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jueves, 19 de junio de 2014

SOLSTICIO DE VERANO – HOGUERAS DE SAN JUAN

BAILABA HASTA EL GATO
Tengo un grabado en mi casa al que tengo especial cariño. En él, vemos a personas que juegan alegremente alrededor de una hoguera, mientras que por el cielo vuela una paloma con su rama de olivo en el pico. Por jugar, hasta hay un gato que lo hace para que luego se diga que bailaba “hasta el gato”. Es una de las cosas más queridas que tengo.

SARDANA POPULAR
Me gusta pensar que representa una escena fenicia, el autor era malagueño, ciudad de profundas raíces púnicas. Todavía hoy son normales en zonas costeras del Mediterráneo esos corros de personas bailando, o jugando, alrededor de algo de su pertenencia. En las sardanas, los danzantes ponen sus cosas en el centro de la rueda que forman, que de este modo quedan a buen recaudo. También los componentes de bandas de cornetas y
ANTIGUO MOSAICO CATALÁN
tambores, en el mismo Mediterráneo, ensayan sus actuaciones poniéndose en corro y depositando en el centro los estuches de sus instrumentos musicales. Por esa disposición quiero creer que los muchachos del grabado del que hablo, se inspiran en una costumbre ancestral del Mare Nostrum.
No son los únicos vestigios vivos que tenemos procedentes de los fenicios. En obras suyas, aparecen personas con faldas de volantes, lo que hace que los andaluces digan que ahí están los orígenes de sus trajes populares. No se lo voy a discutir. En otras figuras aparecen personas tocando flautas cortas, que recuerdan al flautín de los
EN EL ROCIO
tamborileros del Rocío, pero también al flabiol catalán, el que inicia las sardanas.
Me gusta mucho detectar estas reminiscencias históricas y culturales presentes en nuestra vida cotidiana.
De los fenicios, y de muchos otros antepasados nuestros anteriores a ellos, me asombra el conocimiento profundo que tuvieron de astronomía. En no pocos monumentos megalíticos, cuyo modo de mover las piedras sigue siendo enigmático para nosotros, en el solsticio de verano el sol se cuela hasta el fondo
INTERIOR DEL DOLMEN DE MENGA
 ANTEQUERA
de sus salas, como en el Dólmen de Menga, en Antequera, o atraviesa los menhires de modo asombros, como el caso de menhires de Stonehenge. Miro esto con mucho respeto, pues no sé cómo fue el proceso intelectual que les llevó, por una parte, a descubrir los ciclos solares, les diesen los nombres que les diesen, pero también a calcular el modo de orientación de sus construcciones religiosas, de modo que un día concreto del ciclo solar, los rayos del sol llegasen a un lugar, también concreto.
Porque tenían muy en cuenta al sol, al que consideraban fuente de todo. Hoy, siglos mas tarde, sabemos que no iban nada descaminados en cuanto a atribuirle el origen de la actividad biológica y de la energía que precisamos para desarrollarla.
BAILANDO ALREDEDOR DEL FUEGO
COMO EN MI GRABADO
Luego, ya en tiempos históricos, los griegos extendieron por el Mediterráneo sus fiestas en honor a su dios Apolo, con celebraciones basadas en hogueras callejeras en los solsticios de verano. Se animaba al sol a seguir fuerte, pues sabían que comenzaba a perder fuerza, pero también se purificaban las vidas de la gente. Se quemaban cosas viejas, recuerdos, como si se quisiera simbolizar que comenzaba una vida nueva. Pero la fiesta del fuego procedía de antes, de mucho tiempo atrás. Representaba un cambio de ciclo, el nacimiento de un tiempo nuevo, y convenía desprenderse de malos vicios traídos de antes.
En estos días de hogueras, cuando los niños piden en las casas algún mueble viejo para quemar, pienso que son los continuadores de una tradición que viene de siglos y que ellos continúan sin saberlo. También continúa esa misma tradición la gente que, con discreción, se acerque al fuego para depositar en él algún recuerdo que prefiere sacrificarle.
STONEHENGE
Muchas cosas tienen sus raíces en no sabemos cuándo, pero algo deben de tener que las seguimos manteniendo, incluso sin saber su significado.

Como estas hogueras que están a punto de ser encendidas.

jueves, 8 de mayo de 2014

POR MAYO, ES POR MAYO...

MAIOS EN GALICIA
Hay meses del año (diciembre, noviembre, febrero…) que cuando los evoco aparecen en mi recuerdo acompañados de imágenes concretas. Mayo es otro mes que, siempre, lo asocio mentalmente con flores, con muchas flores. Yo diría que no es una cuestión personal, pues en muchas partes y de diversos modos, se celebran las flores a lo largo de este mes. Festejos, romances, canciones, refranes, siempre con ecos culturales populares, relacionan mayo, flores y alegría. En una de nuestras fuentes culturales, el Imperio Romano, este mes estaba dedicado a la diosa Maia, la diosa de la floración. De ahí el nombre del mes.

