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miércoles, 10 de diciembre de 2014

PREGÓN DE NAVIDAD - BEGONTE (LUGO) 2002

El presente Pregón de Navidad lo pronuncié en Begonte (Lugo), el día 14 de diciembre de 2002, con motivo de la inauguración de su Belén Electrónico.

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Un pregón es un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se invita a participar en ella.

Me corresponde pronunciar el de Navidad con motivo de la inauguración del Belén de Begonte. Para mí constituye una gran responsabilidad, pues sé bien que hay muchas personas que lo harían mucho mejor que yo. También, porqué no decirlo, es una gran ilusión y un honor que no creo merecer.

Pronunciaré el pregón de una Navidad que para muchos paisanos nuestros, en especial los de la Galicia costera, viene sembrada de profunda tristeza y preocupación debido a desastres que todos tenemos presentes. Me dispongo a pronunciarlo comentando qué es para mí la Navidad, lejos del loco consumismo al que nos quieren llevar y de esos aspectos sensibleros a los que quieren reducirla. Para mí, la Navidad es otra cosa y es lo que deseo presentar ahora ante todos ustedes.

Pero, como siempre me gusta hacer, comentando la celebración desde su inicio, aunque éste se pierda en la noche de los tiempos…


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Durante el año se suceden diversas festividades que nos marcan el paso del tiempo. Los historiadores de las religiones nos dicen que tales celebraciones vienen de lejos, de muy lejos, de cuando fundamentalmente el hombre era agricultor y que le relacionaban con la divinidad. Más tarde, el cristianismo asumió dichos hitos y les dio nueva dimensión, pero en el subconsciente colectivo esas fiestas siguieron teniendo unos significados que iban más allá de los propios de la religión cristiana. 

Hablo de fiestas que bien podemos relacionar con el ciclo del sol y su influencia en la agricultura. Así, en el comienzo de cada primavera, cuando los días ya son más largos que las noches, celebramos la Pascua, la plenitud de la promesa divina y la Resurrección de Aquel que se definió como la Luz.

Más tarde, y cuando las cosechas ya son algo más que promesa, celebramos el Corpus Christi, la fiesta del pan y del vino convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo, del alimento corporal transformado en espiritual. Luego, cuando llegamos a la plenitud de los días y entramos en el verano, celebramos el triunfo de la luz, del sol que está en su esplendor y de la vida que revienta por todas partes. En esos días el triunfo del sol se recuerda mediante las hogueras de San Juan. Las cosechas están granadas, la comida del invierno asegurada y la alegría de vivir desborda en todos.

Conforme avance el verano, los días comenzarán a acortarse a la vez que las noches se irán alargando. Parece como si las tinieblas venciesen a la luz. En noviembre llegarán los días de recordar la santa compaña, fantasmas, aparecidos, brujas, difuntos y demás hasta que, al comenzar el invierno, el sol, la luz, que hasta entonces pareció ir a menos, volverá a renacer haciendo que los días comiencen de nuevo a alargarse. 

Antes de nuestra era, en este tiempo del renacer de la vida se celebraba el nacimiento de Mitra, el dios de la luz. Fue una celebración muy arraigada en el imperio romano. Cuando, en el siglo IV, la Iglesia Cristiana quiso celebrar el nacimiento de Jesús lo hizo coincidir en la misma época, tiendo en cuenta, además, que en el evangelio de San Juan muchas veces se le equipara con la Luz y Él mismo, en más de una ocasión, también lo hace. Celebramos, en el sentido más amplio, el nacimiento de la luz. Pero también el anuncio del triunfo de la luz sobre las tinieblas que, hasta entonces, estuvieron presentes de modo amenazante en el horizonte espiritual humano.

Es la vida que hierve lo que celebramos. Es la seguridad del bien y su promesa. La luz de nuevo venciendo a las tinieblas, al mal como símbolo de Dios venciendo al demonio. Ésta es la razón de que sea entonces cuando conmemoramos el nacimiento de Jesús como principio de la redención y del cumplimiento de la promesa divina. 

Fiesta de la vida. Es eso lo que nos reúne aprovechando el nacimiento del Señor. Fiesta de la vida, de la luz, de la promesa, del futuro. La promesa se hizo realidad, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Las promesas no eran vanas, la esperanza va a ser premiada. La luz iba a menos pero a partir de ahora renace. A Jesús se le pondrá de nombre Enmanuel, Dios con nosotros.

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Indudablemente, es ésta la alegría que impregna de modo subconsciente las celebraciones que tenemos en puertas. Cristo nace y comienza el final de un largo período durante el cual el hombre ha ido como peregrinando por un mundo obscuro (Jesús es la Luz que ha llegado), guiado por símbolos y mensajes traídos de modo más o menos encubierto por los profetas. Isaac representó a Jesús, a Abrahán se le dijo que su descendencia sería más numerosa que las estrellas, Daniel predijo el momento en que llegaría el Mesías, el maná cayó del cielo como alimento corporal representando el futuro alimento espiritual de peregrinos atravesando el desierto. Pero todo eso termina con este nacimiento y con él comienza la plenitud de los tiempos. Eso es motivo suficiente para llenar de alegría los ánimos de los hombres de buena voluntad, esos hombres a quienes, en esa noche, los ángeles felicitarán la primera Navidad de la historia. Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Pero junto a la celebración puramente religiosa, mezclándose con su misma naturaleza, siempre ha permanecido latente la otra, la que basada en una religiosidad inherente al ser humano, viene hasta nosotros desde los tiempos oscuros en que nuestra civilización balbuceaba sus primeras expresiones. Las celebraciones propias del nacimiento de la Luz se han mezclado de tal modo con las cristianas, que hoy sería difícil discernir cuáles son de un tipo y cuáles de otro. Sabemos que en civilizaciones remotas estas celebraciones consistieron fundamentalmente en reuniones familiares, en concreto alrededor de la mesa, donde comidas ricas en energía ayudaban a luchar contra los fíos imperantes. La gente se intercambiaba regalos y la vida misma era celebraba. En este sentido, niños y ancianos eran los seres mimados de los festejos familiares: unos por tener la vida por delante y otros por casi haber completado ese mismo ciclo. En algunos lugares del norte de Europa se veneraba a los abetos y se les adornaba, como los seres vivos más longevos conocidos. Más tarde, en algún momento de la historia, se hizo coincidir con este tiempo el inicio del año.

