueden hacer mientras sean partes de un conjunto. Por no hablar de moléculas sueltas o de órganos celulares, en los que pasa otro tanto, a no ser que se apliquen en ellos métodos artificiales (congelación, por ejemplo). Consecuentemente cada parte tiene una función concreta en los organismos en los que aparecen y en ellos puede desarrollar actividades específicas. Las adaptaciones mutuas de las partes es algo totalmente desconocido en el mundo inanimado. Este funcionamiento coadaptado de las partes de los seres vivos ya fue reconocido desde hace tiempo, pues incluso Aristóteles decía: "De la misma manera que todo instrumento, o todo miembro de un mismo cuerpo, reconoce un fin parcial -o dicho de otro modo, una función especializada-, el cuerpo entero también está destinado a una actividad de acción plena." (De partibus animalium, 1.5.645 a 10-15)
Química propia del ser vivo. Los seres vivos están compuestos de macromoléculas dotadas de características ausentes en el mundo inorgánico. Podemos citar los ácidos nucleicos que, además de llevar información biológica, poden ser traducidos en polipéptidos; los enzimas que sirven de catalizadores en los procesos metabólicos; los fosfatos que llevan energía y los lípidos que son utilizados e la edificación de membranas. Muchas de estas moléculas son específicas y aptas para realizar tal función particular como, por ejemplo, la rodopsina en la fotorecepción, por eso no es raro encontrarlas frecuentemente tanto en las plantas como en los animales, más bien están presentes allí donde tales funciones son necesarias.
Estas macromoléculas non difieren, en principio, de las moléculas inorgánicas, pero siempre son mucho más complejas que aquellas que tienen pequeño peso molecular, que son las constituyentes habituales del mundo inanimado. La complejidad de las macromoléculas enzimáticas permite que las reacciones que catalizan se puedan producir en condiciones compatibles con las actividades biológicas.
Cualitativo. El mundo físico es el de lo cuantitativo (el de los movimientos y las fuerzas de Newton) y el de las acciones de masas. Los seres inanimados pueden ser definidos por propiedades expresadas mediante cantidades. Por el contrario, el mundo vivo puede ser definido como el mundo de lo cualitivo. Muchas de las características específicas de los seres vivos, como pueden ser las diferencias entre los individuos, los complicados sistemas de comunicación entre animales de la misma especie, el almacenamiento de información en diversos tipos de moléculas, las múltiples y específicas propiedades de las macromoléculas, las pautas de comportamiento de los miembros de una manada, las interacciones entre individuos de diferentes especies presentes en una misma cadena tróficas (animales, vegetales, bacterias y fungos, todos coordinados) y muchos otros aspectos, tienen una naturaleza fundamentalmente cualitativa.
Nunca ha faltado quien los ha querido traducir a datos cuantitativos pero, al hacerlo, siempre que se hace se pierde la significación biológica real de cada uno de los fenómenos estudiados, del mismo modo que si alguien intentase describir una pintura de Rembrandt en términos de longitudes de onda, de colores dominantes emitidos por cada milímetro cuadrado del lienzo, variables ópticas relativas a la grama de rojos, etc. De manera semejante, a lo largo de la historia de la biología nunca faltó quien considerase la posibilidad de expresar los fenómenos biológicos cualitativos en términos de ecuaciones matemáticas, pero tales tentativas terminaron siempre en fracasos científicos, pues a cuenta de la reducción conceptual, la información perdía mucha significación biológica.
Los defensores de lo cuantitativo consideran como algo no científico el reconocimiento de lo cualitativo o, cuanto menos, como algo más bien descriptivo o clasificatorio. Es cuando manifiestan lo poco que comprenden la naturaleza de los fenómenos biológicos. La cuantificación juega un papel importante en numerosas áreas de la biología, pero no hasta el punto de excluir los aspectos cualitativos. Estos aspectos son importantes en los fenómenos que aparecen como consecuencia de las relaciones, que son las dominantes en la naturaleza viva. Las nociones de especie, ecosistemas, comportamientos, comunicación, regulación, adaptación, selección y prácticamente todos los procesos biológicos, tratan de propiedades de relación que, casi siempre, no pueden ser expresadas más que de modo cualitativo.
En el mundo inorgánico, concretamente en la cristalografía, no faltan os casos cualitativos, como los comportamientos de compuestos concretos que presentan polimorfismo cristalográfico. Pero tras ese aspecto cualitativo está como escondido un determinismo total, pues esos compuestos cristalizarán de una u otra manera según sean las condiciones ambientales (temperatura, presión, humedad etc), en las que ocurran los procesos de cristalización.
