viernes, 30 de septiembre de 2016

Dispersión de semillas 2

Si he de hablar de agentes que contribuyen a la dispersión de semillas, es obligado referirse al viento. También puede ejercer una efectiva acción dispersora de simiente, claro que si. Quiero comentar algunas actuaciones suyas, que son bonitas, pues nos hablan de mecanismos de adaptación. En este caso, al agente portador. Para que la dispersión sea efectiva, en las plantas se han tenido que estructurar mecanismos apropiados.



VILANOS DE DIENTE DE LEÓN

Uno de ellos son los vilanos. Propios tanto de árboles como de plantas herbáces, consisten en un penacho de filamentos plumosos sujetos a la simiente desnuda. Gracias a los filamentos, las semillas vuelan y llegan hasta grandes distancias. Como son estacionales, a veces su presencia nos indica la llegada de alguna, como en la película Amarcord, que celebraban la primavera por la presencia de vilanos en el aire. Éstos son vilanos del plátano, causantes de muchas alergias primaverales. Vilanos más inofensivos son los de muchas plantas de la familia de las compuestas, (ahora han cambiado de nombre), como el diente de león. La tradición popular se enzarza con ellos del mismo modo. Hay que pedir un deseo, y soplar fuerte. Si se desprenden todos los vilanos, el deseo se cumplirá. Como las velas apagadas en las tartas de cumpleaños. ¿Y si no se apagan todas? ¿Y si no se desprenden todos los vilanos? En este caso, ya se han echado a volar e inician el proceso de dispersión.
FRUTOS HELICOIDALES DE MEDICAGO



Otros frutos, que siempre me incomodaron de niño, son los de Medicago. Esta es una planta herbácea, con hojas lobuladas que, en cierto modo, me recuerdan a los tréboles aunque realmente no se le parecen mucho. Sus frutos consisten en una esferas de superficie con ganchos y aspecto helicoidal. Cuando maduran, el pedúnculo del fruto se seca y éste se desprende al menor movimiento. Puede pegarse, entonces, a las patas peludas de cualquier mamífero que pase cerca o a al cuerpo de una ave. Sea como sea, ese fruto molestará a su portador y, en cuanto pueda, lo soltará. La dispersión de las semillas que encierra está en marcha. 



Estos frutos son aquellas bolas, de tamaño similar a un garbanzo, que yo traía adheridas a mis calcetines cuando, siendo verano avanzado, iba de paseo por el campo. Tardé tiempo en saber que yo también había participado en la actividad dispersora de simientes.


FRUTO HELICOIDAL DE MEDICAGO
ES TRANSPORTADO POR EL VIENTO

Otras especies de Medicago no tienen espinas, pero tienen una estructura helicoidal desnuda que cuelgan en plantas con portes arbustivos. Cuando el viento, otra vez el viento dispersor, pasa con suficiente poder, es capaz de arrancar el fruto seco y transportarlo lejos, como si fuese una hélice que va volando gracias a la corriente de aire.

SÁMARAS DE ARCE

Hay árboles que disponen de otros frutos, alados, que permiten su dispersión por medio del viento. El arce tiene una especie de oreja, llamada sámara, y el olmo tiene un ala que rodea totalmente la semilla. También recibe el mismo nombre. Las sámaras de los olmos se desprenden en primavera, mientras que las de los arces son propias del otoño. En éstos, en los arces, es frecuente que los frutos se desprendan apareados, formando las llamadas disámaras.

SÁMARA DE OLMO

En Galicia tenemos una planta invasora que se dispersa gracias a semillas con vilanos. Es la Cortaderia. Cuando se utiliza en jardinería, al cuidado de sagaces especialistas, la planta no es peligrosa y es hermosa. Lo malo es cuando se deja que crezca a su aire. En Galicia se utilizó como mediana al inaugurar el primer tramo de autopista AP-9, de Santiago a A Coruña, hace unos cuarenta años, y ya ha invadido amplias zonas vecinas a la AP-9 y a la A-6. Que yo sepa, no hay medidas encaminadas a contrarrestar ese avance infectivo. Sus semillas, que disponen de una estructura similar a un vilano, viajan adheridas a toldos de camiones y otros automóviles. También, claro está, el viento hace de elemento de transporte y ya no es raro ver esta planta en lugares alejados de la A-6 y de la AP-9.

