lunes, 29 de febrero de 2016

Extraterrestres

Las ideas son recurrentes, algunas de ellas nunca dejan de andar por medio, como un ruido de fondo. Raro es el momento en que, con ocasión de hablar de seres vivos en algún encuentro cultural, no me pregunta alguien acerca de la posibilidad de existencia de tales seres en otros lugares del universo. La pregunta no es de índole científica, pues se ajusta más a los sentimientos que a las razones científicas. Hoy por hoy, no podemos buscarle respuesta desde la ciencia, pues no disponemos de medios para hacerlo.

Hablo de ciencia basada en métodos experimentales, claro. Otra cosa es hablar de que se han mandado sondas al espacio y no se han obtenido respuestas. O sí, pero son alto secreto. También, de vez en cuando nos hablan de ovnis por los cielos, incluso incluyendo fotos. No sé qué decir, pero soy escéptico ante eso. Siempre que veo la figura de un supuesto ser vivo habitante en algún lugar del espacio, fuera de nuestro planeta, lo encuentro con una morfología similar a la nuestra: cuerpo dividido en cabeza, tronco y extremidades, siendo la cabeza el lugar en que aparecen los órganos externos de los sentidos. En verdad, lo considero un producto de ciencia ficción para película candidata a taquillera, incluso a Oscar.


Tal vez, para muchos sea difícil imaginar el larguísimo camino evolutivo que conduce a una situación morfológica y estructural como la nuestra actual, partiendo de prototipos primitivos que también fueron los iniciales para otros grupos animales, como pueden ser babosas o arañas, por citar algunos que se me ocurren. 

La historia de los seres vivos, en su conjunto, ha sido un camino tan enrevesado, con múltiples mutaciones aleatorias, ocurridas en una secuencia concreta, seleccionadas en su mayor parte por ambientes cambiantes, ocurridos en un orden también concreto, que sinceramente considero irrepetible. Es posible que secuencias diferentes de mutaciones o ambientes, hubiesen conducido a resultados también diferentes. Creo que tales secuencias, por complejas, son irrepetibles.


Por eso no creo que, en caso de haber seres vivos en otros planetas, sean similares a nosotros. Cuando digo “a nosotros” quiero decir eso, similares a los humanos. A los creadores de historias de ficción no les preocupa cómo serían las ratas, por ejemplo, de esos otros mundos. Solo se preocupan de humanos, pues a nosotros, también humanos, es a quienes van dirigidas sus historias.

Nunca he rechazado la idea de que existan otros seres vivos en otros lugares del universo. Pero, vamos a ver, ¿a qué llamamos “ser vivo”? Porque conviene aclarar eso para no meternos en situaciones equívocas. Un ser vivo posee unas características concretas que lo diferencian de un ser inanimado, por ejemplo, una roca. ¿Qué características son esas? Un ser vivo está sujeto a unos procesos que comentaré con detalle en próximas entradas: nace, crece, se reproduce y muere. Pero qué tiene, ¿qué hace un ser vivo para poseer esa peculiaridad, que puede compartir con otros seres, también vivos?

Ha de tener información propia acerca de su estructura y funcionalidad. Y esa información debe de estar cifrada de algún modo en moléculas que se transmiten a lo largo de las generaciones, después de una minuciosa replicación. En los seres vivos de este planeta, la molécula de la que hablo es el ADN, (en algunos virus es ARN), y aunque su modo de replicación es muy estricto, existe la posibilidad de que ocurran pequeños errores hereditarios, que conocemos con el nombre de mutaciones. 


Los seres vivos han de ser capaces de reproducirse, es decir originar seres iguales a ellos. Lo han de hacer sin necesidad de ayudas externas, como algo propio que realizan de por sí. Esta función garantiza la permanencia del grupo. En caso de no poderse realizar, se produce una extinción.

Pero, además, cada grupo de seres vivos posee una historia evolutiva concreta que les hace singulares en su propia historia. Las actividades biológicas son complejas y muchas veces vienen orientadas por un indeterminismo total. Las mutaciones, base de la variabilidad, son indeterminadas, lo mismo que los cambios ambientales, en los que se basa gran parte de la selección natural.