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Ya tenemos definidas las pautas de nuestra fiesta y de sus momentos claves. Nace el Hijo de María, y en él celebramos a todos los niños. Comienza la época en que las promesas se harán realidad, y con motivo de esa visión de futuro, celebramos la continuidad de la vida. Navidad, fiesta del nacimiento de Cristo y fiesta de la vida celebrada en el entorno más íntimo, en el familiar. Fiesta de la familia. Por eso, a lo largo de la Navidad, también se celebrará a la Sagrada Familia como símbolo de las demás. Asistimos a la celebración de un conjunto de sucesos que, refiriéndose a la infancia de Jesús, nos sirven de pauta para nuestra misma vida. Pero cada uno lo hará a su manera.

Nos vamos acercando de modo inexorable a la Navidad, pues aunque no queramos, o queriéndolo, las Navidades vienen y se van. Recordemos aquel villancico "La Nochebuena se viene, la nochebuena se va. Y nosotros nos iremos y no volveremos más". Este es uno de los sentidos de la Navidad. Su perennidad cíclica frente a nuestra transitoriedad. Hay cosas de siempre, la Navidad es una de ellas, mantenidas por seres perecederos: nosotros. Y somos quienes ahora estamos aquí los que celebraremos la Navidad un año y otro y otro, hasta que venga una Navidad en la que ya, definitivamente, no estaremos. Pero la Navidad seguirá viniendo y comenzaremos a estar en los recuerdos, ojalá que de muchos y durante mucho tiempo. No obstante aquí estamos, dispuestos a celebrarla de nuevo, como una vez más de las muchas que se celebrarán hasta el final de los tiempos. En esta ocasión nos corresponde ser los depositarios de una tradición que viene desde quién sabe cuándo y que se proyecta hacia un futuro también muy remoto. 


La vida sigue, sigue y sigue y celebramos que siga contando con nosotros. Porque la vida es un regalo que se nos ha dado sin mérito alguno por nuestra parte. Porque todos los beneficios verdaderos que disfrutamos nos han venido así, por regalo: la vida es el mayor de ellos. Y eso celebramos, junto a los que vienen, los niños y junto a quienes nos la transmitieron, los mayores. Entre esos extremos estamos nosotros, que hemos recibido unos modos, que los ejercemos y que los transmitimos. Tradición pura, así funciona y así es como conviene entender muchas de las cosas que vamos a vivir dentro de unos días, o que comenzamos a vivir hoy, aquí, en Begonte, cuando estamos inaugurando el Belén correspondiente a este año.

Porque la Navidad, como celebración antigua que es, está cargada de tradiciones, muchas de las cuales vienen ni se sabe desde cuándo. Tradicional el turrón, las doce uvas, el árbol, el belén. Hoy es un conjunto de costumbres adoptadas a nivel mundial que configuran un modo universal de celebrar la Navidad. Pero cada una de estas cosas tuvo su origen y fuimos nosotros quienes las aceptamos y elevamos al rango de símbolos por tener un significado especial, como Noche de Paz, o como el Belén de Begonte que se inició tímidamente hace treinta y un años y hoy forma parte substancial de la Navidad de todos nosotros.

Cada cosa que hagamos en Navidad vendrá cargado de una doble vertiente: lo hacemos para nosotros mismos y, también, para que a nuestro lado vayan aprendiendo los niños, sin que nadie les tenga que decir nada. A veces pensaremos en las muchas Navidades que hemos vivido y posiblemente las recordaremos habiendo sido nosotros protagonistas diferentes de ellas, según nuestras edades. Las más remotas en nuestros recuerdos las vemos a través de los ojos del niño que fuimos, con unos hermanos también niños, temerosos ante la visita de los reyes o ilusionados ante el nacimiento que para nosotros habían hecho nuestros padres o nuestros hermanos mayores. Luego, con el tiempo, fuimos nosotros los que hicimos los belenes y quienes adornamos las casas. Más tarde hubo niños a nuestro lado que aprendieron de nosotros y, ahora, ya casi son ellos los que hacen las cosas y a nosotros nos corresponde ayudar, opinar y orientar. ¿Es la vida la que está pasando? ¿Acaso somos nosotros los que pasamos a lo largo de estas celebraciones anuales? "La nochebuena se viene… y nosotros nos iremos…" Es la vida que fluye y, mientras, nosotros que la disfrutamos casi sin darnos cuenta del enorme beneficio que representa. 

Tradiciones y tradiciones navideñas: villancicos cantados con ritmos populares pero rebosando dogmas como aquel que dice que "San Gabriel bajó del cielo para anunciar a María el misterio y la grandeza de ser madre del Mesías", o con alusiones a la Eucaristía "y si quieres tomar pan más blanco que la azucena, en el portal de Belén la Virgen es panadera". Ángeles que tocan campanas "Belén, campanas de Belén que los ángeles tocan…" Villancicos que nos definen muy bien, como aquel que habla de la muertre a un Niño recién nacido "pastor, ¿dónde quieres ir? Voy a Belén por si el Niño con Él me deja morir…" Villancicos que non llevan a ambientes de las mil y una noches: "La Virgen se está peinando entre cortina y cortina, los cabellos son de oro, los peines de plata de plata fina". Villancicos que derrochan ternura con el Niño: "El Niño se duerme con dulce acunar. Cantar pastores que se duerma el Angelito, cantar pastores a este Niño tan bonito. Cantar pastores, pero fuera del portal, que está dormido y se puede despertar…"

Ternura, también es cierto, con un Niño que, por muy Dios que sea, ahora está encarnado en el ser más indefenso que pueda haber. Ese Niño ha nacido indefenso y morirá quejándose a Dios del abandono en que se encuentra. Entre uno y otro hito, pasará haciendo el bien, como dirá San Pedro en su alocución a los gentiles el día de Pentecostés, y hablará de soledad y solidaridad: "bienaventurados los pobres, los tristes, los que lloran" "venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre, porque tuve sed, porque estuve triste…" "cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis". 

