lunes, 23 de septiembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXVI) DE PASO POR LEBOREIRO

Leboreiro tiene diversos nombres, según las fuentes que se consulten, pero siempre son topónimos latinos, de dos palabras, y en ellos se hace mención a la cantidad de conejos que hay en la zona. Yo conozco Ager leporarius, pero ya digo, hay más. Por ejemplo, el Códice Calixtino le da el nombre de Campus lepurarius, que viene a decir lo mismo.
CASA DE LEBOREIRO

La primera vez que llegué a Leboreiro casi no lo vi hasta que estuve en su, digamos, plaza inicial. Sus casas se confunden con el paisaje. Construidas en piedra de allí mismo, tienen la misma coloración y aspecto que el entorno. Los tejados están casi vencidos por los años y con una tonalidad que nos habla de eso. Casi todo es abandono, si bien por algún sitio parecen surgir chalecitos, con fachadas enlucidas y de dos plantas, que nada tienen que ver con el entorno, más bien lo rompen, pero nos dicen que sus propietarios hacen una apuesta seria por seguir viviendo allí, en Leboreiro. Eso es mucho para mí. Hoy hay unas normas, estrictas, de construcción para mantener un aspecto ordenado y sin romper el ambiente que configura la mayoría de las casas. Esas excepciones son subsanables.
CASA EN LA CALLE CENTRAL
La estructura urbana de Leboreiro es, más o menos, la común en las aldeas del camino: una calle larga al final de la cual está la iglesia. Aquí la calle comienza en una explanada rodeada de casas, a la que, antes, llamé plaza inicial. En esta plaza hay un cruceiro de columna lujosamente estriada. Su base fue circular, ahora poligonal después de obras de acondicionamiento. Antes, esa base estaba rodeada por una recia cadena, pues el cruceiro gozaba del llamado “privilegio de acogida”, algo similar al derecho de asilo. De eso ya no se acuerda casi nadie y considero triste que se olviden derechos. Creo que es conveniente recordarlos, aunque no se ejerzan.
CRUCEIRO
EJERCIÓ DERECHO DE ACOGIDA
Alrededor de la iglesia hay algunas casas fuera del camino principal configurando lo que podríamos llamar “otra calle”. El silencio es total, a veces llega el ruido de algún coche que pasa por la cercana carretera de Lugo a Santiago, pero en la aldea no hay nadie, o eso parece. Las casas nos hablan de pobreza total, son de planta baja o con unas fachadas tales que, a su través, se me hace difícil imaginar la estructura interna de las viviendas. Tal vez sus antiguos habitantes marcharon a Melide, la capital a poca distancia, o a otros destinos de la emigración.
Pero este abandono hace que se mantenga una información intacta sobre cómo eran las vivienda rurales antes de la llegada del llamado desarrollo. Todos los que tienen sus raíces en las aldeas, reconocen las estructuras de las casas, con sus huertas, sus cortiñas y demás. Tal vez convendría mantener todo eso como exponente de lo que fue la vida en aquellos sitios. Ojalá se le ocurra a alguien.
HOSPITAL FUNDACION DE LA FAMILIA ULLOA
Hoy se restauran casas en Leboreiro, obedeciendo normas estrictas pero teniendo en cuenta la comodidad de sus habitantes y no impidiéndoles disfrutar de las mejoras actuales.
CABAZO.  DETRÁS, EL HOSPITAL DE PEREGRINOS
Al final de la calle, están la iglesia y el hospital configurando un pequeño espacio, como una plaza, antes de salir de nuevo a caminar. El hospital fue fundado y mantenido por la familia Ulloa, cuyo blasón luce en la parte visible desde el Camino, tal vez como información a los peregrinos. Recuerdo que en el siglo, XIV, por ejemplo, un hospital tenía unas funciones diferentes a las que le damos hoy: daba albergue, suministraba comida, ofrecía lugar de reposo y, si acaso, procuraba la cura de los enfermos.
Junto al antiguo hospital hay un cabazo, un hórreo de mimbre propio de esta zona. También hay algunos más cabazos en la aldea, pero éste queda muy visible.
IGLESIA Y CABAZO
Y la iglesia. Pequeña, casi no queriendo llamar la atención, es uno de las hermosos ejemplares románicos que hay en el tramo gallego del Camino. Es un edificio pequeño, con una virgen en su tímpano a la que veneran unos ángeles y ábside semicircular con canecillos. Pero hay mucho mas en esto que acabo de decir. Dejar que me explique.
El interior, limpio y bien dispuesto, es un espacio de gran intimidad, muy acogedor. A la derecha resaltan unos magníficos frescos de época muy posterior a la iglesia, que recuerdan a otros centroeuropeos coetáneos. Su colorido y su composición es espectacular.
INTERIOR DE LA IGLESIA
También quiero hacer mención del tímpano de la fachada. Para mi criterio, la imagen de la virgen presenta la aparición de signos góticos. Y yo diría que la piedra en la que se esculpió es de un granito diferente al que se utilizó para construir la iglesia. Una piedra grande, de una sola pieza, pero también un granito diferente, no sé en qué característica apreciada por el escultor.
Quiero pensar que frescos interiores y tímpano de la iglesia tienen orígenes similares. Artesanos de camino a Compostela que se detuvieron un tiempo en Leboreiro, contribuyeron con su saber al esplendor de la iglesia y recibieron su pago por eso. Después siguieron su Camino pero dejando recuerdo de su paso.