Toda esa serie de sucesos mutacionales y ambientales, ocurridos a lo largo del tiempo, hace que en, en este aspecto, esta rama de la Biología  (la Biología Evolutiva), pueda ser considerada como una ciencia histórica, con los mismos métodos investigadores que la Historiay los mismos mecanismos de comprobación de hipótesis.

Pero no nos sustraemos a lo que nos indica nuestro subconsciente. Nos creemos el centro del mundo y pensamos en que un “ser vivo de otro mundo” es similar a un humano, nunca a un musgo, por ejemplo. Y si los extraterrestres hablan, lo hacen en nuestra lengua madre, con nuestra gramática y nuestro vocabulario, nunca se nos ocurre que puedan hacerlo de otro modo, a pesar de que conocemos la existencia de muchas formas, todas válidas para sus usuarios.



A veces he pensado que al hablar de extraterrestres, fijamos en tiempos actuales las pautas de invasiones históricas, y pensamos que si nos llegan a invadir, lo harán con los criterios que se utilizaron en invasiones pasadas que hemos estudiado. Por eso, según ese imaginario, serán crueles, querrán arrebatarnos nuestras riquezas, se llevarán a la gente joven esclavizada. En suma, aprovecharán todo lo bueno que tengamos y nos dejarán sumidos en la miseria. Tal vez estamos dando un reflejo de lo que consideramos que fueron las anteriores invasiones. Las que, en suma, han dejado el mundo tal como es en la actualidad, del que somos beneficiarios.



Espero que los seres vivos extraterrestres, en los que creo, se comporten de otro modo al nuestro. Estoy convencido de que son diferentes a nosotros, pero que cumplen los requisitos de poseer un tipo de "actividad vital" propio, el suyo. 

Las demás suposiciones que tengo sobre este tema, pasan al campo de mis sueños.



miércoles, 24 de febrero de 2016

¿Por qué evolución?

Podríamos preguntarnos para qué hay evolución, pero sería una pregunta falaz. Supondría una finalidad en el proceso evolutivo, finalidad que no existe. (Sería como preguntarnos para qué llueve). Podríamos, eso sí, preguntarnos la causa de que los organismos evolucionen. Yo contestaría que esa causa tendría componentes intrínsecos y extrínsecos.


PREDADOR - PRESA
SELECCION INTERESPECÍFICA

Los componentes extrínsecos serían los ambientales, los que conforman la selección natural. Pero no sólo serían los factores climáticos, también la disponibilidad de recursos, la presencia de predadores y, atención a esto, los otros individuos de la misma especie. Pues hay selección interespecífica, debida a la acción de individuos de diferentes especies, y selección intraespecífica, debida a individuos de la misma especie, que es la más dura. Ejemplo de interespecífica serían las relaciones predador-presa. Ejemplo de selección intraespecífica sería las competiciones entre machos jóvenes para aparearse con hembras o conseguir el liderazgo de una manada. Todos estos factores, actuando de un modo más o menos conjunto, son componentes de la selección natural.


LUCHA ANTES DEL APAREAMIENTO
SELECCIÓN INTRAESPECIFICA

Pero también debemos considerar los factores intrínsecos de la selección natural. Todos los extrínsecos seleccionan a los individuos mejor adaptados. Para que haya selección natural, es preciso que exista algo que se pueda seleccionar, y éste es el componente intrínseco de dicha selección, la variabilidad. ¿Qué quiere decir esto? Que es preciso que en las poblaciones exista lo que llamamos variabilidad, que no todos sus componentes sean exactamente iguales, que haya individuos que sean capaces de realizar funciones vitales con mayor eficacia que otros de su misma población. Si estas diferencias son debidas a caracteres hereditarios, decimos que actúa la selección.

Todo esto, creo, ya lo vengo diciendo en entradas anteriores, pero podríamos preguntarnos dos cosas, por qué y para qué se produce la evolución. Insisto de nuevo en la falacia de la segunda pregunta. En cuanto a la primera, es fácil contestar. La evolución es un proceso natural que ocurre cuando se dan ciertos factores. Una población evoluciona cuando sus condiciones ambientales presentan algún tipo de adversidad hacia sus componentes, que reaccionan de modo diferencial ante ella. Esas condiciones pueden ser de muy diversa índole y actúa sobre caracteres variables de los individuos. Caracteres que necesariamente han de ser hereditarios si ha de haber evolución. 

