miércoles, 29 de mayo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO:(XIII) EL CAMINANTE DE SIEMPRE

Hace un tiempo, al Santuario del Cebreiro se le dotó de calefacción y unas cuantas comodidades para que quienes lo visitasen no sufriesen los rigores invernales, que allá son muchos, intensos y duraderos. También se pusieron puertas en el portal de acceso, además de la principal que siempre estaba abierta. Con el fin de que los peregrinos que las encontrasen cerradas pudiesen contemplar el interior, las puertas fueron de cristal y, para que nadie chocase con ellas, se grabó un dibujo alegórico en sus dos hojas.
Hasta aquí, todo normal y de agradecer. La verdad es que quienes vamos allá con cierta frecuencia notamos la mejora. Pero un día, siempre tiene que haber un día, llegaron unos peregrinos que, al encontrar cerradas las puertas, forcejearon con ellas hasta el punto de que los cristales cayeron al suelo hecho añicos. Todos conocemos ese tipo de puertas y, la verdad, para que se rompan es preciso actuar con contundencia sobre ellas. Los autores del desaguisado marcharon como si nada fuese con ellos, claro.
No faltó quien dijo que los peregrinos de hoy no son como los de antes. Tampoco sé a qué tiempos se refería cuando decía eso de “antes”, pero creo, es mi opinión, que nada ha cambiado en el talante de los diversos caminantes.
DIRECCIÓN RECOMENDADA AL PEREGRINO
EN SEÑALES DE HOY 
Fue en 1993 cuando se celebró el primer Año Santo con ganas de proyección mundial. Se decidió llamarle Xacobeo para despojarlo del sentido religioso inicial, no hay que engañarse. Se pretendía que de todas partes del mundo viniesen a la llamada del hito histórico y cultural. Y las expectativas se están cumpliendo, la verdad es esa. Pero no creamos que todos los peregrinos vienen en plan religioso, tampoco hay que ser tan ingenuo. No vienen hoy ni vinieron nunca.
Cuando se quisieron recuperar nombres antiguos que se dieron a instalaciones, costumbres o ritos de antaño, se huyó del nombre que tradicionalmente tenían los albergues: cotarros. Era tal el ambiente que se generaba en ellos, que hoy la palabra cotarro, siempre con carácter peyorativo, nos define cualquier tipo de reunión con fines inciertos y nada edificantes. 
Las noches en los cotarros, con varias personas en cada cama, con enfermedades y sin higiene, debían de ser calamitosas y peligrosas. Por el Camino iban y venían pedigüeños, enfermos y gente que simulaba serlo. Rateros, trileros o escapados de la justicia también eran frecuentes caminantes. Juglares, titiriteros, echadores de cartas, todos ellos mezclados y revueltos. Por no mencionar a los condenados a muerte en los Países Bajos y cuya pena se conmutaba por hacer el Camino. Una mezcla explosiva que podía saltar en cualquier momento y en especial en los cotarros.
También estaban los piadosos, aquellos que con fe y devoción venían
SEPULCRO Y PINTURAS MEDIEVALES
EN UN LUGAR OLVIDADO
hasta Compostela para ganar el Jubileo para sí o para aplicarlo a algún difunto. Claro que siempre hubo devotos que vinieron sacrificados con ansias de redimir sus penas. No seré yo quien lo niegue, vinieron y siguen viniendo. Y seguirán haciéndolo.
Por otra parte, creo que antes se hacía el Camino de modo más pausado, sin prisas. Y si se encontraba un lugar adecuado en el que hacer algo, el caminante se detenía y lo realizaba. Ahora tenemos en iglesias perdidas hermosas pinturas de inspiración holandesa, esculturas con aires franceses o soluciones arquitectónicas propias de otras tierras, por citar casos concretos. Yo me imagino a algún hábil peregrino que se quedó allí durante un tiempo haciendo su obra, a cambio de sustento. Tal vez hayan terminado esos modos de caminar, no lo sé, yo no los veo. Ahora se hace el Camino con rigor de cronómetro, pues se tienen programadas las etapas y quien lo sigue no puede salirse del programa. En
el Año Santo de 2010 invité a un grupo de peregrinos a visitar Santa María de Melide, y me dijeron que no podían detenerse, pues romperían su ritmo de caminante. Son diferentes los modos, claro. (La causa de la invitación es que el hombre que tenia la llave cobraba por visita, no por visitante).
La picaresca no ha cambiado. Los hosteleros ya eran vilipendiados en el Códice Calixtino, (siglo XII) y sus
INFLUENCIA FLAMENCA EN FRESCOS
VILLAR DE DONAS
críticas son válidas para muchos hosteleros de la actualidad, que también tenemos datos al respecto quienes conocemos el Camino. En cualquier esquina, están los que piden dinero por los mas variados motivos y, peor aún, quienes les dan aun sabiéndose estafados. Podríamos decir que por el Camino pasan los peregrinos, pero no pasan los modos ni los tipos de gente.
Han cambiado, y mucho, los albergues para peregrinos. Hay trato digno, con austeridad pero sin miseria. Con atención especial a quienes caminan a pie, si bien no faltan los pícaros de hoy que aparcan su coche algo lejos del alberque y llegan casi arrastrados, fingiendo un cansancio que no tienen para aprovecharse de unos privilegios que no merecen.
Cerca de Santiago hay un monte, llamado Monte del Gozo. Su nombre
es debido a la alegría que sentían los peregrinos al ver de cerca, ya al alcance de la mano, la Catedral a la que venían desde hacía tiempo, desde que emprendieran su Camino sin saber la mayoría de peligros a los que se iban a exponer. Los mayores peligros vinieron de otros hombres, no de fieras ni de rigores climáticos o geográficos.
Pero al lado de toda esta pandilla, basca que diría Cervantes, también llegaron, y siguen llegando, aquellos que se sintieron movidos por asuntos espirituales y buscaron en el Camino un montón de preguntas a sus ansias espirituales. Les deseo de corazón que encuentren el ciento por uno de todo cuanto buscaron. Cuando entro en la Catedral y me fijo en sus caras, no puedo menos de emocionarme al pensar en las historias que han llevado a cada uno hasta aquí, al fin aquí, y felices. Se les nota.