Solidaridad o caridad, es bueno actualizarla en estos días, cuando encontramos tantos necesitados a nuestro lado. Necesitados de nuestro cariño, de nuestra ayuda, de nuestro dinero. Cuántos y cuántos que están llamando a las puertas de esta prosperidad nuestra y muchos olvidando que no hace mucho tiempo éramos nosotros quienes íbamos a los cuatro puntos del mundo para conseguir lo que ahora ellos buscan en nuestro entorno. 


Solidaridad con los nuestros, con los marineros gallegos que han visto cómo en un instante se les vino abajo toda una historia hecha con trabajo, ilusión y empeño. Una negra sombra, siempre cruel, les ha dejado sumidos en la desesperanza y con una tremenda sensación de orfandad. También ellos vivirán una Navidad diferente, ojalá que pronto dispongan de los medios necesarios para que desastres como el que se ha vivido no pasen de ser meros contratiempos.
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Y después, cuando estemos tranquilos con nosotros mismos, con quienes nos quieren y con aquellos a quienes queremos, vivamos con avidez estos días que son un regalo más que nos hace la vida sin nosotros merecerlo. Vivamos la alegría de volver a ver ese Niño indefenso colocado sobre pajas "le llevaré el corazón que le sirva de pañales" hemos cantado más de una vez en un villancico. Estemos más atentos que nunca con los nuestros y dejemos que la alegría llene nuestros corazones mientras contemplamos a los que hoy estamos y recordamos de modo entrañable a quienes estuvieron en otro tiempo y que no volverán a estar. 

Pues éstas son unas fiestas que, aunque siempre fueron las mismas, constantemente nos obligan a replantear el modo de vivirlas. Porque hubo años en que se iniciaron ausencias, y qué ausencias, y hubo también años en que se estrenaron presencias. Faltó alguien, apareció alguien. Y siempre se trató de personas importantes en la historia familiar, la nuestra. Con todos ellos acerquémonos a lo más nuestro, lo más íntimo. Dejemos que aflore ese montón de agradecimiento que debemos de sentir hacia quienes nos pusieron en esta vida y con quienes hacen que nuestro transcurrir por este mundo sea más sencillo. Con ellos celebramos estas fiestas del modo más íntimo posible, de manera sencilla pero colmada de momentos que llenarán nuestros días de un significado diferente. Charlaremos con los parientes que están lejos, visitaremos a los amigos de siempre para pasar un rato sosegado con ellos y compartir las alegrías y las penas, que de todo hay y, en algún momento, desearemos estar solos para encontrarnos con nosotros mismos. Porque la Navidad también es un buen momento para hacer balance personal. Termina el año y no viene mal mirar cómo van nuestras cosas, las personales. Qué conviene mejorar, que hay que modificar, qué cuestión es mejor dejarla zanjada.

Durante esos días, dejemos que vuelva a salir a la luz el niño aquel que fuimos y que llevamos dentro como adormecido. Dejemos que se asombre ante el belén, que se maraville ante el árbol o que se ilusione ante el paquete que encierra un regalo. Vengamos a Begonte para encandilarnos con el Belén más bonito que hayamos podido ver, ese Belén que ya forma parte de nuestra Navidad, pues hemos venido tantas veces a verlo que ya no sabríamos qué hacer si no fuese una referencia más en nuestra navidad.

Navidad del año 2002, ésta que está en puertas y a la que nos vamos acercando casi sin notarlo. El espíritu de la Navidad ya casi ha florecido en las calles, en las casas y en los corazones. Cada día encontramos más detalles que nos van metiendo en ella y cuando menos lo pensemos estaremos celebrando la Nochebuena. La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va… Pero es posible que ésta de 2002 siga siendo nuestra. Una Navidad más, ojalá que nos llene de vivencias para recordar más tarde, ojalá que sea la Navidad más importante de nuestra vida. Y ahora, a punto de terminar este pregón, quiero expresar mi profundo agradecimiento a quienes me dieron la oportunidad de ser de los primeros que les felicite la de este año:


Señoras y Señores, Feliz Navidad.
Felices Pascuas, amigos.


























sábado, 22 de noviembre de 2014

MIEDOS Y PUNTUALIZACIONES

A raíz de mi anterior entrada,, no ha faltado quien me haya hecho algunas observaciones que voy a comentar. Una de ellas consiste en criticar que nos hubiesen relatado, cuando éramos niños, cuentos truculentos, con muertos y aparecidos por medio. Me dicen que fue algo horroroso, que nos debió dejar traumados. No sé si he quedado traumado, la verdad, pero sí digo a voz en grito que me encantaron aquellos cuentos, aunque de algunos no llegué a conocer el final, pues pedía que lo detuviesen, por no poder aguantar el miedo que me inspiraba. Sin embargo, hoy no me gustan nada las películas de terror.

Recuerdo los cuentos de voces surgidas del cementerio, siempre de noche, fuegos fatuos e historias espeluznantes o de risa, como la del ladrón que fue a robar en tumbas y a quien, al querer saltar la tapia
YA ME GUSTABAN LAS HISTORIAS
DE APARECIDOS
para salir, la ropa se le enredó con ramas de arbustos. Casi muere del susto pensando que era algún muerto que lo retenía, afrentado por el robo. Esto se contaba entre risas y sin tener en cuenta que hubiese niños por medio. Nos encantaba.