VARIABILIDAD EN HUMANOS
Con relación a un rasgo hereditario, una población puede ser homogénea o bien presentar algún tipo de variabilidad. La selección sólo actúa cuando hay variabilidad. Es en ese caso cuando es posible que haya respuestas diferentes ante acciones ambientales adversas. Si no hay variabilidad, habrá homogeneidad, es lógico. Pero la población será vulnerable ante cualquier cambio, dándose el caso de poderse producir una extinción si el cambio no es asumible por los componentes de la población. Cuando hay variabilidad para ese mismo carácter, la población está más protegida ante posibles cambios. Supongamos, es un decir, una población cuyos componentes sólo pueden vivir a 18ºC. debido a un carácter hereditario. Supongamos otra población que, gracias a variabilidad en ese mismo carácter hereditario, puede vivir en un rango de temperatura comprendido entre 16,5ºC. y 20ºC. Está claro qué población tiene mayores posibilidades de sobrevivir ante cambios ambientales. Las modificaciones hereditarias que ocurran en esa población que se acomoda a los cambios ambientales, pueden ir conformando un cambio evolutivo en ella.

VARIABILIDAD HEREDITARIA EN MAIZ

En evolución no hay nada previsto, todo es a ciegas. De haber algo previsto, no habrían ocurrido extinciones de grupos que gozaron de amplia diversificación y distribución geográfica. Se puede pensar en dinosaurios por ser un grupo conocido debido al cine, pero hay muchos más tanto en el reino animal como en el vegetal. Una extinción debido a la falta de la variabilidad genética necesaria para poderse acomodar ante algún cambio ambiental, puede ser considerada como un fracaso evolutivo.

Realmente, ¿es posible considerar la extinción como un fracaso? Hablaré de extinciones, pero tal como la entendemos, sí la considero un fracaso. El hecho de que las poblaciones que conforman una especie sean incapaces de sobrevivir a un cambio ambiental, que no dispongan de estrategia genética para enfrentarlo, lo considero un fracaso.

VARIABILIDAD HEREDITARIA
EN CARACOLES DE TIERRA

Entonces, los no extinguidos, ¿somos grupos con éxito evolutivo? Qué duda cabe. Formamos parte de grupos que, desde que se originó la vida, hace más de 3.500 millones de años, han superado todos los obstáculos planteados por la selección natural y seguimos viviendo. Hemos cambiado de morfología, de hábitat, de costumbres, de muchas cosas, pero pertenecemos a grupos que siguen vivos y, por tanto, que reiteradamente han tenido éxito ante la selección natural.

No faltará quien piense que nosotros estamos más evolucionados que una lombriz y los dos, más que un musgo. Es un error.¿Por qué? Veamos unas cosas. Tenemos la misma edad como grupos biológicos, (llamados taxones). Compartimos edad desde el momento de la formación del ADN y su metabolismo, así como la aparición y consolidación de una síntesis adecuada de proteínas. Los mecanismos de captación de energía significó un inicio de diversificación. Desde entonces, seguimos diversificándonos en todos los sentidos: colonización de nuevos hábitats, aparición de nuevos taxones, etc. Todos con la misma historia evolutiva inicial y diferentes especializaciones posteriores.

TAN EVOLUCIONADOS COMO NOSOTROS CON SU
PECULIAR HISTORIA EVOLUTIVA
Los tres seres vivos que he mencionado, (hombre, lombriz y musgo), realizamos las mismas funciones específicas: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. En cada uno de los grupos, estos procesos se llevan a cabo de acuerdo con las estructuras biológicas de cada uno. Pero en seres superiores, mamíferos por ejemplo, existen diversos órganos encargados de regular funciones concretas. Los animales superiores, mamíferos y aves, poseemos una estructura corporal más diversificada, pero no por eso estamos más evolucionados que otros animales, a los que algunos llaman inferiores. (Un derroche de humildad por nuestra parte, claro).

viernes, 19 de febrero de 2016

Pulpo de río (Octopus potamodromus)

No deja de extrañar que los mejores lugares gallegos para degustar uno de nuestros platos emblemáticos, el pulpo, sean lugares de interior, cuando lo lógico sería que fuesen costeros. Melide, O Carballiño y Lugo son de los mejores lugares cuando se quiere tomar un buen pulpo. Y, repito, lo normal sería que el mejor pulpo se tomase donde se pesca.