CORTADERIA

Hablando de dispersión de semillas, quiero comentar que hay una planta que no dispone de medio de dispersión, dependiendo de los humanos para hacerlo. Me refiero al maíz. Sus semillas están tan fuertemente adheridas al eje que las sostiene, que no hay modo de que se desprendan por sí solas. Además, en caso de que la arranque un ave, puesto que la semilla está desprotegida, el ave la digerirá.

MAÍZ, SIN MODO DE DISPERSIÓN

Creo que es la única especie que depende totalmente de los humanos para su mantenimiento en la tierra. Y si es así, es por motivos económicos, claro, no hay causas altruistas. 


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sábado, 24 de septiembre de 2016

Dispersión de semillas . 1

Podría decir que la naturaleza sigue sus ciclos y que ahora le toca descansar, preparar la hibernación y dejar todo previsto para que dentro de unos meses, al comenzar la primavera, pueda aparecer una nueva generación de seres vivos. Para nosotros, los humanos, es tiempo de cosechas porque entre los vegetales es época de aparición de frutos y por consiguiente, de semillas. 



En otoño me gusta echarme al monte y ver cómo todo ha ocurrido como tiene que ser. Difícilmente encuentro flores, en todo caso tardías, pero sí muchos frutos dispuestos a diseminarse y llevar las semillas a voleo, a donde caigan y contribuir de este modo al intento de expandir el área de distribución de la especie a la que pertenecen.


FRUTOS MADUROS

En esta época y en invierno, las bayas son los frutos más dotados para realizar esta función. Una función extremadamente importante, pues si las plantas produjeron flores, si se realizó la polinización de modo adecuado, si los ovarios y los óvulos fueron fecundados y maduraron, todos esos procesos han llevado a un final de éxito produciendo numerosas semillas. Ahora viene el final, sin el cual nada hubiese tenido razón de ser. Es preciso la diseminación de esas semillas para que lleguen al mayor número posible de lugares y germinen. Si eso ocurre y las plantas nacidas son fértiles, la especie sigue presente en los ecosistemas haciendo su papel biológico.


BAYAS 

Esto de la diseminación de semillas es un tema importante y el modo de hacerlo es muy variado. Se podría preguntar qué modo es el más eficaz, pero no es válida tal pregunta por ingenua. Para cada especie su método de dispersión es el más adecuado.


Muchos de esos modos se sirven de la ayuda que representan algunos agentes ajenos a las mismas plantas, como son los animales comedores de frutos. Vamos a una época, el invierno, en que los recursos alimenticios pueden escasear. La posibilidad de comer frutos ricos en nutrientes es algo altamente interesante para los animales. También para los vegetales es interesante que los coman, si dentro de esos frutos hay semillas que serán dispersadas con los excrementos de esos comedores. Las semillas deben tener una cubierta resistente a los jugos gástricos, pero la tienen. 


BAYA

Hay un tipo de fruto, la baya, que es muy conocida por todos nosotros. Consiste en un cuerpo esférico en cuyo interior hay cantidad de pulpa, nutritiva, y la semilla envuelta por un tejido muy duro. A esas semillas nosotros les llamamos “hueso”, como el hueso de la cereza, de la uva, etc. Bayas son las uvas, los higos, las cerezas y un largo etcétera. Las plantas que tienen ese tipo de fruto, tienen un procedimiento de diseminación que es similar en todos los casos. El animal, ave o mamífero, ingiere el fruto y con sus deyecciones expulsa la semilla, que no ha digerido. Normalmente, esta deposición la suele realizar en lugares alejados de aquel en que realizó su comida y, de este modo, está diseminando la semilla. 

Hay plantas con un porte que ayuda a esta función, como el majuelo y el cotoneaster, por citar algunos. Son arbustos de bajo porte y un enramado denso que es capaz de definir bajo ellos un cierto tipo de microclima con temperatura algo más elevada que fuera de su abrigo. En alta montaña, algunos micromamíferos se cobijan en esos abrigos. Disponen de temperatura más elevada que en el exterior y, además, cuentan con un elevado número de bayas cuyas semillas dispersarán a lo largo del invierno.

