martes, 16 de septiembre de 2014

EN COMPOSTELA LLOVÍA


SEÑORIAL, LEJANA
Y PRÓXIMA
Hace unos días, he tenido que venir a Santiago  desde Lugo y, aunque allí hacía bueno, en Compostela llovía. Tampoco son tan raros esos cambios climáticos en tan cortas distancias, como para comentarlas aquí. Los turistas, visitantes y peregrinos andaban desorientados, como si nadie les hubiese prevenido de esa adversa posibilidad. Tampoco era una lluvia intensa, más bien un orballo manso, como son los orballos, lo que caía. La torre del reloj de la catedral aparecía difuminada y, como siempre en tales casos, se veía señorial, lejana y próxima, como algo muy nuestro. Al día siguiente ya no llovía.

Para la gente de ciudad, esto de la lluvia suele presentarse como una contrariedad incompatible con la idea de buen tiempo. Se puede decir que “hace buen tiempo, pero frío” lo cual indica que la baja temperatura no es contraria a nuestra idea de buen tiempo.
SIGUIENDO SU CAMINO
También que “hace bueno, pero con viento” y dejamos ver que el viento no tiene nada que ver con nuestra idea acerca del mal tiempo. Nunca he oído decir que “hace buen tiempo, pero llueve”, ni “hace bueno, no obstante nieva” o “está bueno, aunque graniza”. Parece como si lo malo, en estos casos, es que nos caiga agua del modo que sea, líquida o sólida. O que permanezca en el ambiente en forma gaseosa, como niebla. Por algo decimos que nunca llueve a gusto de todos.
Siempre hubo períodos de intensas lluvias y otros de sequía, a las que se llegó a calificar de pertinaces. Para ambos casos la solución venía del cielo. Y no hablo de las nubes, que también, sino de la corte celestial y sus santos.
BUSCANDO COBIJO EN MI CASA
Siempre se contó con imágenes sagradas que eran sacadas en procesión, para que lloviese o dejase de llover. Los Cristos de las Aguas y las Vírgenes de las Aguas tienen tales advocaciones con esa causa. Era salir ellos a la calle, y ya llovía. Adios sequía, o tal era la fama que ha llegado hasta nosotros. Por toda la España seca, fue útil y piadosa costumbre el hacer rogativas cuando la sequía alcanzaba el grado de pertinaz. Aún hoy es posible escuchar que en tal sitio se van a hacer rogativas.
AL DÍA SIGUIENTE, YA NO
LLOVÍA
Y de temporales de lluvias ¿se sabe algo? Sí, claro que se sabe. Aparte del tranquilizador refrán de que “nunca llovió que no escampase”, que suponemos basado en la experiencia, hay otros santos que favorecen que escampe tras largas temporadas de lluvias. 
Un buen amigo mío estudió los archivos parroquiales compostelanos desde el siglo XVII hasta hoy, y entre otras cosas, encontró encargos de novenarios de misas para que lloviese y también para que dejase de llover. Si se pedía que lloviese sería por estar sufriendo una intensa sequía. Y del mismo modo, sólo después de larga temporada de lluvias, se pediría un respiro con el mismo medio, el novenario.
Aunque ahora sabemos que las lluvias las traen los frentes asociados a borrascas, como dicen las teles, podemos pensar que los santos tendrán capacidad de decisión en la formación de tales frentes o asociaciones por aquellas alturas.
No obstante, me falta un refrán relativo a lluvias y sequías. Si se nos recuerda, animándonos, que nunca llovió que no escampase, podríamos tener alguno, incluso con un tanto de sorna, que nos viniese a decir que todas las sequías terminan mojadas.



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