PULPO Á FEIRA (PULPO ESTILO FEIRA)
¿Si? Si, pero con matices. Lo primero que conviene aclarar es que es en Lugo, Melide y O Carballiño donde se pescan esos pulpos que dan les fama. Pocos saben que no es el pulpo normal el que se sirve en las buenas mesas gallegas, sino el pulpo de río, el Octopus potamodromus, llamado así por el zoólogo D. Rafael Alvarado. Octopus, por pertenecer a ese género y ser, por tanto, un pulpo. Lo de potamodromusquiere decir “que anda por agua dulce”.

Vamos a ver algo de su biología. Como cualquier otro pulpo, el de río vive en el mar, pero las hembras, en el momento de la madurez sexual, remontan los ríos corriente arriba para realizar en sus fuentes el cortejo, la fecundación y la puesta.
TÍPICO EJEMPLAR DE PULPO DE RÍO

Remontar las corrientes fortalece sus carnes, como a otros seres fluviales con costumbres similares, como la trucha o el salmón. Se distinguen los de piscifactoría y los de río precisamente por eso, pues el haber tenido que realizar esfuerzos se traduce en su textura.

Los pulpos, hembras y machos, llegan a las fuentes y allí permanecen hasta que se realiza la única puesta que hace cada hembra. Una vez realizada, cosa que requiere trabajos musculares en las hembras, retoman el camino al mar. Los esfuerzos realizados confieren a la carne del pulpo una blandura especial, nada gelatinosa, que hace que resulte especialmente agradable a nuestro paladar, lejos de otras formas más correosas.

CASETAS EN EL MIÑO PARA PESCAR PULPOS
Y ANGUILAS - PORTOMARÍN
Cuando regresan al mar, es cuando los pescadores acechan para capturarlos. Para hacerlo, se sitúan en casetas colocadas en medio del río, a las que confluyen aguas dirigidas por muretes hechos con tal fin.

No faltaron quienes atacaron en su momento este tipo de actuación, pues los pescadores no se andan con contemplaciones a la hora de recoger los pulpos que pasan por allí. Hay quienes dicen que la verdad es que muy pocos, si acaso algunos, consiguen volver al mar. No obstante, este tipo de captura no representa ninguna agresión para el mantenimiento de la especie, pues no olvidemos que cuando son cazadas, las hembras ya han realizado la puesta, es decir, ya han contribuido a la formación de la siguiente generación. Cosa diferente sería capturarlas cuando aún no han depositado los huevos. En ese caso, se atentaría contra la supervivencia de la especie y, además, la carne del pulpo estaría dura. Por estos dos importantes detalles, se procura dar vía libre a las hembras que suben hacia las fuentes.

POR SU POSICIÓN, VEMOS QUE SU DIRECCIÓN
ES HACIA  LA IZQUIERDA

Los pescadores saben muy bien cómo detectar qué ejemplares van a realizar la puesta, y que, por tanto, hay que respetar, y cuáles están de vuelta, que son los que se pueden pescar. Para un pescador avezado en sencillo distinguirlos. El cuerpo del pulpo se divide en cabeza y brazos, siendo éstos los órganos impulsores del movimiento. Es decir, los brazos empujan a la cabeza para avanzar. Si al pasar por las casetas de pesca, la cabeza está orientada río arriba, es que el ejemplar va hacia el nacimiento y hay que respetarlo en su trayectoria. Su actividad, ya se ha dicho, es totalmente biológica y está orientada al mantenimiento de la especie.

Pero si la cabeza está orientada hacia el mar, es que está de vuelta. Ese pulpo ya ha realizado sus funciones reproductoras, tiene las carnes blandas y, seguro, contribuirá a mantener la buena fama del pulpo de esas localidades de tierra adentro.