TIMPANO DE LA IGLESIA
Me gusta mucho estar en Leboreiro y eso que no es poco lo que hay que arreglar allí. No se dispone de bar ni nada que se le parezca donde tomar un refresco. Ni una máquina expendedora de refrescos. Y como hay que hacer casi todo, tal vez se pueda hacer bien.
Pasada la placita configurada por la iglesia, el hospital y el cabazo, el Camino desciende por una sueve pendiente hasta llegar a un pequeño puente romano de un solo arco. Pero esa es otra historia. hemos dejado atrás Leboreiro y tenemos puestos los ojos en Compostela.

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXVII) LEYENDAS 2

LA VIRGEN DEL TÍMPANO DE LEBOREIRO

En este blog ya he comentado el rechazo que me producen las falsedades con visos de leyendas, sin otro fin que provocar un cierto fervor entre gentes normalmente incultas siempre dispuestas a creer todo cuanto le dijesen aquellos en quienes confiaban. Pero el fin no justifica los medios.

En España tenemos muchas imágenes de vírgenes con una leyenda similar. Las guardaron unos campesinos que huían de los moros, luego la imagen se apareció a algún pastor mediante algunos fenómenos atmosféricos desacostumbrados. El pastor se lo dijo a algún cura o fraile (de orden mendicante, la mayoría de la veces), que reconocieron la imagen y levantaron una ermita para su veneración. La afluencia de devotos fue en aumento de modo que, al poco tiempo, la ermita tuvo que transformarse en santuario.
TÍMPANO DE LA IGLESIA
Puesto que son diversos los extraños escondites donde aparecieron las imágenes, éstas reciben un nombre indicativo del detalle. Así, están la Virgen de la Encina, la del Pino, la del Henar, la de la Hiniesta, la del Subterráneo y un largo, larguísimo etcétera.
Claro que si analizamos algo las cosas, tal vez las leyendas se vengan abajo. Los campesinos que huían de los moros cuando invadieron la península, lo harían en el primer tercio del siglo VIII, que fue cuando llegaron los árabes. Las imágenes aparecidas posteriormente, y de modo milagroso, deberían estar esculpidas con el estilo que se utilizaba cuando fueron escondidas, el prerrománico. Creo que es lógico. No obstante, las vírgenes que aparecieron en los sitios mas dispares son góticas o, incluso, renacentistas. Si se me apura mucho, son casi del estilo artístico que se utilizaba en el momento de su descubrimiento. Tal vez sobren más comentarios.
CAMINO DEL PUENTE
En Leboreiro hay una leyenda con relación a la virgen que adorna el tímpano de su iglesia. Dice que, en su día, los lugareños vieron una luz bajo el puente. Cuando fueron a ver la causa de tal luminosidad, se encontraron con la imagen que, prestos, pusieron en el altar de su iglesia. La verdad es que no disponían de mejor sitio para ponerla. No obstante, la imagen volvió bajo el puente, o junto a él, y así fue ocurriendo en varias ocasiones, hasta que alguien supo interpretar lo que ocurría y pusieron a la virgen en el tímpano de la iglesia.
Nunca se volvió a mover desde que tuvo esa nueva situación, pues lo que quería era ver a los peregrinos que iban a Compostela…
Y allí sigue desde entonces.
Bueno, bien. Esa imagen adoptando el rol de mujer asomada al
BAJO ESTE PUENTE APARECIÓ LA IMAGEN
balcón viendo pasar a la gente, en este caso peregrinos, me recuerda las opiniones machistas acerca de la mujer haragana que, seguro, cuadraba muy poco con la mujer de Leboreiro, quien como gallega del interior, llevaría casi toda la casa adelante y sin quejarse de su suerte.
Por otra parte, tal vez vería mas lógico que la protagonista de la leyenda hubiese sido Sta. María Salomé, madre del Apóstol, queriendo ver a los peregrinos que iban a venerar a su hijo. Pero yo no tengo vela en este asunto de influir en cómo se hacen leyendas que, por otra parte, tienen poco de lógicas. Son eso, leyendas y, como mucho, bonitas.