Las historias que mas miedo me inspiraban se referían a caminantes que pedían cobijo y, luego, manifestaban sus malas intenciones. Recuerdo una hipotética monja bajo cuyas sayas aparecían los bajos manchados de unos pantalones. Miedo y más miedo para niños a quienes nos gustaba sentirlo.

También me dicen que ahora no se puede asustar a los menores con seres de ficción tipo el viejo del saco o el sacamantecas. No hay que asustar gratuitamente. Bueno, creo que esas historias estaban justificadas por casos de niños que desaparecían y siguen desapareciendo. ¿Es preciso que traiga nombres aquí? Puedo, y todos podemos, recordar una triste retahíla de nombres de niños y niñas que desparecieron y no se supo más de ellos (Madeleine, Jeremy, etc.) o bien aparecieron brutalmente asesinados (Sonia, Mary Luz..,) Ahora esas cosas se saben y los medios las difunden, pero hace años, sin teles ni radios, esas noticias corrían entre los padres como un rumor sin confirmar, pero que creían. Ante esos temores, fundados, poco valía decirnos a los niños que no hablásemos con desconocidos. Mejor, que temiésemos a cualquiera que podría llevarnos en un saco para sacarnos la manteca. El cuento de Caperucita insiste en lo mismo: que no se debe hablar con desconocidos. Hoy, por desgracia, todos sabemos que existe gente depravada a quienes los niños deben esquivar.
A ESTA EDAD, ME ENCANDILABAN
LOS CUENTOS TRUCULENTOS

En ese plan, a veces aparecen escritos nostálgicos recordándonos que “cuando éramos niños bebíamos leche de vaca recién ordeñada, sin hervir. Bebíamos agua de la manguera de riego. Comíamos la fruta sin lavarla o no nos lavábamos las manos antes de comer…Éramos felices y nos nos pasaba nada” Ya dijo Jorge Manrique que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero yo les digo a quienes esto dicen ahora, que ellos, por decirlo, están vivos y han superado todas las enfermedades infecciosas a las que estábamos expuestos los niños. Era tal la mortalidad infantil, que en los cementerios había parcelas especiales para menores, y los periódicos tenían formato especial para esquelas infantiles.

Hoy, la mortalidad infantil está prácticamente reducida a casos accidentales, pues muchas graves enfermedades de antaño han pasado a ser puro recuerdo. Entonces, cuando los padres decían de un hijo que ya “estaba criado”, querían indicar que ya había
YA ESTABA CRIADO
superado todas las enfermedades posiblemente mortales, que podría haber sufrido, o esquivado, el hijo de quien se hablaba (sarampión, tos ferina, pulmonía, tifus, etc., etc…). Más tarde vendrían las vacunas preventivas.
En casos de sanidad infantil, no tolero nostalgias gratuitas del tipo de beber leche recién ordeñada y sin hervir.



sábado, 5 de julio de 2014

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: LA LÁPIDA DE TEODOMIRO

EXCAVACIONES EN LA NAVE CENTRAL
DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO
Lo dice la leyenda: Un ermitaño, de nombre Pelaio, vio caer estrellas sobre el monte. Otros dicen que era un pastor, pero coinciden en que las luces cayeron. Hoy nadie se cree eso de las estrellas cayendo, pero los relatos de entonces se hacían, también, para encandilar a los oyentes y lo de lluvia de estrellas tenía mucho atractivo en la época en que se fraguó la leyenda.
Sigue diciendo la leyenda que el pastor desbrozó el monte y encontró una tumba, con unas señales especiales y que, posiblemente, la tradición había guardado en la memoria popular.
Pelaio, conocedor de quiénes administran el poder en esta tierra, avisó al rey, Alfonso II el Casto, y al Obispo de la zona, Teodomiro, que tenía su sede en Iria Flavia, hoy cerca de Padrón.
Se ponen en marcha los mandatarios, se encuentran junto a la tumba anunciada por el monje Pelaio y “por las señales que muestra” coinciden en que no cabe duda de que se trata de los restos del Apóstol Santiago.
EXCAVACIONES. SE VEN LAS BASAS
DE LAS COLUMNAS DE
LA NAVE CENTRAL
Alfonso II manda construir un templo y funda un monasterio de monjes para cuidarlo. Este monasterio (hoy femenino), es el de San Paio Antealtares. En él se guarda la primera descripción escrita del hallazgo. Figura en el documento llamado “Concordia de Antealtares” y se viene a comentar, más o menos, como lo he hecho. Lástima que insista en las señales inequívocas que acompañaban a los restos humanos, pues les concede un gran valor probatorio, pero no nos dice cuáles eran.
Alfonso se volvió a Oviedo. A este rey se le considera el primer peregrino y se conoce como Camino Primitivo el itinerario que siguió para llegar a Compostela.
De Teodomiro no se volvió a saber nada. Ni un documento, ni una referencia, Nada de nada, hasta el punto de que muchos llegaron a dudar de su existencia, atribuyéndole la categoría de personaje legendario.
MONUMENTO FUNERARIO A TEODOMIRO
CON LA LÁPIDA ORIGINAL
En el año 1946 se iniciaron unas obras de reforma y consolidación del pavimento de la catedral compostelana. 
Hubo más de una sorpresa entre todo cuanto se encontró. Indudablemente, los cimientos de las diferentes basílicas que se fueron construyendo para dar cabida a tantos peregrinos como llegaban. Había más. Muchos, muchos datos que interpretan quienes saben hacerlo. Pero, entre tantas cosas encontradas, y coetáneo con la fecha en que se encuentra al Apóstol, aparece la tumba de Teodomiro con una inscripción perfectamente legible. En ella se habla del obispo de Iria. Con este hallazgo, el obispo pasa a ser personaje histórico y deja de ser legendario. Por otra parte, el obispo debió de encontrar "algo" importante para querer ser enterrado junto a lo hallado, renunciando a serlo en su propia catedral, como era norma en sus antecesores.

