jueves, 26 de diciembre de 2013

LAMENTO POR EL SANTUARIO DE MUXÍA

En estos días pasados, y después del azote del vendaval que ahora se llama ciclogénesis, pensaba yo que era lógico que nuestros remotos antepasados se sintiesen sobrecogidos con tales manifestaciones de poder por parte de la naturaleza. Ante fuerzas desatadas con esas dimensiones, no resulta nada extraño pensar que imaginasen a seres superiores enfurecidos, a quienes era preciso aplacar.

EL SOL SE PONE EN MUXIA
Muchas religiones comenzaron de ese modo, atribuyendo propiedades sobrenaturales a seres concretos cuando aparecían fenómenos de difícil interpretación, y entonces casi todos los fenómenos tenían esa característica. (Cuando los filósofos jonios del siglo V a.c. pensaron que los fenómenos naturales tenían causas naturales y era preciso buscarlas, dieron lugar al nacimiento de la ciencia).
Las creencias paganas estaban muy asentadas en nuestras tierras antes del cristianismo. Nunca fueron sustituidas del todo por la religión de Cristo, de modo que se siguió rindiendo culto y respeto a los ríos, a los montes, al mar y demás entidades naturales a las que se veneraba antes de la llegada de los evangelizadores.

MAR BRAVO Y FUEGO EN EL SANTUARIO
Puesto que era difícil la coexistencia de ambas creencias. San Martin Dumiense tuvo la idea de dar sentido cristiano a muchos lugares y mitos con significado pagano. Era el siglo IV de nuestra Era. A partir de la idea de ese maridaje, en anteriores lugares de peregrinación aparecieron santuarios para acoger a los peregrinos que seguían llegando empujados por su sentido religioso y con sus peticiones de siempre: la salud, la familia y cosas cotidianas de este estilo.
Muchos santuarios se dedicaron a la Virgen con sus leyendas respectivas. Fueron cristianizados, sí, pero mantuvieron sus mitos en forma de piedras adivinatorias o movedizas mediante las que recibir favores o avisos del más allá. Otros santuarios mantuvieron sus fuentes con aguas que volvían a ser milagrosas.
Uno de ellos fue el de la Virxe da Barca. Cuenta la leyenda, no
LOS ELEMENTOS DEVORADORES
podía faltar, que estando allí el Apóstol Santiago, se encontraba fatigado y desanimado por lo infecundo de su labor evangelizadora. Es curioso, como en Zaragoza, otra vez el desánimo. También en Muxía le visitó la Vírgen que llegó hasta él en una barca de piedra (de nuevo la piedra) para animarle. La barca se rompió debido al fuerte oleaje y los trozos a los que quedó reducida, quedaron desperdigados por la ladera que, desde el santuario, desciende hasta el mar. Esas piedras son las milagrosas.
Frente a un océano muchas veces bravo, siempre impresionante, el santuario estuvo hincado en la roca recibiendo visitas y visitas, presenciando el diario hundirse del sol en las aguas. Para muchos es el punto final del Camino de Santiago, al menos uno de ellos a la par que Finisterre. El día de su romería, allá por septiembre, aquello es un hervidero de gente que viene por muy diversos motivos, pero que acude allí.
Hoy, ayer, todo eso ha ardido. Los antiguos lo atribuirían a un castigo de los dioses. Viento de ciclogénesis, oleaje desbocado y un fuego que devora en dos horas el lugar sagrado y querido. Llanto desconsolado por todo.
¿Será otro Ave Fénix que renazca de sus cenizas? Naturalmente que será, que los sentimientos son muy profundos y son ellos los que se han herido. Hay prioridades y, para muchos, las del espíritu van por delante de las corporales. ¿Cómo se pagará la reconstrucción deseada? Yo también la quiero, pero un refrán nuestro dice que "no tenemos para pan y compramos estampitas"... Seguro que existen, y se pueden encontrar, fuentes alternativas de financiación que no alteren partidas presupuestarias destinadas a otros fines en una época tan precaria como la que vivimos actualmente. Ojalá se eche mano de esas fuentes, pues repito que quiero ver el templo reconstruido, pero sin alterar los presupuestos ni desatender prioridades que todos tenemos en mente. 
¿Hay responsables? No lo creo, el azar siempre juega sus bazas. Aunque el rayo puede ser un mensaje de los dioses. Recordemos que Júpiter tiene un haz de ellos en su mano.
A VECES, IMPOTENCIA

sábado, 21 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD

Paso una de estas tardes, lluviosa y fría, leyendo un libro bonito, ameno e instructivo. Titulado “Cartas europeas de Navidad”, hace unos años lo regaló una empresa entre sus amigos y clientes en las fiestas navideñas.