Peregrinos llegando. Monumento en el
Monte del Gozo
 
ESPERANDO LA MISA DEL PEREGRINO
MOCHILAS CON MUCHO QUE CONTAR
 YA ESTAN EN COMPOSTELA

lunes, 20 de mayo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XII) TÍMPANOS DIDACTICOS


En Compostela acostumbramos a charlar de nuestra ciudad. Con cariño pero también con exigencia, pues muchas veces nos duele comprobar lo que se hace en relación a lo que se podría hacer. Como en todas partes. Cada uno de nosotros tenemos nuestros referentes. De uno de ellos, el Padre Francisco Brandariz, S.J. director del Colegio Mayor en que viví varios años, aprendí a profesar cariño a esta ciudad. Gran europeísta, decía que si a diversos especialistas en Historia Medieval se les pidiese una lista de las diez ciudades que más habían contribuido a forjar la idea de Europa, en todas ellas aparecería Compostela. El orden que tuviese en cada una sería variable, pero estaría en todas. Pasados muchos años, sigo creyendo esta afirmación de mi amigo y maestro, ya fallecido.

Creo que, a veces, desde esta ciudad se quiso dar lecciones de teología a la cristiandad, aprovechando el tirón del Camino a Santiago. Las órdenes religiosas que vigilaban por el buen fin de los caminantes, no iban a dejar que transitasen sin recibir sus buenas dosis de doctrina. La enseñanza llegaba a modo de figuras esculpidas o pintadas en los templos que servían de jalones a lo largo de las muchas jornadas de caminar. Símbolos reconocibles por parte de un público mayoritariamente analfabeto, a quien toda la información le llegaba a través de lo que viese, y supiese, interpretar. En este sentido, pórticos, capiteles o los tímpanos, venían a ser como unidades didácticas con las que se pretendía transmitir información y formación doctrinal.
Sobre cada Rey, aparece su nombre
En la Edad Media, la idea que se tenía de nuestra presencia en el mundo era la de unos seres que habíamos venido a sufrir para, al final, poder alcanzar la vida eterna. En muchos lugares, entre ellos el Pórtico de la Gloria compostelano, se nos representa a Jesucristo como juez que verá si somos merecedores de tal favor.
Otra representación es la adoración de los magos. El hecho, desde el punto de vista doctrinal, se llama epifanía, un término de raíz griega que viene a decir “manifestación fuera”. En la adoración de lo magos, Cristo es venerado por sabios gentiles. Es en el evangelio de S. Mateo donde se nos narra la llegada de estos magos. No nos dice ni su número ni sus nombres. No obstante, en grabados del siglo XIII ya aparecen tres y en una pintura presente en el Museo de Arte de Cataluña, aparecen ya con sus nombres sobre cada uno de ellos. Los nombres son los que han llegado hasta nosotros. Pero los tres magos son blancos, así como en pinturas del siglo XIV.
Siempre me intrigó el número de tres, pues ha sido fruto de la tradición, si bien sabemos que las tradiciones pueden inventarse en un momento dado. No obstante, si Cristo se presenta como alguien importante ante los gentiles, el número de tres podría representar, en plan selecto, un gentil por continente conocido. Pero que si cada uno representa a un continente, tendrá que haber algún negro. Creo que esa puede ser la causa.
En las iglesias del Camino, tenemos varios tímpanos románicos con
Tímpano de la Corticela
epifanías. Me gusta mucho el de la Corticela, capilla románica hoy adosada a la catedral compostelana. Su tímpano tiene algo que me atrae mucho, y es la inclusión de las arquivoltas en una concepción espacial del tema representado. La Virgen con el Niño y un mago están en el centro del tímpano, digamos que “dentro”. En la arquivolta más interna, como esperando entrar, están los otros dos magos. Y en la externa, como en el exterior, están los caballos que han servido de medio de locomoción y que han quedado fuera.
S. Félix de Solovio. Baltasar es negro
En el tímpano de S. Félix de Solovio, la capilla compostelana erigida sobre el lugar en que, a comienzos del siglo IX, habitaba el monje descubridor de los restos del Apóstol, hay un tímpano románico tardío que representa una epifanía. Aunque está completamente desprotegido de rigores atmosféricos, el tímpano conserva bastante bien su policromía inicial y vemos en él cómo uno de los magos es de color negro. Ya están representados los tres continentes conocidos rindiendo pleitesía. Hay opiniones que indican que es en este tímpano donde por primera vez se representa a uno de ellos con este color (nuestra tradición quiere que sea Baltasar). Poco más tarde, en el arte europeo ya serán estos los colores determinantes de los tres magos.
Leboreiro cerca de Melide
Hay más tímpanos cerca de Compostela, pero corresponden a tiempos ligeramente más tardíos y, tal vez por eso, ya no se representan los magos adoradores. Pienso en el de Leboreiro o el de S. Martiño de Noia. Los tiempos del gótico están cercanos y se representará más la relación maternofilial de la Virgen y el Niño. En estos tímpanos son los exclusivos protagonistas. 
San Martiño, Noia

martes, 14 de mayo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XI) UN REPOSO EN TRIACASTELA