RECONSTRUCCIÓN DE LA TUMBA
 DE TEODOMIRO
La lápida sepulcral de Teodomiro estuvo expuesta durante mucho tiempo en la entrada del Museo de la catedral de Santiago de Compostela. Hoy se ha simulado un sepulcro y la lápida se ha colocado sobre él. Está situada en la nave transversal, parte de la epístola, cerca de la puerta que da a la Plaza de Platerías.

LAPIDA DE TEODOMIRO. EN LA SEGUNDA LINEA,
ES FÁCIL LEER "THEODEMIRUS"


Como en anteriores ocasiones, y en relación al Apóstol, lo tenido como leyenda se consolida como veraz mediante documentación fiable.

domingo, 29 de junio de 2014

ES MUJER, QUE NO ES VARÓN - LEYENDA DEL CAMINO DE SANTIAGO

Un día de estos, me acerqué hasta Vilasantar das Nereidas, más allá de Leboreiro y antes de Pontefurelos. La zona es hermosa y muy
IGLESIA DE VILASANTAR
querida para mi. A veces, con viento y lluvia, me resulta sobrecogedora, pues allí la lluvia forma parte del paisaje. Todo ese tramo del camino está lleno de lugares plenos de arte y con historias peculiares.
Pasé por Leboreiro, entrañable Leboreiro, con su tímpano albergando a la Virgen de granito, la que no quiso estar en el interior de la iglesia, pues prefería el exterior, viendo pasar a los peregrinos hacia Compostela.

Frente a la iglesia, el hospital fundado y mantenido por la familia Ulloa. De su cuidado se encargaban los Monjes Hospitalarios, así como de la seguridad de los caminantes. Los Monjes iban de un lado para otro, siempre recorriendo el Camino en una u otra dirección, y atentos a que se tratase a los peregrinos con la consideración merecida. Desde Samos a Compostela, los Hospitalarios de Vilasantar cuidaban que no ocurriese nada adverso a quienes venían desde todas partes de Europa a postrarse a los pies de Santiago, el del Zebedeo.
Entre los Monjes, uno de ellos, de nombre Aloysus, ganó merecida
AL CUIDADO DE ALOYSUS
fama por su saber como herborista así como por su prontitud en resolver litigios que se pudiesen presentar entre la gente. No fueron raros los casos que se le presentaron de personas enemistadas por diversas situaciones, y que él resolvió con premura y al gusto de todos. Fue tal la fama que adquirió como dispensador de soluciones, que los días acordados por el Superior para atender problemas, se llenaba la iglesia de gente deseosa de presenciar el modo de proceder de Aloysus. Por otra parte, su preocupación por los peregrinos hizo que pasase noches enteras tocando campanas, cuando su sonido constituía la única orientación para caminantes rezagados a causa de cansancio, lluvias o nieblas.

Aloysus gozaba de merecida fama en toda la zona gallega del 
ALOYSUS TOCÓ EN ESTA TORRE EN MÁS
DE UNA OCASIÓN

Camino. Por eso, cuando enfermó de muerte, la iglesia se llenó de fieles rogando por su salud. El día que murió, la gente le lloró como algo muy preciado. El Superior de la comunidad de Vilasantar das Nereidas, decidió que, debido a sus múltiples méritos, fuese enterrado a los pies del altar mayor de la iglesia, y así se comunicó a los fieles.
Pero ocurrió algo inesperado. Al amortajar el cadáver, los monjes comprobaron atónitos que Aloysus era mujer, “que no varón”. Ante esta inesperada novedad, y la necesidad de una solución rápida, se plantearon dos actuaciones posibles. Una de ellas proponía seguir el ceremonial previsto y enterrarlo al pie del altar mayor. “Total, -se decía-, nadie se va a enterar”.
CERCA DE VILASANTAR
Pero el superior, que estudió el caso, dijo que la incorporación de Aloysus a la Orden Hospitalaria había sido nula, con engaño. En consecuencia, nunca había sido monje, toda su vida había sido una falsedad y, por tanto, no merecía ese lugar de privilegio para su entierro.
No faltaron quienes adujeron la dificultad de explicar esto a los peregrinos que iban llegando al funeral, que cada vez eran más. Así que el superior accedió a se enterrase en el exterior de la iglesia, en el muro junto a la puerta y sin figura funeraria sobre el sepulcro.
Hoy en día, su tumba sigue siendo una de las paradas obligadas a lo
TUMBA DE ALOYSUS
largo del Camino. A veces, yo no sé con qué frecuencia, aparece durante unas horas la escultura pétrea de una mujer yacente sobre la tumba. Muchos son los que la han visto, pero yo no, ni dispongo de foto para ponerla aquí.

Por la zona la historia se cuenta tal cual la relato, pues ha sido allí donde la he recogido.

sábado, 7 de diciembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXXVII) AVE FÉNIX CAMINANTE

OTOÑO, TIEMPO DE LEYENDAS...
Hace días paseaba por Compostela y recordaba algo del mito del Ave Fénix. Su origen se sitúa en los países del oriente y siempre, con sus variantes, nos habla de una hermosa ave que muere, pero que pasado un tiempo renace mas hermosa todavía.

El cristianismo asimiló esta leyenda, de profundo arraigo y amplia dispersión, cambiándole algunos matices. Así, sitúa un rosal al pie del árbol del Bien y del Mal, en el Paraíso. Al nacer la primera rosa, nació también un pájaro de hermosos colores. Esta ave fue el único ser que no quiso probar el fruto del árbol prohibido, pero cuando Adan y Eva fueron expulsados del Jardín, el arbusto se incendió de modo accidental y con él murió el ave.

