jueves, 14 de febrero de 2013

REFRANES. MAJADAS Y MAJADEROS



Muchos de nuestros refranes vienen del mundo romano. En diferentes lenguas románicas existen refranes, todos ellos procedentes del latín, con significados similares aunque con construcciones algo diferentes. (Nosotros decimos “las paredes oyen” y los franceses “las paredes hablan”, por ejemplo).





Me gustan los refranes por la cantidad de saber que encierran. Un saber extraído muchas veces de relacionar de modo inteligente causas y efectos. Hay refranes acerca de costumbres, de relaciones familiares, de agricultura. También los hay que ayudan a predecir el tiempo más o menos inmediato.




Al contrario que la Farmacología ha sabido transformar en conocimiento científico todas las cualidades medicinales atribuidas a las plantas y guardado en la tradición, no ha ocurrido así con la Climatología y los refranes referidos a ella, al menos hasta donde yo sé. Claro que “cielo empedrado, suelo mojado” es de comprensión climatológica sencilla o que “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo” lo comprendemos sabiendo que el grajo es un ave insectívora, que caza sus presas al vuelo y a bajas temperaturas son los insectos los que vuelan a ras del suelo. Hay uno que no logro comprender “Marzo ventoso y abril lluvioso, hacen a mayo florido y hermoso” Siempre pensé que el viento de marzo polinizaría las flores, pero éstas, según lo dicho en el mismo refrán, no aparecerán hasta mayo, es decir, en el mes de marzo del refrán aún no hay flores. El efecto del agua sobre los vegetales es obvio, pero para mi entender, el viento poliniza y dispersa frutos y semillas. ¿Qué frutos o semillas hay en las plantas en el mes de marzo? ¿Algunos del verano anterior que han permanecido durante todo el invierno? No entiendo, la verdad, el efecto beneficioso que sobre las plantas silvestres pueda tener el viento de marzo, como no sea la polinización, si hay flores, claro. Cuando haya frutos o semillas que diseminar, será otra cosa, pero eso no ocurre en marzo




Hay un refrán que me gusta mucho, “Hombre refranero, hombre majadero” y es el objeto de este escrito. Lo voy a comentar con algo de detalle.


En nuestra lengua los términos relativos a oficios agrícolas pueden terminar siendo despectivos. Por ejemplo, la última edición del diccionario de la RAE atribuye a “rústico” una serie de acepciones relativas al campo y su ambiente, pero en ediciones anteriores también incluía “rudo, tosco, grosero”. Tras reiteradas quejas, se retiró esta acepción.


En “Fortunata y Jacinta”, Galdós utiliza el adjetivo “hortera” para calificar al hacendado que no vive en la ciudad, sino en el campo, en sus huertas. Vemos que el significado de esta palabra ha cambiado en muy poco tiempo.


Algo así ocurrió con la palabra “Majadero”. Ya Quevedo la utiliza como menosprecio. En principio, puede derivar de “majada”, relativo a los pastores trashumantes que pasaban las noches durmiendo a la intemperie, en las majadas, por eso majaderos. Para ellos era útil y necesario el poder saber el tiempo que haría en un futuro inmediato. Aquellos majaderos supieron relacionar las causas con los efectos y encerraron su saber en dichos cortos y escuetos, los refranes.


Pero esta capacidad de aprender de la naturaleza, de comparar diversas causas con sus respectivas consecuencias y plasmarla en sentencias apropiadas, tal vez no siempre fue entendida y apreciada por los habitantes de las ciudades. En vez de querer aprender de ellos, se les menospreció. Más sencillo.


Siglos más tarde, Antonio Machado se quejaría de una manía muy nuestra de despreciar lo que ignoramos. Parece que viene de lejos esta costumbre...

viernes, 1 de febrero de 2013

JÓVENES ALEGRES BAJO EL ORBALLO


En Galicia llamamos orballo a esa lluvia menuda, pausada, que en otras partes llaman “calabobos” y también “chirimiri” De orballo derivamos a la acción, orballar. En estos días orballó en Santiago. Todo el día orballando, tiempo propicio para calarse un sombrero impermeable, embutir las manos en los bolsillos y echarse a pasear por las rúas y disfrutar de lo íntimo del orballo.
Así estaba la Catedral ayer  Otros tiempos volverán
Las torres de la catedral se difuminan entre las nubes bajas, mientras los visitantes piensan que se encuentran con la cuidad en su más pura esencia… Yo les diría que se encuentran con “otra” ciudad, mas vacía, mas calmada, sin los ajetreos y griteríos consustanciales a peregrinos y turistas, pero la misma ciudad, fiel a sí misma, con una cara diferente según qué tiempo le toque vivir.
Las calles húmedas reflejan todo cuanto pueden reflejar, los suelos son espejos difusos de su entorno y algunos peregrinos anacrónicos pasean desangelados por la rúa del Vilar. ¿Son tardíos del 2012? ¿Acaso tempranos del 2013? No lo sé, en todo caso han venido fuera de época y encuentran muchos sitios cerrados. Se pasean por lo que llamo el “parque temático” turístico, similar en todas las ciudades que atraen visitantes y con las mismas ofertas mercantiles: camisetas con textos horteras, paraguas, supuestas gaitas, cds con música, buena música, de grupos locales, tartas de santiago y más paraguas en oferta del dos por uno. Gente que, después de la grata sorpresa del orballo ahora se siente como traicionada y sin saber a dónde ir.
Entro en una cafetería de la zona monumental. Encuentro el aire limpio, olvidados ya los humos de los fumadores de hasta hace poco. El murmullo de las conversaciones en voz baja habla de un público educado, culto. Son los estudiantes de hoy, de 2013, que saben del incierto futuro que tienen ante sí, pero que viven su presente con ilusión.
Miro los grupos que forman y quiero adivinar en ellos heterogeneidad de orígenes. De ciudad, de pueblo, de aldea. Sin ellos saberlo, están haciendo realidad uno de los principios biológicos claves en nuestras poblaciones: la ruptura de la consanguinidad. Buscando pareja en personas procedentes de otros pueblos, de otras localidades, obedecen al instinto que les lleva a la ruptura de la endogamia.
Siempre me gustaron los comportamientos que llevamos a cabo sin conocer su fundamento biológico. Uno de ellos es éste, el de romper la consaguinidad y originar nuevas combinaciones génicas (“mezclar las sangres”, que se diría en otros tiempos). También las discotecas situadas en zonas rurales, equidistantes de núcleos de población diversos, pretendiendo  captar su clientela entre jóvenes procedentes de ellos, tienen la misma base biológica: la ruptura de la consanguinidad.
…Como suele ocurrir, el biólogo que soy me ha llevado a pensar en temas biológicos a partir de lo que veo… Yo, que pensaba en el orballo…