viernes, 29 de marzo de 2019

Esas flores no huelen




Como biólogo, veo las flores como lo que son, los órganos reproductores de un amplio grupo de plantas. Muchas de las cosas que se dicen de ellas, las veo como poesía, a veces cursi y relamida. Las flores se han tomado como ejemplo de virtudes, como la violeta de la humildad o la azucena de la pureza. Las margaritas se han utilizado para adivinarnos el futuro (si, no), han sido objeto de ofrenda y mil cosas más. A veces vienen a ser coletillas cursis, como “florecillas del campo”. En no pocas ocasiones, han sido símbolo de derroche y lo siguen siendo. 

Entre otras características, las flores se diferencian unas de otras por su color, olor, morfología y tamaño. En la morfología entra el número de envueltas florales, así como los tamaños y las formas de pétalos y sépalos. Todo eso tiene mucho que ver con la selección natural. Cuando es el viento el que las poliniza, las corolas suelen ser abiertas, con los estambres y estigmas al aire. Pero cuando los insectos son los encargados de esta función, entonces, todo puede estar más regulado. Los insectos han de reconocer las flores (“sus” flores), que no pueden variar en características morfológicas. Cualquier variación que presenten las puede volver irreconocibles para los polinizadores. En ese caso, su variación no se transmite a la descendencia y todo queda en nada. La selección natural es así de estricta y tan fijas las características de las flores. 

HERMOSAS PERO SIN OLOR

Otra cosa es la selección artificial, cuando es el horticultor quien selecciona y decide qué características proteger y afianzar en sus productos dedicados a la venta, no a la reproducción. 

Que yo sepa, las rosas, los claveles y los crisantemos son sujeto de fuerte selección por parte de jardineros, pero no son las únicas especies vegetales sometidas a esta práctica. Se seleccionan por color, olor, morfología de la flor, porte de la planta, etc. Incluso se seleccionan por época de floración. P. ej., los crisantemos han de estar en las tiendas, como muy tarde, el 25 de octubre. Las razas que florezcan más tarde, pierden mucho de su valor. 

DOMÉSTICO, OLOROSO

Las razas seleccionadas de modo artificial se reproducen de modo también artificial, mediante esquejes o injertos. Poco importa que las plantas seleccionadas para un carácter concreto (época de floración, tamaño, color, u otro), pierdan algún otro que hubiese sido importante para su vida silvestre, pues ahora llevan vida de invernadero y ese carácter perdido ya no le hace falta para su supervivencia. 

Mediante selección artificial, se han conseguido flores espectaculares, biológicamente monstruosas, pero maravillosas desde la óptica de la hermosura: flores con todo tipo de colores, desde blanco al rojo intenso, o floraciones a lo largo de todo el año. La selección natural ha de tener muy compensadas estas características, no permitiendo en ninguna de ellas variaciones que modifiquen su capacidad funcional. En selección artificial, se puede modificar toda característica que el horticultor pueda compensar con una actuación artificial.
HAN DE ESTAR EN LAS TIENDAS
AL ACABAR OCTUBRE

Al comenzar la selección, ya se tiene determinado el carácter que hay que seleccionar en cada cepa. El carácter seleccionado ha de ser de expresión variable y hereditario, es decir, ha de estar regulado por genes. En cada generación, se utilizará como cepa progenitora de la siguiente a las plantas que muestren ese carácter de modo más acusado, desechando a las restantes. De este modo, se irá consiguiendo reunir en una sola cepa a los genes que inciden de manera más intensa en el carácter diseñado desde el principio del trabajo: flores de tal color, olor, época de floración, número de frutos o lo que sea. Pero en esta labor de selección, no tendrá en cuenta el resto de caracteres que puedan presentar las plantas. 

Por ejemplo, en un invernadero (1), se puede seleccionar para un tipo de color. En otro (2), para floración duradera y en otro (3) para olor. En las plantas favorecidas por el tono de color en (1), no importa que huelan o dejen de oler ni que sus flores duren más o menos tiempo. Algo similar ocurre con las plantas favorecidas en los invernaderos (2) y (3). En las seleccionadas en (2), poco importará el color o el olor, y en las seleccionadas en (3) sólo importará el olor porque, tal vez, estén es una fábrica de productos de perfumería. 

Siempre me ha gustado el olor de las flores naturales. Me gusta el tenue de las violetas o de las petunias. Con las rosas me aburre el manido tópico de la belleza acompañada del dolor de las espinas, pero su olor también me gusta. Encuentro como violento el de los claveles, lleno de evocaciones para mí. Califico como entrañable y lleno de nostalgia el de los crisantemos, aunque no conozco a nadie a quien también le guste este olor. Pero sí, en la naturaleza cada flor tiene su olor para hacerse notar por su polinizador natural. 

Ocurre que en las flores de floristería se venden o se compran flores de invernadero, seleccionadas por múltiples características. Tal vez son muy grandes, o longevas, o lucen un color especial. No lo sé, hay para todos los gustos. 

Pero es posible que muchas de ellas hayan perdido su olor porque los seleccionadores no lo tuvieron en cuanta a la hora de hacer las cepas. Tal vez sea un carácter que no interesa a la hora de seleccionar.


Fotos: Emilio Valadé del Río


8 comentarios:

  1. Sensacional!
    Peço sua permissão para colocar seu blog dentro do meu blog ,como um dos meus preferidos
    marina-seischi.blogspot.com

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    1. Muchas gracias, Marina Seischi por el trato que le das a mi blog. Un honor.

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  2. No se que pasó con mi anterior comentario Emilio. Te decía que en muachas ocasiones has hablado de la selección realizada por jardineros, fruticultores o agricultores. También te decía que recuerdo con especial cariño como mi madre, sin conocimientos en biología, intercambiaba y recogía esquejes, plantones y hojas en el caso de plantas crasas, paar reproducir esta o aquella planta en su jardín. También mi padre injertaba viña y frutales,... Siempre me sorprendió esa legión de "genetistas" que trebajaban en "su mejora genética". Un abrazo Emilio!

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  3. Puestos a eso, Antonio, hemos de admirar la labor de tantos y tantos seleccionadores de animales domésticos que sin tener conocimientos de genética fueron capaces de generar razas de animales y vegetales con un éxito indiscutible. O la sutileza científica de injertar sobre un pie silvestre, resistente y adaptado al territorio, injertos de dudosa capacidad de enraizar, pero productores de frutos o flores muy seleccionados. Siempre he admirado esas capacidades innatas en personas con un respetable nivel de intuición biológica. Gracias por recordatorio, Antonio.

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  4. Qué buena explicación de la selección artificial que tendrá en cuenta cada carácter por separado no reparando en los demás. Siempre explico un poquito de esta idea a mis alumnos, para que entiendan evolución, esa, que premia un determinado carácter para ese medio que hace que perdure de generación en generación. Quizá en esto tengas algo que matizar o ya lo hayas hecho en algún artículo.
    Gracias y un saludo Emilio

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  5. A veces se hace difícil concretar, pero es interesante su comentario. Lo tendré en cuenta, Marisa Castiñeira. Gracias por tu apreciación.

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    1. La selección artificial es cruel como proceso. Otorga total capacidad reproductiva a los portadores del carácter seleccionado y le niega esa capacidad a los que carecen de él. La selección natural establece grados de capacidades reproductivas, por esos sus procesos son más lentos y sus actuaciones pueden ser reversibles,
      ya que los alelos no seleccionados siguen presentes en la poblaciones a lo largo de muchas generaciones. Gracias de nuevo por tu comentario, Marisa.

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    2. Gracias a usted, la contestación me parece estupenda. Aprendiendo

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