viernes, 14 de junio de 2019

El fin de la selección natural

Como nos dice la RAE, fin es el “Objeto o motivo con que se ejecuta algo”. Puestos a eso, podríamos preguntarnos ¿Cuál es el fin de la selección natural? ¿Qué pretende la selección natural? 



Vayamos por partes. Uno de nuestros frecuentes errores conceptuales consiste en atribuir motivaciones humanas a los fenómenos naturales que ocurren en nuestro entorno. El mar no es bravo, la lluvia no calma, la nieve no disfraza, ni el viento destruye. El mar no tiene bravura, posee fuerza que podemos medir, la lluvia no calma sedes, deja caer agua que, también, podemos cuantificar, la nieve cubre de blanco las superficies sin intención de disfrazar nada y tampoco el viento tiene intención de llevarse por delante todo cuanto no pueda resistir su avance, que puede quedar destruido sin haber existido tal intención por parte del viento. Pero de ahí a que posean sentimientos humanos dista mucho, por mucho que los cuentos nos hablen de olas consejeras, vientos parlanchines o fuegos devoradores. 

La Naturaleza no se mueve por sentimientos, son las leyes naturales las que rigen su funcionamiento y, ya desde el siglo V a.C. los filósofos jonios propusieron la teoría de que los fenómenos naturales se podrían explicar mediante procesos también naturales y, en los casos en que no pudiesen ser explicados en un momento concreto, ya aparecerían explicaciones apropiadas cuando las ciencias avanzasen, como ha ido ocurriendo. 

A veces, y con mayor frecuencia de la deseada, son muchos los que creen en un mundo estático en sus parámetros, con diversos y bien diferenciados ambientes. En esos ambientes la variabilidad de los seres vivos determina una mejor o peor adaptación a los respectivos ambientes en los que habitan. La selección natural determina los mejor adaptados a esas condiciones y favorece su reproducción. Y así, durante muchas generaciones.
EL MONTE NUNCA ES UN MUNDO FELEZ

¿Y al final? Es decir, ¿en qué termina este proceso? Porque tal vez sean muchos los que piensan que ese final está definido por alcanzar un mundo feliz. Un lugar en el que todo sería armonía y bienestar de todos los seres vivos. 

He dicho en otras ocasiones que la evolución es un proceso de constantes cambios, tanto en los seres vivos como en los respectivos ambientes. Nunca terminará de actuar la selección natural como nunca serán inmutables los hábitats en los que actúa. 

Por una parte, tenemos la mutación, que es recurrente. En cada generación aparecen nuevos mutantes que generan una variabilidad nueva sobre la que debe actuar la selección natural, pues siempre existirá una adaptación diferente entre los mismos componente de una población. Esta variabilidad  que se genera de modo recurrente en cada generación, incide sobre los valores de la adaptación de los seres vivos que la  poseen. 

Dejando este factor “interno” de los propios seres vivos, los diferentes hábitats también se modifican con mayor o menor velocidad. Estamos en épocas de rápidos cambios, pero siempre los habrá de modo que los valores de la adaptación a ellos también variará de una generación a la siguiente. Seguimos en la época en la que los efectos actuales (Erosión, transporte, sedimentación), siguen actuando con sus consecuencias geológicas derivadas. 

NO, NO ES EL FIN DE LA SELECCIÓN NATURAL

No, el fin perseguido por la selección natural no es alcanzar el estado definido como un “mundo feliz” que, además, tendría que ser estable tanto en el aspecto genético como en el ambiental.


Fotos: Fondo de Google

6 comentarios:

  1. La idea de la selección natural es engañosamente sencilla. Personalmente creo que son muchos los que pensando que la entienden, la han malinterpretado o no la han captado en toda su profundidad. Tendemos con damasiada frecuencia a humanizar todos los procesos naturales,... quizás por eso de que solo miramos para nuestro ombligo ¿no?

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  2. Cierto, Norte. Eso de lo que quiere, pretende, beneficia, y otras acciones similares, son consecuencia de aplicarle criterios y finalidades muy humanas. Con frecuencia me cuesta comprender la acción de la selección natural y es que, claro, tampoco conocemos todos sus parámetros. Mas de cien años han pasado desde que Darwin propuso su existencia y seguimos viéndola de modo incompleto, a veces confuso. ¿No te parece? Gracias por tu comentario, Norte.

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  3. Caro Emilio
    Apesar de minha vida ser sempre voltada para a ciência estou sempre fazendo um mix entre a ciência pura e a espiritualidade .
    Acho que neste mundo se eu estar sempre usando a ciência para explicar tudo chega um momento que se torna estático,muito matemático ou melhor muito frio .
    Achei os textos excelente ,mas este final ficou estático .Faltou algo ,poético?espiritual?Não sei ,vou pensar .
    Abraço amigo

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  4. Amiga Marina Seischi, gracias de nuevo por tus comentarios, siempre atentos. La verdad es que nunca me preocupo de conseguir unos finales poéticos o espirituales. Procuro escribir en un plano más concreto. Si tú lo encuentras de otro modo, me alegro por tí. Un saludo cordial.

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  5. Cómo decía un amigo, la selección natural no entiende de moral, de eso sabemos los humanos.
    Otro fantástico artículo, Emilio

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  6. Lo malo, Marisa Castiñeira, es que a ves queremos comprenderla por completo, o creemos que la comprendemos. A La selección misma y a sus motivos. Vanidad nuestra, ¿Verdad? Un saludo cordial.

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