En Galicia se celebran los Maios, con flores y niños que cantan canciones, la mayoría de las veces con tintes satírico-locales. A veces me he preguntado por qué estas manifestaciones culturales se han dejado en manos de niños, pero ese es otro cantar.
En Andalucía, por estas mismas fechas, se celebran las Cruces de Mayo, con
FIESTAS DE MAIOS
rezos, cruces hechas con flores y cantos. Como siempre, fiestas en que se mezclan religiones cristianas y paganas. Creo que estas fiestas de exaltación a las flores vienen de lejos en el tiempo, tal vez desde épocas prehistóricas.
En invierno casi ha pasado, recordemos el refrán de “Hasta el cuarenta de mayo…”, por eso digo el “casi”. Pero lo duro, y de eso en este año 2014 sabemos mucho, podemos pensar que ha pasado. La primavera está en su esplendor, ya no son los naranjos en flor, o los manzanos o los almendros que nos la anuncian. Ahora todo está florido y andan por medio los insectos polinizando. Ya no es como en marzo, en que las flores abiertas eran de corola amplia, de modo que el viento pudiese transportar y depositar el polen. Ahora son los insectos los que lo llevan de una a otra flor adherido a alguna parte de sus cuerpos. Un año más, un ciclo más, la Naturaleza sigue cumpliendo su rito.
FLORES EN PEINADO
Siempre me ha llamado la atención la veneración que sentimos por las flores. Las encontramos hermosas y, si bien son efímeras, no falta quien diga que ese mismo carácter contribuye a hacerlas más hermosas. (En esta época de consumo alocado, recordemos las excursiones para ver determinados bosques que están en flor durante unos días, por ejemplo).
No deja de ser curioso cuando las flores son utilizadas como adorno corporal. Es posible que pocas personas sepan que, en la Francia de finales del siglo XVIII, la flor de la patata fue muy utilizada en peinados de la aristocracia. Realmente, es una flor pequeña, bonita y de colores muy tenues. Por otra parte, en la historia del arte hay muchas pruebas de mujeres con sus cabellos adornados con flores.
FLOR DE PATATA
En los hombres no conozco casos de flores como adorno en sus cabellos. Sí de hojas como coronas,  por ejemplo de laurel,. También de uvas en casos de bacanales, como cuando se representa a Baco, o a Dionisos, con racimos en sus cabellos. Total, entre las flores de las mujeres y los frutos de los hombres, sólo media un proceso de maduración, que se suele producir a lo largo del verano.

Siempre me he preguntado el porqué de esta utilización. Para adorno y quizás también como símbolo de dominio, no lo sé. Pero las mujeres se aderezan el cabello como adorno sin más pretensiones simbólicas mientras Baco, o Dionisos, pone uvas en el suyo tal vez como un símbolo de su estado de su zafia embriaguez, o puede que por sentirse dueño de las uvas y del vino que saldrá de ellas. Cosas de dioses olímpicos, insolentemente jóvenes, caprichosos e, incluso, lascivos.
BACO (O DIONISOS) Y SUS UVAS
Tal vez esto del dominio sea lo que, siglos más tarde, mueve a Olmo Dalcó. Es el niño campesino a quien Bernardo Bertolucci, en Novecento, hace adornar su cabeza con una sarta de ranas, pues esas ranas constituyen el único medio de que dispone, de momento, para contribuir a la economía de su familia. Orgulloso de su posesión, Olmo se las pone en la cabeza aún vivas. Luego serán comidas en la mesa de los amos quienes, para hacerlo, le pagarán por ellas cuatro cuartos. 
OLMO Y SU POSESIÓN INMEDIATA, LAS RANAS
Pobre situación ésta que arrastramos desde los tiempos mitológicos, en que nos seguimos sintiendo dueños del mundo. 
Y mientras pienso estas cosas, mayo irá dando detalles y más detalles de que estamos en el mes más florido del año. 

sábado, 29 de marzo de 2014

SOBRE SERES VIVOS: SEREIS COMO DIOSES

El Génesis nos relata que quien instigaba a Eva para comer el fruto prohibido, le prometió “Seréis como dioses”. ¿Qué se entendía por ser como dioses? Tal vez poseer la sabiduría total, el ser inmune al dolor y, fundamental, disfrutar de inmortalidad. Está claro que, sigo con el Génesis, Adán y Eva no lograron lo prometido.

ICARO CAE AL MAR 
(a la derecha del cuadro, al pie del velero)
Esto ha sido una constante de la humanidad. Siglos más tarde, en la religión griega existía una sola falta contra los dioses llamada Hybris, consistente en quererlos emular, pretender ser como ellos. Recuerdo ahora a Ícaro queriendo volar y pegándose con cera unas alas en su espalda. Al subir, el sol derritió la cera e Ícaro cayó al suelo. A los dioses no les gusta que queramos invadir su territorio y nos castigan cuando queremos hacerlo. En un cuadro, atribuido a Brueghel, se representa esta caída entre gentes dedicadas a sus tareas cotidianas porque, piensa el pintor, a nadie le importan los castigos que otros puedan recibir de los dioses.

SINTETIZADO O SINTETIZABLE
No obstante, ese deseo de emular a los dioses sigue presente en nuestro inconsciente cotidiano. Cuando un muchachote dice estar “como dios”, tal vez crea pronunciar una brutalidad muy moderna, cuando realmente está enlazando con una tradición cultural tan antigua como el hombre, al menos en el sentido bíblico.

Ser como dioses… La Hybris griega como estímulo conceptual, querer saber cada vez más, generar vida, erradicar el dolor de nuestras vidas, ser inmortales, entre otros deseos. ¿Son realizables?

NADA QUE COMENTAR
Creo que la génesis de vida artificial es algo que perseguimos, aunque está lejos de ser alcanzada. No obstante, está siendo un reto muy fecundo en descubrimientos, en proyectos de investigación y en ríos de tinta para una prensa más o menos sensacionalista revestida de aires serios.

