Lo
sabemos, ha comenzado una estación que, por lo que parece, suscita muchos
comentarios. Es posible que este año yo esté especialmente sensible ante
cambios de este tipo, no lo sé, pero creo que nunca he visto tanto saludo a la
nueva estación. Tampoco ha llegado como la primavera del poeta (La primavera ha
venido/y no sé cómo ha sido), no. Este año el otoño ha entrado avisando, muy poco a poco, pero dejando ver que ya estaba, digamos, tras la puerta. Las
lluvias, las nieblas, los aires y, al final, como coda de preludio, nos visitó la gran DANA, que antes se llamaba ciclogénesis y que los mayores conocían como temporal, pero con un nombre u otro, nos ha dicho sin derecho
a réplica que las cosas han cambiado.
Para
mí, biólogo que soy, decir otoño es evocar madurez. La naturaleza termina un ciclo y
elegantemente baja el telón. Los últimos frutos, los que maduraron al sol de
agosto, ya están disponibles, sabrosos y con ese toque familiar que darán sabor a
las largas tertulias de fin de semana sin prisas, aprovechando el sol (porque
ahora lo aprovecharemos, no es como en verano, cuando era normal tenerlo). Me
gustan los frutos del otoño, las uvas, las granadas, las manzanas, las moras.
Todas generosas en sus dádivas. Nos darán vinos, sidras y postres con fiestas
cargadas de tradiciones, rituales, canciones y encuentros familiares.
CAMINO DE FERREIRA DE PALLARES |
Los
ciclos anuales del otoño comienzan con la vendimia y sus actividades derivadas. Las
familias y amigos se reúnen para recolectar la uva y preparar, según las
posibilidades de cada cual, sus vinos y derivados. El aguardiente también
saldrá de estos días y las comidas al abrigo de un sol que ya no es lo que fue,
serán agradables. O comeremos junto al fuego de la lareira. Sin ser muy conscientes de hacerlo, nos metemos en
actividades de siempre, la historia y la Biblia nos hablan de vendimias y en este tiempo nos toca a nosotros vivirlas y protagonizarla.
CARRETERA DE FRIOL |
Las
plantas anuales cierran ciclo con semillas dispuestas a ser diseminadas, y de
ese modo, contribuir al mantenimiento de la población y de la especie de la que
forman parte. Es hermoso pasear por el campo y poder observar todo esto. Y,
claro, si además uno es aficionado a las setas, en otoño vivirá de nuevo toda
esa aventura humana que se envuelve tras una salida de recolección. Porque
ellos saben, los amantes de las setas, que todo el día, el paseo o la
excursión, están pautados por múltiples detalles que jalonan el paseo campestre.
Hay que determinar la seta, recogerla con cuidado, cocinarla y, al final, vivir
la gran merienda en compañía de todos quienes han participado en la aventura.
BAYAS COMO OFRECIDAS |
El
otoño, a través de sus ritos, favorece los encuentros de los amigos. Aquellos
que en verano se desparramaron por mil sitios diferentes, ahora vuelven a
reunirse alrededor del fuego de siempre para vivir de nuevo los ritos de
siempre, los que mantenemos nosotros mismos y empiezan a vivir los niños.
Las
tardes se irán acortando, y cuando las castañas estén listas, llegarán los
magostos, nuestras meriendas con vino ya nuevo, castañas asadas y amigos
reencontrados. Estos conocidos que están cercanos, aunque lejos, de quienes se
tienen noticias a lo largo del año, pero con quienes es difícil encontrarse,
ahora estarán en el magosto y aprovecharemos para ponernos más al día. Cara a
cara.
UN RINCÓN DE LA LAREIRA |
Me
gusta mucho comprobar que los jóvenes asisten a todos estas celebraciones como
algo suyo. La tradición está viva, tal vez más viva de lo que muchos puedan
creen.
En
los cielos también se nota el otoño. Dentro de poco veremos las bandadas de
aves migratorias, que marchan. El reclamo de un tiempo cálido las lleva a
emprender su viaje hacia tierras del sur. Pero hay, por la zona de Sarria,
poblaciones de cigüeñas que se han hecho estables allí durante todo el año.