martes, 17 de septiembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXV) SORPRESAS EN PONTEFURELOS

Antes de adentrarnos en Pontefurelos, acabamos de cruzar el extremo de una amplia meseta que hay en el centro de Galicia. Esta gran llanura rompe la idea que muchos tienen de Galicia, con sus verdes prados, umbríos valles y rumorosos ríos, todos empapados en lluvia o niebla. Todo eso hay, y en profusión, pero estas llanuras también son Galicia y si en ellos el sol parece quemar, no es ilusión, es que quema.
ROMANO O MEDIEVAL
Hemos pasado una de estas llanuras desde que abandonamos Leboreiro y ahora bajamos a un río, otro más y van mil. También rumoroso este río, como tiene que ser en estas tierras, el Furelos. Puesto que hay un puente romano que dio lugar a un pueblo, éste tiene sus casas a ambas márgenes del río y se llama Pontefurelos. Así de sencillo.
A unos centenares de metros antes de Melide, viniendo por carretera desde Lugo, el cartel anuncia que el pueblo está a 200 mts. El abandono en que se encuentra es tremendo a pesar de su proximidad a la carretera. Hay casas vacías con puertas que parecen caerse al primer empujón que reciban. El tendido eléctrico aéreo afea todo el conjunto. El puente está casi oculto por la vegetación. No obstante, la reactivación de las peregrinaciones puede representar, ojalá sea así, una revitalización de este lugar, paso obligado de los peregrinos que marchan a Compostela por el Camino Francés.
Decían del puente que era romano (ahora dicen que medieval). No
PUERTA FRENTE A LA IGLESIA
obstante, está tan restaurado que a mí me recuerda el dicho aquel: “este es el cuchillo de mi abuelo, mi padre le cambió el mango y yo le cambié la hoja”. Pero mejor que nadie discuta el origen histórico del puente ni el del cuchillo. Desde lo alto del puente hay un curioso paisaje de tejados desvencijados. Es parte de lo que hay que arreglar y nadie nos va a decir si son tejados romanos o no lo son, si bien por aquí ya hubo tejares datados en épocas suevas e, incluso, un pueblo próximo se llama Teixeiro.
Debido al retraso y abandono en que cayó este caserío, las casas tienen estructura antigua: escaleras exteriores, ventanas que hoy parecen extrañas y a veces una especie de zaguán donde confluyen la entrada a las viviendas y el horno. Hoy todo eso es una joya en cuanto a pasados modos de vivir, que convendría restaurar de modo apropiado.
FEALDAD POR CABLES
La única calle del poblado no es recta como en otros pueblos del Camino. Hace un recodo frente a la iglesia para torcer hacia Melide. Por eso falta esa perspectiva que podemos ver en Triacastela, en O Cebreiro o en Leboreiro. A cambio,  todo es más íntimo, por más cercano.
A Pontefurelos le tengo un cariño muy especial. Fue aquí donde por primera vez me saludaron con el saludo que se da al peregrino :”Buen Camino…” y aunque sólo sea por eso, este pueblo tiene para mí un especial significado. Estaba con unos familiares en el único bar que había y quien nos sirvió nos saludó de ese modo al despedirnos. Después lo escucharía múltiples veces y en diversos lugares, pero la vez primera fue allí, en un bar que, gracias a cierta prosperidad, hoy es mesón con dos mesas dispuestas en una incipiente terraza.
PEREGRINOS LOS HAY, CLARO
El edificio de la iglesia carece de interés artístico. Un retablo de purpurina y escayola con imágenes del mismo material, preside su única nave. Nada que valga mucho, pero, y siempre hay un pero, a la derecha del retablo mayor me encontré con la gran sorpresa. Ocurrió que tras mirar el retablo de caramelo, di la vuelta y, en la pared derecha, vi un crucificado que me evocó mil cosas en un instante, pues el Cristo tiene un brazo desenclavado, que cae perpendicular a lo largo del cuerpo.
Ese Cristo me evoca la infancia y múltiples detalles asociados a ella y a
EL CRISTO DE PONTEFURELOS
mis primeros estudios. Todo eso, como un agradable torbellino se agolpó en mi mente la primera vez que entré en la iglesia de Pontefurelos. Ahora me sigue emocionando el ver el Cristo, cada vez por un motivo diferente.
La última vez que pasé por Pontefurelos, agosto de 2013, pregunté a la guardiana de la iglesia y me dijo que la imagen del Cristo tiene unos setenta años y que para esculpirla, su autor se inspiró en una estampa. Para mí, todo esto que relato hizo que mi primera visita a Pontefurelos, hace años ya, me resulte inolvidable y nunca me importó la suciedad ni el olvido en que se encuentra el pueblo, pues todo eso se puede arreglar cuando hay ganas. No me importó, pero me duele, entendámonos.

