domingo, 18 de diciembre de 2016

El concepto de naturaleza en nuestro pensamiento.

Los historiadores de la Biología coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad por parte de los humanos cara el resto de seres presentes en el planeta: con las rocas, con los animales, con los vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno".

En aquellas épocas, la expectativa de vida era muy baja, pues la humanidad estaba en sus comienzos y, por tanto, el desarrollo de la medicina se reducía al conocimiento de unas pocas hierbas beneficiosas (como ocurre con cualquier otro mamífero). Nuestros antepasados formaban una especie cazadora sometida a todas las dinámicas biológicas propias de las especies con este tipo de vida. Es posible que, con el desarrollo de la agricultura y el nacimiento de una cierta tecnología agrícola, con su consiguiente paso a la vida sedentaria, la humanidad se fuese distanciando más y más del inicial concepto de unidad con el resto del mundo vivo.

Las religiones también influyeron en la visión que la humanidad tuvo acerca de su entorno. Pero conviene considerar dos tipos de religiones: las orientales, politeístas y las bíblicas, monoteístas. En las orientales, los dioses aparecían como seres bondadosos, aunque fuertes de carácter, hondamente comprensivos con las debilidades de los humanos y que orientaban a sus seguidores en la búsqueda de la paz interior, fin último que convenía perseguir y alcanzar. Según el pensamiento de esas religiones, nada competitivas y, por tanto, primitivas según el criterio del mundo occidental, la humanidad también representaba una comunidad de seres solidaria con el resto del mundo vivo. Este pensamiento se mantiene en las actuales religiones del este asiático y de las montañas del Tibet.

Por su parte, la cultura occidental cristalizó a partir de religiones monoteístas derivadas de diferentes interpretaciones de la Biblia. Independientemente del hecho de que el Dios bíblico se nos presenta como un ser guerrero y justiciero, el hombre aparece en los comienzos del Génesis como el ser principal de la creación, el más perfecto, hecho a imagen y semejanza de Dios y, por tanto, su preferido. Por eso, es el mismo Dios quien le impone, a modo de programa de actuación en este mundo: "Creced y multiplicaos, llenad la tierra: sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la superficie da tierra” (Gen 1:28). El mismo Génesis nos dice cómo Adán da nombre a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo (Gen.2:20) Resulta conveniente no olvidar aquí que la potestad de dar nombre, aún hoy representa en nuestras culturas, un fuerte indicativo de propiedad.


REY DE LA CREACION


Durante mucho tiempo, y en el mundo occidental, fue este mandato divino la justificación última de cualquier modo de actuación humana. Siempre que se incidía sobre especies vivientes, siempre que se intentaba dominar o modificar la tierra, fuese como fuese el modo como se hiciese, no se estaba haciendo otra cosa más que cumplir la recomendación del Creador expuesta claramente en el Génesis. Y en este caso, no había que hacer ninguna interpretación: había sido el mismo Dios quien había mandado con toda claridad y de manera inapelable "dominad la tierra".

Fue ésta una arrogancia temeraria que llevó al hombre a autoproclamarse "Rey de la Creación". Rey en el sentido medieval, de indiscutible propiedad sobre la Tierra, basada en el derecho divino expresado en la Biblia. Sabemos perfectamente todo cuanto destrozo se hizo al amparo de esta impunidad que siempre llevó consigo el beneficio de no tener que dar cuenta de nada a nadie, sin otras miras que el beneficio inmediato y sin tener en cuenta para nada la situación en que pudiese quedar el medio natural. En este sentido, conforme la humanidad fue incrementando sus conocimientos y, a cuenta de eso, se fue independizando más y más del medio. Mucho del desarrollo alcanzado, se realizó gracias a una fuerte, e irreversible, agresión al entorno. Esto lo sabemos todos.

HERMANO LOBO

En el siglo XIII, en los albores del Renacimiento, por parte de algunas personas se dio una vuelta al pensamiento inicial de solidaridad con el resto de seres vivos, es decir, con parte del entorno. Por ejemplo, San Francisco de Asís fue un joven que, abandonando todo cuanto tenía, se adentró por los caminos de la religión queriendo iniciar una nueva manera de interpretar el mundo vivo desde una visión alternativa de la Biblia. Su razonamiento se basaba en el hecho de que, al compartir nuestro origen en Dios, éramos hermanos no habiendo, por tanto, diferencias entre unas especies y otras. Esta es la base conceptual de su poema famoso en que apela al hermano lobo, a la hermana luna o al hermano sol. Pero no es mucha la gente que sabe de los problemas que tuvo el Santo de Asís con la Inquisición, de modo que tuvo que callar. Muchos de esos problemas le vinieron de esta idea de la naturaleza, idea que, siendo nueva en la civilización europea, venía de antiguo en las orientales.