La situación de Triacastela es un entorno bucólico. Luego de descender las pendientes de los montes del Cebreiro, casi aún en ellos, nos encontramos con este tranquilo pueblo rodeado de bosques de caducifolios y prados generosos en sus verdores. Los caducifolios, castaños y carballos mayormente, prometen otoños hermosos y nunca defraudan. Por si fuera poco, los horizontes son amplios y propicios al descanso.
Beneficiado con una variante en las mejoras viales, que hoy hace las veces de circunvalación. Gracias a ella, el pueblo está tranquilo y desarrolla sus negocios a lo largo de la única calle que lo define, la Rúa do Peregrino. En la variante hay otro tipo de negocios de perfil más urbano.
En la Rúa do Peregrino. Conoció mejores tiempos
La mayor actividad del pueblo está localizada hacia su salida. La Rúa do Peregrino está jalonada de casas y casonas que nos hablan de pasados más prósperos. En mitad de la Rúa está la iglesia parroquial, y casi desde ella hasta el final del pueblo hay una gran abundancia de instalaciones hoteleras, albergues privados fundamentalmente, que confieren al sitio una gran vitalidad, de modo especial en época de peregrinos. Entre los albergues hay algunos de diseño acogedor. También abundan bares y restaurantes y, como no hay coches, en cuanto aparece el sol se desparraman multitud de terrazas con comensales que generan un ambiente muy tranquilo, sosegado.
Foto del 9 de septiembre de 2012
Colocado en la puerta de la iglesia
La iglesia es indefinible. Al menos yo no la sé definir. En sus orígenes fue románica, pero sufrió cambios que le fueron restando sus características arquitectónicas iniciales a cambio de hacerla más amplia sin más. No me gusta. Además su interior está sucio. En un rincón hay una mesa, tal vez de cocina, con el sello oficial para que los peregrinos lo utilicen en su credencial. Nadie custodia tal sello. En su puerta vi un cartel que no merece comentario alguno. Lo malo es que en las manos de quien escribió el aviso está el cuidado de los bienes patrimoniales del recinto.
Torre de la iglesia
La torre es bonita e impactante. Está situada, como en las iglesias del Camino en esta zona, sobre la puerta de acceso en la fachada principal. Es del siglo XVII.
Triacastela goza de dilatada historia. Hace poco tiempo, en la cueva de Eirós, se encontraron pinturas rupestres del Paleolítico. Aún siguen las excavaciones, pero se trata de los primeros hallazgos de este tipo en Galicia. Los hallazgos están deteriorados debido a la presencia humana en la misma cueva hasta hace muy poco tiempo. Gracias a este hallazgo podemos decir que desde el paleolítico hay actividad humana en la zona.
También por allí, entre Samos, Triacastela y Becerreá, se puede definir un triángulo generador de actividades sísmicas, pues bastantes epicentros tienen su localización en esa zona. Hace años, en época de movimientos sísmicos frecuentes, unos malvados quisieron propagar el infundio de que “se oían voces” por aquellos enclaves. No sé qué finalidad tendría ese cuento, o esa falsedad, pero los habitantes de la zona ya no están para dar crédito a tales mentiras y, decían, que tales voces tal vez proviniesen del transistor de algún manso peregrino que por la rúa pasase o fuesen debidas a algún televisor con el volumen alto. Por suerte para ellos, se han terminado las épocas de dar crédito al primer fabulador que aparece por la esquina. En vez de estos personajes siniestros, hoy en Triacastela hay oficinas bancarias, cajeros automáticos y otras instalaciones destinadas a atender a los peregrinos y que proporcionan sustento a los habitantes del lugar.