La erradicación del dolor está bastante lograda, creo yo, si bien es una opinión puramente personal.

La inmortalidad constituye una quimera que cada vez está mas claro
CENTERIO RURAL EN PADORNELO
PORTO DO POIO, CAMINO DE SANTIAGO
que nunca será conseguida, si bien se incrementa la expectativa de vida. No obstante, a veces parece como que se nos quiera confundir. Por ejemplo, se persigue la curación de una enfermedad que causa un elevado índice de mortalidad, haciéndonos creer que, una vez erradicada tal enfermedad, ya nadie morirá. Eso ocurrió con la tuberculosis, por citar un caso. Murieron muchos por su causa, siendo posible que ya (casi) nadie muera de esa enfermedad, pero ahora se muere por otras causas.


En nuestro mundo de hoy no está bien visto recordar que somos mortales, pero es así. Incluso en nuestra Galicia, hace años las aldeas convivían con los cementerios, que estaban en medio de los núcleos de población, a veces compartiendo espacio con los lugares de fiesta. En esas mismas aldeas, los cementerios hoy se han trasladado a las afueras, pensando tal vez que no recordando la muerte seremos más felices.
IGLESIA Y CEMENTERIO RURALES
CERCANOS A LUGO (CALDE)
A veces cuesta admitir nuestras limitaciones, que ciertamente tenemos. Hasta que no las admitamos, en cierto modo seremos seres inmaduros. Y creo que en esto hemos dado un paso atrás, no queriendo recordar que una espada de Damocles se cierne sobre cada uno de nosotros. Tampoco nadie ha dicho que la Humanidad, como tal, sea una colectividad madura.

Mientras, que los biólogos siguan descubriendo cosas, que serán logros de la Humanidad y la beneficiarán.

sábado, 7 de diciembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXXVII) AVE FÉNIX CAMINANTE

OTOÑO, TIEMPO DE LEYENDAS...
Hace días paseaba por Compostela y recordaba algo del mito del Ave Fénix. Su origen se sitúa en los países del oriente y siempre, con sus variantes, nos habla de una hermosa ave que muere, pero que pasado un tiempo renace mas hermosa todavía.

El cristianismo asimiló esta leyenda, de profundo arraigo y amplia dispersión, cambiándole algunos matices. Así, sitúa un rosal al pie del árbol del Bien y del Mal, en el Paraíso. Al nacer la primera rosa, nació también un pájaro de hermosos colores. Esta ave fue el único ser que no quiso probar el fruto del árbol prohibido, pero cuando Adan y Eva fueron expulsados del Jardín, el arbusto se incendió de modo accidental y con él murió el ave.

No obstante, el Creador concedió al ave fiel un regalo por el que suspiran todos los hombres desde entonces, la inmortalidad. De las cenizas del nido nació a los tres días el ave más hermosa que se haya podido imaginar, el Ave Fénix.
Sin duda, el Fénix es un ave que encierra el consejo de volver a comenzar a pesar de estar frente a condiciones adversas.  Es un símbolo del renacimiento espiritual, del poder del fuego, de la purificación y la inmortalidad.
A lo largo de sus múltiples vidas, su misión es transmitir el conocimiento que atesora desde su origen al pie del árbol del Bien y del Mal, y servir de inspiración en sus trabajos a los buscadores del conocimiento, tanto artistas como científicos.

+ + +

En la zona monumental de Compostela, hay casas, muchas, con distintivos de propiedad que
CATEDRAL
hacen referencia a las instituciones que las poseían. Son muy frecuentes las vieiras (Propiedad de la Catedral), los pinos (de San Martín Pinario), las cruces griegas de los franciscanos, etc.
SAN MARTIN PINARIO
Hay una de la que nunca he sabido qué institución viene a representar, tal vez porque no he querido saberlo. Es una especie de águila, que podría recordarnos al símbolo del evangelista San Juan. Yo he preferido pensar que nos traía a la memoria a un Ave Fénix altiva renaciendo de sus cenizas. Siempre viva e inmortal, como nuestro Camino.
AVE FENIX
Nunca he creído, y creo que nadie lo ha hecho, que el Camino haya sido igual a sí mismo a los largo de estos siglos de peregrinaje. Seguro que ha tenido sus mas y sus menos, sus aparentes muertes y sus recurrentes renaceres llenos de nueva fuerza y vitalidad. A lo largo de su historia, han debido de ser muchas aparentes desapariciones, algunas con apariencia de definitivas. Recuerdo que, en la década de los setenta del pasado siglo, junto a Santa María de Melide, alguien nos mostraba por dónde seguía el Camino en tiempos pretéritos. Nos lo indicaba como algo ya pasado y no imaginábamos el futuro que aguardaba a aquella senda. Más de una vez he pensado en el Camino como un Ave Fénix capaz de renacer de sus cenizas.
En la calle Azabachería, nº 18, hay una señal como de propiedad, que me resulta desconocida, extraña y me hace reflexionar.
PARA MÍ, TODO UN SÍMBOLO
Un ave rapaz aparece con una vieira agarrada en sus garras. Me gusta imaginarla no como símbolo de propiedad, sino como metáfora del entorno. La veo como un Ave Fenix (El Camino), que lleva a la Catedral o, lo que viene a ser lo mismo, la Catedral renace gracias al Camino y es llevada por él.
Es una interpretación muy personal, naturalmente discutible, pero me gusta pensar hasta qué punto ambas instituciones se han ayudado mutuamente y en este relieve encuentro un símbolo de esta ayuda.
Hoy, muchos tal vez de modo peligroso, confunden Catedral y Camino, y no es así. Conviene tenerlo presente.


miércoles, 6 de marzo de 2013

LETAL, ORIGEN Y DERIVADOS



En determinadas combinaciones, algunas estructuras genéticas pueden provocar la muerte de sus poseedores. Se llaman letales.
El término “letal” ha sido recogido del habla no genética. En general siempre que se utiliza, y vale tanto para armamentos como para ambientes, significa lo mismo: que es capaz de producir la muerte.