En la era de los descubrimientos europeos, allá por el siglo XVI, la idea de la propiedad de la tierra por parte del hombre volvió a tomar fuerza. Nuevamente, la arrogancia del hombre europeo le permitió cometer todo cuanto destrozo se le ocurrió cometer en nombre de una civilización que premiaba y animaba toda esa arrogancia.
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En este tiempo en que estamos ahora, algunas personas del mundo occidental y con grandes preocupaciones espirituales, se acercaron a las religiones tibetanas en búsqueda del sosiego que no encontraban en las religiones nacidas de la Biblia. Fue cuando el hombre occidental volvió a tomar contacto con las ideas de solidaridad con el medio en que vivimos, ideas que difundieron por todas partes al volver a sus países de origen. Eran personas influyentes en los ambientes culturales occidentales de los que procedían. Todo cuanto dijeron a su regreso tuvo gran eco en la gente, de modo que, entre los jóvenes cultos del mundo occidental, apareció un nuevo sentimiento de preocupación por el entorno. Fue entonces cuando, a nivel mundial, florecieron movimientos ecologistas preocupados por la situación del planeta, unas preocupaciones que antes no habían existido con tales magnitudes ni planteamientos.

Por otra parte y desde el mundo científico, en 1969 el investigador británico J. Lovelock presentó al mundo científico una desconcertante hipótesis: La tierra es un ser vivo creador de su propio hábitat. Hablaba de la evolución conjunta de la Tierra como un todo. Su teoría ha dado lugar a un conjunto coherente de teorías, muchas de ellas comprobadas, conocidas bajo el nombre genérico de Hipótesis Gaia.

Ojalá que en adelante no nos separemos de esta idea de unidad biológica de todo el Planeta, ni del concepto de que todos andamos involucrados en la misma dinámica. Nos conviene mucho  tenerlo en mente de manera constante, antes de que nos metamos por vericuetos irreversibles o de los que resulte difícil salir.







viernes, 16 de diciembre de 2016

Una idea abandonada, el vitalismo.

Cuando Newton descubrió que todos los seres estaban sujetos a la acción de una fuerza a la que llamó gravitación universal, (la gravedad), muchos estudiosos de animales y plantas indicaron que éstos, los seres vivos, también estaban sujetos a una fuerza interior, que era la que les proporcionaba la energía suficiente para poder desarrollar sus actividades y, de esta manera, poder vivir. 


CUSTODIOS DEL SABER

A esta fuerza, de naturaleza indefinida, se le llamó fuerza vital y vitalismo a la doctrina que la propugnaba. Según esta teoría, la vida era mucho más que una serie de reacciones físico-químicas y no podía ser explicada mediante leyes mecánicas. La vida estaba organizada por una fuerza superior, la fuerza vital, que no sólo organizaba, también coordinaba las actividades que se desarrollaban en cada ser vivo. Su transmisión a los hijos era objeto de muchas elucubraciones y un tema pendiente de la ciencia de entonces.

Según el vitalismo, la química de los seres vivos consistía en una serie de reacciones de compuestos especiales en los que de modo inefable radicaba la vida. Eran sintetizados exclusivamente por los mismos seres orgánicos, siendo imposible sintetizarlos en laboratorio, pues nunca se les podría insuflar su capacidad de generar actividad biológica. Puesto que eran los compuestos de los organismos vivos, su estudio constituyó la química orgánica, diferente de la que estudia los seres inertes, que recibió el nombre de química inorgánica.



ESTRUCTURA DE COMPUESTO ORGÁNICO

Conceptualmente, el vitalismo sólo permitía el desarrollo de los estudios descriptivos, pues en cuanto se hacía preciso recurrir a aspectos mecánicos, físicos o químicos para interpretar una función, aparecía la idea de la fuerza vital, que impedía y obstaculizaba todo intento investigador.

Esta doctrina tuvo sus defensores en los siglos XVII y XVIII. A principios del siglo XIX comenzó a decaer perdiendo adeptos hasta llegar al siglo XX en que, salvo alguna escuela alemana, ya nadie tenía en cuenta el vitalismo por varias razones.

Una de ellas, y no la menos importante, es que en el año 1828, y contra uno de sus principios doctrinales, se sintetizó urea en laboratorio. Hubo que despedirse de la idea, esencial en el vitalismo, de que los compuestos orgánicos sólo se sintetizan mediante el metabolismo de los seres vivos, nunca en laboratorio. Al poco tiempo de haberse sintetizado la urea, hubo muchas más substancias propias de los seres orgánicos, que también fueron sintetizadas en laboratorio.


ESTRUCTURA MOLECULAR DE LA UREA
Por otra parte, muchos de los fenómenos y procesos biológicos, anteriormente atribuidos al vitalismo, a comienzo del siglo XX eran perfectamente explicables mediante leyes físico-químicas. Se suponía que los fenómenos que permanecían sin explicar, pronto lo serían conforme progresasen los conocimientos generales, como ocurrió.

Hoy vemos al vitalismo como algo romántico, sin base científica, pero con muchas posibilidades de generar teorías populistas basándose en la falsedad de presentar hechos supuestamente probados por la ciencia, pero sin decirnos nunca ni dónde se han probado ni dónde están publicados tales resultados.

También, cómo no, estos falsos científicos se basan en la bondadosa, y siempre pusilánime, credulidad de muchos.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Sueños frustrados

"Aquí está don Juan Tenorio/ para quien quiera algo de él".Ya entonces se anunciaban personajes y sus servicios en las puertas de las viviendas que habitaban. Cuando era una sola familia la que ocupaba la casa, si era gente de prosapia, plantaban sus escudos en la parte alta de la fachada. Lucían a la par que indicaban a los viandantes que allí no vivía gente cualquiera.




