sábado, 29 de noviembre de 2014

FOTOS A VOLEO

SAN ESTEBO DE RIBAS DE SIL
Todo empezó con mi reciente entrada sobre Carboeiro publicada en este blog. En ella puse alguna foto irrepetible, como la calzada medieval que daba acceso al Monasterio. Hoy se ha destrozado para aprovechar su trazado haciendo una pista asfaltada para coches. Gracias a esa pista, es cierto, se ha ampliado el abanico de personas que tienen la posibilidad de disfrutar de la belleza del sitio, pero parece que la pista medieval no le importó a muchos.

Pero, a lo que iba. Un buen amigo, Darío de nombre, me hizo ver la posible valía de mis fotos, todas ellas diapositivas, e hice recuento de ellas. Muchas recogen temas que hoy son pura memoria: puentes que han caído, sin haber sido restaurados, monasterios restaurados con diverso criterio y suerte, árboles que se talaron, casas destruidas… En estas diapositivas, y sin haberlo buscado yo, hay representada mucha historia cotidiana.
TECHO DE SALON EN MONFERO
Es lógico, en la colección existen claves que sólo yo soy capaz de interpretar: mi desagrado por determinadas carreteras hace que no fotografiase mucho por aquellas zonas, por ejemplo. Está claro que puestos a escoger entre mar o montaña, mis gustos están muy definidos por la abundancia de unos y otros temas en mi colección.
Mucho monasterio: Sobrado, Oseira, Armenteira, Samos. Mucha ruina monacal: Moraime, Monfero, San Estebo de Ribas de Sil, Carboeiro, Camanzo. Algunos restaurados no sé con qué resultado; de la restauración de otro, Carboeiro, ya he hablado aquí mismo.
¿QUEDARÁ ALGO?
 SOUTOMERILLE, 1975
Veo las fotos. Cuarenta años haciéndolas, casi tres mil archivadas en base de datos, y me voy reconociendo en ellas. Temas que volvería a fotografiar hoy mismo, como las de Leboreiro, pero hechas con otros ojos míos, los de entonces. Soy yo quien hizo esas fotos, pero he cambiado y lo noto en las que he realizado recientemente en los mismos lugares. En el fondo, es el reencuentro conmigo mismo a través de migas de pan que, inconscientemente, he ido dejando tras de mi, como antaño hiciera Pulgarcito en su caminar. Me dice Darío que esas fotos están muy bien en mi casa, para mi disfrute, pues para algo soy su autor, pero que tal vez podrían estar mejor puestas en algún sitio para el uso y conocimiento de más personas (Decir “disfrute” sería muy pretencioso, ¿verdad?). Un comentario amigo que me hace pensar.
SANTIAGO DE SAAMASAS
EL CASTAÑO SE TALÓ
LA CRUZ SE HA PERDIDO

(ZONA RURAL DE LUGO)
Sí, tal vez ha llegado la hora de ponerlas en algún lugar en que la colección esté disponible para más gente que para mí. He disfrutado haciéndolas, viajando a los lugares, escogiendo las perspectivas, mandando los carretes a revelar, viéndolas (entonces no se “visionaban”) y archivándolas. Después salieron a la luz en contadas ocasiones, es la verdad. Las veo hoy y encuentro mucho cariño en ellas, mucha vida mía encerrada en claves concretas, pero que son fáciles de descifrar.
Esa es historia mía y para mí, pero tal vez, desnudas de esos significados personales, las fotos tengan un interés intrínseco para más de uno.
Seguiré pensando en eso, es conveniente…
CONSTRUCCIÓN DEL PUENTE DE LA N-VI
SOBRE EL RIO MIÑO, RABADE



sábado, 22 de noviembre de 2014

MIEDOS Y PUNTUALIZACIONES

A raíz de mi anterior entrada,, no ha faltado quien me haya hecho algunas observaciones que voy a comentar. Una de ellas consiste en criticar que nos hubiesen relatado, cuando éramos niños, cuentos truculentos, con muertos y aparecidos por medio. Me dicen que fue algo horroroso, que nos debió dejar traumados. No sé si he quedado traumado, la verdad, pero sí digo a voz en grito que me encantaron aquellos cuentos, aunque de algunos no llegué a conocer el final, pues pedía que lo detuviesen, por no poder aguantar el miedo que me inspiraba. Sin embargo, hoy no me gustan nada las películas de terror.

Recuerdo los cuentos de voces surgidas del cementerio, siempre de noche, fuegos fatuos e historias espeluznantes o de risa, como la del ladrón que fue a robar en tumbas y a quien, al querer saltar la tapia
YA ME GUSTABAN LAS HISTORIAS
DE APARECIDOS
para salir, la ropa se le enredó con ramas de arbustos. Casi muere del susto pensando que era algún muerto que lo retenía, afrentado por el robo. Esto se contaba entre risas y sin tener en cuenta que hubiese niños por medio. Nos encantaba.

