martes, 12 de marzo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO (ii) EL CAMINANTE SOLITARIO

A lo largo del Camino, en los pueblos, aldeas o en los albergues, es frecuente ver grupos bullangueros de gente que, una vez terminado el día , se desparraman por el lugar con la alegría propia de haber terminado una etapa más. Son peregrinos que hacen su Camino en grupo. Los grupos alegres suelen estar formados por numerosos peregrinos, normalmente jóvenes de ropas multicolores. Los grupos sosegados son más pequeños y de gente algo entrada en años. Caminan de otra forma, buscando otras metas aunque vayan al mismo sitio. La amistad también peregrina formando parte de todos los grupos.
UN RATO DE SOLEDAD CUSTODIANDO MOCHILAS
Hay otros peregrinos que prefieren hacer el camino en solitario. Esos me impresionan profundamente. Me siento solidario con ellos. Siempre me ha gustado el paseo en solitario, pero a veces resulta muy duro no tener con quién compartir experiencias, dudas, emociones. Contrastar lo que sea. Charlar con alguien afín. Pero para quien va solo, toda sensación que se viva, y a lo largo del Camino se prevén múltiples, serán vividas en solitario, sin poder hacer partícipes de ellas a quienes potencialmente hubiesen compartido itinerario de haber ido en grupo. Esa soledad propiciará unas vivencias muy profundas, análisis intensos de la situaciones y tomas de decisiones muy responsables. Todo se hará sin nadie en quien apoyarse, pero quien inició el Camino en ese plan, ya sabía lo que encontraría.
Esto no quiere decir que el caminante solitario no tenga con quién comentar, que los tiene. Siempre aparecen personas con quienes compartir experiencias, siquiera de modo somero. Son compañeros de etapa que se van encontrando en múltiples lugares a lo largo de cada día y todos los días: en el albergue, en una fuente, en cualquier descanso, comiendo en la cantina y seguro que vuelta a verse en el albergue, al caer la noche. Al final, surge el saludo educado, incluso cordial, pero no es del tipo íntimo, con tintes de compartir, que se podría haber producido con amigos. Esto es otra cosa.
ANOTANDO EN EL DIARIO. PORTOMARIN
El caminante solitario quiere vivir esta experiencia, el Camino, en soledad. Quiere encontrase consigo mismo en las largas y agotadoras marchas, en los repechos, en las soledades de las cuestas aparentemente interminables, en el trago de vino reparador del anochecer o al escuchar un cántico entonado por algún grupo que acampa cerca. No quiere compartir con nadie estas sensaciones. Y no por egoismo, sino porque ha venido buscando estos momentos de soledad y así hacer un viaje a su interior, tal vez necesitado de hacerlo. Solos, a veces con un pequeño diario en el que van anotando todo cuanto se les ocurre a la vez que trazan esquemas de lo que ven, estos caminantes en soledad van tejiendo una peregrinación hacia sí mismos que, ojalá, les hará reconciliarse con su propia vida.
LA PEREGRINA MEJICANA QUISO HACERNOS ESTA FOTO 
En Liñares, ese sitio siempre me impresiona e intranquiliza, nos encontramos un verano a una mujer que venía sola desde Méjico. Allí se había decidido a peregrinar. Voló hasta París donde dejó su equipaje en una consigna, se echó al Camino, y a pie venía desde allí, para “poner orden en su vida” según nos dijo. Esta es una historia, la de ella, pero tienen que haber tantas diferentes como peregrinos solitarios.
En la iglesia de O Cebreiro, en otra ocasión encontramos un grupo procedente de Lyon que cantaba un hermoso motete acompañados por una flauta travesera. Tal vez, aquel grupo francés era parte de la esencia del Camino. Pero en Barbadelo vimos a un muchacho solitario, con los pies metidos en un riachuelo para refrescarlos.   También en aquella ocasión tuvimos la impresión de palpar esa esencia.
Mil peregrinos, mil modos de venir, todos ellos válidos. Amparados en el grupo, que también se tienen ratos de soledad en esos casos. Solitarios desde el comienzo, con conversaciones profundas con peregrinos anónimos a quienes ni se le pregutna el nombre.
Siempre compartiendo, ese es el lema, siempre entregando, siempre caminando.

6 comentarios:

  1. Siempre he pensado que hacer el camino en soledad te hace reencontrarte contigo mismo. Yo seria una peregrina en soledad, y no porque no quisiera formar parte de un grupo, sino porque como bien dices intentaría poner en orden mi vida, establecer nuevas prioridades. Imagino que haciendo el camino (yo aún no lo he hecho) te encuentras en esa soledad buscada, que no impuesta Lo que no quitaría para intercambiar impresiones con otros. Yo seria una peregrina en soledad, que no solitaria. Tere

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siempre me han infundido mucho respeto esas personas que van solitarias al lado de grupos. Ellos, a lo suyo, sabiendo muy bien a dónde van y lo que buscan. En cuanto a lo que dices, ¿qué quieres que te diga? Gracias por leer lo que escribo.

      Eliminar
  2. Emilio, con ver el título de tu blog, ya sabemos cómo te gustaría peregrinar a ti.
    Está claro que esa forma de poder estar a solas con uno mismo, es muy difícil hoy día. Unos lo consiguen con esta solución drástica de hacer el
    Camino en solitario, que debe ofrecer un aprendizaje único. Otros tienen más suerte y son capaces de conseguirlo, esa debe de ser la "terra aliena" del maestro Bernardo de Claraval, todos los días o cualquier día.
    Buen viaje
    Ángel

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Angel. Sabes que dentro de pocos días inicio uno de esos viajes en soledad, pues aunque esté rodeado de gente con quienes comparto cariño, también buscaré con avidez los ratos de soledad para vivir intensamente todo cuanto me rodea. También es otra acepción de la "terra aliena" de Bernardo de Chartres.
      Gracias por tus buenos deseos.

      Eliminar
  3. "Hacer el Camino" en soledad, para mí, significa poder saborear muy profundamente la LIBERTAD. Decidir contigo mismo, sin consensos ni buenismos complacientes, cuan larga será la etapa, el ritmo de tus pasos según el tramo a transitar; el tiempo que quieres dedicar a observar el vuelo de una mariposa, o el día a día de cualquier aldea por la que pasas; escuchar el murmullo de un arroyo, ver los campos floridos en primavera o el color del bosque en otoño; cuando, que, donde y cuanto te apetece comer o beber; cual abergue quieres conocer hoy; poder evitar conversaciones banales, etc. etc. Graciñas por tus aportaciones sobre el "Camino y un abraciño amigo Emilio. (Bnij.net)

    ResponderEliminar
  4. Se nota a las leguas que sabes de lo que hablas y conoces los frutos del hacer pausado en soledad, aunque no en solitarios.
    Gracias por el enriquecimiento a la entrada que ha significado tu comentario.
    Emilio

    ResponderEliminar