BAILABA HASTA EL GATO |
Tengo un grabado en mi casa al que tengo especial cariño. En él, vemos a personas que juegan alegremente alrededor de una hoguera, mientras que por el cielo vuela una paloma con su rama de olivo en el pico. Por jugar, hasta hay un gato que lo hace para que luego se diga que bailaba “hasta el gato”. Es una de las cosas más queridas que tengo.
SARDANA POPULAR |
Me gusta pensar que representa una escena fenicia, el autor era malagueño, ciudad de profundas raíces púnicas. Todavía hoy son normales en zonas costeras del Mediterráneo esos corros de personas bailando, o jugando, alrededor de algo de su pertenencia. En las sardanas, los danzantes ponen sus cosas en el centro de la rueda que forman, que de este modo quedan a buen recaudo. También los componentes de bandas de cornetas y
tambores, en el mismo Mediterráneo, ensayan sus actuaciones poniéndose en corro y depositando en el centro los estuches de sus instrumentos musicales. Por esa disposición quiero creer que los muchachos del grabado del que hablo, se inspiran en una costumbre ancestral del Mare Nostrum.
ANTIGUO MOSAICO CATALÁN |
No son los únicos vestigios vivos que tenemos procedentes de los fenicios. En obras suyas, aparecen personas con faldas de volantes, lo que hace que los andaluces digan que ahí están los orígenes de sus trajes populares. No se lo voy a discutir. En otras figuras aparecen personas tocando flautas cortas, que recuerdan al flautín de los
tamborileros del Rocío, pero también al flabiol catalán, el que inicia las sardanas.
EN EL ROCIO |
Me gusta mucho detectar estas reminiscencias históricas y culturales presentes en nuestra vida cotidiana.
De los fenicios, y de muchos otros antepasados nuestros anteriores a ellos, me asombra el conocimiento profundo que tuvieron de astronomía. En no pocos monumentos megalíticos, cuyo modo de mover las piedras sigue siendo enigmático para nosotros, en el solsticio de verano el sol se cuela hasta el fondo
de sus salas, como en el Dólmen de Menga, en Antequera, o atraviesa los menhires de modo asombros, como el caso de menhires de Stonehenge. Miro esto con mucho respeto, pues no sé cómo fue el proceso intelectual que les llevó, por una parte, a descubrir los ciclos solares, les diesen los nombres que les diesen, pero también a calcular el modo de orientación de sus construcciones religiosas, de modo que un día concreto del ciclo solar, los rayos del sol llegasen a un lugar, también concreto.
INTERIOR DEL DOLMEN DE MENGA ANTEQUERA |
Porque tenían muy en cuenta al sol, al que consideraban fuente de todo. Hoy, siglos mas tarde, sabemos que no iban nada descaminados en cuanto a atribuirle el origen de la actividad biológica y de la energía que precisamos para desarrollarla.
BAILANDO ALREDEDOR DEL FUEGO COMO EN MI GRABADO |
Luego, ya en tiempos históricos, los griegos extendieron por el Mediterráneo sus fiestas en honor a su dios Apolo, con celebraciones basadas en hogueras callejeras en los solsticios de verano. Se animaba al sol a seguir fuerte, pues sabían que comenzaba a perder fuerza, pero también se purificaban las vidas de la gente. Se quemaban cosas viejas, recuerdos, como si se quisiera simbolizar que comenzaba una vida nueva. Pero la fiesta del fuego procedía de antes, de mucho tiempo atrás. Representaba un cambio de ciclo, el nacimiento de un tiempo nuevo, y convenía desprenderse de malos vicios traídos de antes.
En estos días de hogueras, cuando los niños piden en las casas algún mueble viejo para quemar, pienso que son los continuadores de una tradición que viene de siglos y que ellos continúan sin saberlo. También continúa esa misma tradición la gente que, con discreción, se acerque al fuego para depositar en él algún recuerdo que prefiere sacrificarle.
STONEHENGE |
Muchas cosas tienen sus raíces en no sabemos cuándo, pero algo deben de tener que las seguimos manteniendo, incluso sin saber su significado.
Como estas hogueras que están a punto de ser encendidas.
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