VACIO, PERO CON ORLA TALLADA

Hoy paseo solo por la ciudad, sin compañía que me entretenga con sus prisas o sus preocupaciones, que me pueden resultar ajenas. Me vienen a la mente los versos de Zorrilla, el escritor que, pasado el tiempo, daría nombre a tantos institutos donde estudiamos. El mozo de los Tenorio era rico y, claro, "Escudos pintan escudos", todo se consigue con dinero, ahora y entonces. En el fondo, lo de siempre, la vanidad, la tremenda vanidad que comercia con supuestos honores.

BIEN ORLADO, PERO VACÍO

Es casi una enfermedad el afán por poseer, sea como sea, aunque se llegue a amasar una fortuna que no se podrá disfrutar por falta de tiempo. Debe ser tremendo, para el ambicioso, ver que se le venera, que se le respeta, que puede comprar lo que quiera con ese dinero amasado… Ese enfermizo afán de aparentar...

EN PALACIO, TODO ESTABA PREPARADO
PARA EL BLASÓN
Paseo, ya lo he dicho antes, por las zonas monumentales de mi ciudad, entre casas nobles, casonas y palacios. Siempre fue símbolo de poderío el poseer una casa. León Felipe se lamentaba de no poseer nada, "ni tan solo una casa solariega y blasonada". Poseer una casa debió de ser algo grande. Hubo quienes vendieron tierras aldeanas para hacerse una casa en la ciudad, en la que quedase patente entre el vecindario su poderío rural.


CÓMO LUCIRIA UN BLASÓN
ALLÁ ARRIBA
Era la época en que las casas servían también como emblema de posición y riqueza, de status que se dice ahora. Recuerdo a amigos de mi padre haciéndonos ver “su” casa, como emblema de haber llegado alto. Hoy ya no es así, hoy se hacen casas para venderlas por pisos y poco importa su posible hermosura. Lo importante es la plusvalía.


MUCHO ESCUDO ESPERABAN PONER
La máxima aspiración para una casa familiar, era que fuese blasonada, que hubiese la posibilidad de lucir un escudo en el que estuviesen contenidas glorias, títulos y logros familiares. Orlas y cuarteles lucirían los símbolos de la historia propia y, en el fondo, darían que hablar y que envidiar al vecindario. Lo de generar envidia tampoco era un bien desdeñable.


NO HUBIESE SIDO PEQUEÑO EL ESCUDO
Y LA CORONA SOÑADA
Cuando estas glorias son ganadas con honradez, vayan mis respetos. Y si las lucen quienes así pueden hacerlo y disfrutan haciéndolo, mas respetos míos añadidos. Pero, siempre hay un pero, paseando, que es lo que vengo haciendo, me encuentro con muchas casas y casonas cuyos propietarios soñaron con plantar en sus fachadas sus respectivos escudos, tal vez cuando los tuviesen o dispusiesen de los dineros que se necesitarían para pagar a los escultores. De momento, se dispusieron en las paredes los bloques de piedra necesarios para el escudo, así como otro superior y algo sobresaliente, para la corona, yelmo o lo que luciese el escudo, llegado el día de hacerlo.

EN BUEN SITIO, ESPERANDO
Pero en estos casos que hoy comento, el ansiado día no llegó. Allí quedaron los sillares como exponentes de una vana esperanza frustrada por parte de unos propietarios que soñaron apabullar al vecindario y fueron ellos los apabullados, tal vez diana de risas y burlas por parte de quienes no perdonaban esos devaneos con una gloria que más bien quedaba en sueños de nuevos ricos.

CASONA SEÑORIAL, LÁSTIMA
NO TENER ESCUDO
Hay veces en las que siento una extraña sensación, benévola, hacia esos vecinos que querían más presencia en la ciudad. En otras ocasiones sonrío al ver esos bloques precursores de escudos pues, en el fondo, sus dueños fueron bastante ingenuos haciendo públicas sus pretensiones, dejando constancia de ellas y exponiéndose a las chanzas de quien quisiera hacerlas.

UNA PRETENSIÓN MÁS MODESTA
Los versos de Zorrilla siguen teniendo actualidad, y es que la vanidad es, ya lo sabemos, madre de muchas locuras relacionadas con las apariencias.

REALMENTE, UN ESCUDO LUCE
Y DA PRESTANCIA

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Escudos no pintan escudos

jueves, 8 de diciembre de 2016

Lo que entiendo por selección natural.

En estos días, el Paseante silencioso cumple cuatro años. Nunca pensé que llegaría a durar tanto tiempo. Al empezar, quería recopilar en un blog los escritos de divulgación que tenía esparcidos por varios sitios. Hoy me tiene ocupado, me distrae y, aunque no dejo de considerarlo un blog de minorías, me siguen más personas de las que pude esperar. Este seguimiento me anima a continuar. Gracias por esa actitud hacia mi blog.

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Yo tenía cinco años y había leído un cuento que me impactó mucho. En él, una ola hablaba con un niño. Cuando, un tiempo más tarde vi por primera vez el mar, le pregunté a mi hermana que dónde estaban las olas. Me las señaló y yo busqué su boca. Desde el cuento aquel, yo había personificado a las olas. Algo parecido le ocurre a muchas personas con la selección natural. Le atribuyen sentimientos de todo tipo y así aparecen errores cuando hablamos de ella.