No obstante, el Creador concedió al ave fiel un regalo por el que suspiran todos los hombres desde entonces, la inmortalidad. De las cenizas del nido nació a los tres días el ave más hermosa que se haya podido imaginar, el Ave Fénix.
Sin duda, el Fénix es un ave que encierra el consejo de volver a comenzar a pesar de estar frente a condiciones adversas.  Es un símbolo del renacimiento espiritual, del poder del fuego, de la purificación y la inmortalidad.
A lo largo de sus múltiples vidas, su misión es transmitir el conocimiento que atesora desde su origen al pie del árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.

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En la zona monumental de Compostela, hay casas, muchas, con distintivos de propiedad que
CATEDRAL
hacen referencia a las instituciones que las poseían. Son muy frecuentes las vieiras (Propiedad de la Catedral), los pinos (de San Martín Pinario), las cruces griegas de los franciscanos, etc.
SAN MARTIN PINARIO
Hay una de la que nunca he sabido qué institución viene a representar, tal vez porque no he querido saberlo. Es una especie de águila, que podría recordarnos al símbolo del evangelista San Juan. Yo he preferido pensar que nos traía a la memoria a un Ave Fénix altiva renaciendo de sus cenizas. Siempre viva e inmortal, como nuestro Camino.
AVE FENIX
Nunca he creído, y creo que nadie lo ha hecho, que el Camino haya sido igual a sí mismo a los largo de estos siglos de peregrinaje. Seguro que ha tenido sus mas y sus menos, sus aparentes muertes y sus recurrentes renaceres llenos de nueva fuerza y vitalidad. A lo largo de su historia, han debido de ser muchas aparentes desapariciones, algunas con apariencia de definitivas. Recuerdo que, en la década de los setenta del pasado siglo, junto a Santa María de Melide, alguien nos mostraba por dónde seguía el Camino en tiempos pretéritos. Nos lo indicaba como algo ya pasado y no imaginábamos el futuro que aguardaba a aquella senda. Más de una vez he pensado en el Camino como un Ave Fénix capaz de renacer de sus cenizas.
En la calle Azabachería, nº 18, hay una señal como de propiedad, que me resulta desconocida, extraña y me hace reflexionar.
PARA MÍ, TODO UN SÍMBOLO
Un ave rapaz aparece con una vieira agarrada en sus garras. Me gusta imaginarla no como símbolo de propiedad, sino como metáfora del entorno. La veo como un Ave Fenix (El Camino), que lleva a la Catedral o, lo que viene a ser lo mismo, la Catedral renace gracias al Camino y es llevada por él.
Es una interpretación muy personal, naturalmente discutible, pero me gusta pensar hasta qué punto ambas instituciones se han ayudado mutuamente y en este relieve encuentro un símbolo de esta ayuda.
Hoy, muchos tal vez de modo peligroso, confunden Catedral y Camino, y no es así. Conviene tenerlo presente.


sábado, 16 de noviembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXXIV) EL HUMILDE ALTIVO

LEYENDA URBANA COMPOSTELANA

Su presencia era agradable, aunque su comportamiento dejaba mucho que desear. Presumía de buena cuna y de humildad extrema. En realidad, tanto él como sus acompañantes eran unos altaneros que parecían gozar molestando.

CAMINANTES
Constantemente se quejaba de la vulgaridad de quienes encontraba en el Camino, fuesen mozos, criados, vendedores, hosteleros o clérigos. Creía que sólo los demás lo afeaban, pensando que él era el único poseedor de sentimientos nobles capaz de apreciar lo auténtico en medio de aquel barullo. Era uno de esos menospreciadores de gente que, también hoy, se consideran habitantes de sublimes soledades y nos desprecian a los demás sin saber que respiramos el mismo aire y pagamos con las mismas monedas. Esa suficiencia de patán que cree ser algo en su barrio, deseoso de decir constantemente “usted no sabe con quién está hablando”, siempre me ha parecido lo opuesto a Ulises cuando quiso ser Nadie y nunca se acompañó por el cruel desprecio del prójimo.
Con esos modos, peregrinaba a Compostela y estaba seguro que nadie había peregrinado con tanta humildad como él, que había escondido su nombre (y su escudo) bajo la estameña de su traje.
Su presencia no pasaba desapercibida y dio lugar a no pocas trifulcas por lo agresivo de su compañía. Los altercados no pasaron a mas, hasta que, ya cerca del final, el fulano perdió la vida en una emboscada.
GENIO Y FIGURA HASTA EN LA SEPULTURA
Sus criados se desprendieron de los hábitos penitenciales, se pusieron los de la casa patricia a la que prestaban sus servicios, e hicieron una entrada fúnebre en la ciudad que fue recordada durante bastantes años. Las campanas doblaron un día entero, los ornamentos fueron negros en todos los oficios religiosos y los sermones alabaron las muchas virtudes del difunto que, al fin, fue enterrado de modo acorde con su rango, pues ya todos supieron de quién se trataba.
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Pero el caballero no había ganado el jubileo. Claro que había bulas que concedían las gracias jubilares a quienes muriesen en el Camino, pero como éste había muerto entre pendencias nada piadosas, nadie era capaz de asegurar que se hubiese lucrado de las gracias jacobeas. Pero si había una cosa cierta en este caso, era el intenso deseo del muerto de ganarlo. De todos modos, siempre se dijo que durante las noches de los sábados, se abría la Puerta de los Abades de la Catedral Compostelana, para que por ella penetrasen las almas de los muertos en Camino y, ya dentro, se pudiesen lucrar de las gracias necesarias para subir a los cielos.
Al poco, en la ciudad comenzó a comentarse la insólita presencia de
SIEMPRE A LA ESPERA
una sombra en una de las puertas de la Catedral. No faltaron quienes pensasen que podía ser el alma del rufián aquel, que quería entrar por una puerta equivocada. Toda la ciudad pasó por allí a constatar la humilde y recogida (ahora, sí) presencia junto a la puerta, a la espera de su apertura para poder penetrar en el templo. La sombra estaba allí desde que la noche comenzaba a caer sobre la plaza de la Quintana.
¿Es él? A muchos no cabe duda su identidad, pues aún hecho sombra después de muerto, sigue con sus ínfulas de ser alguien superior a los demás. No está junto a la Puerta de los Abades, donde se dan cita estas almas. Tampoco espera la apertura de las puertas de Platerías o de Azabachería, no. Ni siquiera aparece junto a la Puerta del Obradoiro. En el colmo de su afán de singularidad y soberbia, está al lado de la Puerta Real, aquella que cree apropiada a él. Está allí porque en la catedral compostelana no hay Puerta Imperial pues, de haberla, ante ella estaría.
Cualquier noche compostelana es fácil verlo con sus atuendos de peregrino, sin moverse, junto a esa puerta de la Plaza de la Quintana. Tal vez espera que se la abran, para realizar por ella su singular entrada, tan ansiada.