Paso de la laguna Estigia
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, “letal” deriva del latín, letalisque quiere decir mortífero. Relacionado con letal está letum que significa muerte y éste a su vez deriva del griego, lethe que significa olvido. En este sentido, el río Leteo era de los primeros que cruzaban, ya en el Hades, quienes acababan de morir, de tal modo que al cruzarlo olvidaban todos sus hechos vividos. Otro mito decía que para que se produjese tal olvido era preciso beber las aguas. La laguna Estigia tenía significados similares relativos al proceso de la muerte de cada uno y su marcha al otro mundo, con los consiguientes olvidos.
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En Galicia, antiguamente el río Limia se llamó Leteo y los nativos cultivaron la leyenda que indicaba que quienes lo cruzasen olvidarían todo, confundiendo, por su nombre, a este río con el del Hades. Es lógico que tal leyenda actuase a modo de barrera para quienes la creyesen, que era la mayoría de forasteros y de las tropas romanas. Mientras durase la creencia, Galicia estaría a salvo de la invasión romana.
Creo que fue hacia el año 138 A.C. cuando el general romano Décimo Junio Bruto Galaico intentó deshacer el mito entre su tropa, pues la creencia obstaculizaba sus campañas militares en la zona. Se dice que el general cruzó el Limia y desde la orilla opuesta fue llamando a sus soldados por sus nombres uno a uno. Los soldados, asombrados de que el general recordase cómo se llamaban, comprendieron la falsedad del mito, cruzaron el río sin temor y comenzó la conquista de Galicia.
Me gusta pensar que detrás de aquella tropa nos llegaría el idioma latino, el derecho romano, la ingeniería romana y el principio de una colonización que nos ha dejado, entre otras cosas, las murallas de Lugo, los múltiples puentes romanos que aún están en uso, la Torre de Hércules, los castaños y tantos otros vestigios que hoy conforman muchas señas de nuestra identidad.

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La verdad es que esta leyenda no me la creo por muchas razones. Nunca he creído en la generación espontánea y me resulta muy extraño que en las tierras aún no conquistadas existiese una leyenda similar a la mitológica griega, incluido el nombre del río. Entonces debemos pensar que el mito ya existía cundo llegó el general Décimo Junio con sus tropas.¿Quién la trajo antes de que eso sucediese? ¿Tal vez algún romano anterior a él que quería impedir la colonización? Es posible, pero en ese caso, ese romano se habría tenido que ganar la confianza de los nativos del territorio, pues no solo admitieron sus mitos, sino también le permitieron dar nombre a los ríos. Tampoco me creo esta posibilidad por  precisar demasiados hechos aleatorios juntos.
Sí creo que el general, de vuelta a Roma, y para magnificar su hazaña, la adornó con esta fábula que tuvo buena acogida entre sus oyentes. 
A fin de cuentas, la historia siempre la ha escrito el vencedor.

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En Ponte de Lima hay un bonito mural que representa este hecho, con el general desde una orilla del río llamando a unos soldados situados en la otra orilla y asombrados al ver que el jefe recuerda sus nombres en contra de lo que el amenazante mito aseguraba.
Desde hace unos años, en Xinzo de Limia se celebra en el mes de agosto la “Festa do esquecemento”, (Fiesta del olvido) en la que se recrean estos hechos y se aprovecha para festejar todo cuanto parezca oportuno, con personas vestidas de romanos, ferias a la antigua usanza, comidas al aire libre, y un amplio programa festivo.
Es una más de las múltiples celebraciones que han aparecidos por diversos lugares de nuestra geografía y que, gracias a un hecho histórico, que se recrea, se tienen unos días de diversión, se mueve dinero y se conoce gente nueva. Cosas buenas todas ellas dados los tiempos que corren.