EN ESTOS LUGARES TAN BUCÓLICOS,
ESTÁ ACTUANDO LA SELECCIÓN NATURAL
Fue Darwin quien nos la descubrió. Hay quienes se duelen de ese nombre, pues genera confusión, ya que la selección artificial existía desde hacía siglos. Hoy se habla de razas de perros con más de 15000 años de antigüedad. Darwin comprendió que en la naturaleza también se producía este proceso selectivo. Le llamó selección natural. Buscando su analogía con la artificial, más de uno se pregunta qué pretende la selección natural y cuáles son sus fines a corto y a largo plazo.

Pues el hombre selecciona con finalidades concretas: animales o vegetales con morfologías, costumbres o características determinadas. En este plan, siempre recuerdo que hubo un ganadero de Jerez que quiso lograr toros con ojos azules, no sé para qué. En la selección artificial, siempre existe una finalidad concreta y, aunque sea a muy largo plazo, normalmente se consigue.

Para que exista selección eficaz, es decir, para que la selección vaya dando sus frutos consiguiendo acentuar los caracteres sobre los que actúa, éstos han de tener, necesariamente, dos rasgos: han de presentar variabilidad en la población sobre la que se realiza la selección y los caracteres que se seleccionan han de ser hereditarios.


Repito lo dicho anteriormente, la selección artificial tiende a conseguir una finalidad concreta, pero ¿qué pretende la selección natural? ¿qué busca? ¿cuál es su finalidad? No busca nada y no pretende nada. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que es ciega y que su finalidad no es conseguir un mundo feliz, como creen algunos.

Dada la gran tasa de reproducción de las especies y el corto número de individuos que alcanzan el estado adulto, reproductor, hemos de admitir que entre ambos estados ha de producirse un elevado porcentaje de mortalidad. ¿Quiénes alcanzan el estado reproductor? Darwin responde claramente, los que están mejor adaptados a su medio. Los que requieren menor aporte energético para su desarrollo. Claro que el concepto de adaptado era nuevo en su tiempo y debía definir qué entendía por tal situación. En su libro El origen de las especies por selección natural, dedica varios capítulos a estos dos conceptos, nuevos e importantes en biología.


Se ha escrito mucho, y supongo que se seguirá escribiendo, acerca de la adaptación. Por suerte para la biología, es un concepto muy fecundo. Es la estructura (morfológica, bioquímica, etológica, ecológica, etc.) favorecida por la selección natural. Indudablemente, ha de ser hereditaria y ha de presentar variabilidad. No suele ser una característica cualitativa, sino más bien cuantitativa. Por eso, hay diferentes grados en que se manifiesta en una población. En un momento dado, la selección natural favorece a los que poseen esa estructura en el grado más adecuado frente a quienes carecen de ella. Así, simplemente. Y ¿en qué les favorece? En una sola cosa, en que contribuyan de modo eficaz en dar lugar a la generación siguiente. Por eso, los individuos favorecidos por la selección deben de ser necesariamente fértiles, pues lo que determina la selección es quiénes serán los progenitores de la generación inmediata. La selección actúa en cada generación incidiendo sus efectos en cómo son los componentes de la siguiente.

Queda muy lejos la idea del mundo feliz, claro, eso es ciencia ficción. Pero hay casos, muchos, en los que hablamos de tendencias evolutivas a lo largo del tiempo. ¿Se favorecieron los mismos caracteres durante muchas generaciones? En ambientes estables, sí se favorecieron y los caracteres favorecidos se fueron acentuando en el modo de presentarse en los individuos. Pero en ambientes cambiantes, los criterios de la selección también cambian conforme lo hacen las condiciones ambientales.


La selección natural no ve, no siente, no determina. Favorece unos individuos en su lucha por un hábitat siempre limitado en sus recursos. Cuando los rasgos favorecidos son hereditarios, esos rasgos pasarán a la generación sucesiva y decimos que actúa la selección. Por otra parte, si abundan los recursos, se relaja la intensidad de la selección natural.

En el fondo, los individuos adaptados son aquellos que poseen alguna estructura hereditaria que les permite, en comparación con quienes carecen de ella, explotar sus recursos ambientales con mayor eficacia. En estos casos, nunca se habla de supervivencia del más fuerte, como creen algunos de lengua fácil y entendimiento similar. 



Eso de más fuerte tal vez se diga pensando en humanos pertenecientes a sociedades en las que la competitividad puede alcanzar límites feroces y se les pretende dar base científica a su despiadada actuación, pero en la naturaleza no ocurren esas cosas y los demás seres vivos se comportan de modo más natural.


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¿Por qué evolución?


Los adaptados de Darwin


viernes, 2 de diciembre de 2016

El cielo se vuelca

Paseo por Compostela cuando la ciudad ha retomado su pulso de ciudad pequeña, provinciana, en la que casi todos nos conocemos. Los grupos ruidosos de estudiantes caminan dejando un reguero de alegría juvenil a su paso y son los únicos que rompen un silencio casi patrimonial, sólo interrumpido por las campanadas del reloj de la torre. La vida pasa por las calles casi sin darnos cuenta.

