viernes, 13 de diciembre de 2019

Transgénicos, nuestro recelo.

Desde siempre, nuestra cultura receló de los seres monstruosos, aquellos cuyos cuerpos eran mezclas definidas de los de otros bien definidos. Las esfinges, las quimeras, las gorgonas o las sirenas eran seres que, en la mitología griega, jugaron continuamente papeles malvados: mentirosos, criminales, vengativos o traicioneros. Siempre estuvieron del lado de la falsedad y la traición.




Con estos planteamientos culturales y ancestrales previos, no es raro que hoy, y de manera inconsciente, exista un manifiesto rechazo a los seres surgidos como consecuencia de mezclas de caracteres de otros, que pudieron no ser malos ni perniciosos: la maldad intrínseca radicaba en la misma mezcla. 

Recordemos que las sirenas, con la mitad inferior del cuerpo en forma de pez y la superior como una mujer hermosa, habitaban arrecifes y lugares marinos peligrosos y, mediante sus cantos, atraían a los marineros para que acercasen a ellas sus embarcaciones, haciéndolas naufragar. La esfinge, con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas, mataba a los que no podían resolver un enigma que les proponía, cuya solución acertó Edipo. Quimera era una cabeza de cabra implantada en un cuerpo de león y con cola de serpiente. Despedía fuego por la boca. No es preciso seguir con este desagradable catálogo. 

Durante la Edad Media se siguió creyendo en seres monstruosos (niños con cabeza de perro o de ave, nacidos de relaciones ilícitas entre mujeres y otros seres, animales o el mismo demonio). En tales casos, los monstruos, al igual que sus madres, eran condenados a muerte. Recientemente, y ya con medios actuales de creación y transmisión de mitos, Frankenstein representa, una vez más en la historia de nuestra cultura, ese ser fallido cruel y pernicioso que está hecho, no obstante, de partes buenas de seres previamente existentes, también buenos de por sí. 

EL PAPEL DE LOS BILLETES DE EURO, TIENE ALGODÓN
TRANSGÉNICO EN SU COMPOSICIÓN

Vemos que en todos estos casos, los seres que contribuyen a formar el monstruo son buenos. Lo intrínsecamente malo es el monstruo mismo. Aparece entonces un comportamiento anormal y dañino por parte del ser anormal, que solamente se podrá resolver destruyéndolo. 

A veces, los temas culturales son recurrentes. Van apareciendo a lo largo del tiempo, siempre con visos de novedad, incluso como si fuesen algo nuevo, propio del mismo tiempo en que se vive. Ahora estamos en un momento en que los mercados se van llenando de nuevos seres, consistentes en individuos de especies bien definidas a los que se han introducido genes de especies afines para mejorarlos de acuerdo con criterios preestablecidos y hacerlos, de este modo, más rentables en términos de economía o de utilidad para el hombre. Estos seres, por ser producidos luego de un paso de genes desde un ser donante a otro receptor, se denominan genéricamente "transgénicos" y es sobradamente conocida la polémica que han originado. 

De nuevo ha surgido el recelo. Parecía desaparecido, pero sólo estaba dormido en nuestro subconsciente colectivo. Bastó que apareciesen los transgénicos para que, sin saber siquiera que por nuestra parte era atávico su rechazo, no pocos se echasen a la calle protestando contra ellos y sembrando entre muchos esa total desconfianza que genera lo desconocido. 

Dicen los enemigos de los transgénicos que, al comerlos, comemos genes de otras especies. Pero siempre ha sido así: ingerimos partes de seres que nos sirven de alimento, sean animales o vegetales. Cuando ingerimos esos alimentos, tomamos también sus genes. Luego, en la digestión, estos genes ajenos se descomponen en sus unidades bioquímicas elementales (nucleótidos) y, como tales, son absorbidos a nuestro medio interno donde comienzan un proceso de integración en nuestra propia bioquímica. Le llamamos digestión, mediante la cual los componentes moleculares presentes en los alimentos pasarán a ser componentes moleculares de quien los ha ingerido. No tiene sentido habar de “comerse genes”. 

