jueves, 28 de mayo de 2015

LA CADENA DEL MARISCAL

Sigo paseando por el claustro del Museo Provincial de Lugo.
CADENAS Y CANDADOS
Camino dejando a mi derecha el centro del patio, el pozo y el nogal. A mi izquierda, las paredes presentan piezas de su colección. 



Al iniciarse un tramo, junto a un gran escudo, en un rincón pero no arrinconadas, vemos unas cuantas cadenas antiguas: hierro oxidado, un par de candados y mucha historia. Una de las cadenas retuvo preso al Mariscal Pardo de Cela. Voy a contar la causa de esta desubicación, pues el Mariscal no estuvo preso en Lugo y sí en Mondoñedo, en cuya catedral está enterrado desde finales del siglo XV.

CONCEPCIÓN ARENAL

Pero antes de seguir, me conviene presentar a una mujer, injustamente olvidada por muchos. Concepción Arenal fue una ferrolana del siglo XIX, de quien más de los que son deberían sentirse muy orgullosos. Hija de familia, en principio, acomodada, vivió los rigores de una dictadura, viendo cómo su padre sufría diversos castigos por oponerse al absolutismo de Fernando VII. Siendo aún niña, murió su padre y algún hermano. Eran los tiempos de entonces, con alta mortalidad y baja expectativa de vida.


Muy joven, ya en Madrid, decidió estudiar Derecho y, para hacerlo, debió ir a clase vestida de varón. Era impensable una mujer en las aulas, cuando lo que tenía que hacer era prepararse para ser buena ama de casa. (La única carrera de la mujer es el matrimonio, solía decir). Su vida no debió ser nada fácil en esa época. Pronto destacaron sus escritos a favor de la dignidad de los presos. Sabía que en las cárceles no se respetaba a las personas. Toda su vida giró sobre estas preocupaciones, siendo nombrada Visitadora de Cárceles de Mujeres y, también, Inspectora de Casas de Acogida de Mujeres. Escritora fecunda, dejó muchas obras y frases que resumieron su modo de pensar. Una de ellas ha llegado hasta hoy; Odia el delito y compadece al delincuente.

Tras su muerte, frente a cárceles españolas se instalaron monumentos en su recuerdo y, en época de la II República se pensó erigir un monumento en Madrid, utilizando para hacerlo hierro de cadenas existentes en prisiones. Si las cadenas poseían significado histórico, mejor que mejor. 

Desde Mondoñedo y otros lugares de la provincia y a través de Lugo, se mandaron a Madrid algunas cadenas, entre ellas las del Mariscal, pero estalló la Guerra Civil y nunca llegaron a su destino, quedando en Lugo y, consecuentemente, terminando en su Museo Provincial. Allí están, a la vista de todos. Junto a estas cadenas, hay otras procedentes de fortalezas de Castroverde y Guntín. Lugares en los que, supongo, no habría más ley que el sentir del señor, ni mayor baremo que  el modo en que le afectasen las acciones de sus vasallos, de quienes se sentía propietario y ejercía como tal de manera incuestionable.

Hoy, mayo de 2015, veo las cadenas con sus grandes eslabones, los candados con sus moldes para apresar tobillos y no puedo dejar de estremecerme pensando en quienes los llevaron, en aquellos que se sintieron sujetos por estas armas de poder dirigidas contra quienes lo cuestionaban. 

Las armas del poder contra los indefensos. Prisioneros de guerra, transformados en mercancía a la espera de un rescate. Prisioneros por capricho, por rencor u odio, prisioneros por diversas cosas inexplicables, pero que hicieron que muchos dejasen de disfrutar un bien muy preciado por todos, la libertad. Eso ocurrió en múltiples ocasiones, y no son pocas las cárceles en las que tal situación sigue estando de actualidad. Novelas, películas, historias diversas nos dicen que todo esto sigue vivo y siempre se genera un temor al hablar de eso, por aquello de que “las paredes oyen”.