BUEN PROVECHO



AVISO IMPORTANTE

El contenido de esta entrada es pura fantasía. Se me ocurrió con motivo de una fiesta entre biólogos y, después, la expuse en diversas ocasiones, siempre con total seriedad, aunque advirtiendo siempre del engaño. Aunque parezca raro, el saberlo causó cierta decepción entre los oyentes.
Puesto que muchos la creen, me reafirma en la idea de que nos cuentan muchas mentiras suponiendo que creeremos lo que se nos diga, teniendo como aval el supuesto prestigio de quien nos miente. Yo, al menos, advierto de la farsa y, por tanto, espero haber proporcionado un rato de distracción a mis amigos, sin generar enfados por tal causa.

miércoles, 17 de febrero de 2016

Escribe El Baile de Norte

El Baile de Norte, en sus tiempos de estudiante de Biología, ha realizado labores de voluntariado. Como tal, trabajó de acompañante de jóvenes con síndrome de Down. Hace días, leyó en mi blog la entrada que titulé “Asombrado, emocionado” y se puso en contacto conmigo a través de los comentarios que siguen a cada entrada. Como consecuencia de aquello, me envía este escrito que incluyo, emocionado de nuevo, en mi blog.





Una vida tras una sonrisa

El Baile de Norte

A pesar de los años transcurridos, cada vez que pasaba por delante del Antiguo Hospital de San Roque, Norte experimentaba una pequeña avalancha de recuerdos que provocaba que en su rostro se dibujara un gesto apenas perceptible y que solo su reducido grupo de amigos podría comprender. Se trataba de una expresión amable, de sosiego y de tranquilidad que era la manifestación de un sentimiento de gratitud. Un sentimiento que se renovó a medida que, esporádicamente, los avatares laborales le llevaron a entrar de nuevo a un reformado edificio que ahora acoge diferentes entidades públicas.


Podía recordar con toda nitidez su primer día, su primera tarde de sábado de todo un curso escolar destinado a compartirlo con un grupo de chicos y chicas con síndrome de Down. Todavía hoy en día no podría explicar como aquel compañero de residencia universitaria que se lo propuso, pudo convencerlo. Quizás su determinación, quizás porque nadie mejor que él, con un hermano que padecía ese síndrome, supo explicárselo. Así que, el Norte de apenas 19 años, aspiró profundamente y no sin cierto sentimiento de congoja y de responsabilidad subió los desgastados escalones que conducían al interior del hermoso claustro. Dentro, un pequeño grupo de muchachos de edad indeterminada para sus ojos inexpertos, se divertía jugando con una pelota.

De pronto, unas sonrisas desinhibidas e ingenuas, exentas de cualquier resto de malicia, desmoronaron la falsa seguridad que el atrevimiento y la osadía de la juventud proporcionaban a Norte; hasta tal punto que el pánico le invadió y, por unos instantes, pensó en salir corriendo sin volver la vista atrás
.
- ¡Hola!, tú debes ser Norte, ¿no? Fernando nos dijo que vendrías  –le saludó una de las monitoras que jugaba con ellos y que, posiblemente sin quererlo, logró contener su deseo irrefrenable de  huir.

Y en unos segundos, los más atrevidos, lo rodearon con curiosidad; y al cabo de unos minutos Norte recogía el balón entre el alborozo de los miembros de su improvisado equipo; y la tarde transcurrió casi sin darse cuenta. Después, los sábados fueron sucediéndose y la responsabilidad se transformó en un sincero compromiso amalgamado por la luz que irradiaban los rostros de aquellos muchachos.

Ahora, cuando Norte organiza una sesuda conferencia en el auditorio construido en lo que un día fue la antigua sala de juegos anexa al claustro del Antiguo Hospital de San Roque, no puede evitar recordar las tardes que compartió con un grupo de chicos y chicas con síndrome de Down. Y en su rostro se dibuja un gesto apenas perceptible, una expresión amable, de sosiego y de tranquilidad que es la manifestación de un sentimiento de gratitud hacia unas personas con una espontánea, sincera y hermosa sonrisa.


domingo, 14 de febrero de 2016

Una de refranes

Siempre me han gustado los refranes por la cantidad de saber que encierran, un saber extraído muchas veces de relacionar de modo inteligente causas y efectos. Hay refranes acerca de costumbres, de relaciones familiares, de agricultura y también los que ayudan a predecir un tiempo más o menos inmediato.