COTONEASTER EN EL MONTE

El acebo también tiene el fruto en baya. Muchos de estos frutos están adaptados para ser ingeridos por aminales herbívoros, que no beben agua y en su dieta normal llevan el aporte nutritivo que suple esta aparente falta hídrica en su dieta. Por ejemplo, los mismos vegetales comidos les suplen sus necesidades de agua. Si en Navidad algunos niños comen, como travesura, alguna baya de acebo que haya en su casa, pueden sufrir trastornos digestivos. No es que la baya sea venenosa, es que no es propia para una dieta omnívora, suplida, además, con ingesta de líquidos. Mal que le pese a mucha gente, la biología o la evolución no nos ha preparado para todo.

Hablar de acebo me lleva a pensar en muérdago, y recordar algo que puede parecer insólito y que voy a contar ahora. Hace años, el muérdago se puso de moda como motivo del consumo navideño. Siempre tuvo su aire de misterio por su relación con mitos druídicos, que ahora no vienen al caso, pero no puedo olvidar la hermosa escena de la sacerdotisa Norma cortando muérdago, mientras invoca a la Casta Diva.


ARBOL CON MUÉRDAGO

El muérdago crece como planta semiparásita en ramas de hayas y robles. En pleno invierno se nos muestran como matojos adheridos a las ramas desnudas de los árboles. Su fruto es blanco y pegajoso, de ahí su nombre. Viscum album. Cuando las aves se posan en los árboles, estos frutos se les pegan al plumaje e intentan arrancárselo. Terminan comiéndolo y lo dejan, entre sus excrementos, adherido a alguna rama. Allí germinará.


MUÉRDAGO CON SU FRUTO

Cuando los vendedores de plantas ornamentales conocieron este ciclo, pensaron que les resultaría muy sencillo imitarlo en invernadero, pero nunca les dio resultado. Ponían sobre las ramas, las semillas envueltas en excremento de ave. Ninguna germinó. 


MUÉRDAGO

Ahora saben que solamente germinan las semillas expulsadas por las aves entre sus heces, pues de algún modo, esas semillas para su germinación, necesitan ser estimuladas por los jugos digestivos del ave que ha comido el fruto.

En evolución conocemos casos similares de dependencia.

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Diosa, no. Mejor. Arrendajo.

Paseando por el bosque.





domingo, 18 de septiembre de 2016

Aislamiento reproductor incipiente: Introgresión

Mientras los individuos de una especie pueden cruzarse libremente entre ellos, generando descendencia fértil, pueden mezclar sus genes sin barrera de ningún tipo. Es como si los genes de todos ellos formasen un fondo común, y cada uno de los individuos compartiesen ese fondo génico con dos juegos completos de ellos. Gracias a la reproducción, los genes de cada individuo vuelven a formar parte de ese hipotético fondo, en forma de gametos, que se pueden unir a otros gametos y dar lugar, por tanto a nuevos individuos también fértiles.


Hay algo que quiero dejar bien claro. La evolución es un proceso que sigue actuando. Con sus velocidades propias y sus intensidades específicas, hoy ocurren todos los fenómenos evolutivos que conocemos y los que desconocemos, que son más. Hoy se dan procesos de selección natural, hay extinciones, aparecen especies y, también, hay procesos de especiación.





En tales casos, es muy importante la aparición de barreras reproductivas, pues impiden que se produzcan flujos de genes entre las especies incipientes. Digo incipientes para referirme a las especies que están en vías de formación, pero aún no muy sólidamente definidas ni aisladas desde un punto de vista reproductivo Entre ellas, los mecanismos de aislamiento van acotando grupos de genes capaces de generar genotipos armónicos, que  se manifiestan como individuos.

No obstante, en condiciones extremas se pueden romper las barreras reproductivas que pueden haberse establecido entre dos especies, dando lugar a híbridos parcialmente fértiles. Me gusta eso de la fertilidad parcial.


Darwin, dedica enteramente el capítulo IX del “Origen de las especies” a los híbridos y comenta algunas cosas inexplicables entonces, pero explicables hoy. Por ejemplo, podemos pensar en dos especies próximas, A y B, normalmente aisladas, pero que se pueden reproducir en situaciones límite. Es posible inducir la aparición de híbridos si aislamos una población experimental formada por machos A y hembras B, o al revés.

Si hay descendencia, dispondremos de dos tipos de híbridos A/B y B/A, donde la primera letra de cada una de las expresiones representa a la especie materna, y la segunda a la paterna. Los criadores de mulos saben de su diferencia de robustez según sea el sexo de las especies progenitoras. También Darwin lo comenta. Pero, además, aunque en vida silvestre las especies A y B no se crucen, y los híbridos A/B y B/A sean estériles, en esas situaciones límite a las que antes me refería, algunos de ellos pueden ser parcialmente fértiles (digo "algunos"). Es posible que tengan hijos cuando se cruzan con una de las cepas progenitoras, pero no al cruzarse con la otra. Así, híbridos B/A tienen descendencia cruzados con machos B.