Si, el monumento a Concepción Arenal no se llegó a levantar, pero sus obras están presentes en muchas bibliotecas públicas y privadas. Se le considera una de las primeras feministas españolas, de aquellas que, esforzadamente, abrieron camino a toda una pléyade de mujeres que, con valentía aún hoy, luchan por unos derechos en plano de igualdad con los hombres, de modo que el matrimonio deje de ser su mejor salida profesional.

Aquellas cadenas en el rincón dan mucho para pensar. En los presos de entonces y, también, en los de hoy.

jueves, 21 de mayo de 2015

BALDAQUINOS

BALDAQUINO DE
VILAR DE DONAS
Siguiendo el paseo por el claustro del Museo Provincial de Lugo, en la pared situada frente a la colección de relojes que he comentado, hay diversas esculturas pequeñas que quiero comentar ahora. Todas ellas son de factura popular, pero no hechas por ignorantes, pues no es la misma cosa.
Existen diversas vírgenes, ángeles y los cuatro frontones de un baldaquino. Como muchos de ellos, de inspiración gótica, pues era el tiempo en que se comenzaron a hacer.

Se me podrá preguntar qué es un baldaquino, y nada mejor que recurrir al diccionario, que nos dice que es un “Pabellón que cubre el altar”. De origen italiano, suele representar un templete con cuatro columnas que sostiene una especie de cúpula. Bajo esta estructura se colocaba el altar principal del templo.

EL CASTILLO DE PAMBRE
EN EL BALDAQUINO DE
VILAR DE DONAS
Por diversas razones dejaron de construirse en la época del barroco, siendo uno de los más conocidos el de la Basílica de San Pedro, de Bernini. Por nuestra tierra, en el Camino, conozco el existente en Vilar de Donas, aunque quitado de su sitio, arrinconado, si bien no destruido. Éste, el de Vilar de Donas, tiene en su cima una representación del cercano castillo de Pambre. A muchos les puede parecer una casualidad esa presencia, yo lo encuentro lógico si pensamos que ya se representaban a los entonces llamados donantes o mecenas, que podríamos traducir como sponsors de hoy. En muchos cuadros coetáneos aparecían los mecenas en actitudes piadosas junto a los Magos en el portal de Belén, por citar un caso. (Curiosamente, no los he visto en las crucifixiones, tal vez por miedo a ser confundidos).

BALDAQUINO DEL MUSEO DE LUGO ADORACION DE LOS MAGOS
El del Museo de Lugo, muy catequético, presenta diversas escenas de la vida de Jesús en sus cuatro frontones, sobre un borde inferior decididamente gótico. Falta el copete del baldaquino, así que no podemos hacernos una idea de cómo sería en su conjunto.

En algunos lugares de Galicia he visto esos frontones tirados o menospreciados, a veces empotrados en paredes y, aunque no me gusta el remedio, al menos nadie los va a destruir ni contribuirá a su desaparición.

BALDAQUINO DE LA
CATEDRAL DE SANTIAGO
Parece que al Gelmírez le gustaba el baldaquino de su catedral. Conforme fue modificándose la estructura del Altar Mayor de la catedral compostelana, también lo hizo su baldaquino. Hoy es difícil adivinarlo, pero allí está. Las columnas sostienen una gran plataforma muy historiada coronada por un Santiago matando moros. Pero no llegan al suelo, están disimuladas en forma de ángeles que se apoyan en una cornisa que rodea el ábside y sostienen la plataforma con sus hombros.

¿Tienen algún significado histórico o de cualquier otro tipo, o simplemente se trata de un elemento ornamental caído en desuso? Bueno, aunque no lo he leído en ninguna parte, voy a exponer mi idea. En primer lugar, sobre el altar se celebra la Misa, es decir, la Eucaristía. Se le considera un pilar fundamental de la Fe Católica, muchas veces llamado Nuevo Testamento como alternativa al Antiguo Testamento, procedente de la época de Moisés.