Nuestros refranes vienen del mundo romano. Aún hoy, en diferentes lenguas románicas existen refranes, todos ellos procedentes del latín, con significados similares. Por ejemplo, nosotros decimos “poco a poco, la vieja hila el copo” y “las paredes oyen”, y los franceses “pequeño a pequeño, el pájaro hace su nido” y “las paredes hablan”. El sentido es el mismo.

En nuestra literatura, no es raro el personaje secundario socarrón, lleno de sabiduría popular, amante de refranes, que va diciendo oportunamente, por ejemplo, Sancho Panza.
Al contrario que la Farmacología ha sabido transformar en conocimiento científico las cualidades medicinales atribuidas a las plantas, no ha ocurrido así con la Climatología y los refranes referidos a ella, al menos hasta donde yo sé. Claro que “cielo empedrado, suelo mojado” es de comprensión sencilla, pues los frentes lluviosos vienen precedidos por nubes, altas y según vemos, pequeñas y muy juntas. Por otra parte, “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo” lo comprendemos sabiendo que el grajo es un ave insectívora, que caza sus presas al vuelo y a bajas temperaturas son los insectos los que vuelan a ras del suelo. “Año de nieves, año de bienes”, nos promete la presencia de agua en verano, debida al deshielo.


Hay un refrán que me gusta mucho, “Hombre refranero, hombre majadero” y es el objeto de este escrito. Lo voy a comentar con algo de detalle, pues siempre me ha dado qué pensar. Cuando yo digo algún refrán, nunca falta alguna persona que me recuerde éste, siempre con afán de molestarme. Suelo contestarle, con mi mejor sonrisa, que sí, que “hombre refranero, hombre de majada”, como bien sabe quien me ha hecho el comentario. Por supuesto, no lo sabe, pues para él, o ella, lo de majadero sólo quiere decir imbécil o similar.


Lamentablemente, en nuestra lengua los términos relativos a oficios agrícolas pueden terminar siendo despectivos. Por ejemplo, las últimas ediciones del diccionario de la RAE atribuyen a “rústico” una serie de acepciones relativas al campo y su ambiente, pero en ediciones anteriores también incluía “rudo, tosco, grosero”. Tras reiteradas quejas, se retiró esta acepción. En “Fortunata y Jacinta”, Galdós utiliza el adjetivo “hortera” para calificar al hacendado que no vive en la ciudad, sino en el campo, en sus huertas. Vemos que el significado de esta palabra ha cambiado en muy poco tiempo, adquiriendo un tono peyorativo.


Algo así pudo ocurrir con la palabra “Majadero”. Ya Quevedo la utiliza como menosprecio. Creo que deriva de “majada”, relativo a los pastores trashumantes que pasaban las noches durmiendo a la intemperie, en las majadas, y por eso majaderos. Para ellos era útil y necesario el poder saber el tiempo que haría en un futuro inmediato. Aquellos majaderos supieron relacionar muy bien las causas con los efectos y encerraron su saber en dichos cortos, generando unos conocimientos propios del oficio. Diré, con el refrán, que “cada maestrillo, tiene su librillo”.
Pero esta capacidad de aprender de la naturaleza, de comparar diversas causas con sus respectivas consecuencias, tal vez no siempre fue entendida y apreciada por los habitantes de las ciudades. En vez de querer aprender de ellos, se les menospreció. Más sencillo.

Siglos más tarde, Antonio Machado se quejaría de una manía muy nuestra de despreciar los que ignoramos.

martes, 9 de febrero de 2016

Asombrado, emocionado...

A veces siento como que me faltan palabras para comentar lo que quiero con la dimensión deseada. Transmitir, por ejemplo, la cantidad de asombro, la dimensión de una emoción o la profundidad de una gratitud.

Si hace días paseaba por el claustro del Museo Provincial de Lugo, donde disfrutaba de la sensación de estar en otro mundo, en estos días pasados he visitado en Lugo la sede de ASPNAIS, donde he vuelto a vivir ese sentimiento. ¿Que qué es ASPNAIS? Sus siglas nos hablan de una “Asociación de padres o tutores de personas con discapacidad intelectual de Lugo”. Una asociación con raigambre lucense que, aunque cuenta con el medio siglo largo de edad, nunca se me había brindado la posibilidad de conocerla de cerca, de adentrarme en sus labores que, como suele ocurrir en estos casos, son calladas, casi ocultas, pero eficaces y sorprendentes.