Antaño hubo Hospital, Albergue oficial y otras instalaciones ubicadas en edificios que hoy sería menester rehabilitar. Me gusta lo que pudo haber sido uno de ellos, un edificio de planta baja y primer piso, con su carpintería de un apagado color azul y sus tejados que piden a gritos un arreglo, aunque parece que nadie escucha esas súplicas. En las puertas de ese edificio, muy airosa, hay una hermosa letra C tallada en madera. Como pongo la foto de esta letra, fijarse que junto a ella hay grapas pegadas en la madera, pues hoy esa puerta su utiliza como tablón de anuncios.
Tejados, arte, paisaje. Un lugar para tomar resuello.
En Triacastela están las últimas canteras de caliza que existen a lo largo del Camino. Ya no hay más y tampoco en Santiago ni en su entorno. Aquí está la base de una secular costumbre. Al salir del pueblo, los peregrinos cogían una piedra caliza y la acercaban hasta los hornos de cal de Castañeda, cerca de Arzúa, pera contribuir de ese modo a la construcción de la catedral compostelana. He dicho “acercaban” pues era posible que dejasen abandonadas las piedras a mitad del camino. Otros peregrinos las recogerían y, a su vez, también las irían acercando. Este es el único dato que se tiene de peregrinos que contribuyeron materialmente a la construcción del edificio al que peregrinaban.Y de nuevo piedras en este ambiente de peregrinos, caminantes y restos paganos.
Triacastela es lugar de olvidar zafiedades y recrearse en lo hermoso, que aquí es mucho. Pero hay cosas que duelen, ya lo creo.

viernes, 3 de mayo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (X) REFLEXIONES EN SAMOS


Como la vida misma. Una mezcla de alegrías con cierto trasfondo de penas. Eso viene siendo la llegada del caminante a Samos. Alegría, no es preciso explicar su causa. El Camino se va venciendo, la propia resistencia ha podido más que las fatigas generadas y lo poco que falta no representa mayor problema, luego de haber superado todo lo que queda atrás. La pena es profunda y muy otra su causa. Esto se acaba y no hay quien lo detenga. Empieza a hacerse inventario de todo lo bueno, lo más, y a ver lo que conviene olvidar, lo menos. El viaje se empezó al programarlo, al ver mapas, calcular fechas, trazar recorridos, agrupar amistades para formar el equipo. Todo eso fue generando en nosotros un ambiente festivo y nuevo 
PEREGRINO DE PIEDRA EN SAMOS
que cuajó en esta experiencia que, ya en Samos, notamos a punto de terminar. Y nos entristece. Aunque sea de modo sano, una difusa nostalgia nos invade y miramos todo como despidiéndonos de estos días que hemos vivido alejados de lo nuestro e inmersos en una nueva cotidianeidad que buscábamos, que nos ha sentado bien (empezamos a hablar en pasado) y que, sabemos, añoraremos desde ahora.