VIRGEN SEVILLANA BAJO PALIO
Nos cuenta la Biblia que durante el éxodo, cuando los judíos atravesaron el desierto hacia la Tierra prometido, Jehová le entregó a Moisés las tablas de la Ley y, entre otros favores, les sustentó con comida caída del cielo, el maná. Los judíos construyeron un arca, el Arca de la Alianza, en la que guardaron la Tablas y una muestra del maná como símbolo de su alianza con Jehová. El Arca poseía argollas laterales y, mediante varas, era transportada hasta llegar a la Tierra Prometida. Se hizo una tienda para cobijar el Arca durante las noches y en las paradas en el camino. El baldaquino representa esa tienda, pues bajo él se renueva la Alianza de Dios con los hombres.

La tienda del Arca está rememorada en otro ornamento litúrgico, el palio. Lujoso, con excelentes bordados, sirve para cobijar en su interior la Eucaristía en las procesiones de Corpus o bien ir, de respeto, tras las carrozas procesionales que salen ese día. También, en Andalucía, la vírgenes suelen ir bajo palio cuando van en procesión. Es lo mismo, se le cubre con él, pues durante nueve meses, María fue quien llevó en su seno a Jesús, quien instauraría el Nuevo Testamento. Realmente, entre un palio y un baldaquino no existen diferencias de estructura, sí de materiales constructivos. 

Estas cosas me llevan a pensar en otras cosas. El rey mago
ANGEL EN RIBADAVIA
arrodillado en el baldaquino del Museo de Lugo, tiene la misma composición que tiene un ángel anunciaciador que vi en Ribadavia y que he comentado aqui. La túnica que cae y se alarga, plisada, me parecen tan similares, que pienso en una inspiración, no sé de quién a quién, o en un mismo escultor que se repite sin recato, pensando que la distancia no descubriría su copia. Sea como fuese, quiero imaginarme una época en Galicia, en un final del Camino de Santiago, hirviendo de creaciones artísticas y a donde llegaban, gracias al mismo Camino, las influencias del mundo artístico. Los artistas, creadores de todo tipo, andarían por los caminos llevando y trayendo su arte allá donde les llamasen. Y de ese ajetreo ha quedado constancia. Recuerdo que los baldaquinos tuvieron su origen en Italia, así como el representar en las obras a sus patrocinadores.


Por estos y otros detalles, que iré comentando, siempre es una alegría para mí estar en Vilar de Donas.

viernes, 15 de mayo de 2015

RELOJES EN EL MUSEO


VISTA GENERAL DE LA COLECCIÓN
Con mucha frecuencia visito el Museo Provincial de Lugo. Ya cuando adolescente, acostumbraba a ir los jueves, pues ese día la visita era gratuita. He asistido a cambios, he visto pasar a sus vitrinas objetos que conocí en sus lugares de origen y, en general, me siento muy a gusto en él.

Hoy me he parado a contemplar su hermosa colección de relojes de sol, que está situada en una de las paredes del claustro. Una colección magnífica y difícil de conseguir, creo yo, debido al menosprecio que se suele mostrar hacia estos objetos ya inservibles. Inservibles para algunos que tienen la osadía de catalogarlos de ese modo patán, claro. Inservibles, tal vez, para el día de hoy, pero muy indicativos si los miramos con cariño, con otros ojos y como exponentes de un tiempo ya terminado.

TRES EN UNO
SABIDURÍA APLICADA
Son muy bonitos todos ellos y están esculpidos en granito o en pizarra, arriesgada tarea, pues en pizarra, un golpe mal dado haría saltar una esquirla de la pieza, llevándose todo el trabajo realizado, o desbaratándolo. En sus tallas abundan los temas mitológicos y otros mas populares, como los geométricos buscadores de simetrías, siempre comprensibles.