Por encima de todo, trascendiendo modas y tiempos, la ciudad. Me gusta ver sus fotos antiguas: prácticamente no ha cambiado en nada. Está como siempre, tal como la dejó una serie de arquitectos compostelanos que construyeron edificios, diseñando calles y plazas. Domingo de Andrade, Fernando de Casas Novoa, la familia de los Sarela, no solo nos dejaron sus obras, también el trazado ciudadano.

DIOSA FORTUNA
Me gusta el barroquismo urbano compostelano. Devota de constrastes, la ciudad tiene tres grandes plazas, tres soberbias plazas, que no se presienten cuando uno se va acercando a ellas. Ninguna de ellas (Obradoiro, Quintana y Platerías) dispone de una amplia avenida de acceso que la haga presentir desde lejos, conforme nos vamos acercando. No, se accede a cualquiera de ellas después de caminar por un estrecho vericueto, casi una calleja. Entonces, sí. Tras ese pasadizo casi tortuoso, aparece la gran plaza como oferta inesperada el viajero, que ya está en ella. Hoy no es raro ver estas plazas llenas hasta sus bordes. ¿Imaginarían esos arquitectos que he nombrado que sus plazas se abarrotarían de tal modo? ¿Cómo las imaginarían ellos? ¿Para cuántos ciudadanos las construyeron? Porque es en este tiempo cuando empiezan a colmarse de gente.

PARTE SUPERIOR DE LA TORRE DEL RELOJ
LA OBRA AÑADIDA POR DOMINGO DE ANDRADE
No sé, a veces me gusta imaginar a Domingo de Andrade como si hubiese sido un profeta que supo ver lo que no veían los demás. Natural de la vecina localidad costera de Cee, estudió en Santiago, Salamanca y Alcalá. Pienso en el hombre culto, habitante de un tiempo en el que la mitología se mezclaba sanamente con la doctrina oficial y era normal conocer mitos y convivir con ellos.

DETALLE DE LA TORRE DEL RELOJ
LAS FRUTAS CAEN
Quiero pensar que le gustó lo representado por la diosa fortuna, un tema que luego utilizó en sus obras compostelanas. En la mitología, la diosa fortuna representa lo bueno venido como por azar, incluso lejos del esfuerzo eficaz. Fortuna siempre aparece con su cornucopia, un cuerno lleno de frutos, como símbolo de salud, riqueza y abundancia. La mitología no nos dice para quién es el contenido del cuerno atiborrado de fruta, eso es cuestión del capricho de la diosa y ya sabemos de los caprichos de esos dioses.


EL CUERNO DE FORTUNA SE ESPARCE
SOBRE TODOS

En la catedral compostelana, Domingo de Andrade trabajó en la Torre del reloj, también conocida como “del rey de Francia”. La transformó en una de las torres más hermosas de España, luego de añadirle una parte superior que muchas veces me ha recordado un joyero. Antiguas garitas se vieron convertidas en balcones adornados de filigranas y, en lo alto de la torre, se dispuso de un lugar en el que encender fuego para orientar, como un faro, a los peregrinos que, en la noche, continuaban su andar hacia Compostela.

LA CORNUCOPIA SE HA
VOLCADO
Profusamente adornada la parte superior de la torre, por los parteluces que separan los arcos caen ristras de frutas de la comarca compostelana. También encontramos racimos de frutas cayendo en la ornamentación del exterior de la Puerta Santa. Domingo de Andrade cerró con un bello muro el ábside románico de la Catedral, confiriendo a la Plaza de la Quintana un aspecto muy sereno, incluso sobrio, que contrasta con la cascada de balaustradas que colocó en los aleros de los ábsides propios del edificio románico.

LOS FRUTOS LLEGAN
AL SUELO
Esta pared se abre a la plaza en la parte correspondiente a la Puerta Santa. Es una bella fachada en la que la Puerta está flanqueda por veinticuatro ancianos, obra del Maestro Mateo y procedentes del antiguo coro de la Catedral. Domingo de Andrade, conocedor de la valía de aquellas piezas, quiso recuperarlas. A ambos lados de la Puerta Santa, en una especie de orla que la rodea, vemos al Apóstol en figura de Peregrino, la imagen que nos gusta en esta tierra, y a sus lados dos piñas de frutas caen a lo largo de la pared.


EN LA PUERTA SANTA CAEN LAS FRUTAS

También colocó, en otros edificios que construyó, públicos o privados, y como una firma suya, racimos de frutas que caen, que se desparraman. Son frutas del campo compostelano. Allí vemos manzanas, uvas, granadas. Muchas han sido las interpretaciones que se le han dado a estas composiciones afrutadas tan personales de estos arquitectos nuestros. A mi me gusta pensar que, dejando atrás las figuras de la diosa Fortuna y sus veleidades, estos constructores de nuestra ciudad se adelantan unos instantes en el tiempo y se detienen justo cuando la diosa ya ha volcado su cornucopia y deja caer su contenido generoso, sus frutas y su fortuna, que se esparcen sobre la ciudad. 

Ahora pienso en Darío, pues este lugar, el pie de la Puerta Santa, siempre ha sido, y será, un punto insoslayable en nuestros paseos compostelanos antes de irnos a la pulpería de nombre familiar. 