De todas formas, dentro del recelo a los transgénicos, encuentro que existen lagunas, serias lagunas de información, en espera de respuesta. En primer lugar, un individuo transgénico cualquiera, con un metabolismo perfectamente ajustado, se encuentra con que se le han añadido genes nuevos capaces de determinar procesos bioquímicos nuevos en él. Debemos pensar que su metabolismo se enriquece con la presencia activa de estos genes, (para eso se ha manipulado genéticamente). Pero, ¿qué ocurre con los productos de desecho generados a partir de esa novedad metabólica? Porque ésta es una cuestión importante para nosotros y cuya respuesta aún no está claramente definida. 

En el metabolismo celular, es muy importante el destino de los productos de desecho originados del correcto funcionamiento bioquímico. Normalmente, ese destino es la excreción que en animales termina en forma de orina o de sudor. No obstante, hay ocasiones en que esos productos pueden ser depositados en órganos concretos, como pueden ser los cuerpos grasos de insectos. En vegetales, los productos destinados a la excreción suelen ser depositados o bien en órganos especiales de almacenamiento (vacuolas), o bien en las paredes celulares. En ambos casos, los productos de desecho, que pueden ser tóxicos, permanecen en las mismas células, aunque de manera inocua para ellas. 

Creo que no se han realizado los estudios necesarios que garanticen, para cada caso concreto, la ausencia de productos tóxicos de desecho en los transgénicos. Pues, por cuanto he dicho, la manipulación genética ha podido producir un organismo nuevo, intrínsecamente mejor que aquel del que básicamente procede, pero que puede almacenar substancias tóxicas aparecidas como consecuencia de las alteraciones metabólicas que se han generado en él. Estas substancias, perfectamente aisladas y, por tanto, inocuas para el mismo transgénico que las ha generado, pueden ser perjudiciales para cualquiera que lo utilice como fuente alimenticia. 

Hasta que no aparezcan esos análisis, realizados por entidades de contrastada honorabilidad en sus procedimientos, seguirá presente el recelo contra esa versión actualizada de los antiguos monstruos. No sé si muchos de los productos actualmente en el mercado constan de los necesarios avales sanitarios que tranquilicen a sus consumidores.

6 comentarios:

  1. Hola Emilio, muy interesante tu entrada. Yo también me he hecho muchas veces esa pregunta y al margen del planteamiento que haces, yo creo que saltarse las barreras entre especies, introduciendo en ellos genes de especies que no podrían cruzarse en la naturaleza es quizás una de las cuestiones que pueden suponer más rechazo en la población. Yo, personalmente prefiero evitarlos.
    Buen fin de semana!

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  2. Para mi existen dos modos diferentes de utilizarlos. Uno de ellos, por ejemplo, el papel enriquecido con genes de algodón para conferirle resistencia. Otro modo, muy diferente es ingerirlos mediante la dieta. Ahí prefiero lo tradicional, lo que ha mostrado su eficacia a lo largo de milenios.
    Gracias por tu comentario, El Baile de Norte.

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  3. Creo que hay que ser prudente y seguir investigando.
    Abrazos
    Chiruca

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  4. Yo no creo que los transgénicos que salen al mercado sean más peligrosos que otros productos “naturales”, no transgénicos. Como bien dices, si nos comemos genes de otras especies no afectan a nuestro organismo, otra cosa es que los genes en transgénicos o no, expresen proteínas que sean tóxicas, o alergénicas para alguna parte de la población -así las hay en las fresas, huevos, frutos secos...- hay entonces que saber qué genes se editan y traspasan.
    Por eso tienes razón en que para que un producto salga al mercado necesita estudios rigurosos y un continuo seguimiento (como todos)
    Los transgénicos creo que son una tecnología humana que puede ir en la ayuda de hambrunas, sequías, producción más ecológica...

    ¿Se conoce algún efecto malo para la salud atribuible a transgénicos? ¿Para la biodiversidad, son peores los transgénicos que otros especies agrícolas “domesticadas” por el ser humano?

    Gracias siempre por tus artículos, un abrazo Emilio

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  5. En relación a tu primera pregunta, te digo que desconozco algún caso que relacione alteraciones fisiológicas con transgenia.
    En cuanto al comportamiento de los transgénicos frente a la selección ntural, no te puedo decir nada, pues se trata de seres muy vigilados y cultivados en condiciones de aislamiento con otras especies. En esos casos, protegidos por la acción humana, poco podemos pretender conocer la acción de la selección natural si viviesen en condiciones naturales.
    Gracias por tu comentario, Marisa.

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