Casi todos realizados en los siglos XVII y XVIII, a veces me he preguntado que para quién medirían el tiempo en aquel tiempo. Son relojes procedentes de pazos, de residencias de poderosos, de quienes marcaban su paso, creyéndose los amos del tiempo. ¿Qué sentido tenía para esa gente conocer ese transcurrir si eran ellos quienes marcaban sus cadencias? El tiempo, su medida, siempre fue monopolio del poder, político o eclesiástico. El poseer reloj, siempre fue signo de singularidad. Cuando se quiso que el conocimiento de su discurrir fuese de acceso general, se colocaron relojes en las sedes del poder, en torres altas, para ser vistos desde todas partes. Torres que por tenerlo, se llamaron y se siguen llamando “del reloj” El poder repartía información y se debilitaba. En las grandes catedrales europeas, estoy pensando en la de Estrasburgo, hay relojes en los que, además de darnos indicación del inmediato paso del tiempo, nos recuerdan su paso trascendente. Siempre regalando miedo,

MITOLÓGICO Y RURAL
Viendo esos relojes del Museo lucense, me pregunto quién ajustaría sus horas, qué criterios seguiría para esculpir los diferentes surcos correspondientes a ellas, cómo serían quienes los interpretasen en las distintas épocas del años. Y, sobre todo, cómo serían los tiempos que midieron. Los tiempos de la época, los del pazo. y los de cada uno.

Los tiempos de la época sólo se ven cuando ya han pasado. Nosotros, los de cierta edad, sabemos que hemos vivido lo que ahora se define como “la Transición” para delimitar una época, pero entonces no fuimos conscientes de estarla viviendo. Así ocurre con todos los tiempos.

Los tiempos del pazo, de la casa, de la familia, son más abarcables para sus componentes y nunca se miden por los años como número. Las distintas épocas se miden por hechos de trascendencia familiar, “cuando la boda de…” “la muerte de…” son hechos que marcan inexorablemente un antes y un después, no necesariamente de la misma duración temporal, ni de similar intensidad. En esos tiempos, los adversos parecen ser más largos y semejan transcurrir más lentos que los felices.
DE PIZARRA

Los tiempos de cada cual forman parte de las historias personales, a veces, incluso, de las secretas. Pero también vienen marcadas por hechos, más que por números ordinales. “Cuando el bachillerato”, “mis años en Barcelona”, me indican unos períodos de vida bien delimitados y, por tanto, definidos.

Imagino esos lujosos relojes que ahora veo en el Museo. Siempre fueron considerados de ese modo, adornando jardines y lugares a donde pudiesen llegar los rayos del sol. Me pregunto si medirían, servirían de símbolo de poder o si, más fundamental, presidirían.

Tal vez estuvieron en sus sitios no para informar del paso del tiempo del momento, sino más bien para recordar su paso inexorable para todos. No en vano muchos tienen esculpido el mismo lema “TEMPUS FUXIT”

viernes, 8 de mayo de 2015

DON QUIJOTE, SOLO UNO

Una historia, creo que es Borges quien nos la cuenta, habla de un hombre que admiraba tanto a Cervantes, que decidió vestirse como él. Más tarde, y siguiendo con su afán, consiguió estructurar su habla con frases similares a las del escritor. Finalmente, decidió escribir. Y al hacerlo, escribió un Quijote exacto por completo al original. El imitador de Cervantes no hizo nada nuevo en su vida y malgastó todo su potencial creativo, si acaso lo llegó a tener alguna vez.

YA HE HABLADO DE ESTA
EDICIÓN
¿Qué es el arte? No sé responder a esta pregunta tan básica. Pero sí sé lo que le pido al arte y lo que viene a representar para mi. Nunca me ha dado de comer, pero en dos ocasiones me olvidé de hacerlo, extasiado ante la maravilla que contemplaba. En una ocasión, fue en la Alhambra (“dale limosna, mujer…”), la otra, en el Louvre. En muchas ocasiones corro tras esos gozos del sentimiento del espíritu, que me hacen vivir, de un modo inefable, momentos en los que todo parece adquirir un valor diferente y en los que me centro en aquello que motiva mi sensación momentánea. Una música, una lectura, un olor, pueden ser estímulos que me llegan de modo inesperado y que revuelven mis sentimientos. En una ocasión, esta vez en Santiago, en una tienda de discos tenían puesta una obra concreta que, gracias altavoces, llegaba hasta la calle. Quedé viendo el escaparate aparentando interés, cuando lo que hacía era escuchar, simplemente escuchar.