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Por el Camino de Santiago: Lo popular en el barroco compostelano.



viernes, 25 de noviembre de 2016

Recuerdos de un pasado

Añoro el deterioro patrimonial tomando como base algunas fotos antiguas. Reproducen monumentos hoy desaparecidos sin razón alguna.
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IRREPETIBLE

En estos días ando con fotos antiguas mías, por temas que no vienen al caso. He vuelto a ver muchas y no he podido dejar de lamentar los destrozos que he encontrado reflejado en ellas. En algunos casos, las desapariciones son explicables, pero el su mayoría no lo son.



Una de las fotos que más me gusta la hice en la carretera de Lugo a Friol, hace ya más de cuarenta años. Hoy esa foto no se podría repetir, pues ni existe la carretera, ni los árboles y creo que tampoco la casa. Cuando se mejoró la carretera, se actualizó su trazado, así como el firme. Vemos una recta, nada que actualizar en cuanto a trazado, pero se ensanchó (ahora se dice ancheó) y substituyó el firme. El resultado es que ahora es más segura, pero los árboles desaparecieron, como en todas las carreteras del país, debido a su peligrosidad potencial. Una foto irrepetible porque las cosas han cambiado de manera natural, lo mismo que no podremos volver a hacernos una foto de cuando teníamos quince años. 


FERREIRA DE PALLARES. MONASTERIO
SE HA EVITADO QUE AVANCE EL DETERIORO



En otros casos, cuando anduve por allí, la destrucción ya era un proceso imparable. Recuerdo una visita que hice a un lugar entrañable para mí, Ferreira de Pallares, cerca de Guntín, con su iglesia y los restos de un monasterio. Su claustro es lo que queda (lo que han dejado) por no podérselo llevar. Visitábamos aquella escombrera unas ocho personas y uno dijo que convenía restaurar aquello. Lo dijo enfadado, como riñendo al aire. Yo pensé en qué se haría con el edificio restaurado. Tal vez nada, dejarlo caer de nuevo. En este país tenemos alergia a las ruinas y creo que con algunas lo mejor que se puede hacer es detener su deterioro, dejarlas asentadas y protegidas, pero no adecuarlas a un posible puesta en funcionamiento si, entre otras cosas, no existe un destino claro para la obra restaurada. Hoy, la iglesia de Ferreira de Pallares es una hermosa iglesia que nos habla de un próspero pasado monacal, como atestigua su antiguo claustro, en el que se han realizado unas acertadas obras para detener su deterioro.

CHIMENEAS DE CASAS ADOSADAS
A LA MURALLA DE LUGO

En otras ocasiones, la pérdida es irreparable. Antes de 1973, más o menos, la muralla de Lugo (los finos le llaman las murallas), tenía muchas casas adosadas en su cara exterior. Aquellas casas ayudaron a mantenerla en pie, pero en un momento concreto se comenzaron a demoler para dejar exento el monumento. Las casas, más bien de estructura sencilla, tenían unas chimeneas de profundo aire rural, que se han perdido con la demolición. Hice un amplio reportaje de estas chimeneas, también hoy irrepetibles, pues se las llevó la piqueta.

CARRETERA
FRIOL-SOBRADO

Más cosas. En la carretera que viene desde Sobrado dos Monxes a Friol, hay un tramo que me gusta mucho. La carretera discurre por una cresta singular, sorteando cuencas de dos grandes ríos gallegos: el Ulla y el Mandeo por de pronto. La vía sube una ligera pendiente y pasa junto a un cerro en el que se ven las cruces de varios cruceiros. Nunca he subido hasta allí. Al coronar la pendiente, se cambia de rasante y ante el viajero aparece una muy amplia llanura, es la Chaira y, por tanto, cuenca del río Miño. Bajando una cierta pendiente siempre me gustaba observar un cruceiro. Ahora no lo he visto, aunque lo he buscado con atención, como se busca a un viejo amigo. Hubo obras en la carretera y no sé si el cruceiro habrá sucumbido ante la maquinaria. El fuste salía directamente de una roca. Dicen los eruditos, que estos cruceiros son los mas antiguos, antes de que se sublimase ese basamento y fuese substituido por unas gradas.

 SANTIAGO DE MEILÁN (LUGO)
UN APARCAMIENTO DESTROZÓ EL ENCANTO
No es cuestión seguir relatando, pero una amiga mía dice que, a veces, parece como si hubiese una conspiración para destrozar nuestro patrimonio. No le faltan datos en los que basarse para afirmar esto. Todos disponemos de algunos.

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Fotos a voleo

Chimeneas vanidosas



viernes, 18 de noviembre de 2016

Órganos por azar

A raíz de lo que digo en otras entradas, a veces se puede suponer que los seres vivos tienen órganos apropiados para realizar funciones concretas. Tienen dispositivos para trepar, ganchos para sujetarse a superficies en movimiento y estructuras para dispersar sus semillas, molares para triturar la carne de sus presas, o coloraciones apropiadas para disimular su presencia en el campo. Nada de esto es cierto. Aunque un enunciado superficial podría ser exacto, lo que queda por explicar es la relación causa-efecto. Es decir, un ave ¿tiene alas para volar o vuela porque tiene alas?