Las historias que mas miedo me inspiraban se referían a caminantes que pedían cobijo y, luego, manifestaban sus malas intenciones. Recuerdo una hipotética monja bajo cuyas sayas aparecían los bajos manchados de unos pantalones. Miedo y más miedo para niños a quienes nos gustaba sentirlo.

También me dicen que ahora no se puede asustar a los menores con seres de ficción tipo el viejo del saco o el sacamantecas. No hay que asustar gratuitamente. Bueno, creo que esas historias estaban justificadas por casos de niños que desaparecían y siguen desapareciendo. ¿Es preciso que traiga nombres aquí? Puedo, y todos podemos, recordar una triste retahíla de nombres de niños y niñas que desparecieron y no se supo más de ellos (Madeleine, Jeremy, etc.) o bien aparecieron brutalmente asesinados (Sonia, Mary Luz..,) Ahora esas cosas se saben y los medios las difunden, pero hace años, sin teles ni radios, esas noticias corrían entre los padres como un rumor sin confirmar, pero que creían. Ante esos temores, fundados, poco valía decirnos a los niños que no hablásemos con desconocidos. Mejor, que temiésemos a cualquiera que podría llevarnos en un saco para sacarnos la manteca. El cuento de Caperucita insiste en lo mismo: que no se debe hablar con desconocidos. Hoy, por desgracia, todos sabemos que existe gente depravada a quienes los niños deben esquivar.
A ESTA EDAD, ME ENCANDILABAN
LOS CUENTOS TRUCULENTOS

En ese plan, a veces aparecen escritos nostálgicos recordándonos que “cuando éramos niños bebíamos leche de vaca recién ordeñada, sin hervir. Bebíamos agua de la manguera de riego. Comíamos la fruta sin lavarla o no nos lavábamos las manos antes de comer…Éramos felices y nos nos pasaba nada” Ya dijo Jorge Manrique que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero yo les digo a quienes esto dicen ahora, que ellos, por decirlo, están vivos y han superado todas las enfermedades infecciosas a las que estábamos expuestos los niños. Era tal la mortalidad infantil, que en los cementerios había parcelas especiales para menores, y los periódicos tenían formato especial para esquelas infantiles.

Hoy, la mortalidad infantil está prácticamente reducida a casos accidentales, pues muchas graves enfermedades de antaño han pasado a ser puro recuerdo. Entonces, cuando los padres decían de un hijo que ya “estaba criado”, querían indicar que ya había
YA ESTABA CRIADO
superado todas las enfermedades posiblemente mortales, que podría haber sufrido, o esquivado, el hijo de quien se hablaba (sarampión, tos ferina, pulmonía, tifus, etc., etc…). Más tarde vendrían las vacunas preventivas.
En casos de sanidad infantil, no tolero nostalgias gratuitas del tipo de beber leche recién ordeñada y sin hervir.



viernes, 14 de noviembre de 2014

VISITANDO EL CEMENTERIO

PADORNELO. PORTO DO POIO.
RURAL. OVALADO. 
Noviembre va pasando inexorable. Pienso que lo de inexorable es un adjetivo que aplico a adversidades, pues nunca, por ejemplo, lo digo acerca del modo de llegar la primavera y sus colores. Pero sí, medio noviembre ya va fuera.

Como todos los años, he ido al cementerio. Creo que a partir de mis escritos, es posible ver mi actitud ante el hecho de que nuestra vida sea efímera, pasajera. No somos eternos y lo sabemos desde siempre. Un maestro mío, después gran amigo, me dijo en una ocasión que “la vida es corta, pero puede ser muy fecunda”. Le asistía toda la razón, pero creo que no muchos disponen de la visión tranquila que él tenía acerca de nuestra cortedad en esta historia que compartimos todos.
A veces, me gusta recordar la cantidad de creación artística, que ha generado la idea de que somos mortales. Desde los relatos de quienes vendían su alma al diablo (¿para qué querría Satanás un alma por la Tierra?), hasta los miedos de quienes se enfrentan a dicho trance. En los años cincuenta un escritor francés, Bernanos
CALDE: ARMONIA RURAL. IGLESIA. HUERTA.
CASA. CEMENTERIO.
TABLÓN DE ANUNCIOS.
, escribió “Diálogos de Carmelitas”, que tuve la suerte de ver en Barcelona, interpretando a la protagonista nuestra gran Berta Riaza. El miedo, el miedo, siempre el miedo a morir. Un miedo que ha sido muy fecundo en el arte.
Cuando yo era niño, me querían asustar con historias de muertos aparecidos y una de ellas, muy truculenta, nos hablaba de una niña, María Dula, a quien el muerto venía de noche, a reclamar los hígados que le había quitado. La verdad es que aquellos cuentos me horrorizaban, pero me gustaban tanto, o más, mientras me revolvía en mi sillita. (Aquella sillita de enea, que un año me habían traído los Reyes).
He ido al cementerio como me gusta ir, solo. Dejando la mente vagar cuando paseo entre mármoles y cipreses. Pompas fúnebres, se llamaban antes estas industrias, y creo que estaban así llamadas con mucho acierto. Hasta hace bien poco, los cementerios eran los últimos reductos en los que los escultores locales podían mostrar sus habilidades, y lo hicieron. Hoy las tumbas son de catálogo y se acabó la belleza funeraria que hubo en estos recintos hasta mediados del siglo pasado.
Hoy no hay más que líneas pretendidamente sobrias, en todo caso reina un neogótico incalificable acompañando a veces a un neoclásico que, también, es mejor no calificar.
BASTAVALES. SANTIAGO
Nuestro cementerios rurales tuvieron, y conservan en muchos casos, el encanto de lo natural, lo asumido y, por tanto, estaban casi en el centro de las aldeas, rodeando a la iglesia junto con el campo de la feria en el que, también, se celebraban las verbenas. Todo en armónica compañía. Hoy los recelos y miedos también se han instalado en las zonas rurales y se prefiere que los cementerios de nueva planta se sitúen alejados de las poblaciones. Los tiempos cambian, claro.
No obstante, algo de aquella costumbre queda en nuestro subconsciente, de modo que cuando se clausuró en Santiago el Cementerio de Bonaval, en vez de desmantelarlo, se transformó en un romántico parque, que resulta muy concurrido y es causa de asombro entre los foráneos que lo visitan. Allí, entre céspedes y paseos, permanecen, vacías, las tumbas adosadas a las paredes, de quienes nos precedieron en esta vida.