miércoles, 16 de enero de 2013

EL RECELO A LOS TRANSGÉNICOS


   Desde siempre, nuestra cultura receló de los seres monstruosos, aquellos cuyos cuerpos eran mezclas definidas de los de otros. Las esfinges, las quimeras, las gorgonas o las sirenas eran seres que, en la mitología griega, jugaron continuamente papeles malvados: mentirosos, criminales, vengativos o traicioneros, siempre estuvieron del lado de la falsedad y la traición.
Con estos planteamientos previos, no es raro que hoy, y de manera inconsciente, exista un manifiesto rechazo a los seres surgidos como consecuencia de mezclas de caracteres de otros, previos, que pudieron no ser malos ni perniciosos: la maldad estaba en la misma mezcla.
     Recordemos que las sirenas, con la mitad del cuerpo en forma de pez y mitad superior como una mujer hermosa, habitaban arrecifes y lugares marinos peligrosos y, mediante sus cantos, atraían a los marineros para que acercasen a ellas sus embarcaciones, haciéndolas naufragar. La esfinge, con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas, mataba a los que no podían resolver un enigma que les proponía, cuya solución acertó Edipo. Quimera era una cabeza de cabra implantada en un cuerpo de león y con cola de serpiente. Despedía fuego por la boca. No es preciso seguir con este desagradable catálogo.
   Durante la Edad Media se siguió creyendo en seres monstruosos (niños con cabeza de perro o de ave, nacidos de relaciones ilícitas entre mujeres y otros seres, animales o el mismo demonio). En tales casos, los monstruos, al igual que sus madres, eran condenados a muerte. Recientemente, y ya con medios actuales de creación y transmisión de mitos, Frankenstein representa, una vez más en la historia de nuestra cultura, ese ser fallido cruel y pernicioso que está hecho, no obstante, de partes buenas de seres previamente existentes, también buenos de por sí.
     Vemos que en todos estos casos, los seres que contribuyen a formar el monstruo son buenos. Lo intrínsecamente malo es el monstruo mismo. Aparece entonces un comportamiento anormal y dañino por parte del ser anormal, que solamente se podrá resolver destruyéndolo.
     A veces los temas culturales son recurrentes. Van apareciendo a lo largo del tiempo, siempre con visos de novedad. Ahora estamos en un momento en que los mercados se van llenando de nuevos seres, consistentes en individuos de especies bien definidas a los que se han introducido genes de especies afines para mejorarlos de acuerdo con criterios preestablecidos y hacerlos, de este modo, más rentables en términos de economía o de utilidad para el hombre. Estos seres, por ser producidos luego de un paso de genes desde un ser donantes a otro receptor, se denominan genéricamente "transgénicos" y es sobradamente conocida la polémica que han originado.
     Ha surgido el recelo nuevamente. Parecía desaparecido, pero sólo estaba dormido en nuestro subconsciente colectivo. Bastó que apareciesen los transgénicos para que, sin saber siquiera que por nuestra parte era atávico su rechazo, muchos se echasen a la calle protestanto contra ellos y sembrando entre muchos esa total desconfianza que genera lo desconocido.
   Dicen los enemigos de los transgénicos que, al comerlos, comemos genes de otras especies. Pero siempre ha sido así: ingerimos partes de seres que nos sirven de alimento, sean animales o vegetales. Cuando ingerimos esos alimentos, tomamos también sus genes. Luego, en la digestión, estos genes ajenos se descomponen en sus unidades bioquímicas elementales (nucleótidos) y, como tales, son absorbidos a nuestro medio interno donde comienzan un proceso de integración en nuestra propia bioquímica. Le llamamos digestión, mediante la cual los componentes moleculares presentes en los alimentos pasarán a ser componentes moleculares de quien los ha ingerido. No tiene sentido habar de “comerse genes”.
     De todas formas, dentro del recelo a los transgénicos, encuentro que existen lagunas, serias lagunas de información, en espera de respuesta. En primer lugar, un individuo transgénico cualquiera, con un metabolismo perfectamente ajustado, se encuentra con genes nuevos que determinan procesos bioquímicos nuevos en él. Debemos pensar que su metabolismo se enriquece con la presencia activa de estos genes, (para eso se ha manipulado genéticamente). Pero, ¿qué ocurre con los productos de desecho generados a partir de esa novedad metabólica? Porque ésta es una cuestión importante para nosotros y cuya respuesta aún no está claramente definida.
     En el metabolismo celular, es muy importante el destino de los productos de desecho originados del correcto funcionamiento bioquímico. Normalmente, ese destino es la excreción que en animales termina en forma de orina o de sudor. No obstante, hay ocasiones en que esos productos pueden ser depositados en órganos concretos, como pueden ser los cuerpos grasos de insectos. En vegetales, los productos destinados a la excreción suelen ser depositados o bien en órganos especiales de almacenamiento (vacuolas), o bien en las paredes celulares. En ambos casos, los productos de desecho, que pueden ser tóxicos, permanecen en las mismas células, aunque de manera inocua para ellas.
   Creo que no se han realizado los estudios necesarios que garanticen, para cada caso concreto, la ausencia de productos tóxicos de desecho en los transgénicos. Pues, por cuanto he dicho, la manipulación genética ha podido producir un organismo nuevo, intrínsecamente mejor que aquel del que básicamente procede, pero que puede almacenar substancias tóxicas aparecidas como consecuencia de las alteraciones metabólicas que se han generado en él. Estas substancias, perfectamente aisladas y, por tanto, inocuas para el mismo transgénico que las ha generado, pueden ser perjudiciales para cualquiera que lo utilice como fuente alimenticia.
    Hasta que no aparezcan esos análisis, realizados por entidades de contrastada honorabilidad en sus procedimientos, seguirá presente el recelo contra esa versión actualizada de los antiguos monstruos. No sé si muchos de los productos actualmente en el mercado constan de los necesarios avales sanitarios que tranquilicen a sus consumidores.



miércoles, 12 de diciembre de 2012

EL ORIGEN DE ALGUNOS NOMBRES EN BIOLOGÍA (I)