DESDE EL PUENTE
Nota: las fotos que acompañan esta entrada han sido hechas el dia 11 de agosto de 2013. Indico la fecha para que se aprecie el grado de deterioro y olvido en que está el pueblo.


+ + +

LEYENDA DEL CRISTO DE LA VEGA

Es una leyenda toledana, recogida por José Zorrilla en su poema “A buen juez, mejor testigo”. Antes, en las escuelas era normal que los niños conociesen un extracto del poema.
Al ver al Cristo de Pontefurelos, recordé al Cristo de la Vega, a José Zorrilla, a su Buen Testigo para un Buen Juez. Allí, de modo inesperado,  me encontraba al Cristo después de haber testificado que si, que ante él, Diego Martínez había jurado a Inés de Vargas desposarla al volver de su paso por el ejército.
Diego e Inés. Dos enamorados pobres cuya penuria impulsaba al mozo a marchar a los tercios, la emigración de entonces, por ver de encontrar fortuna. Mientras, Inés, su moza, le esperaría el tiempo que hiciese falta confiada en su juramento ante el Cristo de la Vega.
Parece que las cosas le fueron bien a Diego, de modo que al volver no reconoció a Inés ni haberle hecho ningún tipo de juramento. Ella, quien a la espera del soldado había dejado pasar su mocedad, lo llevó a juicio. Pero no había testigo y cuando, ufano y arrogante, salía el perjuro de la sala, Inés clamó “¡Llamadle, tengo un testigo!”
Siempre me sorprendió la normalidad con la que el juez se constituye ante la imagen y le toma declaración, como si fuese una cosa al uso, rutinaria. “¿Jurais ser cierto que un día…?” Y de lo alto llegó el testimonio, “Sí, juro”. Tranquila respuesta, también como lo más normal del mundo, a la vez que el Cristo bajaba su brazo derecho.
Dice la leyenda que cada uno de los implicados ingresó en un convento. Yo no sé si a Diego lo querrían en alguno, un arrogante venido a más que, por haber ganado cuatro batallas, se creía con derecho a faltar a la palabra dada a una muchacha, que le esperó tiempo y tiempo.
Tampoco lo de Inés era para meterse a monja. Ella quería casarse. Amaba a Diego, incluso por encima de su perjurio, pero el despecho la llevó al convento. 
El despecho nunca ha sido buen consejero. A veces, las entradas en convento venían a ser como suicidios en vida. Creo que estos dos casos sirven de ejemplo.

viernes, 13 de septiembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXIV) LEYENDAS 1