Los autores de las cartas son personajes fundamentales en nuestra cultura: Bela Bartok, Erasmo de Rotterdan, Luis de Góngora, Teresa de Ahumada y así, hasta diecinueve autores. Diecinueve formas de ver la vida cotidiana y la Navidad en diferentes épocas, desde el siglo XVI hasta el XX.
¿Que qué encuentro en ellas?. A veces la nostalgia de quien pasa la Navidad fuera de su hogar, como es el caso de Bela Bartok, que añora a sus hijos en su Hungría natal cenando solos en la nochebuena de 1940. Son entrañables sus frases llenas de cariño, castigado por la lejanía. Hay cartas que destilan el ajetreo de alguien que no dispone de tiempo debido a la intensidad de su vida. En otras aparece, se deja ver, cierta sensación de cansancio. Ya digo, diecinueve maneras diferentes de vivir esta época en otros tiempos.
Como en botica, hay de todo. No obstante todas tienen un denominador común. Los autores, eran tiempos pasados tal vez incomprendidos para muchos de hoy, hacen un alto en sus actividades para tomarse un tiempo e imaginar que se mantiene un monólogo con la persona a quien se destina la carta.

Tardarían tiempo en llegar a sus destinatarios, pero están repletas de pensamientos profundos, de cavilaciones sobre lo propio y lo ajeno. Por eso mismo, estos contenidos trascienden más allá de la simple carta para transformarse en pequeñas reflexiones útiles a muchos lectores.
Con las ideas acerca de la familia, el cariño, el trabajo o los deberes, los escritos nos hacen ver los conceptos que sus autores poseían sobre valores de entonces que aún son importantes en los tiempos actuales. Tal vez perennes para los humanos, pero digo “tal vez”. No me atrevo a dogmatizar.
Y, claro, sus comentarios acerca de la Navidad. Se deja ver la idea de una celebración serena, familiar, rebosante de cariño y sin mayores pretensiones que las que pueden aportar los seres queridos alrededor de una mesa llena de manjares adecuados a la época. En todas las cartas se intuye que, para sus autores, el calor familiar es lo esencial de las fiestas que estamos viviendo.
Para muchos de nosotros, ese sigue siendo el valor de estas fiestas, lejos del loco y absurdo festival consumista en que las han transformado. 
Siendo adolescente escuché un villancico sudamericano que venía a decir que la Navidad “se la apropiaron los ricos pa secuestrarla y venderla”. No quiero comentar esto, pues su veracidad me da dolor. Ya en la década de los sesenta, una empresa lucense aconsejaba por radio “practique la elegancia social del regalo…” y así hasta nuestros días, consumo sobre consumo. El mensaje ha ido creciendo como una bola de nieve y ha atrapado a muchos.
Hay amigos a quienes la Navidad produce tristeza, claro. Es el recuerdo de los que faltan, de los que se han ido. Pero también están los que han llegado a nuestro lado y llenan de alegría nuestras vidas. Es un ciclo vital en el que estamos metidos. Disfrutemos de ese ciclo del que tenemos la suerte de  seguir participando.
Porque eso es lo que celebramos con los nuestros en estos días, en el solsticio de invierno. Que la vida renace y, de momento, sigue contando con nosotros.
Ahora, en el día más corto del año, deseo feliz Navidad a quienes me hacen el gran regalo de su amistad y su cariño.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXXVIII) NAVIDAD COMPOSTELANA

Pasear por Compostela al atardecer es una delicia de la que disfrutamos quienes sabemos que los encantos de una ciudad cambian con las horas del día. Si bien es cierto que en los amaneceres hay plazas llenas de luz, vida y encanto, cuando cae la tarde son otros los lugares que nos llaman por su recogimiento o romanticismo. Como siempre, y nunca mejor dicho, la risa va por barrios, aquellos sitios que me inspiran estos sentimientos pueden ser indiferentes para otros que, a su vez, se sienten conmovidos en lugares que a mí no me dicen nada.
PLAZA DE CERVANTES. AL FONDO, SAN BENITO