lunes, 23 de septiembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXVII) LEYENDAS 2

LA VIRGEN DEL TÍMPANO DE LEBOREIRO

En este blog ya he comentado el rechazo que me producen las falsedades con visos de leyendas, sin otro fin que provocar un cierto fervor entre gentes normalmente incultas siempre dispuestas a creer todo cuanto le dijesen aquellos en quienes confiaban. Pero el fin no justifica los medios.

En España tenemos muchas imágenes de vírgenes con una leyenda similar. Las guardaron unos campesinos que huían de los moros, luego la imagen se apareció a algún pastor mediante algunos fenómenos atmosféricos desacostumbrados. El pastor se lo dijo a algún cura o fraile (de orden mendicante, la mayoría de la veces), que reconocieron la imagen y levantaron una ermita para su veneración. La afluencia de devotos fue en aumento de modo que, al poco tiempo, la ermita tuvo que transformarse en santuario.
TÍMPANO DE LA IGLESIA
Puesto que son diversos los extraños escondites donde aparecieron las imágenes, éstas reciben un nombre indicativo del detalle. Así, están la Virgen de la Encina, la del Pino, la del Henar, la de la Hiniesta, la del Subterráneo y un largo, larguísimo etcétera.
Claro que si analizamos algo las cosas, tal vez las leyendas se vengan abajo. Los campesinos que huían de los moros cuando invadieron la península, lo harían en el primer tercio del siglo VIII, que fue cuando llegaron los árabes. Las imágenes aparecidas posteriormente, y de modo milagroso, deberían estar esculpidas con el estilo que se utilizaba cuando fueron escondidas, el prerrománico. Creo que es lógico. No obstante, las vírgenes que aparecieron en los sitios mas dispares son góticas o, incluso, renacentistas. Si se me apura mucho, son casi del estilo artístico que se utilizaba en el momento de su descubrimiento. Tal vez sobren más comentarios.
CAMINO DEL PUENTE
En Leboreiro hay una leyenda con relación a la virgen que adorna el tímpano de su iglesia. Dice que, en su día, los lugareños vieron una luz bajo el puente. Cuando fueron a ver la causa de tal luminosidad, se encontraron con la imagen que, prestos, pusieron en el altar de su iglesia. La verdad es que no disponían de mejor sitio para ponerla. No obstante, la imagen volvió bajo el puente, o junto a él, y así fue ocurriendo en varias ocasiones, hasta que alguien supo interpretar lo que ocurría y pusieron a la virgen en el tímpano de la iglesia.
Nunca se volvió a mover desde que tuvo esa nueva situación, pues lo que quería era ver a los peregrinos que iban a Compostela…
Y allí sigue desde entonces.
Bueno, bien. Esa imagen adoptando el rol de mujer asomada al
BAJO ESTE PUENTE APARECIÓ LA IMAGEN
balcón viendo pasar a la gente, en este caso peregrinos, me recuerda las opiniones machistas acerca de la mujer haragana que, seguro, cuadraba muy poco con la mujer de Leboreiro, quien como gallega del interior, llevaría casi toda la casa adelante y sin quejarse de su suerte.
Por otra parte, tal vez vería mas lógico que la protagonista de la leyenda hubiese sido Sta. María Salomé, madre del Apóstol, queriendo ver a los peregrinos que iban a venerar a su hijo. Pero yo no tengo vela en este asunto de influir en cómo se hacen leyendas que, por otra parte, tienen poco de lógicas. Son eso, leyendas y, como mucho, bonitas.

martes, 17 de septiembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXV) SORPRESAS EN PONTEFURELOS