ORIGEN DEL NOMBRE DEL SAUCE LLORÓN
Para muchas personas, el nombre de "Sauce llorón" hace referencia a las ramas de estos árboles que, saliendo de lo alto de los troncos, caen hasta llegar incluso al mismo suelo. Esta creencia está extendida por todas partes. De hecho, hace tiempo aparecieron variedades cultivadas de rosales obtenidos mediante injerto, y que presentan ramas que desde la cima de un alto tallo erguido y, por eso mismo, se conocen como "llorones".
Desde luego, el origen del calificativo está relacionado con el aspecto, pero su causa es muy diferente a la que comúnmente se cree. Para intentar conocerla, lo mejor será ir por partes.
Este árbol tiene como nombre científico el de Salix babilonica, que le fue dado por Linneo en el siglo XVIII. Salix es el nombre del género y Linneo utilizó el nombre que ya los romanos habían dado a los sauces, tal como hizo en muchos otros casos. Lo de babilonicacorresponde al nombre de la especie y, como en la mayoría de las ocasiones, reflejó en él alguna característica específica del ser en cuestión, su uso cotidiano en antiguas culturas o, incluso, su origen geográfico. Por eso, lo que presenta interés en este caso es tanto la causa de llamarle “babilonica” en la terminología científica como “llorón” en la vulgar.
Vayamos en primer lugar a considerar el calificativo de babilónica que se toma como nombre específico. El árbol procede de Asia, no estando muy claro que sea precisamente de Babilonia. Es una planta ornamental y, como tal, fue utilizada en primer lugar en Italia e después en toda Europa. Su introducción pudo haber tenido lugar o bien con ocasión de los viajes de Marco Polo o bien de la mano de los cruzados al volver de regreso a sus casas. Con independencia de cuál haya sido su vehículo de introducción, ya en frescos italianos del siglo XIV aparecen sauces llorones como árboles ornamentales en jardines palaciegos, nunca como árboles silvestres. Es muy posible que, al igual que más tarde ocurriría con la flora ornamental de los pazos gallegos, esta utilización en palacios italianos diera un tinte de distinción a estos árboles, detalle que propiciaría su posterior utilización en jardines públicos, hecho que vendría ayudado, como en el caso de las hortensias gallegas, por su sencilla forma de reproducción mediante esquejes.
Una vez considerado el nombre científico de la especie, babilónica, vamos a ver la posible explicación del calificativo popular que recibe, "llorón". También fue conocido como "sauce triste" pero este nombre nunca tuvo mucho arraigo (Parece que al principio, el mismo Linneo le llamó Salix tristis). Existe una leyenda sobre el origen del calificativo "llorón" asignado a estos sauces, y para que la comprendamos conviene recordar algo de historia. En la Biblia, y concretamente en el Libro de Daniel, se cuenta cómo Nabucodonosor, rey babilónico, invadió Israel, cautivó a sus habitantes, y los llevó consigo a Babilonia, donde fueron esclavizados, prohibiéndoseles mostrar cualquier rastro de nostalgia de su patria. Recordemos que éste es el tema de fondo de la ópera "Nabucco" de Verdi, en la que se canta el hermoso coro Va pensiero, en el que los esclavos judíos recuerdan su patria y que estuvo a punto de ser el himno nacional italiano. En una representación de Nabucco en el Teatro alla Scala, el teatro de ópera de Milán, y para el acto en el que se cantaría el Va pensiero, todo el escenario estaba atestado de sauces llorones para conferir mayor verismo al momento. Bajo los sauces, cantaban el coro representando a los judíos desterrados. Porque se dice que al estarles prohibido a los judíos llorar por su patria perdida, se escondían bajo las ramas de estos árboles para llorar, ocultos a su amparo. Desde fuera se oían quejidos y lamentos que parecían salir de los sauces, pereciendo que eran ellos los que lloraban y se lamentaban.
Es éste, según la leyenda, el origen del calificativo de "llorón" y también el de "triste" que, de ser cierto, no tienen relación ninguna con el hecho de que le caigan las ramas. Mas bien este detalle fue el que amparó a quienes lloraban escondidos bajos ellos.