DESPUÉS, TODO SE SABE


EL BOSQUE
Entre Sarria y Paradela, pasado ya Barbadelo, existe un tupido bosque de castaños centenarios, que los lugareños aconsejan no atravesar a partir del atardecer. El castañal, vaya uno a saber la causa, es visto con recelo, de modo que si es preciso adentrarse en él, todos quieren salir pronto de su cobijo. Eso, entre los naturales de la zona, pues los peregrinos no saben nada y sólo ven la umbría acogedora del lugar y se adentran en él como en una romería inesperada dentro de su fatigoso caminar. Tal vez piensan haber llegado a un nuevo remanso de ese largo río que es el Camino, que nos transporta y nos deposita en algún lugar de sus orillas, pero sintiéndonos siempre en casa.

Aunque se sabe de muchos casos ocurridos allí y comentados en voz baja, pues “luego, todo se sabe”, yo sólo conozco uno con certeza y lo voy a relatar ahora, sin temor a lo que pueda ocurrir. El protagonista es un joven alemán, de nombre Ludwig, que hizo el Camino en verano de 2012. Lo hizo en solitario, si bien se veía por las noches con amigos en albergues concretados cada mañana. El día era para sus soledades y sus reflexiones, pues por lo visto debía arreglar muchas cosas propias de su vida.
Al entrar en Galicia no se sintió solo, más bien notó como una compañía
AQUEL ATARDECER
inefable, pero que sentía a su lado sin lugar a dudas. Desde entonces, los días, las caminatas o los descansos ya no volvieron a ser en soledad. De un modo inexplicable, Ludwig se sentía acompañado sin que eso le causase mayor zozobra. Más bien era una compañía agradable la que sentía.
Adentrándose en Galicia, Ludwig llegó a Sarria, visitó Barbadelo y, Camino adelante, se enfiló hacia Paradela al caer la tarde. En aquella ocasión el atardecer era especialmente hermoso después de un soleado día otoñal. Al poco comenzó a subir la niebla y hubo un momento en que se hizo dificultoso avanzar por el Camino. Nuestro peregrino lamentó no haber quedado a pernoctar en el priorato de Barbadelo, pero ya no era oportuno emprender la marcha atrás.
ERMITA DE RUDESINDUS
En esto, comenzó a escuchar el sonido de una campana que, cual faro sonoro, le guió hasta una ermita perdida, de la que no tenía datos en ninguno de sus libros. Al llegar, un fraile joven le atendió cordialmente casi como si le estuviese aguardando. Dijo llamarse Rudesindus y charlaron hasta bien entrada la madrugada. Entre ellos pronto nació una estrecha sintonía que hizo que las confidencias fluyesen tranquilamente de uno a otro. Los consejos más íntimos y los recuerdos mas guardados, todo apareció en aquella tranquila noche de niebla. Los problemas del peregrino pronto quedaron al descubierto y, si bien ninguno de ellos fue resuelto, Rudesindus la ayudó a verlos desde otra perspectiva más real y a la medida de sus posibilidades personales. 
También Ludwig comentó la sensación de compañía que sentía desde tiempo atrás, pero a eso Rudesindus sólo sonrió y guardó silencio. Casi al amanecer salieron a dar un paseo por el monte. La niebla ya se había disipado y en el cielo las estrellas auguraban el pronto amanecer de un hermoso día. Durmieron junto a una acogedora chimenea que lanzaba una luz ya mortecina y un calor como de hogar.
Al despertarse, Ludwig lo hizo sobre un lecho de musgo. De la ermita, de Rudesindus y de la chimenea no quedaba nada, absolutamente nada. También había desaparecido aquella sensación de compañía que tenía desde hacía bastantes días. Sólo le rodeaba el silencio, ese profundo silencio del bosque gallego en otoño, que inundaba todo el entorno.
RUDESINDUS EN VILAR DE DONAS
Ludwig retornó al Camino y, si bien preguntó y preguntó, nadie quiso explicarle nada de lo que decía haber vivido, si bien todos sonreían con cierto aire socarrón al escucharle. Fue en la iglesia de Vilar de Donas donde tuvo un profundo sobresalto, pues en una lápida sepulcral de la iglesia, estaba tallada perfectamente la imagen de Rudesindus, un monje guerrero del siglo XIV, cuya función principal era la de defender y orientar a los peregrinos.
Cuando relató su experiencia a los responsables del templo, éstos no quisieron decirle nada al respecto, pues como ellos mismos dijeron a modo de disculpa, “después, todo se sabe”.