Estamos ante una interpretación importante en evolución y el primero que explicó esto fue Lamarck, que atribuyó la aparición de órganos a la “necesidad de poseerlos”. Ya en la Grecia clásica, Demócrito se había planteado una duda que perduró más de dos mil años en temas evolutivos: la aparición de nuevos órganos, ¿es obra del azar o de la necesidad? La polémica fue recurrente, e incluso esta pregunta dio título a una de las obras de mayor impacto de pensamiento divulgativo a final del siglo XX, concretamente en 1970, cuando Jacques Monod escribió “El azar y la necesidad”. Darwin ya había dado respuesta adecuada a la pregunta, lo mismo que al aforismo “La función hace el órgano”, si bien en éste no se plantea el origen de tal órgano.


ES CARNIVORO Y TIENE
DENTADURA APROPIADA


En evolución se admite que todos (¡todos!) los procesos evolutivos se inician aprovechando estructuras preexistentes, que incluso podían carecer de función por haberla perdido, o no haberla tenido nunca. En un momento apropiado, cualquier estructura sirvió para realizar algo con mayor eficacia y, a partir de ahí, la selección natural pudo haber ido incrementando la adaptación de esa estructura a tal función. Por ejemplo, un diente rudimentario pudo servir para masticar mejor. Cualquier mutación que incrementase la eficacia de esa función, sería favorecida por la selección. Pero la eficacia se pudo aumentar de muchos y diversos modos, como incrementando la intensidad de la implantación dental en las mandíbulas, aumentando la superficie de masticación, variando su perfil u otros modos, que no descartan la actuación sobre los músculos que mueven las mandíbulas. Todo cambio que incrementase la eficacia de la masticación, si era hereditario, podía pasar a ser adaptativo. Pero primero fue el órgano. Este criterio es también válido para la evolución molecular.



SE PROTEGE POR TENER ESPINAS


Estos procesos evolutivos pueden durar millones de años expresados en tiempo real, o en generaciones, dependiendo en este caso de los individuos de los que se trate. No es lo mismo una generación cada treinta años, que cada quince días. Es lógico que en este segundo caso los procesos vayan más rápidos. Si hablamos de vegetales, no es lo mismo el caso de plantas anuales, que árboles longevos que producen semillas todos los años. Como digo, hay muchos y muy diversos casos.


CAZADOR CON GARRAS


Pero también he dicho algo que no quiero que pase desapercibido. Hablando del cambio que podría aparecer, ponía el condicionante de “si era hereditario”. Lo dije con intención. Los cambios hereditarios los conocemos con un nombre muy concreto, el de mutación. Es más, la única manera que tenemos de saber que un cambio es debido a mutación, es que su efecto es hereditario. Una de las características de las mutaciones es la su aparición por azar, lo cual no deja de parecer un contrasentido para algunos si conocemos la frecuencia con la que aparece. La mutación es al azar, con una frecuencia concreta y medible, porque ocurre de modo independiente a su efecto sobre la viabilidad del individuo que la lleva. 



TREPA POR TENER ZARCILLOS


Nadie piense que las mutaciones van a ser buenas, malas o indiferentes. Eso ya será cuestión de la selección natural y ésta depende mucho del ambiente en el que crece un individuo concreto. Hay mutaciones malas y sus efectos son letales, a veces indetectables por producir mortandad en muy tempranas fases del desarrollo de los individuos. (Si decimos de unas semillas que tienen un valor de germinación del 88%, no sabemos a qué se debe ese 12% de mortalidad). Pueden ser mutaciones buenas o indiferentes. ¿Cómo calibramos esa bondad o esa indiferencia? Por la respuesta de sus portadores ante la selección natural. Sólo por eso. Si nos vamos al monte y vemos las características de los vegetales existentes en él, hemos de asumir que han sido favorecidas por la selección. Lo mismo es válido para los animales que viven allí. Las mutaciones perjudiciales, o que disminuyen la eficacia biológica de sus portadores, van siendo eliminadas con una velocidad variable, pero proporcional a la intensidad en que son perjudiciales. Pero pensemos que la bondad mayor o menos de una mutación depende mucho del ambiente. Por ejemplo, un mamífero de coloración albina ¿está adaptado a su ambiente? Debemos indicar cuál es su ambiente. Pueden ser dunas desérticas, donde es visto desde lejos, o nieves perpetuas, donde su camuflaje está asegurado.


GRACIAS A ESTAS RAÍCES ADVENTÍCEAS,
LA HIEDRA PUEDRE TREPAR


No hay duda de que las nuevas mutaciones pueden dar lugar a nuevas estructuras, que pueden permanecer sin función. Normalmente, en un individuo armónicamente constituido, todo está previsto y realizado. Incluso, una nueva estructura, puede ser un estorbo. Pero si esa nueva estructura es capaz de realizar algo que favorece la viabilidad de su portador, no dudemos de que la selección la favorecerá con una intensidad variable, dependiendo de su incidencia en la viabilidad. Es muy posible que, a lo largo de generaciones, esta nueva estructura incremente su frecuencia entre los individuos de de la especie en la que apareció la mutación. 


Cualquier mutación que pueda aparecer intensificando esta nueva función, será asumida por la especie portadora dando justificación al aforismo de que “la función crea el órgano”. Pero la génesis de órganos nuevos no es su necesidad, es el azar. Luego, la utilización de esa estructura en un sentido concreto, la especializará o no. Eso es otra cosa.