EL RIO LENTO SE REFLEJA
Santiago está cerca, menos de 200km. Cuenta el Códice Calixtino que en la Edad Media venían hasta aquí gentes ofreciendo los servicios de los mesoneros compostelanos, ofreciendo descuentos a quienes acudiesen a ellos. Hoy dan octavillas con vales y bonificaciones. No es tan diferente. Ya he dicho al hablar de O Cebreiro que los hosteleros de hoy tienen los mismos vicios y cualidades que los de antaño, aquellos de quienes, a veces, reniega el Códice.
La llegada a Samos en grandiosa. A estas alturas del Camino ya todos se han familiarizado con  el paisaje rural y aprecian la belleza que aportan los bosques de caducifolios y los olores de las tierras húmedas, por no hablar de captar la majestad con la que sobrevuelan diversos tipos de aves, las más señoriales, las rapazes. De todo ello hay en Samos. Un hermoso y tranquilo río, el Orivio, se pasea a lo largo del pueblo, bordea el Monasterio y se pierde hacia Sarria dejando a su lado derecho una vega que adivinamos fértil, muy fértil y abriendo el valle entre paisajes hermosos, serenos.
EL MONASTERIO Y EL RIO
Me gusta Samos, por muchas cosas. Si busco majestuosidad, tengo el Monasterio, con ella a raudales. Si lo que quiero es mundo rural, también lo tengo a las veras del Orivio. A veces busco sorna y tambíen la encuentro. Hoy, ahora, voy a hablar de algunas cosas de Samos que tal vez no aparezcan en muchos sitios. Son producto de mis visitas y mi forma de ver el pueblo con cariño.
No es momento de comentar la grandiosidad del Monasterio, ni de la recóndita serenidad que infunde la Capilla del Ciprés, espero tener tiempo para hacerlo. Pero del cenobio diré que ojalá los visitantes tengan suerte y se encuentren algún guía que profese cariño al lugar, cariño contagioso, pues de ese modo disfrutarán de su paso por él. Apreciarán la belleza del conjunto, los espacios íntimos configurados
QUÉ MIRAS, BOBO
en los claustros y, con suerte, verán cómo alguna de las piedras claves de las crucerías que cubren sus corredores hace gala de su lugar en el Camino con sus vieiras esculpidas. También allí, algún cantero bromista esculpió un texto gracioso (Qué miras, bobo), que no quiere ofender  y que actualmente está enfatizado después de haber resaltado el texto en rojo sobre la piedra. El humor no ofende, mas bien nos recuerda tiempos difusos de frailes jugadores de cartas, catadores de vinos y protectores de barraganas cuando no oficiantes divinos.
VIEIRA EN PIEDRA CLAVE
La gente de Samos está orgullosa de su emplazamiento en el Camino. Hay muchos establecimientos de hostelería y, en los atardeceres, se respira un ambiente alegre y reposado, aunque nostálgico, ya dije. Justo frente al Monasterio hay un bar, con terraza, que ofrece una vista privilegiada del conjunto. La gente pasa, dejamos transcurrir la tarde y el grandioso edificio se cubre de diversas tonalidades que son un recreo para la vista. En su interior, esta cafetería tiene su decoración muy relacionada con esto, pues al fondo luce una impactande foto de la fachada.
SIN NEGAR SU UBICACIÓN
Antes de abandonar Samos, aun nos aguarda una nueva sorpresa. A mano izquierda según vamos, tal vez un poco hundida en relación a la carretera, hay una casa con gran cantidad de puertas y ventanales. Si nos fijamos bien, es un bonito conjunto de los llamados trampantojos: puertas y ventanas pintadas sobre la pared y simulando lo que no existe.
TRAMPANTOJOS AL SALIR DE SAMOS
El Camino sigue. Pronto se hará otra etapa y cada vez queda menos, con todo lo bueno que eso lleva consigo, pero también con toda esa carga agridulce de que se va y que no podemos retener. Porque notamos que el Camino nos ha dado todo lo que veníamos buscando, pero también sabíamos no era para siempre. Que lo nuestro nos espera en los lugares que sabemos. Lo nuestro y los nuestros.
Samos es un hermoso descanso y siempre nos sabe a poco el tiempo que estemos allí, reflexionando sobre lo pasajero.de algunas cosas, que son las más.