HÍBRIDO
En las religiones anteriores a las basadas en la Biblia, los siempre numerosos dioses aparecen como seres humanos que poseen los mismos rasgos conductuales que los hombres: Las mismas virtudes y los mismos defectos. Generosos, altruistas o valerosos, pero también envidiosos, vagos o ladrones sin faltar algún que otro petimetre. Tal vez, lo que se pretendía con esta amplia gama de dioses era que los hombres encontrasen un cierto consuelo al ver que seres iguales a ellos, con características similares, alcanzaban el grado de la divinidad. En muchos casos, estas religiones pretendían llevar el consuelo a las personas, nunca un sentimiento de culpabilidad. Hiciesen lo que hiciesen los hombres, siempre existía un dios que se había comportado de manera similar, por lo que no había razón para que en la mente humana apareciese algún sentimiento de amargura.
En la religión griega, estructurada para hacer felices a sus seguidores, sólo había una cosa prohibida a ellos: que intentasen emular a los dioses mediante una actitud semejante a un desafío. Esta actitud arrogante era considerada falta muy grave, se conocía con el nombre de hibris y estaba castigada con la correspondiente sanción divina, la llamada némesis, que imponía el dios ofendido. Una hibris famosa fue la cometida por Ariadna, abandonada por Teseo en la isla de Naxos: Mientras esperaba su retorno, que no se llegó a producir, la princesa cretense alcanzó una destreza tal en el modo de tejer, que retó a Atenea por ver quién de las dos lo hacía mejor. Por supuesto ganó Atenea, pero Ariadna fue castigada con la correspondiente némesis, siendo transformada en araña y teniendo que tejer constantemente. (En el grupo zoológico de los arácnidos existe un género de nombre Ariadna, puesto en memoria de tan desdichada princesa).
Parece que la manía de parecerse a los dioses siempre fue algo consustancial a los humanos. Puede que por comparar las excelencias de la divinidad con la ruindad humana. Cuando Eva es tentada en el Paraíso, el argumento esgrimido por el demonio es clarísimo: "Seréis como dioses". Incluso en este tiempo, cuando un joven envalentonado se encuentra a gusto, tal vez pretende ser original diciendo que está "como dios", sin saber que su actitud representa un eslabón más de una cadena de deseos presentes a lo largo de la historia de la humanidad.
...
Desde épocas que se escapan a la historia, existieron razas puras de animales domésticos. Esto quiere decir razas con generaciones en las que non aparecían miembros con caracteres indeseables, pues todos los presentes en las camadas, o en las nidadas, compartían las mismas características buenas propias de la raza. Hoy decimos de esas razas que son homocigóticas y que, por lo tanto, tienen fijados esos caracteres como resultado de una selección hecha por el hombre y llevada a cabo a lo largo de muchas generaciones, con sus éxitos y sus fracasos.
No era muy sencillo mezclar razas, pues en las descendencias podían aparecer caracteres buenos y no tan buenos, ya que en la antigüedad aquellos cruzamientos eran hechos un tanto al azar. Cuando se comenzaron a aplicar los conocimientos surgidos de la genética a los programas de cruzamientos, se procuró generar nuevas razas puras con muchos caracteres beneficiosos procedentes de diversas razas previamente seleccionadas. Para conseguirlo, se programaron cruzamientos con rigor científico.
No faltó quien viese en este afán de producir nuevas razas un intento de reto a la actividad creadora de los dioses. Como en la mitología, conforme a lo que hemos dicho, este afán de emulación era conocido como hibris, a su producto se llamó “híbrido”.

                                   BOTÁNICA
Desde siempre, las flores han llamado la atención de los hombres. Muchas características de esos órganos vegetales inciden en esa atracción, desde su belleza hasta la misma cortedad de vida que tienen, sin despreciar su olor, los colores e, incluso, sus propiedades farmacéuticas. Todos esos caracteres juntos hicieron que no pocas personas dedicasen sus esfuerzos al estudio de las flores. Teofrasto, (371-287 a.C), es el autor de la primera obra conocida sobre descripción y clasificación de plantas, si bien parece que no hizo más que recoger los comentarios de su maestro, Aristóteles. sígase
Dioscórides, ya en los primeros años de nuestra Era, fue importante en el nacimiento de la ciencia de las plantas. Siendo, como era, médico griego unido a las tropas romanas, viajó mucho y alcanzó amplios conocimientos sobre plantas útiles al hombre. Su obra Materia medica presenta la descripción de más de quinientas plantas con uso medicinal o que podrían aportar aceites, resinas, frutos o comestibles. En los cinco tomos que ocupa su obra, las plantas aparecen ordenadas de acuerdo con su uso práctico (raíces de uso medicinal, hierbas utilizadas como condimentos, perfumes, etc.) Este tipo de presentación de las plantas según su utilidad fue importante, y mucho más si tenemos en cuenta que, más tarde, aparecerían ordenadas alfabéticamente, lo cual conduciría a un verdadero desastre conceptual. Dioscórides es particularmente importante en la ciencia de las plantas y su Materia medica fue un texto de referencia a lo largo de 1.500 años. Fue considerado como la suprema autoridad en todos los temas referentes a ellas, sobre todo a sus propiedades medicinales.
A lo largo de toda la Edad Media, y principalmente en los monasterios, continuó la costumbre, transformada ya en tradición, de estudiar las plantas en cuanto a su utilidad. De acuerdo con el nombre griego dado a las hierbas: “botaniqué”, el hombre que las estudiaba, tanto en sus formas como en sus cualidades, se llamaba, de modo general, el “botanicós”. Con el tiempo, y por mayor facilidad fonética, su acentuación se modificó hasta alcanzar la forma actual.
En los albores del Renacimiento sucedió una fuerte conmoción científica en el mundo europeo. Entre otras cousas, foi debida a los grandes viajes que se habían iniciado en tiempos de Marco Polo. El mundo vegetal aportó a Europa una gran cantidad de nuevas plantas que fueron utilizadas como alimentos, substancias estimulantes, medicamentos e, incluso, ornamentación.
Las flores siguieron ejerciendo una fuerte atracción ante la imaginación popular y, como tal, aparecen referencias a ellas en los modos de hablar. En ese plan, “flor” ha llegado a ser sinónimo de “lo mejor”: “Está presente la flor de la sociedad...” “Está en la flor de la vida...” También, significó lo selecto “La flor de su trabajo...”: (Ya en los inicios del siglo IX, Carlomagno había sido calificado como “el Emperador de la barba florida...”)
De aquí, el vocablo “flor”, pasó a tener otro significado conceptual, pues cuando se seleccionaba lo mejor de un autor, se decía, y se dice, que se realizó una “antología” de ese autor. No sé a quién se le ocurrió ese nombre, lo cierto es que tuvo éxito, lo mismo que un sinónimo pasado a lengua románica, “florilegio”. Lo curioso es que se utilizó el nombre que, en otro caso, debería haber sido utilizado para nombrar a la ciencia de las plantas, pues “Antología” tiene raíces griegas. “Antos” significa flor y “loxía” viene de logos, tratado. Es dicir, significa “ciencia (tratado), de las flores”, lo mismo que “zoología” (en griego, zoo es animal), significa “ciencia de los animales”.
Cando se dieron nombres a las ciencias emergentes que estudiaban a los seres vivos, el nombre de Antología ya tenía un significado bien definido y referido a selecciones, principalmente literarias. No faltó quien propuso el de “fitología” (en griego “fitos” significa planta), para denominar la ciencia que estudia los vegetales, pero ese nombre non tuvo mucho éxito. Fue cuando se recurrió al nombre griego dado tradicionalmente a los estudiosos de las plantas, “botanicós”, y la ciencia fue llamada como siempre había sido llamada en la tradición herborística.
Por eso quedó este nombre para designar a una ciencia que, comparada con otras de objetos semejantes de estudio, se debería llamar Antología (ciencia de las flores) o Fitología (ciencia de las plantas).

