Cuando tuvimos accidentes apocalípticos, con decenas de muertos como el del Alvia, en Galicia se colmaron las necesidades de sangre en unas horas. Pocos días más tarde, autocares del Servicio Galego de Saúde anduvieron por toda la Comunidad recogiendo más sangre, para que nadie que quisiese dar, quedase sin hacerlo. De la actuación de los vecinos de Angrois no digo nada, todos vimos su comportamiento gracias a los diversos canales de TV.
Sigo en esta tierra, la mía. Cuando las costas atlánticas se habían colmado de chapapote a causa del Prestige, vino una marea blanca, solidaria, que ayudó a limpiar y rehacer lo que parecía imposible de conseguir. Incluso una cadena de TV privada, se instaló en A Costa da Morte, para transmitir desde allí sus telediarios de la noche.
Estamos en una época muy mala, para unos más que para otros, pero no he visto en nuestras calles movimientos de crispación, ni algaradas violentas, ni apasionadas peleas como vemos en otros países, tal vez considerados como más reflexivos que nosotros. Parece que estemos hechos para aguantar, aunque las provocaciones de algunos parezcan no tener límite. También es cierto que vemos irresponsabilidad de algunos, como vemos en otras partes del considerado mundo civilizado.
Somos, nosotros, una gente profundamente solidaria, sin importarnos quién sea el beneficiado de nuestras actuaciones. Nos duele ver cómo hay quienes lo pasan muy mal. En esos casos, acudimos como por ensalmo a ayudar a quien sea para, al menos, paliar lo que en ese momento colma su capacidad de resistencia.
Solidarios, generosos, respetuosos, así somos y me enorgullece sentirlo en todos quienes, por ejemplo, responden ante cualquier petición de ayuda solidaria. En esos casos, muchos, dejamos de parecer el país desestructurado que dicen que somos, para semejar más a una gente que sabe perfectamente lo que quiere y cómo conseguirlo.
Todos sabemos que se dijo del Cid aquello de “qué buen vasallo si tuviese gran señor…” Creo que hoy se podría aplicar a la casi totalidad de españoles, a la búsqueda de alguien que, con palabras sanas y sin doblez, sea capaz de liderar esta comunidad buscando un futuro en el que el bienestar no sea un patrimonio de gente cada vez menos numerosa. Lo deseo de corazón que aparezca, tal vez necesito creer que así será.
Leyendo el Evangelio, veo que el capítulo II de S. Lucas nos dice que aquella noche, después de anunciar a los pastores lo que había ocurrido en Belén, los Ángeles cantaron “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Reparo en que los hombres carentes de buena voluntad quedaban fuera de ese deseo.
Entramos en una Navidad singular empañada por el Covid19. Una Navidad rara, para la que no tenemos guión, pero que es una buena ocasión para desear cosas buenas a quienes queremos. Entre ellos están mis familiares y mis amigos. A ellos les deseo lo mejor y, por lo que me atañe, intentaré hacer para que así sea a lo largo del año que está en puertas.
A los demás también deseo cosas buenas, a cada uno según su cuota de bondad, honradez y solidaridad. Y si no hubo nada eso en sus vidas, supongo que, a estas alturas, ya están servidos con sus fines conseguidos.
Ojalá el año 2021 nos traiga luces y esperanzas nuevas y concretas.
Felices Fiestas Emilio,... te deseo lo mejor para ti y los tuyos.
ResponderEliminarUn abrazo!
Otro para ti, Norte. Espero que sigamos viéndonos por aquí. Un abrazo¡¡
ResponderEliminarFeliz Navidad!
ResponderEliminarAbrazos
Chiruca
Feliz Navidad, Chiruca
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ResponderEliminarGracias,Emilio, por tus buenos deseos. Con ellos nos demuestras la buena persona que eres.
Un abrazo de Navidad.
Engaño mucho, desconocido amigo. Otro abrazo de Navidad para ti-
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