Todo esto tiene sus factores intrínsecos, inherentes a la obra concreta, y los extrínsecos, los que me afectan a mí, los que hablan de mi condición receptiva en cada momento. Los factores intrínsecos no cambian, los extrínsecos sí. Por eso algo que nos conmueve en un momento, nos puede dejar indiferente en otro, y al revés. En esos casos noto cómo voy cambiando, pues la obra en cuestión sigue siendo la misma. Cambiamos con la edad, con el conocimiento, con muchas cosas, si bien siempre hay algo (un libro, una pieza musical, una película…), a lo que somos fieles pase lo que pase por nuestras vidas.

El arte es rompedor. El artista investiga nuevas formas de expresión, nuevos enfoques para hacernos ver su concepto del entorno. Estudiaba yo en Barcelona cuando se produjo un gran revuelo cultural: Antoni Tapies exponía su obra. Para unos, una maravilla. Otros se preguntaban si aquello era arte. Las discusiones eran enconadas y apasionadas. Cuánta polémica alrededor del arte y del artista. Así, siempre. Mas tarde, un amigo mío pintor, de quien aprendí muchísimo, me dijo que un artista que no genera polémica, no es artista. Así de simple.
PORCHE DE LA IGLESIA DE MORAIME

Siempre que hablo de esto, tengo que decir lo mucho que me ha impresionado la poderosa imaginación de nuestros creadores de la época del románico o del gótico. Su búsqueda de la luz, la que entraría a través de los posibles ventanales, hizo que se resolviesen de modo diverso los múltiples problemas que se plantearon en cada edificio. Hoy vemos esas construcciones como lugares recónditos que definen una gran intimidad. Yo me pregunto si buscaban esa intimidad al construir o si apareció como un valor añadido. Me gusta, y cuánto, pasear por las naves románicas o góticas de los múltiples templos que poseemos en Galicia, catedrales románicas, iglesias conventuales góticas y naves abaciales de diversos estilos, pero éstas son tema aparte. Los maestros superándose en cada obra, buscando siempre soluciones nuevas cada vez que se emprendía otra construcción. Por eso, al leer textos explicativos de esos edificios, encontramos que cada uno de ellos es el “primero en presentar…”, “aprovecha la oportunidad de…”, "aporta...", “se inspira…” Sí, se inspira pero no copia.
MORAIME. PUERTA LATERAL
DE LA QUE HABLO

Galicia debió ser un emporio de creadores en estas épocas, y lo comprobamos si sabemos ver todo cuando nos ofrecen sus obras repartidas por doquier. En San Xiao de Moraime, por ejemplo, un lugar que aún hoy queda algo alejado, (cómo sería entonces) me he encontrado con una antigua iglesia monacal, románica, con pinturas murales, porche con columnas en la que se han esculpido profetas, como en Oviedo, y un sencillo tímpano en una puerta lateral que recuerda la Sagrada Cena. Junto a Jesús en el centro, está Juan. Representado como un adolescente, el escultor nos lo hace ver con una cabeza que no alcanza la altura de las del resto de comensales y unos pies que no llegan a tocar el suelo. Siempre me ha impresionado esa capacidad de esquematizar que tuvieron esos artistas para obligarnos a llevar nuestra atención a donde ellos quisieron desde siempre.

Por todo eso, para mí pasear por estos sitios representa un profundo recreo que, a veces, me gusta hacer en solitario, para hacerlo como quiero y del modo que quiero. Siempre descubro cosas nuevas. La vez en que me olvidé de comer cuando visitaba la Alhambra, estaba solo. Mis grandes paseos por Santiago son en solitario.

MORAIME. TIMPANO EN LA PUERTA LATERAL
SE VE A SAN JUAN NIÑO
Aquellos que, de un modo u otro, crearon, han quedado como referentes para la historia. Los que enriquecieron los modos de expresión aportando su propia visión de la realidad, siguen vivos en nuestra cultura.

Pero era preciso, siempre lo fue, hacer cosas nuevas, crear. Por eso, el escritor del que nos habla Borges no hizo nada.