                      
            PROTEÏNA            
Cuando se descubrieron las proteínas, casi de inmediato fueron relacionadas con moléculas propias de los seres vivos. Pronto pasaron a formar parte de los conocidos como “principios inmediatos”, así llamados por ser considerados como las piezas fundamentales con las que se construirían los organismos.
Esos principios inmediatos son los hidratos de carbono, los glúcidos y los prótidos. A diferencia de los otros compuestos, las proteínas eran polímeros de una serie de veinte compuestos diferentes, los aminoácidos, que además de disponer en su composición de una parte constante formada por un grupo ácido, otro amino y un hidrógeno, tienen radicales diferentes, tanto en tamaño como en cualidades químicas. La polimerización de estos aminoácidos dan origen a las proteínas, que, lógicamente, pueden tener secuencias y estructuras casi infinitas.
Los otros compuestos básicos, como podrían ser los glúcidos, tenían morfologías y estructuras moleculares tremendamente rígidas, por cuanto eran polímeros formados por un sólo monómero y, por tanto, las estructuras moleculares derivadas resultaban ser muy uniformes, lo cual no deja de tener su importancia biológica. Otro tanto pasa con los lípidos: independientemente de su importancia biológica, existe una gran uniformidad estructural en estas moléculas.
Existen dos hipótesis sobre el origen del nombre “proteína”. Según unos autores, podría derivar del griego, “proteios”, con un significado semejante al término latino “primarius”. El bioquímico holandés G.J. Mulder lo usa en el año 1839 designando con él a los cuerpos albuminoideos para hacer resaltar su importancia básica como constituyentes de los organismos vegetales y animales. Berzelius, en carta dirigida a Mulder el 10 de julio de 1838 sugiere el término proteína para los albuminoides y propone ese termino cogiendo como base el mismo “proteios”, pero en este caso en el sentido “de primer rango”.
En el mismo plan de significado, conviene tener en cuenta otro hecho importante en la biología, como fue el asombroso descubrimiento del microcosmos presente en una gota de agua, invisible a simple vista, pero perfectamente estudiable con la ayuda del microscopio. Eso ocurrió a partir del siglo XVII y cada vez fueron apareciendo nuevas formas. Como los primeros animales que aparecieron estaban presentes en hierbas mojadas (infusiones), fueron llamados genéricamente “infusorios” y son los actuales ciliados. Uno de los primeros descubiertos fue la Ameba, conocida por su movimiento por medio de pseudópodos, llamado “ameboide”, lo cual no le permite tener una forma definida, como ocurre con otros ciliados como Voticela, Paramecium o Ceratium. Todos estos seres recibieron el nombre de Protozoos, y también en este caso no falta quien diga que tal nombre tiene un origen semejante al de proteína, con el añadido “zoo”, animal, y que significaría, más o menos, animales “primeros”, “básicos”.
En el mismo plan, cuando se descubrió una substancia, aparentemente amorfa y de estructura coloidal, presente en el interior de las células y en la que estaba presentes los orgánulos celulares, se le dio el nombre de protoplasma, “plasma básico”.
Voy a presentar otra hipótesis acerca del origen de estos nombres. También serían de procedencia griega, pero en este caso procederían de su mitología. El dios griego Proteus vivía en el fondo del mar. Después de la guerra de Troya es capturado por Menelao, que quiere que lo lleve de regreso a su casa. Proteus se esconde reiteradamente cambiando de forma, y así no presenta ninguna propia suya adoptando siempre cualquier otra, tanto de ser vivo como de cosa. En aquel tiempo, no podía ser definido por su forma, pero sí por sus cualidades. Tanto en las amebas, seres vivos, como en las proteínas, compuestos bioquímicos, se da esta misma característica: no tener una forma definida pero sí disponer de cualidades concretas.
No falta quien diga que tanto el nombre de Protozoos como el de Proteínas estén escogidos en recuerdo y en honor de ese dios que tampoco tenía forma propia. El nombre que no está de acuerdo con esta explicación es el de protoplasma, pero no por eso vamos a desdeñar la hipótesis, pues sabemos que las palabras cogen vida propia y muchos las usan después sin conocer su origen etimológica. Este pudo ser el caso cuando se dio ese nombre a la sustancia intracelular, al igual que ahora se habla de cementos híbridos, pues el calificativo de híbrido se aplica en este tiempo a cosas que pueden tener su origen en mezclas.