Una vez escuché a
un alumno decir que él era “como un gen dominante”. Por la manera con que lo
decía, pensé que aún tenía mucho que aprender. Claro que, en último caso, para
eso estaba en la Facultad de Biología y yo estaba encargado de hacerle
comprender la fatuidad de su comentario.
Porque, vamos a ver, ¿qué quiere decir “dominante”? Este concepto se lo debemos a Mendel. Antes de él, ya se habían realizado cruzamientos experimentales con animales y plantas, pero habían estado mal planteados y, por tanto, no habían aportado información ninguna. Mendel siguió un protocolo muy cuidado en sus cruzamientos, utilizando líneas puras con alternativas morfológicas bien definidas, y vio que en la primera generación filial, a la que llamó F1, uno de los dos caracteres paternos parecía desaparecer, pues los miembros de esa generación mostraban de modo uniforme el rasgo de un solo progenitor. Hasta aquí habían llegado los experimentos anteriores de cruzamientos, pero Mendel siguió con los individuos de la F1, dejando que se cruzasen entre ellos. En su descendencia reaparecieron individuos con el carácter desaparecido en la generación anterior. Es decir, el “factor hereditario” determinante de este carácter, estaba presente en los individuos de la F1, si bien no se mostraba. Los individuos de la F1 habían recibidos un “carácter hereditario” de cada uno de sus progenitores, aunque sólo mostraban el efecto de uno de ellos. Al factor que se mostraba, Mendel llamó dominante y, de modo similar, al oculto llamó recesivo. No había daño ni efecto negativo de algún tipo por parte del factor dominante hacia el recesivo. Simplemente, lo enmascaraba cuando estaban juntos.
Porque, vamos a ver, ¿qué quiere decir “dominante”? Este concepto se lo debemos a Mendel. Antes de él, ya se habían realizado cruzamientos experimentales con animales y plantas, pero habían estado mal planteados y, por tanto, no habían aportado información ninguna. Mendel siguió un protocolo muy cuidado en sus cruzamientos, utilizando líneas puras con alternativas morfológicas bien definidas, y vio que en la primera generación filial, a la que llamó F1, uno de los dos caracteres paternos parecía desaparecer, pues los miembros de esa generación mostraban de modo uniforme el rasgo de un solo progenitor. Hasta aquí habían llegado los experimentos anteriores de cruzamientos, pero Mendel siguió con los individuos de la F1, dejando que se cruzasen entre ellos. En su descendencia reaparecieron individuos con el carácter desaparecido en la generación anterior. Es decir, el “factor hereditario” determinante de este carácter, estaba presente en los individuos de la F1, si bien no se mostraba. Los individuos de la F1 habían recibidos un “carácter hereditario” de cada uno de sus progenitores, aunque sólo mostraban el efecto de uno de ellos. Al factor que se mostraba, Mendel llamó dominante y, de modo similar, al oculto llamó recesivo. No había daño ni efecto negativo de algún tipo por parte del factor dominante hacia el recesivo. Simplemente, lo enmascaraba cuando estaban juntos.
Tal vez el término
dominante haya dado lugar a un error conceptual en personas sin muchos
conocimientos de genética, de tal modo que equiparan “dominante” con “ideal”.
Pero conviene aclarar alguna cosa. En primer lugar, no existen genes
dominantes. Los genes, formados por ácido nucleido, son los responsables de
regular funciones concretas, mediante los enzimas de cuya síntesis son
responsables. A mediados del siglo XX se acuñó el aforismo.”un gen-un enzima”,
que posteriormente se modificó por “un gen-un polipéptido” debido a que hay
enzimas formados por más de una cadena peptídica.
Pero que un gen sea
responsable de regular una función, por ejemplo color de pelo en conejos o
grupo sanguíneo en humanos, no quiere decir que siempre se regule del mismo
modo. Lo mismo que hay diversos grupos sanguíneos humanos (A, B, AB, 0),
existen diversos tipos de colores de capa en conejos: gris, negro, chinchilla,
canela, Himalaya, albino y algunos más. Los responsables de estas alternativas
funcionales se llaman alelos. Si un individuo tiene los dos alelos iguales,
decimos que es homocigoto. Si los tiene diferentes, es heterocigoto.
