Llegar al término de la vida, sin
más, sin explicación de ningún tipo, porque esta definición de morir lleva
implícito admitir que la duración de la vida es limitada y que, por tanto, se
termina, algo que a los humanos nos cuesta mucho admitir. Pero voy a prescindir
aquí de los humanos, pues en nosotros la muerte adquiere dimensiones diferentes
a lo que ocurre en los demás seres vivos. Tenemos una conciencia de dignidad
que se resiste a ser perecedera y que plantea muchas preguntas acerca de la
propia trascendencia, cuestiones a las que sólo las religiones y los sistemas
filosóficos son capaces de procurar respuesta. Recordemos las muchas obras que
ha generado la idea de la muerte, desde las esculturas funerarias, a los muchos
Faustos o a las sobrecogedoras películas tipo “El séptimo sello” de Ingmar
Bergman o “Diálogos de Carmelitas”, sobre un texto de G.Bernanos.
A VECES, ENTRE NOSOTROS LA MUERTE ES TERRORÍFICA |
Los dioses, eternos en todas las religiones,
regalaban la inmortalidad a los humanos que se habían distinguido por hacer
cosas buenas con comportamiento altruista. Ese era su gran premio, la
inmortalidad.
¿Es terrorífico el morir? Para los
humanos sí lo es de un modo u otro. Por eso la muerte siempre aparece
representada como algo desagradable y con guadaña que, figuradamente, segará
nuestras vidas. Por otra parte, no lo debemos olvidar, al separarnos
definitivamente de seres queridos, genera en nosotros unas situaciones
irreversibles de dolor a las que, una vez aparecidas, es preciso irse
acostumbrando. La muerte, uno de los cuatro Jinetes del Apocalipsis, nos
resulta espeluznante por ese halo de dolor e intranquilidad con que nos visita.
Pero, ¿y los demás seres vivos?
También en ellos termina la vida y, por tanto, se produce la muerte. Muchos
animales mueren como nosotros, pero sin dudas metafísicas acerca del proceso
que afrontan. Mueren y sus cadáveres aprovechan como fuente de energía para otros seres
vivos. Normalmente, como ocurre con nosotros, al morir lo hacen de modo individual
cuando se trata de seres que vivieron como entidades discretas, pero cuando se
trata de colonias, como corales, puede ser que algunos individuos mueran,
mientras otros permanezcan vivos e, incluso, haya quienes nazcan dentro de la
misma entidad colonial en la que otros mueren.
También existen ocasiones en que los
individuos, como tal, desaparecen si bien permanecen vivos en sus
descendientes. Hablo de aquellos seres, no pocos, que se reproducen por bipartición. Ocurre que un ser
se divide en dos, que son sus dos hijos únicos, que acaban de aparecer mientras
que el anterior, el progenitor que se dividió, ha desaparecido, ya no existe
como tal. ¿Ha ocurrido la muerte del ser inicial? Nadie se atreve a decir que
si, aunque ya no exista como entidad propia. Ha desaparecido, si bien la
“desaparición” como tal, no entra en la definición de muerte. ¿Podemos decir
que hay seres inmortales mediante la reproducción? tampoco. Más acertado será
hablar de estirpes constituidas por seres que no mueren, pero que desaparecen
para dejar su sitio y sus funciones a sus descendientes. Si troceamos por
completo una planta en múltiples esquejes, de modo que la planta inicial deje
de existir como tal, no diremos que haya muerto, aunque ha desaparecido. Su
actividad biológica sigue presente en sus hijos en forma de esquejes que, al
enraizar, serán nuevos individuos.
Los vegetales, como seres vivos que
son, también mueren. Pero tienen sus peculiaridades. Por ejemplo, las plantas
anuales viven un solo año y, al morir, lo hace todo el individuo, como en
nuestro caso. Cuando viven más de un año, los procesos pueden ser peculiares.
Por ejemplo, en los árboles de hoja caduca, las hojas mueren al llegar cada
otoño, aunque esta muerte, genéticamente programada, no afecta a la viabilidad
del individuo que las tenía. También, en árboles, puede ocurrir que se seque
alguna rama, o más de una, sin que afecte a la vida del árbol como individuo.
¿Qué ocurre con los cuerpos muertos?
Los cadáveres de animales y vegetales se descomponen por la acción de otros
seres que se alimentan de ellos. De un modo u otro, estos seres van
descomponiéndolos, nutriéndose de sus restos, incorporando sus componentes, de
modo que éstos vuelven a incorporarse a los seres vivos, si acaso alguna vez habían salido de ellos.
Porque, para mi entender, un ser
muerto en mucho más que un mineral o una piedra. Aún hay en él mucha energía
vital almacenada que aprovechará a otros seres. Sus componentes químicos, y la
energía encerrada en ellos, pasarán a formar parte de otros seres dentro de la
cadena biológica en la que están integrados.
+ + +
De todos modos, hay algo que quiero
comentar. Entre todos los seres vivos, la nuestra es la única especie cuyos
componentes podemos matar por matar. Hay otras especies, animales cazadores, que
matan para el propio sustento, y eso constituye un conjunto de procesos naturales
perfectamente estructurados en su biología. Me refiero, en nuestro caso, a
matar como un acto de total crueldad hacia otros seres indefensos la mayor
parte de las veces: matar animales o, incluso, quitar la vida a otros
hombres.
Entre animales hay luchas crueles
por diversos motivos de liderazgo, pero nunca el vencedor mata a su oponente.
Existen ritos en los que éste reconoce su derrota y, una vez ejecutados, no hay
más violencia.
En nuestro caso, existen muchas luchas que sólo terminan con la muerte del perdedor. Pero, eso sí, somo civilizados.
Fotos: Fondo de Google
Emilio Valadé del Río
En nuestro caso, existen muchas luchas que sólo terminan con la muerte del perdedor. Pero, eso sí, somo civilizados.
Fotos: Fondo de Google
Emilio Valadé del Río
Excellent!
ResponderEliminarGracias, +Marina Seischi por tu calificación. Este adjetivo, sin más comentario, me resulta estimulante.
EliminarMuy bien este blog.Me gustan mucho estas publicaciones
ResponderEliminarGracias por tu comenterio, Unknown amigo. Te agradezco que me sigas, te guste los que escribo y que lo dejes escrito. Un saludo cordial.
ResponderEliminarGracias por el articulo tan magnifico como siempre. Te sigo leyendo. Un gran abrazo.
ResponderEliminarGracias, Demetrio, por tu comenterio y por seguirme. También yo te sigo. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarEs toda una lección magistral!!!
ResponderEliminarMercedes, creo que exageras un poco. la muerte, con sus connotaciones sicológicas, se presenta como un tema tabú para nosotros. Yo hablo aquí sobre ella como biólogo que soy, contemplándola como algo propio de cualquier ser vivo. No pretendo hacer mas. Gracias por tu comentario.
EliminarCómo siempre un interesante artículo Emilio.
ResponderEliminarGracias, Marisa Castiñeira por tu comentario.
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