Los descendientes de estos cruzamientos sucesivos, y recordemos que guardan en su genoma genes de la especie A, mostrarán mayor fertilidad si se siguen cruzando con individuos B, de modo que en pocas generaciones todo el genoma de los antiguos híbridos será el propio de la especie B, aunque es posible que entre tanto cruzamiento y formación de gametos por parte de los híbridos, se mantengan algunos genes de una de las especies generadoras del híbrido, en este ejemplo, de la A.

Este paso de genes de una especie a otra por medio de la formación de híbridos parcialmente fértiles se conoce como “introgresión”.


Un blog amigo, llamado NUNCAJAMAS COCKER y cuya dirección pongo al final de esta entrada, nos habla de cría familiar de cocker. El autor también trata en su blog de temas relacionados con la conservación en la naturaleza de especies propias de nuestra fauna y, por tanto, del lobo. Hace pocos días ha reseñado una tesis doctoral que me ha gustado mucho y que voy a comentar aquí por venir al caso.

Su autor es el Dr. Óscar Ramírez, quien estudió las poblaciones naturales del lobo en nuestra península. Según su área de distribución, describe tres poblaciones bien definidas. Una de ellas, al norte del río Duero. Otra al sur de ese mismo río, concretamente en Sierra Morena y la otra en los Pirineos, de la que piensa, por sus características genéticas, que es consecuencia de inmigración de individuos procedentes de los Alpes.

Donde, siguiendo al autor, se produjo una mayor situación de estrés, fue en Sierra Morena, estando la población casi al borde de la extinción, que no se   llegó a producir porque los lobos residuales se cruzaron con perros asilvestrados. 

De esos cruzamientos forzados por las condiciones poblacionales, surgieron individuos parcialmente fértiles y hoy en día esa situación parece solucionada, pero al secuenciar el genoma de los lobos de Sierra Morena, aparecen secuencias correspondientes a genes de perros. En algunos casos estudiados, el porcentaje de genoma de perro presente en el del lobo, es muy alto. La vía de entrada de dicho genoma ha sido la introgresión. Los lobos receptores de esos genes de perro no han perdido sus condiciones biológicas de lobos.

Reitero, somos espectadores de procesos evolutivos que siguen teniendo lugar hoy en día. Lo mismo que siguen actuando las fuerzas geológicas, también lo hacen las biológicas. A veces la presenciamos en primera fila.

En este caso, y a partir de estos datos, vemos que lobo y perro doméstico son dos especies incipientes que ya no se cruzan entre ellas en situaciones normales, pero que aún no tienen definidas de modo irreversible sus barreras reproductoras.


Para escribir esta entrada tuve en cuenta los datos aportados en:

NUNCAJAMAS COCKER:La genética de los lobos del sur de España.





lunes, 12 de septiembre de 2016

Hablando de especies (2)

En biología, la especie viene a ser como la unidad que engloba a seres compatibles desde un aspecto reproductivo. Recordemos la definición con su condición ineludible, “tienen hijos fértiles”. De un modo u otro, todos los autores, desde Aristóteles hasta hoy, nos han hablado de especies como unidades funcionales en el mundo de los seres vivos. (Reitero la salvedad que hice en mi entrada anterior sobre individuos partenogenéticos y de autofecundación obligada).




Podemos imaginar a los seres pertenecientes a una misma especie, cruzándose entre ellos a lo largo de generaciones. Si acaso hay cruzamientos con individuos de otras especies y de ellos nacen hijos, serán estériles. Esto quiere decir que los individuos de la especie imaginada, guardan entre todos una amplia serie de genes, todos ellos capaces de generar individuos viables, y que nunca se mezclarán con genes de otras especies. Porque eso que yo llamo mezcla sólo ocurriría en caso de híbridos fértiles en cuyos gametos hubiese genes de ambas especies progenitoras. Casi nunca ocurre. 

Las especies, en su totalidad, están protegidas de estos flujos de genes, improductivos, mediante lo que llamamos mecanismos de aislamiento reproductor. Hay muchos, pero todos ellos tienden a evitar tales cruzamientos infructuosos.