Me gusta la plaza de Cervantes. Tiene su historia, claro. Antes, mucho antes, quedaba fuera de la muralla de la ciudad y aquí había una iglesita, dependiente del Monasterio de San Martín Pinario, que estaba atendida por un monje benedictino procedente del monasterio y que se cambiaba cada semana. La iglesia era conocida como San Benitiño do Campo y, tal vez, en la campa que se extendía frente a ella, hoy Plaza de Cervantes, se celebrase alguna romería o similar.
INTERIOR DE S.BENITO. CUADROS EN LOS ALTARES
Más tarde las cosas cambiaron lentamente. La iglesia se asimiló al casco ciudadano, dejó de estar lejos del Monasterio y no hizo falta monje alguno que la custodiase. En el siglo XVIII se edificó una nueva iglesia acorde con las nuevas modas. Como en otros casos, el neoclásico  substituyó al románico inicial. El interior de la iglesia es único. Además de algunas imágenes que recuerdan su pasado benedictino, en sus altares hay profusión de grandes cuadros, así como en el ábside. Esto ya hace singular al edificio. Grandes cuadros que representan escenas sagradas.
MARÍA VISITA A ISABEL
También el techo del ábside es especial, pues una bóveda de medio cañón, correspondiente al presbiterio, se continúa con otra en forma de cuarto de esfera sin ningún tipo de discontinuidad, confiriendo personalidad al techo, que está pintado con frescos que representan la corte celestial.
Todo esto es bonito, tranquilo y silencioso. Yo diría que acorde por completo con el ambiente de la plaza, muy pueblerino y entrañable.
A la entrada, a la izquierda, hay dos restos de la antigua iglesia, unos elementos ornamentales de granito policromado y estilo gótico. Es de agradecer “a quien haya correspondido” que no se destruyesen y permanezcan allí para deleite de quien quiera verlo.
Uno de ellos representa la Visitación de la Virgen, una muchacha joven,
TÍMPANO CON LA EPIFANÍA

a su prima, Santa Isabel, una mujer madura. Ésta, Isabel, cubre su cabeza con una toca propia de las mujeres del norte europeo, lo cual nos trae de nuevo la idea de los recíprocos influjos culturales que tuvieron como senda al Camino y como vehículo a los caminantes.
El otro relieve es un tímpano gótico que representa la adoración de los reyes. La Virgen aparece sentada, pero lejos de la rigidez de anteriores representaciones suyas, románicas. Hermosamente ataviada, con ropajes y corona de reina. (Ya la Salve Regina, algo anterior al tímpano que comento, la llamaba “Reina y Madre…”)
SAN JOSÉ Y EL DONANTE
San José, está como siempre, en postura de no creerse o no asimilar lo que está viviendo, mientras a su lado aparece muy piadoso el llamado “donante”, el que  donó (pagó) el trabajo. Para mejor identificación, su escudo ayuda a reconocerlo, como hoy siguen los mecenas poniendo en placas junto a sus obras patrocinadas que “se hizo gracias a la Fundación tal”. Hay costumbres que vienen de lejos.
Los reyes magos, uno de ellos negro, tienen sus capas de armiño y corona real. Ya entonces se les asignan atributos reales y han dejado de ser los “magos” o “sabios” que aparecen en tímpanos de épocas más tempranas… Todo ya está muy próximo a nuestro modo de entender actual.
LOS REYES CON CORONA Y CAPA DE ARMIÑO

El Niño aparece como un hombrecito. Me explico. Antes del Renacimiento se desconocía lo que los biólogos llamamos alometría, y que indica que no crecemos de modo armónico, sino que diferentes partes de nuestro cuerpo lo hacen con diferentes tasas. Esto determina que la proporción de la cabeza con relación a la talla total, vaya siendo menor a lo largo de la vida, siendo mayor en el momento del nacimiento. En la época del gótico, se desconocía esto y los niños se representaban con proporciones de adultos. Parecen hombrecitos.
lA VIGEN Y EL NIÑO


¡Qué hermoso tímpano y qué suerte que se haya conservado! En la iglesia, tranquila, pienso que justo en estos días, casi en puertas de celebrar un año más estos misterios, es bonito recrearse viendo este relieve y comprobar hasta qué punto lo representado en él ha influido en nuestra historia y en nosotros mismos. Seguimos viviendo tradiciones y costumbres que vienen de muy lejos en el tiempo. Dentro de unos días las volveremos a revivir, tal vez sin darnos cuenta de que hoy somos los depositarios de ellas, pero que debemos transmitir a quienes vienen detrás de nosotros. Días de reunirnos quienes compartimos cariño para mostrarnos que somos capaces de dar un aire más íntimo a nuestra cotidianidad, lejos del actual consumismo con que han castigado a la Navidad.