 
ATARDECER EN VILLESTRO

viernes, 7 de noviembre de 2014

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: DE NUEVO EN EL SAR

LA BALANZA DEL ROMANICO
ÁBSIDE DEL SAR
 En días de orballo me gusta ir al Sar. Es decir, a la Colegiata del Sar, pero en Compostela abreviamos su nombre de ese modo, el Sar. Me gusta en días de lluvia sosegada, pues se impregna de un aire melancólico que le viene muy bien. No digo, faltaría más, que en días soleados esté fea, o parezca altiva, incluso distante. Nada de eso, siempre inspira un gran sosiego e infunde una gran serenidad en mi ánimo. Pero si mi visita está aderezada con la lluvia mansa del orballo y su silencio, todo cuanto veo y siento invita a un gran recogimiento y a una visita, también, a mi interior. No sé si me explico.

Hablaré agora del ábside y el claustro, pues de las naves ya he escrito aquí hace poco tiempo. Aunque se nos dice que el conjunto data del siglo XII, me parece que se pueden hacer apreciaciones. Yo creo que el ábside es anterior al claustro. Lo digo basándome en la ornamentación. En aquel aparecen imágenes propias del románico, como son los ángeles con la balanza con que pesar nuestras obras, dentro del más puro espíritu románico inspirado en el Apocalipsis y las postrimerías.
En el claustro, no obstante, ese espíritu deseoso de amedrentar parece haber desaparecido, por eso creo que su construcción es posterior. Los capiteles ya no muestran diablos ni escenas infernales. Ahora son vegetales los que los adornan. Vegetales imaginarios que crean un mundo fantasioso en quienes los miran con ojos avisados. Vegetales hechos piedra como en el claustro del actual museo de Lugo o en las naves del Monasterio de Carboeiro. El gótico ya está aquí y Cristo ya no es el Juez representado en el Pórtico de la Gloria. Ahora es el hombre que aparece en el vientre de su madre en las múltiples anunciaciones
ORNAMENTACIÓN VEGETAL
que adornan numerosos tímpanos de nuestros templos. Y los capiteles se llenan de la belleza vegetal que siempre debieron tener.
El claustro del Sar tiene la virtud de conferir una gran intimidad. En el silencio generado por el orballo, define una atmósfera acogedora como pocas en Santiago, y eso que del claustro original sólo queda un ala. Es el único en su estilo que hay en Compostela.
A veces pienso que, cuando se construyó, tal vez había terminado la época de riqueza en la Colegiata. Tal vez por eso en él no hay bóvedas de ningún tipo, solo un rústico techo de madera que se apoya en ménsulas que sobresalen del mismo muro del claustro, por eso creo que ya fue construido de ese modo.
EL ALA QUE QUEDA. TECHO DE MADERA
SUSTENTADO EN MÉNSULAS DE LA
ESTRUCTURA
Atribuido al Maestro Mateo, nunca he visto un espacio tan capaz de transmitir tanto sentimiento. Para mí, solo ese lienzo de un claustro que, completo, debió ser maravilloso, sirve para hacer de él uno de los lugares indispensables cuando hablamos de conocer Compostela.

También me he preguntado en más de una ocasión qué variables utilizarían los maestros constructores de entonces para hacer unos interiores tan acogedores como hicieron. Hoy nos lo siguen pareciendo. Dimensiones, techos, puntos de luz, sonoridad, todo ello conjuntado para regalarnos una sensación que para nada ha cambiado a lo largo de todos estos siglos.