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viernes, 11 de noviembre de 2016

Darwin reflexiona sobre la belleza

En El Origen de las especies, Darwin plantea una hipótesis acerca de la base universal del concepto de belleza. Aunque hoy aún no estamos en condiciones de comprobarla, no deja de ser atractiva debido a los datos que aporta.
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En el capítulo VI de El Origen de las Especies, Dificultades de la teoría, Darwin repasa de modo pormenorizado un montón de detalles del reino de los seres vivos, que podrían representar dificultades reales para su teoría de la selección natural. Presenta datos morfológicos concretos y creencias generales que se fueron transmitiendo a lo largo del tiempo, sin que nadie se hubiese molestado en cuestionar. Una de ellas era la creencia de que el Creador había generado seres hermosos para el disfrute de los humanos. 


CAPSULA DE DIATOMEA


A Darwin esta suposición le debió de parecer infantil, pero tuvo que tratarla con sumo respeto, pues eran muchos quienes así pensaban y no era cuestión de generar ofensas gratuitas entre sus lectores. Bastó con datar a los humanos y a los fósiles, para que el lector honesto comprendiese que no era posible haber generado tanta belleza y dejar pasar millones de años antes de que llegasen al mundo sus posibles admiradores, los humanos. Por citar un caso, tendría que pasar esa cantidad de años antes de que se pudiese disfrutar de la belleza de los caparazones de las diatomeas, sólo visible al microscopio. En muchos de estos casos, la belleza parece asociada por completo a simetría en pautas de crecimiento. Siempre nos ha gustado lo simétrico.


 LO VEMOS HERMOSO


Darwin, aunque desconocía los mecanismos de la herencia, sabía que tales caracteres eran hereditarios y que en esa transmisión influían factores ambientales. El cómo ocurría le resultaba desconocido. Además, el concepto de belleza resultaba cambiante según la cultura. Nos basta comprobar cómo son sus patrones en diferentes tribus o épocas. Las mujeres hermosas pintadas por Rubens no lo serían en la actualidad.


BONITAS PARA TODOS


Entre las producciones naturales, las flores se consideran las más hermosas. Y es posible que la selección natural las haya dotado de colores llamativos, a la vez que de formas singulares, con el fin de destacar entre el fondo verde vegetal en el que están situadas. Su función, en primer lugar, es atraer la atención de los insectos. Darwin llega a esta conclusión porque, dice, las flores polinizadas por el viento no son llamativas, incluso carecen de coloración especial, les es suficiente con presentar los órganos reproductores al alcance del viento. Únicamente cuando dependen de insectos para ser polinizadas, es cuando desarrollan forma, color y olor apropiados para atraerlos. Si no hubiese insectos, es posible que las plantas tuviesen pobres flores como hoy vemos en abetos, pinos, castaños, robles o en las gramíneas (ahora se llaman poáceas), ortigas, acederas y otras, todas ellas fecundados por el viento.


Lo mismo podemos decir de los frutos. Para todos, una fresa o una cereza maduras son tan agradables a la vista como al paladar, y el color rojo del fruto del acebo es hermoso, pero este color sólo sirve de guía para aves y mamíferos de modo que el fruto sea devorado por ellos y sus semillas diseminadas en los excrementos. Esto es siempre así cuando las semillas están encerradas por una envuelta sabrosa y pulposa, rica en nutrientes y con una cubierta de color llamativo.


SABROSAS Y DE HERMOSO COLOR


Darwin, en el mencionado capítulo VI de su obra, El Origen de las especies, hace notar cómo gran cantidad de animales machos entre aves, peces, reptiles y mamíferos, así como entre mariposas, poseen colores hermosos. Es posible que se hayan vuelto bellos por un deseo innato de esos grupos por serlo, pero él cree que es efecto de selección sexual, pues los machos más hermosos son preferidos por las hembras a lo largo de las generaciones y, de este modo, sus caracteres son transmitidos a la descendencia. Son sus hembras quienes los han seleccionado bellos y no el deleite del hombre. Lo mismo puede decirse del canto armonioso de las aves o el color de las mariposas.

¿Podríamos decir, a partir de estos datos, que por el reino animal se extiende una predilección casi igual hacia los colores hermosos, los sabores agradables y los sonidos armoniosos? La tentación está ahí, pero no puede quedar más que en hipótesis, pues no disponemos de mecanismo científico para comprobarlo ni, tampoco, contamos con definiciones de belleza, armonía y sabor agradable que convenza a todos. 

RASGOS ATRACTIVOS

Es una cuestión muy extraña cómo el sentimiento de belleza en su forma más simple (el sentir una clase peculiar de placer por ciertos colores, formas o sonidos), se desarrolló por vez primera en la mente del hombre y otros animales superiores. La misma dificultad se nos presenta si preguntamos cómo es que ciertos olores y sabores dan gusto y otros desagradan.

Darwin, prudente, termina indicando que no sabemos por qué ciertos colores, sonidos y formas dan gusto al hombre y a otros animales -es decir, cómo fue adquirido por vez primera el sentido de la belleza en su forma más sencilla- como tampoco sabemos por qué ciertos olores y sabores se hicieron por vez primera agradables.

HERMOSA

Todo esto, para mí, no deja de ser apasionante. Un reto a nuestra capacidad de estudio y de diseñar experimentos que vayan aportando luz a hechos que todos admitimos como reales. En el fondo, es lo de siempre. Sabemos muy poco y nos queda mucho por conocer, aunque queremos interpretarlo todo.

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