Hace años pronuncié un Pregón de Navidad en Begonte. Está en este mismo blog y abajo dejo un enlace para quien lo quiera ver. En él conté lo que siento en estas fiestas, a la vez que expuse su origen pagano, cristianizado con posterioridad. Le tengo mucho cariño a este pregón, pues representa para mí muchas cosas y, la verdad, el haberlo hecho y pronunciado fue una de las cosas más bonitas que he vivido.

sábado, 7 de diciembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXXVII) AVE FÉNIX CAMINANTE

OTOÑO, TIEMPO DE LEYENDAS...
Hace días paseaba por Compostela y recordaba algo del mito del Ave Fénix. Su origen se sitúa en los países del oriente y siempre, con sus variantes, nos habla de una hermosa ave que muere, pero que pasado un tiempo renace mas hermosa todavía.

El cristianismo asimiló esta leyenda, de profundo arraigo y amplia dispersión, cambiándole algunos matices. Así, sitúa un rosal al pie del árbol del Bien y del Mal, en el Paraíso. Al nacer la primera rosa, nació también un pájaro de hermosos colores. Esta ave fue el único ser que no quiso probar el fruto del árbol prohibido, pero cuando Adan y Eva fueron expulsados del Jardín, el arbusto se incendió de modo accidental y con él murió el ave.

No obstante, el Creador concedió al ave fiel un regalo por el que suspiran todos los hombres desde entonces, la inmortalidad. De las cenizas del nido nació a los tres días el ave más hermosa que se haya podido imaginar, el Ave Fénix.
Sin duda, el Fénix es un ave que encierra el consejo de volver a comenzar a pesar de estar frente a condiciones adversas.  Es un símbolo del renacimiento espiritual, del poder del fuego, de la purificación y la inmortalidad.
A lo largo de sus múltiples vidas, su misión es transmitir el conocimiento que atesora desde su origen al pie del árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.

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En la zona monumental de Compostela, hay casas, muchas, con distintivos de propiedad que
CATEDRAL
hacen referencia a las instituciones que las poseían. Son muy frecuentes las vieiras (Propiedad de la Catedral), los pinos (de San Martín Pinario), las cruces griegas de los franciscanos, etc.
SAN MARTIN PINARIO
Hay una de la que nunca he sabido qué institución viene a representar, tal vez porque no he querido saberlo. Es una especie de águila, que podría recordarnos al símbolo del evangelista San Juan. Yo he preferido pensar que nos traía a la memoria a un Ave Fénix altiva renaciendo de sus cenizas. Siempre viva e inmortal, como nuestro Camino.
AVE FENIX
Nunca he creído, y creo que nadie lo ha hecho, que el Camino haya sido igual a sí mismo a los largo de estos siglos de peregrinaje. Seguro que ha tenido sus mas y sus menos, sus aparentes muertes y sus recurrentes renaceres llenos de nueva fuerza y vitalidad. A lo largo de su historia, han debido de ser muchas aparentes desapariciones, algunas con apariencia de definitivas. Recuerdo que, en la década de los setenta del pasado siglo, junto a Santa María de Melide, alguien nos mostraba por dónde seguía el Camino en tiempos pretéritos. Nos lo indicaba como algo ya pasado y no imaginábamos el futuro que aguardaba a aquella senda. Más de una vez he pensado en el Camino como un Ave Fénix capaz de renacer de sus cenizas.
En la calle Azabachería, nº 18, hay una señal como de propiedad, que me resulta desconocida, extraña y me hace reflexionar.
PARA MÍ, TODO UN SÍMBOLO
Un ave rapaz aparece con una vieira agarrada en sus garras. Me gusta imaginarla no como símbolo de propiedad, sino como metáfora del entorno. La veo como un Ave Fenix (El Camino), que lleva a la Catedral o, lo que viene a ser lo mismo, la Catedral renace gracias al Camino y es llevada por él.
Es una interpretación muy personal, naturalmente discutible, pero me gusta pensar hasta qué punto ambas instituciones se han ayudado mutuamente y en este relieve encuentro un símbolo de esta ayuda.
Hoy, muchos tal vez de modo peligroso, confunden Catedral y Camino, y no es así. Conviene tenerlo presente.