Unidad y variabilidad. En el mundo inorgánico, desde átomos a rocas, todos los individuos iguales quedan definidos al hacerlo con uno solo de ellos, pudiéndoseles aplicar muy bien los conceptos tipológicos aparecidos al amparo del concepto de las esencias Platónicas. En biología, por el contrario, normalmente no existen identidades (excepto miembros de las mismas generaciones en casos de reproducciones asexuales).
Casi siempre es preciso estudiar poblaciones compuestas por individuos, cada uno de ellos único a su manera. Esto es válido a todos los niveles jerárquicos, desde moléculas y células, pasando por individuos hasta llegar a los ecosistemas. Numerosos fenómenos biológicos, en particular los referentes a las poblaciones, están caracterizados por la existencia de elevadas variaciones tanto entre os individuos pertenecientes a la misma población como entre poblaciones diferentes de la misma especie.
Mientras que las entidades de las ciencias físicas, los átomos o las partículas elementales, tienen características invariables, las entidades biológicas vienen determinadas por su variabilidad. Por ejemplo, las células cambian continuamente de propiedades y eso también es cierto para los individuos. Cada uno de ellos sufre un cambio drástico desde que nace hasta que muere. Explicar estos cambios constituyó uno de los estímulos científicos que aparecieron como consecuencia de los viajes de los descubridores de los siglos XV y XVI, pues mientras los parámetros físicos eran invariables (gravedad, temperatura, coeficientes de dilatación, etc.), se encontraba una gran diversidad de seres vivos que eran desconocidos en el continente europeo, de modo que se podían relacionar especies concretas con lugares también concretos. Contra la uniformidad en el mundo inanimado aparecía, como un reto a resolver, la diversidad en el de los seres vivos.
Posesión de un programa genético. Todos los organismos vivos poseen un programa genético codificado en su ADN (o ARN en algunos virus). En el mundo inanimado no existe nada que se le pueda comparar a no ser los ordenadores. Los programas genéticos confieren a los organismos una dualidad particular, que consiste en un genotipo y un fenotipo. Conviene señalar dos aspectos de este programa: el primero de ellos es que viene a ser la consecuencia de una historia evolutiva que se remonta al mismo momento del origen de la vida, incorporando posteriormente resultados de mutación y selección que fueron ocurriendo a lo largo de las anteriores generaciones. El segundo aspecto es que confiere a los organismos la capacidad de ser la sede actual de la actuación de la selección natural, una capacidad inexistente en el mundo inanimado.
La posesión de este programa genético es la base de una diferencia radical entre seres vivos y materia inanimada, si bien en el terreno de la cristalografía podemos decir que las moléculas poseen información acerca de cómo cristalizar en determinadas condiciones ambientales; pero en el caso de los cristales no existe la posibilidad, que sí existe en el mundo de los seres vivos, de la mutación y posterior transmisión a los descendentes de la nueva información aparecida como consecuencia suya.
Una de las propiedades del programa genético es que puede controlar la propia replicación y la de otros sistemas, tales como la de los orgánulos celulares, las células y los mismos organismos enteros. No existe nada equivalente en el mundo inorgánico. Se pueden producir errores ocasionales (llamados mutaciones) en el mismo proceso de la propia copia (digamos que un error cada 10.000 o 100.000 operaciones). Una vez que ha aparecido una mutación, ya forma parte característica do patrimonio genético de la población a la que pertenece el organismo portador de ella. Las mutaciones representan la primera fuente de variación genética.
Los primeros filósofos ya habían presentido que en los seres vivos, debía haber algo para ordenar la materia bruta, organizándola en estructuras. Que sepamos, el primero en hablar de la transmisión de información de padres a hijos fue Aristóteles al mencionar el diseño (considerado inmaterial ya que era invisible) y que conceptualmente venía a ser casi idéntico a la idea de genotipo. La noción del molde interior de Buffon apuntaba también la idea de un dispositivo organizador.
Naturaleza histórica de los seres vivos. Una de las consecuencias de tener un programa genético es que las clases de organismos vivos no son identificables porque tengan caracteres de semejanza, sino porque descienden de antepasados comunes. Es decir, numerosos atributos de las "clases" reconocidas en el sentido de la lógica, no son características apropiadas de las especies o de los grupos biológicos más elevados. Dicho de otra manera, las "clases" de los biólogos no son, a veces, equivalentes a las "clases" tal como las entiende la lógica. Conviene no olvidar nunca esta distinción cuando se evocan las polémicas a causa de las definiciones, e más en particular cuando se quiere saber si las especies son "individuos" o "clases". Por ejemplo, no faltan "clases" biológicas que agrupan especies que son diferentes en la actualidad, pero que prácticamente comparten la misma historia evolutiva. Es posible que la diferencia actual consista en que una especie es parásita y la otra presenta vida libre, condicionando estos modos de vida unas morfologías completamente diferentes y no consideradas fundamentales a la hora de hacer una clasificación biológica.