DISPUESTO PARA DECORAR
Nada más entrar en el lugar, me acometieron varias sensaciones, aparte la ya comentada de estar adentrándome en otro mundo. Me sorprendí, me asombré y me emocioné de modo profundo. Voy a explicar el por qué.

Las personas allí presentes desarrollaban su trabajo con una dedicación total. Trabajos que no requerían mayores luces intelectuales, es posible, pero a los que ellos dedicaban toda su inteligencia e ilusión. No eran trabajos cualesquiera, no. Había envasado de productos, fabricación de elementos de limpieza doméstica, decoración de cerámicas y bandejas, fabricación de velas y jabones, trabajos diversos de carpintería (platos de pulpo, muebles, caballetes), labores de lavandería y planchado, jardinería y un largo etcétera que no menciono por haberme olvidado de muchos de ellos. Todo nos lo enseñaron muchachos residentes allí que tal vez (y sin tal vez) careciesen de la soltura de lenguaje que se podía pedir, pero que se esforzaban en hacerlo bien con una dignidad que era capaz de infundir en los visitantes un tremendo respeto.

PIEZAS DE MADERA

Las cosas, los criterios, cambian, tal vez no con la rapidez que se requiere, pero todos recordamos cuando estas personas eran consideradas como inútiles totales. Hoy las calificamos como discapacitados intelectuales. Se les considera de ese modo, discapacitados, pero no carentes. La mayoría de los allí presentes realizan trabajos útiles para los demás, si bien hay algunos cuyo nivel intelectual es tan limitado, que no pueden integrase en estas actividades, pasando su tiempo con ocupaciones encaminadas a la propia distracción. Eran los menos.

CARPINTERÍA
Cómo me emocionó ver con qué mimo escogían colores para decorar, cómo se esmeraban con la ropa para lavar, o con qué cuidado manejaban las máquinas con las que hacer trabajos de carpintería. Pero lo que más me emocionó, lo que aún tengo clavado en mi memoria, y no quiero borrar de ella, fueron las profundas miradas de todos ellos, los ojos agradecidos, amigos, cariñosos, confiados. Pero también ojos que nos formulaban preguntas, las de siempre, para las que difícilmente disponemos de respuesta adecuada. Aquellos ojos, creo, eran capaces de traspasar sentimientos. 

MÁS PIEZAS
Luego, directivos del Centro nos explicaron todo cuanto quisimos saber. Éramos un grupo de 18 visitantes y las preguntas surgieron a borbotones. En contra de lo que muchos piensan, estas personas no sólo son niños, también los hay adolescentes, jóvenes y adultos. Todos con sus sentimientos y necesidades diversas, las propias de cada edad. Nos hablaron de las actividades que se desarrollan en el centro y fuera de él, siempre encaminadas a conferirles seguridad en lo que hacen y a saberse útiles, dentro de sus posibilidades, a una sociedad en la que, es posible, muchas veces se les olvida.

La visita fue un continuo ir de emoción en emoción. Hasta hoy. Porque, en el fondo, uno (yo en este caso), se siente privilegiado por ser como es sin mérito personal ninguno que justifique haber sido agraciado en esta lotería biológica. La biología y la herencia tienen esas cosas y, aunque de momento no vemos una solución a corto plazo, reitero la idea que desde siempre me ha acompañado: que la ciencia, la sociedad y la medicina, no pueden negar su ayuda a quienes más necesitan de ellas. 

Algo que me gusta poder decir en voz muy alta.


PIEZAS TERMINADAS

He puesto fotos de las instalaciones de ASPNAIS y de las mesas de trabajo. He rehuido poner fotos de personas por respeto a ellas.


jueves, 4 de febrero de 2016

¿Qué es cultura?

Un buen amigo me hace llegar este pequeño discurso que pronunció Federico García Lorca con motivo de la inauguración de la biblioteca pública de su pueblo, Fuente Vaqueros (Granada), en 1931. El discurso, ya de por sí interesante, está, además, repleto de rabiosa actualidad. ¿No creéis que sí?



Cultura ¿qué es cultura?

Sras., Sres:

Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.


Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada. 

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?



¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz."

Federico García Lorca