Y cuando es
heterocigoto, ¿cuál es el aspecto del individuo, cuál es su fenotipo? Es ahí donde entra en juego el concepto
de dominante y recesivo, pues puede ser que se manifieste un alelo y el otro
quede enmascarado, llamando dominante al que se manifiesta, o bien que se
manifiesten ambos alelos, como es el caso de nuestro grupo sanguíneo AB, cuyos
individuos son heterocigotos para los alelos que determinan el grupo A y el
grupo B. En este caso, puesto que en el heterocigoto se manifiestan los dos,
ambos cumplen la definición de dominante y decimos de ellos que son
codominantes.
Muchos piensan que
los alelos dominantes son los mejores. Bueno, no tanto. Hay un mutante
dominante en el hombre, llamado sindactilia, que provoca que los dedos estén
unidos entre ellos y es un alelo dominante. También es dominante el alelo que
determina la polidactilia, que determina que haya más de 20 dedos en un
individuo. Supongo que a nadie le apetece tener estos dominantes.
LOS FENOTIPOS SALVAJES SUELEN ESTAR DETERMINADOS
POR ALELOS DOMINANTES.
Una cosa es alelo
dominante y otra, diferente, alelo favorecido por la selección natural. En otro lugar he dicho que los
alelos que determinan los fenotipos salvajes y silvestres son dominantes, pues
confieren a sus poseedores el aspecto favorecido por la selección natural.
Color, época de floración, olor, etc. Todos estos fenotipos están muy fijados,
si bien existen muchos recesivos que pueden provocar un cambio de morfología si
acaso ocurren cambios ambientales. Es lo que llamamos “variabilidad
encubierta”. Pero la aparición de un alelo dominante en circunstancias
actuales, modificaría el aspecto de su poseedor y tal vez la selección natural lo
eliminase en una sola generación. Muchas veces, a los mutantes que modifican la
morfología de los individuos, se les ha considerado como curiosidades de
laboratorio, pues en la naturaleza no habrían sobrevivido. Sobreviven gracias a
cuidados en jardines o granjas.
La dominancia (y la
recesividad) la debemos entender a nivel bioquímico. He dicho antes que la
acción primera de un gen es regir la síntesis de un polipéptido con función
enzimática. Esa enzima actuará sobre un substrato llevando a cabo una acción
concreta.
En homocigosis hay
un solo enzima en la célula, pues son iguales los dos alelos, pero en
heterocigosis hay dos enzimas diferentes, cada uno de ellos regido por cada uno
de los dos diferentes alelos del gen presentes en la célula, y los dos enzimas
deben actuar sobre el mismo substrato para llevar a cabo una reacción
diferente. ¿Qué alelo será el dominante? El que consiga llevar a cabo la
reacción en el sentido que él determina.
Por ejemplo, un
alelo puede ser recesivo por no formar enzima. Decimos de él que es un mutante
mudo. Es el caso de ausencia de pigmentos y flores blancas o pelaje blanco
debido a de la luz al atravesar membranas vacías. En casos en que ambos alelos
rigen la síntesis de un enzima, en la célula heterocigótica están presentes las
dos enzimas. Aparece una competencia entre ellas para realizar la reacción en
la dirección determinada por cada una. Diversos factores bioquímicos influyen
en cómo se realice la reacción, pero el alelo dominante es el responsable del
enzima que la controla.
Muchos biólogos no
creen en la dominancia ni, consecuentemente, en la recesividad. Muchos alelos
que a simple vista se comportan como dominantes, con otros métodos de análisis
son claramente codominantes. A fin de cuentas, en un gen concreto que está en heterocigosis,
hay dos alelos diferentes y ambos están trabajando. Ninguno anula al otro.
Fotos: Fondo de Google
Emilio Valadé del Río
Fotos: Fondo de Google
Emilio Valadé del Río
,
Nunca me había parado a pensar en el aspecto semántico de la "dominancia" y en su valoración a escala humana sobre buenos y malos. Muy interesante Emilio!
ResponderEliminarAsí es, Baile de Norte. A veces las palabras y sus significado nos confunden, o son capaces de hacerlo, los criterios. Y hay palabras de significado obsoleto. Te imaginas el contrasentido de decir "voy a bajar en el ascensor?" Por ejemplo. Un saludo muy cordial.
EliminarDominante no quiere decir el alelo favorecido por la selección. Muy buena aclaración Emilio.
ResponderEliminarGracias a ti, Marisa Castiñeira. Dominante lo es en términos bioquímicos intracelulares. Lo otro, el favorecido, es por causas adaptativas.
ResponderEliminarExcelente .
ResponderEliminarGenes Dominantes ,seria bom se nossos genes dominante fossem as com boas qualidades
Abraço
Saludos, generosa opinión, Marina Seischi
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