viernes, 6 de septiembre de 2013

PIEDRAS RECICLADAS

En este artículo, entiendo por piedras recicladas a aquellas que, habiendo sido utilizadas en anteriores estructuras, vuelven a serlo, teniendo en cuenta más o menos su antigua función y ubicación.
El origen de las piedras recicladas suele ser un cataclismo político, religioso o cultural. En cualquier caso, los elementos ornamentales y estructurales anteriores ya no significan nada y, por tanto, pueden ser reutilizados como plazca a quien sea su nuevo propietario.

En algunas ocasiones, las piedras reutilizadas tienen su origen en obras de
IGLESIA DE FERREIRA DE PALLARES. PORCHE
mejora, como las columnas que sostienen el porche de la iglesia de Ferreira de Pallares, cada una de su forma tanto en su basa, en su fuste y en su capitel, indicando diferentes situaciones y utilizaciones anteriores.
En Santiago, a veces con ocasión de obras de acondicionamiento de edificios situados en la zona monumental, no es raro que aparezcan piezas de gran valor, como algunas procedentes del coro pétreo del Maestro Mateo. Esas piezas están hoy en el museo de la catedral compostelana.
En otras ocasiones, un estilo arquitectónico nuevo deshizo lo antiguo, vaya uno a saber la causa, y los componentes de antiguas estructuras son
CIMENTACION DE S. MARTIN PINARIO
dedicados a construir las nuevas sin mayores contemplaciones estéticas. Es el caso de los cimientos vistos del Monasterio de S. Martín Pinario en Compostela, donde vemos componentes de arcos góticos cimentando el edificio barroco. No faltará quien recurra a la sencilla metáfora de que lo antiguo sostiene a lo nuevo, pero yo prefiero la convivencia de estilos sin que haya que destruir para volver a crear.
Uno de los hechos que más piedras talladas pusieron en el mercadeo del reciclaje fue la desamortización de Mendizábal, en pleno siglo XIX.
Muchas casas y edificios públicos de Melide y Arzúa tienen su origen en la compra de elementos procedentes del Monasterio de Sobrado dos Monxes, así como la fuente que hay en Melide, en el cruce de carreteras en la plaza principal. 
Creo que la columna del cruceiro de Leboreiro también tiene su 
CRUCEIRO DE LEBOREIRO
origen en Sobrado dos Monxes, pues en una localidad tan pobre, resulta llamativa una columna lujosamente estriada. Además, en la aldea le debieron conceder gran valor, pues está partida y remendada  con una grapa.
En Oseira también hubo expolio con posterior reciclaje de piedras. Entre otros vestigios, hoy es posible ver el escudo del Monasterio, con fecha de ejecución de 1677, en el dintel de la puerta de un bar que, por eso mismo, se llama “El escudo”. Este bar está junto al mismo Monasterio.
Lo más llamativo de reciclaje de Oseira son las fuentes monumentales que adornan algunas calles de Ourense, procedentes de los claustros monacales.
ESCUDO DE OSEIRA EN LA
PUERTA DE UN BAR
En Compostela, uno de los más castigados fue el Monasterio de San Pedro. De él no ha quedado más que su nombre en una calle, una iglesia parroquial, el empedrado de muchas calles y plazas y alguna piedra que otra en fachadas próximas al lugar de emplazamiento del monasterio. Luego, tal vez con obras de remodelación, han ido aflorando componente artísticos que hasta entonces estuvieron ocultos en las paredes de las casas, como en las historias medievales de emparedados en vida. Esos elementos han quedado a la vista para recreo de propios y extraños que los sepamos encontrar y comentar entre los amigos, como hago ahora. Opino que corresponden a dos lápidas sepulcrales, una tal vez de un obispo o un abad y la otra de una mujer.

RÚA DAS RODAS, 27 - COMPOSTELA

RÚA DE SAN PEDRO, 101 - COMPOSTELA 

Este tema, el de las piedras recicladas, siempre está aportando nuevos datos.


domingo, 1 de septiembre de 2013

¿DE DÓNDE PROVIENEN LOS PATOS?