Estas zancudas son así. Han llegado hace poco, siendo sin pretenderlo un
exponente del cambio climático, y ahora quedan volviendo a señalarnos con su
conducta que el clima sigue cambiando.
EN EL INCIO |
Pero
no son las aves migratorias los únicos animales que se ausentan. Los de ciclo
anual, ya han puesto sus huevos y desaparecieron. En ese estado de huevo,
muchos insectos y otros invertebrados esperarán a que los calores de la
primavera próxima los estimule para comenzar a desarrollarse. Otros animales,
mamíferos inferiores, o no tan inferiores, se sumirán en ese sueño largo y
profundo que conocemos como letargo invernal.
Y
los árboles. ¿Qué decir de los árboles? En los de hoja caduca, la clorofila,
que es de síntesis costosa, se retira a la raíz, dejando en las hojas otros
pigmentos, amarillos, rojizos o pardos, que antes estaban enmascarados por el
verdor de la clorofila. Los bosques se ponen espléndidos. Los colores son
espectaculares. Los chopos se vuelven amarillos; los castaños, marrón claro;
los carballos, adquieren tonos de bronces y los arces son capaces de mil
colores diferentes en un solo árbol. Los pinos mantienen su coloración verde,
como el resto de coníferas.
El
monte se vuelve un regalo para la vista, junto con un olor como de nuevo, el
suelo está mullido por las hojas que van cayendo y todo esto se ve realzado por
el sol, que no tan fuerte como en verano, ahora cae oblicuo describiendo mil
juegos de luces y sombras.
Es
tiempo de salir, de vivir con los amigos los múltiples reclamos que nos irán
convocando las fiestas rituales de este fin de ciclo. Ahora, con los amigos.
Cuando cerremos el ciclo, estaremos con la familia: será Navidad.
Muchos de los lugares fotografiados ya no existen, pues han sucumbido al progreso. Fotos de Emilio Valadé del Río
Muchos de los lugares fotografiados ya no existen, pues han sucumbido al progreso. Fotos de Emilio Valadé del Río
Hola Emilio, se nota que has disfrutado redactando este texto y yo he disfrutado de su lectura. Es cierto que este otoño ha tenido una gran bienvenida en blogs y otras publicaciones. Quizás la gente esté harta de la actualidad política y se haya interesado más en escribir de una de las estaciones más bonitas del año. Respecto a lo que comentas de la DANA, no entiendo muy bien porque los medios cambian constantemente la denominación de los fenómenos atmosféricos. Otro ejemplo serían los maremotos. Ahora lo llaman de mil maneras.
ResponderEliminarUn abrazo hasta Galicia.
Gracias, Miguel, por tu comentario y tu saludo. Echo de menos a G+, era un modo de estar más y mejor conectados entre nosotros. Por demás, con mil cosas como siempre. El blog, bien y veo que lo tuyo también bien. A quien no encuentro es a Demetrio. Y sí, esto del otoño nos ha inspirado a muchos con su tema y su motivo. Me ha alegrado tu saludo. Un fuerte abrazo, Emilio
ResponderEliminarHola Emilio,... yo que soy de pueblo he disfrutado mucho con esta entrada cargada de simbología y conocimiento,... y es que la vida se abre paso,... también en otoño.
ResponderEliminarUn abrazo!
Por suerte, eres, somos, de pueblo y conocemos los olores del otoño. Los olores y el espíritu que nos trae esta hermosa estación que nos habla de madurez y ciclos completos. Gracias por tu comentario, Norte.
ResponderEliminarPreciosa estación, tu descripción la realza!
ResponderEliminarChiruca
Gracias, Chiruca. Sí, una estación preciosa que empecé a querer en las carballeiras de las Saamasas y Melán, juntos al Miño.
EliminarXenial, Emilio.
ResponderEliminarPalabras e imaxes que nos conducen, da man, a este novo tempo, que ademais de cíclico é novo cada ano. Paseniñamente, atravesamos o pórtico e recuperamos a estación do recollemento. Felices de chegar e quedarnos a vivila.
Só quen a perdeu seis anos sabe cómo o corpo a botaba de menos.
Gracias, Pilar, por leer de modo tan atento lo que digo y lo que callo. Gracias de nuevo, Pilar
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