viernes, 16 de abril de 2021

Origen del nombre Daltonismo

 Conocemos como daltonismo una anomalía hereditaria, ligada al cromosoma X en los humanos, y que consiste en una variable incapacidad para diferenciar colores, fundamentalmente el rojo y el verde, o bien el azul y el rosa. Aunque al principio se le llamó daltonismo, hoy es más común denominarla como “ceguera para los colores”, pues los diferentes tipos de daño se diferencian por los colores afectados en la visión de los enfermos.


La palabra daltonismo proviene del químico y matemático John Dalton que la identificó a finales del siglo XVIII. Su hermano también poseía dicha dificultad y, al vivir juntos, nunca se habían percatado de su singularidad. Pero en un fin de semana campestre, celebrada entre amigos, se les ocurrió recolectar fresas. A cada uno se les proveyó de su cestita de mimbre para depositarlas en ella y, mientras todos habían llenado sus cestas correspondientes, los hermanos Dalton andaban con muy pocas recogidas. Fue John quien mostró su sorpresa por la rapidez de los demás, pues tanto a él como a su hermano les llevaba su tiempo reconocer la esfera sobre las hojas y tocarlas con una cierta presión para comprobar si estaban blandas y, por tanto, eran comestibles. Con el tiempo, se fueron conociendo a más personas con el “defecto” de Dalton que, como es lógico, pasó a llamarse daltonismo.



Dalton, químico de profesión, estaba convencido de que su limitación era debida a alteraciones en la composición de los humores oculares. En este sentido, cedió sus ojos para que una vez producida su muerte, fuesen estudiados. Así se hizo, pero no apareció ninguna anormalidad en ellos. Hoy sabemos que la ceguera para los colores es debida a modificaciones en las células nerviosas de la retina, Es un carácter hereditario y en humanos su gen regulador está en el cromosoma X, presentando, por tanto, un comportamiento propio de la herencia ligada al sexo.



Tengo un amigo daltónico y hemos hablado con alguna frecuencia de su condición. Además de daltónico es culto, le gusta leer, viajar, visitar museos, posee una agradable familia y una envidiable casona en el Valle del Ulla. Mi amigo tiene una vida como la cualquier otro ciudadano, pero con sus limitaciones específicas debidas a su incapacidad para diferenciar los colores.

Me cuenta sus primeras dificultades para diferenciar de modo inequívoco el rojo y el verde, los colores que, por ejemplo, rigen el tráfico mediante los semáforos. Ahora, para los peatones hay diferentes dibujos asociados a los colores, que indican cuándo se puede cruzar la calle y cuándo es conveniente esperar. Pero los conductores no poseen ese tipo de aviso alternativo.

Tampoco hay colores alternativos en muchos aparatos electrónicos (cargadores, por ejemplo), en los que rojo y verde poseen diferentes significados, pero es el mismo punto el que toma uno u otro color.

Mi amigo tiene dificultad para elegirse ropa, pues no distingue los tonos de sus colores. Tampoco puede ir a la huerta de su casa del Valle del Ulla a por verdura fresca, pues no distingue de colores ni de sus gamas. No conduce, como es lógico.

A veces mi amigo se lamenta de lo poco concienciada que está la sociedad con relación a estas personas pues, por lo que él sabe, ni siquiera hay voces que salgan en su defensa proponiendo actuaciones alternativas, como ocurrió en su momento con los zurdos, por ejemplo.

Test para diagnóstico


Hoy se disponen de muchos y diversos test para diagnosticar el tipo de ceguera para los colores que pueden poseer las personas aquejadas de este mal. No se me ocurre que haya soluciones. A veces se habla de la parición de gafas especiales para tipos especiales de daltonismo, pero poca cosa y son remedios poco eficaces.



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