En mi artículo anterior (Banquetes pétreos, 31/ agosto/ 2013),

comentaba que los monjes daban por cierto que los patos tenían origen vegetal. Si bien tal creencia frailuna les permitía comer pato en los días de abstinencia de carne, tampoco les atribuyo mala intención a los aprovechados frailes. Les hubiese bastado estudiar el ciclo biológico del pato para comprobar su error, pero este error les convenía.
Las cosas en ciencia no eran como las vemos hoy. En la época del esplendor monacal, siglo XIII por ejemplo, no se tenían muy claros los límites entre los estados de la materia. Y si el paso de líquido a gas era reversible, bastaba con la acción del calor, el paso de vivo a inerte, también debía de ser reversible. Por eso se creía en las resurrecciones sin ningún tipo de duda.
SE PODRIA PENSAR EN UN
ORIGEN VEGETAL
También se creía en la generación espontánea y, hasta hace dos siglos, eran normales las diferentes fórmulas par obtener ratones, moscas u otros animales.
Según el saber de entonces, todos los seres vivos estábamos compuestos por diferentes proporciones de los cuatro elementos básicos: agua, aire, tierra y fuego. Después de la muerte, la descomposición comenzaba con la pérdida del fuego (los cuerpos se enfrían), luego sucedían las pérdidas del agua y del aire, permaneciendo sólo la tierra, el polvo final.
CORAZONES ABRASADOS
DE AMOR
Para la ciencia de entonces uno de los grandes enigmas era determinar el lugar en que, en nuestros organismos, se originaba y residía el fuego causante de nuestro calor interno. Se llegó a la conclusión de que el origen debía estar en el corazón y la sangre sería la encargada de distribuir su calor por todo el cuerpo. Esta idea aún permanece en nuestra habla cotidiana: “me hierve la sangre”, “me arde el corazón” y otras expresiones similares son utilizadas sin que por eso se tilde de ignorante a quien tales cosas dice. También la imaginería religiosa muestra corazones ardiendo.
Todo estaba explicado de modo muy simple, pero coherente con los
PASTEUR
conocimientos de la época. La ciencia intenta hacer eso, explicar el entorno a partir de los conocimientos de que dispone.
Aristóteles fue el primero en decir que del fango pueden surgir gusanos, de la carne putrefacta, moscas y ratones de queso y carne curada. Durante siglos, nadie discutió ni puso en duda su afirmación.
REDI
En los siglos XVII, XVIII y XIX, tres experimentadores rigurosos y con ingenio, (Redi, Spallanzani y Pasteur) demostraron sin género de dudas que no existe generación espontánea. Por tanto, todo ser vivo nace de otro ser vivo, (omnis vivo ex vivo), como indica el aforismo latino nacido a partir de aquellos experimentos. Como corolario, tenemos que “La vida no se crea, simplemente se transmite”. La vida se generó una sola vez y se transmite de una generación a la siguiente a través de gametos vivos.
Hoy sabemos que cualquier ser vivo de la especie que sea, tendrá 

descendencia similar a él que, por supuesto, será de su misma especie. Pero estos logros científicos han sido consecuencia de muchos siglos de estudio y, también de lucha por erradicar falsos conocimientos sólidamente asentados en las mentes de los hombres de ciencia de entonces.

La biología de hoy tiene sus retos, después de haber resuelto los del pasado. Ya sabemos que no somos compuestos determinados por proporciones concretas de los (supuestos) cuatro elementos fundamentales, ni que tenemos un órgano productor de fuego en nuestro interior para calentar nuestro organismo, por más que sigamos hablando de nuestro "ardiente afán" o de que se nos "hiela la sangre". Tampoco creemos en las fases de la descomposición de los cuerpos, aunque ante una adversidad inesperada sigamos diciendo que nos dejó "hecho polvo". Los interrogantes actuales en biología son múltiples y están planteados, creo que de modo riguroso, en diferentes y diversos frentes del saber.
También sabemos que nunca un nenúfar originará un pato, por mucho que las apariencias, o el interés inmediato, nos induzcan a pensarlo. 
Ya nadie cree eso, las preocupaciones van por otros derroteros.