UNA EDICIÓN QUE ME GUSTA

Gracias a esos mecanismos, no existe paso de genes unas especies a otras. ¿O sí? Pues sí, la verdad es que sí. Vamos por partes. La evolución no es un proceso terminado. Aunque lento para nuestro modo de entender el tiempo, sigue funcionando y hoy mismo existen especies incipientes que van adquiriendo sus características propias, entre ellas las reproductivas. Por ejemplo, en este tiempo las orquídeas tienen grandes posibilidades de hibridar entre diferentes especies, generando descendencia parcialmente fértil.

La especie siempre fue considerada como algo muy definido y estable desde el punto de vista biológico. Por eso, autores modernos y prestigiosos, como Buffon, Lamarck y otros, al hablar de evolución, fijaban su atención en el punto clave del proceso. En el origen de la especies. Pero nunca hubo uniformidad de criterios con relación a tal proceso. 

DARWIN CUANDO PUBLICÓ
"EL ORIGEN DE LAS ESPECIES"

Para Buffon, uno de los grandes de la biología del s.XVIII, las especies aparecían como consecuencia de la “degeneración” de los géneros. Nunca llegó más allá, ni definió qué entendía por esa “degeneración”. Pero había hablado de un origen de especies, aunque no pudo describir el proceso. Tampoco Lamarck, grande en su trabajo, pudo explicar el hecho concreto del proceso de formación de especies. Pero, insisto, los personajes importantes de la biología de entonces, ya hablaban de evolución y del origen de las especies. Por cierto, es a Lamarck a quien debemos el nombre de “Biología”.

Si reparamos en la historia de la biología, nos encontramos con que a comienzos del siglo XIX, había científicos evolucionistas para quienes la gran incógnita era cómo se producían las especies. Independientemente de la duda, está claro el concepto acertado que tenían de la especie como unidad fundamental de la biología.

DARWIN: CARICATURA OFENSIVA

Fue Darwin quien, en 1859, quiso dar respuesta a esa duda acerca del origen de las especies. Su libro, “El origen de las especies por medio de la selección natural”, plantea la hipótesis del papel de la selección natural en el proceso clave de la evolución, la aparición de especies nuevas. Si bien aclara que hay otros mecanismos por los cuales pueden formarse especies. Es lo que hoy conocemos como "especiación instantánea".

Dejando de lado muchos comentarios que se me ocurren, muchos de ellos ya planteados aquí mismo, quiero hacer ver que Darwin propone una fuerza aparentemente tenue, dicha selección, como causa de un proceso evolutivo clave. Nunca nadie, hasta entonces, había reparado en la efectividad de la selección como agente evolutivo. Darwin sí lo había comprobado en su visita a granjas durante su época de estudiante. Sabía que una selección drástica era capaz de conseguir efectos sorprendentes. Durante su viaje en el Beagle, y con su exhaustiva toma de muestras, vio que en la naturaleza también existen procesos selectivos, que pueden provocar cambios a largo plazo.

En su libro presenta a la selección natural como fuerza evolutiva y a la diana sobre la que actúa en los seres vivos, la adaptación. Nunca nadie había hablado de ella, Darwin las define y aparecen unos conceptos nuevos en biología. Conceptos evolutivos.

Me gusta que en el mismo siglo en que se destierran las ideas de grandes cataclismos para explicar los procesos geodinámicos, y se substituyen por las causas “actuales” (prefiero llamarlas causas “cotidianas”) como son la erosión, el transporte y la sedimentación, Darwin elimine también la idea de grandes extinciones seguidas de otras, también grandes, creaciones, y la substituya por la idea de una selección natural constantemente actuando, sin prisa, como en silencio. Pero eficaz.

ETIQUETA EN LA BOTELLA DE UN
ANÍS ESPAÑOL
El impacto del “Origen de las especies” fue enorme. El ambiente científico estaba en ebullición con grandes novedades en el campo de la geología, y las teorías evolutivas propuestas por Darwin se sumaron a ellas, causando gran impacto. A Darwin se le atribuyó decir que venimos de los monos. Nunca dijo eso. Dijo que, evolutivamente, somos parientes. Ser parientes no indica más que tener antepasados comunes, también en humanos. Hoy nadie discute eso.

En plena campaña contra Darwin, un conocido anís español puso en la etiqueta de su botella un mono con su cara. Aún permanece.