Esta característica (la naturaleza histórica de los seres vivos), hace que la biología evolutiva sea considerada como una ciencia histórica que estudia unos procesos ocurridos en el pasado y que condicionaron las situaciones actuales. Como toda ciencia histórica, tiene sus inconvenientes conceptuales y de investigación específicos. Como inconveniente, por citar uno, podemos recordar la definición de especie aplicada a los fósiles, puesto que una de las condiciones para pertenecer a la misma especie consiste en la posibilidad de tener hijos fértiles, lo cual no se puede comprobar con seres fosilizados (en estos casos, se utilizan otros criterios para asignar dos fósiles a la misma especie, como son la similitud morfológica, la aparición en los mismos pisos geológicos y otros de similar significado).
Cuando en 1973 Dobzhansky dijo que “en biología, nada tiene sentido si no es bajo la luz de la evolución”, no quería magnificar algo que ya era evidente. Sabía muy bien que los procesos y las estructuras podían muy bien ser comprendidos por personas que careciesen de conocimientos evolutivos. Más bien quería decir que, en la ciencia que nos ocupa, para comprender por completo alguna estructura es conveniente entenderla, también, desde su aspecto histórico, cómo fue evolucionando a lo largo del tiempo hasta llegar a alcanzar las formas actuales y cómo lo hizo en las diferentes especies en las que tal o cual estructura está presente. Solamente cuando se conocen tanto el funcionamiento actual de una estructura y su historia evolutiva, es cuando se cumple el aforismo de Dobzhansky, teniendo sentido el conocimiento biológico.
Selección natural. La selección natural, es decir, la reproducción diferencial de los individuos, es un proceso sin equivalente ninguno en el mundo inanimado. Para que actúe la selección natural en una población es preciso que en ella exista variabilidad, de modo que los individuos se puedan clasificar de acuerdo con la posesión o la carencia de un carácter hereditario determinado. Puede haber reproducción diferencial entre los individuos de esa población, siempre que la presencia o ausencia de ese carácter incida de modo positivo o negativo en la capacidad reproductora de sus portadores. Puede ocurrir que la capacidad reproductora de unos individuos se vea favorecida, o desfavorecida, a causa de su genotipo. Esto quiere decir que existen genes que pueden tener la capacidad de incrementar su frecuencia a lo largo de las generaciones a causa de incrementar la capacidad reproductora de sus portadores. Nadie puede predecir los caracteres que serán favorecidos por la selección en generaciones sucesivas, es más, en muchos casos ni se sabe cuáles son los favorecidos en las generaciones actuales. La selección natural actúa ciegamente y sin finalidad ninguna, nadie piense que la selección conduce a un mundo feliz. Si así ocurriese, nunca se habrían producido extinciones.
Indeterminismo. Una controversia que nos llega desde la antigüedad y que está plateada entre filósofos y biólogos nos lleva a la cuestión de saber si los procesos físicos y biológicos difieren en materia de determinismo y de predictibilidad.
Es una pena, pero en esta polémica se confundieron muchas cosas, y eso entorpeció la elaboración de conclusiones claras. La misma palabra "predicción" puede ser utilizada en dos sentidos enteramente diferentes. Muchas veces, cuando un científico habla de predicción, quiere decir predicción lógica, es decir, conformidad entre las observaciones individuales con una teoría o con una ley científica. Puesto que las ciencias físicas consisten, en mucha mayor medida que las biológicas, en un conjunto de teorías, en estas ciencias la predicción lógica juega un papel mucho más importante que en biología.
Predecir, tal y como se entiende más corrientemente, consiste en deducir el futuro a partir del presente. En este sentido, esta palabra nos conduce a una sucesión de acontecimientos; se trata de una predicción temporal. En el campo de las leyes físicas estrictamente deterministas, las predicciones temporales absolutas son posibles, tal como la ocurrencia de un eclipse, por ejemplo. En biología, este tipo de predicción resulta mucho más arriesgo de realizar. Incluso ni es posible predecir el sexo de un niño por nacer. En los campos biológicos, por lo común, las predicciones tienen un carácter mucho más probabilístico que el que puedan tener en las ciencias físicas.
Ya en los comienzos del siglo XX se indicaban dos razones por las que los fenómenos biológicos son tan imprevisibles: La gran complejidad de los sistemas biológicos y la frecuencia con la que, en niveles jerárquicos superiores, aparecen cualidades inesperadas (emergencia). Pero, independientemente de su posterior significación, un suceso ocurre al azar, y esto es conceptualmente difícil de admitir por quienes se acercan a la biología con ilusión, pero careciendo de la base científica necesaria para comprender sus procesos. Las mutaciones espontáneas provocadas por errores en la replicación del ADN ilustran bien este indeterminismo en los seres vivos. No existe relación ninguna entre un suceso molecular y su correspondiente y posterior significación biológica a nivel de fenotipo, si acaso la tiene a nivel del individuo portador del nuevo mutante o de la población en la que se desarrolla la vida de ese individuo. Lo mismo se puede decir en relación al entrecruzamiento de los cromosomas (crossing over), su segregación, la selección de los gametos, de pareja sexual y para muchos otros hechos relacionados con la supervivencia y la reproducción. Ni los fenómenos moleculares subyacentes, ni los movimientos mecánicos implicados en algunos de estos procesos, están ligados a sus efectos biológicos posteriores.