Antes de adentrarnos en Pontefurelos, acabamos de cruzar el extremo de una amplia meseta que hay en el centro de Galicia. Esta gran llanura rompe la idea que muchos tienen de Galicia, con sus verdes prados, umbríos valles y rumorosos ríos, todos empapados en lluvia o niebla. Todo eso hay, y en profusión, pero estas llanuras también son Galicia y si en ellos el sol parece quemar, no es ilusión, es que quema.
ROMANO O MEDIEVAL
Hemos pasado una de estas llanuras desde que abandonamos Leboreiro y ahora bajamos a un río, otro más y van mil. También rumoroso este río, como tiene que ser en estas tierras, el Furelos. Puesto que hay un puente romano que dio lugar a un pueblo, éste tiene sus casas a ambas márgenes del río y se llama Pontefurelos. Así de sencillo.
A unos centenares de metros antes de Melide, viniendo por carretera desde Lugo, el cartel anuncia que el pueblo está a 200 mts. El abandono en que se encuentra es tremendo a pesar de su proximidad a la carretera. Hay casas vacías con puertas que parecen caerse al primer empujón que reciban. El tendido eléctrico aéreo afea todo el conjunto. El puente está casi oculto por la vegetación. No obstante, la reactivación de las peregrinaciones puede representar, ojalá sea así, una revitalización de este lugar, paso obligado de los peregrinos que marchan a Compostela por el Camino Francés.
Decían del puente que era romano (ahora dicen que medieval). No
PUERTA FRENTE A LA IGLESIA
obstante, está tan restaurado que a mí me recuerda el dicho aquel: “este es el cuchillo de mi abuelo, mi padre le cambió el mango y yo le cambié la hoja”. Pero mejor que nadie discuta el origen histórico del puente ni el del cuchillo. Desde lo alto del puente hay un curioso paisaje de tejados desvencijados. Es parte de lo que hay que arreglar y nadie nos va a decir si son tejados romanos o no lo son, si bien por aquí ya hubo tejares datados en épocas suevas e, incluso, un pueblo próximo se llama Teixeiro.
Debido al retraso y abandono en que cayó este caserío, las casas tienen estructura antigua: escaleras exteriores, ventanas que hoy parecen extrañas y a veces una especie de zaguán donde confluyen la entrada a las viviendas y el horno. Hoy todo eso es una joya en cuanto a pasados modos de vivir, que convendría restaurar de modo apropiado.
FEALDAD POR CABLES
La única calle del poblado no es recta como en otros pueblos del Camino. Hace un recodo frente a la iglesia para torcer hacia Melide. Por eso falta esa perspectiva que podemos ver en Triacastela, en O Cebreiro o en Leboreiro. A cambio,  todo es más íntimo, por más cercano.
A Pontefurelos le tengo un cariño muy especial. Fue aquí donde por primera vez me saludaron con el saludo que se da al peregrino :”Buen Camino…” y aunque sólo sea por eso, este pueblo tiene para mí un especial significado. Estaba con unos familiares en el único bar que había y quien nos sirvió nos saludó de ese modo al despedirnos. Después lo escucharía múltiples veces y en diversos lugares, pero la vez primera fue allí, en un bar que, gracias a cierta prosperidad, hoy es mesón con dos mesas dispuestas en una incipiente terraza.
PEREGRINOS LOS HAY, CLARO
El edificio de la iglesia carece de interés artístico. Un retablo de purpurina y escayola con imágenes del mismo material, preside su única nave. Nada que valga mucho, pero, y siempre hay un pero, a la derecha del retablo mayor me encontré con la gran sorpresa. Ocurrió que tras mirar el retablo de caramelo, di la vuelta y, en la pared derecha, vi un crucificado que me evocó mil cosas en un instante, pues el Cristo tiene un brazo desenclavado, que cae perpendicular a lo largo del cuerpo.
Ese Cristo me evoca la infancia y múltiples detalles asociados a ella y a
EL CRISTO DE PONTEFURELOS
mis primeros estudios. Todo eso, como un agradable torbellino se agolpó en mi mente la primera vez que entré en la iglesia de Pontefurelos. Ahora me sigue emocionando el ver el Cristo, cada vez por un motivo diferente.
La última vez que pasé por Pontefurelos, agosto de 2013, pregunté a la guardiana de la iglesia y me dijo que la imagen del Cristo tiene unos setenta años y que para esculpirla, su autor se inspiró en una estampa. Para mí, todo esto que relato hizo que mi primera visita a Pontefurelos, hace años ya, me resulte inolvidable y nunca me importó la suciedad ni el olvido en que se encuentra el pueblo, pues todo eso se puede arreglar cuando hay ganas. No me importó, pero me duele, entendámonos.

DESDE EL PUENTE
Nota: las fotos que acompañan esta entrada han sido hechas el dia 11 de agosto de 2013. Indico la fecha para que se aprecie el grado de deterioro y olvido en que está el pueblo.


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LEYENDA DEL CRISTO DE LA VEGA

Es una leyenda toledana, recogida por José Zorrilla en su poema “A buen juez, mejor testigo”. Antes, en las escuelas era normal que los niños conociesen un extracto del poema.
Al ver al Cristo de Pontefurelos, recordé al Cristo de la Vega, a José Zorrilla, a su Buen Testigo para un Buen Juez. Allí, de modo inesperado,  me encontraba al Cristo después de haber testificado que si, que ante él, Diego Martínez había jurado a Inés de Vargas desposarla al volver de su paso por el ejército.
Diego e Inés. Dos enamorados pobres cuya penuria impulsaba al mozo a marchar a los tercios, la emigración de entonces, por ver de encontrar fortuna. Mientras, Inés, su moza, le esperaría el tiempo que hiciese falta confiada en su juramento ante el Cristo de la Vega.
Parece que las cosas le fueron bien a Diego, de modo que al volver no reconoció a Inés ni haberle hecho ningún tipo de juramento. Ella, quien a la espera del soldado había dejado pasar su mocedad, lo llevó a juicio. Pero no había testigo y cuando, ufano y arrogante, salía el perjuro de la sala, Inés clamó “¡Llamadle, tengo un testigo!”
Siempre me sorprendió la normalidad con la que el juez se constituye ante la imagen y le toma declaración, como si fuese una cosa al uso, rutinaria. “¿Jurais ser cierto que un día…?” Y de lo alto llegó el testimonio, “Sí, juro”. Tranquila respuesta, también como lo más normal del mundo, a la vez que el Cristo bajaba su brazo derecho.
Dice la leyenda que cada uno de los implicados ingresó en un convento. Yo no sé si a Diego lo querrían en alguno, un arrogante venido a más que, por haber ganado cuatro batallas, se creía con derecho a faltar a la palabra dada a una muchacha, que le esperó tiempo y tiempo.
Tampoco lo de Inés era para meterse a monja. Ella quería casarse. Amaba a Diego, incluso por encima de su perjurio, pero el despecho la llevó al convento. 
El despecho nunca ha sido buen consejero. A veces, las entradas en convento venían a ser como suicidios en vida. Creo que estos dos casos sirven de ejemplo.