Entradas relacionadas con este tema:
Teorías evolutivas

Sobre el legado de Charles darwin

martes, 6 de septiembre de 2016

Hablando de especies (1)

En más de una ocasión he comentado aquí que otras ciencias experimentales encierran sus conocimientos en fórmulas inamovibles, pero que la biología los guarda en conceptos, siempre en revisión. Quiero detenerme en esto.
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En mi entrada anterior, me referí al nombre dado a las especies y, hablando de ellas, comenté que: “El concepto de especie es difícil de definir y está en constante revisión. Su última definición comprendió caracteres morfológicos, ecológicos y genéticos. Me gusta que en biología no tengamos casi nada definido por completo y sin estar sujeto a una continua revisión.”
UNA SOLA ESPECIE

Recuerdo a mis amigos lectores que el fin de una ciencia es el de explicar el entorno utilizando para hacerlo los recursos de los que se dispone en cada tiempo. En biología, los conocimientos se formulan como conceptos (Conceptos de gen, evolución, población, nicho ecológico, especie, etc.). Cuando aparecen nuevos recursos de estudio en forma de métodos, aparatos, productos, etc., se aplican a los conceptos previamente disponibles por ver si los refrendan o si, por el contrario, los eliminan. De este modo, los conocimientos se van consolidando, pero nunca los damos por definitivamente formulados, pues siempre habrá nuevos conocimientos que nos obliguen a revisar lo previamente establecido. Por ejemplo, en el pasado siglo XX, los conceptos de gen y de cromosoma han madurado mucho y no por eso creemos que estén plenamente definidos.


UNA SOLA ESPECIE

Algo similar ocurre con la especie, que es un concepto muy intuitivo. Nadie va a decir que un caballo y un gato pertenecen a una misma especie. ¿Por qué los ha diferenciado? Tal vez dijesen que “porque sí”, porque es algo que está muy claro, que no “son lo mismo”. Es cierto, pero “ser lo mismo” en este caso, ¿qué puede significar?” Sí, claro, que no son de la misma especie, pero ¿cómo podemos definir eso?.

La primera definición de especie que conocí fue estudiando segundo curso de carrera. Me la encontré por duplicado en Zoología y en Botánica, (queridos profesores míos…) Más o menos decía que especie “es el conjunto de individuos que se parecen entre sí y tienen descendencia fértil”. Han pasado más de cincuenta años desde entonces y la definición se ha ido completando (y complicando). 


SEMILLAS DE DIFERENTES ESPECIES

En primer lugar, se ha incluido el dimorfismo sexual, y el hecho de que existan estados intermedios en formas juveniles o de larva. En definiciones actuales, los individuos de la misma especie se parecen entre sí “en la misma fase del ciclo biológico” y los parecidos son entre los machos y entre las hembras.·


¿Cómo sabemos que un macho y una hembra pertenecen a la misma especie aunque sean muy diferentes en su morfología? Por un criterio muy simple: porque tienen hijos fértiles. Tener hijos es una condición necesaria, pero no suficiente, pues esos retoños han de ser necesariamente fértiles. De no ser así, el caballo y el burro pertenecerían a la misma especie.

DIMORFISMO SEXUAL
¿Por qué es necesaria la fertilidad en esos hijos? Para mi manera de ver las cosas, por dos razones. Una de ellas es que esa fertilidad asegura el mantenimiento de la especie sin necesidad de recurrir a agentes externos. Esos individuos no precisan ayuda exterior ninguna para mantenerse como grupo natural que genera su propia descendencia y, como esos hijos han de ser fértiles, ese comportamiento sigue asegurado.

Por otra parte, para que esos hijos sean fértiles es preciso una coordinación genética total en los descendientes. Si son fértiles, en ellos los genes están coordinados de modo que favorecen una reproducción armónica y en los desarrollos embrionarios no hay ningún tipo de bloqueo, como ocurre en híbridos de especies diferentes, como es el caso del mulo.

UNA SOLA ESPECIE
Los individuos de una especie comparten nicho ecológico, tienen costumbres coordinadas entre ellos y más datos. Pero… si tan importante es la existencia de una reproducción con descendencia fértil ¿cómo asignamos a especies a individuos partenogenéticos o hermafroditas, que no se reproducen entre sí?

No lo sé. Tal vez uno de nuestros fallos actuales sea buscar una definición de especie válida para la totalidad de seres vivos.


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