Posibilidad de variación morfológica a lo largo de la historia individual. Existen especies con ciclos biológicos complicados, de modo que antes de alcanzar el estadio reproductor pasan por muchos estadios intermedios llamados larvarios. Cada una de las formas lavarias pode tener, y de hecho tienen, morfologías propias y fueron precisos muchos estudios antes de asignar esas diversas formas a individuos de la misma especie pero en diferentes estadios biológicos. Las definiciones de semejanza o diferencia entre individuos de la misma especie tienen que referirse, necesariamente, a las formas que presentan en las mismas fases de los ciclos biológicos ya que, de otra manera, nunca se clasificarían juntos un renacuajo (forma infantil) y la rana (forma adulta) correspondiente. Tampoco se asignarían a la misma especie dos eucaliptos de diferente edad, pues sabemos que en este árbol existe dimorfismo foliar relacionado con ella.

COMENTARIO FINAL
De modo general, las características que aquí presento y comento, aparecen juntas en todos los seres vivos. Quiero insistir de nuevo en que para nada tengo en cuenta ningún referente de morfología, movimiento, capacidades de leguaje, creatividad o similares. Para muchos, sería conveniente una revisión personal acerca de lo que, para ellos, significan conceptos como “ser vivo” e, incluso, “vida”. Me gustaría pensar que mis comentarios han ayudado a la comprensión personal de estos conceptos.
Hay un comentario que quiero hacer a modo de resumen. Las dificultades en definir un concepto, o incluso de vislumbrarlo, no deben representar una dificultad en el avance de nuestro estudio, dejando siempre muy claro que ese aspecto del conocimiento queda pendiente de definir, conocer y, por tanto, utilizar adecuadamente. Fue lo que hizo Darwin en relación a los procesos hereditarios, y aunque no los conocía, ese desconocimiento no representó cortapisa ninguna para la elaboración de sus teorías evolutivas. El mismo Darwin sabía que cuando esos mecanismos hereditarios fuesen conocidos detalladamente, mucho de cuanto proponía podría ser interpretado de manera más concreta.
Otra cosa que nos conviene tener en cuenta es que esta lista no pretende ser completa por una razón muy comprensible, pero que es preciso no dejar de lado. Todo cuanto sabemos es gracias a los actuales métodos y aparatos de estudio. Es lógico esperar que nuevas técnicas y nuevos aparatos, sumados a nuevos conocimientos, resolverán muchas dudas científicas a la vez que plantearán nuevos problemas. Es de esperar que gracias a la clarificación y al avance de los conceptos científicos, en el futuro se conocerán nuevas características de seres vivos y las que actualmente conocemos estarán mejor definidas.
Siempre resultó difícil poner un límite taxativo entre materia viva e materia inerte. Si investigadores gloriosos demostraron en el pasado la imposibilidad del paso desde el estado inerte al vivo, pareciendo que había quedado resuelto el problema, hoy volvemos a encontrarnos ante seres que son un reto para nuestros conocimientos y nuestros conceptos, por ejemplo los virus. ¿Son vivos? ¿No lo son? Los defensores de afirmar cada una de esas preguntas disponen de argumentos válidos para hacerlo. ¿Y qué decir de los priones?.
Pero no hemos de tener arrogancia científica ni dejarnos impresionar por estas cuestiones aparentemente contradictorias. Son cosas propias del progreso en el conocimiento. Si aparecen contradicciones en el cuerpo conceptual de la biología o si conceptos antiguos no sirven cuando se aplican a los conocimientos actuales, tenemos que redefinir los conceptos, lo cual no es una tarea pequeña. No sería la primera vez que conceptos concretos tienen que ir cambiando paralelamente a como cambian los conocimientos a los que se refieren. La historia de la ciencia está llena de casos de este estilo: por citar dos, el del átomo y el del gameto.
Mientras, usemos estas características como propias de los seres vivos y tengámoslas en cuenta cuando pensemos que puede existir vida en otras partes del Universo. Es posible que con esos seres compartamos características similares a éstas o que posean otras semejantes y apropiadas a sus ambientes. Pero que nadie piense que vamos a ser parecidos en formas, costumbres o modos de hablar. Porque, también es posible, no precisan hablar para relacionarse.