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viernes, 12 de mayo de 2017

Cosas de poca importancia

Mis paseos por Lugo suelen ser sosegados, sin prisas. Para acceder al centro, necesariamente he de entrar por alguna puerta de la Muralla (las murallas, en plural, dicen los pretenciosos), y nunca dejo de admirar su belleza en múltiples aspectos. Me gusta desde la estructura de sus muros a las alturas que alcanza y, en general, me gusta su presencia en la ciudad y la serenidad que transmite.

La ciudad, la Lucus augusti romana, guarda vestigios de épocas pasadas. No muchos, la verdad, y muy desperdigados. El interior de muralla está muy deteriorado debido a las múltiples invasiones de cementos, hormigones, especulaciones y ladrillos. Podría decir que es lo que hay o, mejor, es lo que queda. Nadie me lo ha dicho, pero debió haber familias ricas en la época romana. Eso se nota en la magnificencia de los restos encontrados, dimensiones de las casas, diámetros de las columnas y los numerosos mosaicos. Que fue gente culta lo deducimos gracias a las máscaras de teatro que vemos en el museo del Carmen, un museo que recoge piezas de la vida cotidiana de los lucenses de entonces, como vajillas bien elaboradas (Terra sigillata), joyas o piezas de juegos familiares, como dados, fichas y un tablero para juegos. Visitas evocando lo ido.

Hay diversos museos en los que están custodiados los vestigios de nuestra vida. Pero no voy a ellos de modo constante. El paseo por la muralla es algo muy singular que es necesario hacer. En otras ocasiones paseo por las calles, y me entretengo mirando las casas, sus ventanas, sus balcones. Tal vez haya quienes menosprecien este detenerse y deleitarse en estos bienes patrimoniales que nos indican cómo vivieron nuestros antepasados recientes, los que nos han dejado la ciudad tal como la tenemos y disfrutamos.

Balaustres aislados, lujosamente hermosos

Fachadas, portales, ventanas y balcones. En Lugo, siendo una ciudad lluviosa, existen multitud de balcones de muy diversa estructura, siempre protegidos por sus correspondientes barandillas y balaustradas, que son diversas y profusamente bonitas. Las hay de balaustres verticales adornados de modo elegante, pero muchas otras, la mayoría de ellas, definen entrelazados artísticos originales y bonitos de contemplar. Siempre en la zona monumental, claro. Fuera de muralla, los metales recientemente añadidos a las estructuras arquitectónicas, aparecen tal como lo que pretenden: un deseo, tal vez, de realizar una función, que a veces se consigue.

Modernistas
Las casas de dentro de muralla tienen balcones con barandillas para proteger a quienes se asomasen a ellos, pero también para adornar y conferir personalidad al edificio. En todas, desde las más antiguas del siglo XIX, hasta las recientes de mediados del XX, aparece ese afán de presentarse con dignidad ante los habitantes. La belleza que confieren a las calles está ahí, a disposición de quienes las quieran admirar. Me gusta admirarlas.

Filigrana serena
Las hay, algunas, de balaustres independientes, elegantes y muy adornados, que confieren un aire bonito de serenidad y elegancia a la barandilla, y más aún cuando son muchos los balcones que hay en la fachada en vez de uno solo, que hubiese podido aparecer corrido a lo largo de toda ella. Otros, muchos, hacen diversas filigranas recubriendo todo el vano del balcón. Aparecen los dibujos de forja como enmarcados entre los prismas de granito que anclan la barandilla en sus extremos. De estos hay muchos y muy diversos. Algunos representan dibujos geométricos sin más y otros, modernistas ellos, imitan canastillas de flores que se esparcen u otras figuras más o menos estilizadas.

La que más me gusta

La que más me gusta (líbreme de decir “la más bonita”, yo no soy quién para implantar categorías), es una que imita una red con sus nudos y sus borlas. Este ejemplar es el único que conozco en la ciudad de Lugo, aunque hay otro, más largo, en Palas de Rei. Aunque la presento en una foto en la que aparece algo ajada, hoy está bien restaurada, pero con color negro. Pongo esta foto con pintura plateada, pues en ella se aprecia bien lo elaborado del trabajo.

Balaustres y dibujo central de fleje

En las casas más antiguas entre las antiguas, existen unas barandillas bonitas, con balaustres gruesos que aparecen en sus laterales, mientras que los tramos centrales están formados por hermosos dibujos hechos con flejes. Debido al modo de trabajar los flejes, los dibujos no presentan tanta filigrana como presentarían en caso de ser de forja.

Baranda con refuerzos laterales y dibujo central. En los ángulos de los refuerzos hay palomas de forja

Por otra parte, tenemos unos casos bonitos de barandillas lucenses, pues cuando son largas, y para conferirle estabilidad, cada cierto tramo se levanta vertical una pértiga de hierro que, después de alcanzar una determinada altura, gira en ángulo recto hacia la pared y se ancla en ella. El vértice descrito por la pértiga de sujeción puede presentar algún tipo de adorno. En algunos casos, el adorno lo pueden constituir siluetas de flores de lis o imitaciones de corolas de tulipanes. Adornos dignos sin mayores pretensiones. Pero hay una plaza en Lugo, la do Campo, en la que estos adornos son figuraciones de palomas en diversas posiciones, o bien reposando o emprendiendo el vuelo. Es curioso, pero este tipo de ornamentación sólo lo he visto en Lugo en esa plaza do Campo y en una calle aledaña, en una casa recientemente restaurada. Menciono este detalle de la reciente restauración, porque no sé si en su modo original este balcón contaba con las palomas o si carecía de ellas. Sea como sea, allí están dispuestas a emprender el vuelo y a alegrar la vista de quien repara en ellas.

Palomas en los refuerzos de una reja con dibujo de forja en su parte central

Sí, dedico mi tiempo a contemplar estas cosas, y otras similares, cuando paseo por Lugo. Porque no disponiendo de grandes monumentos que atraigan mi curiosidad, salvando la muralla, mil veces mirada y mil veces admirada, tengo que, como diría mi amigo León Felipe, fijar mi atención en “cosas de poca importancia”, aunque a muchos les parezcan nimiedades.

Detalle de la foto anterior

Ver también  "A modo de estrambote"

lunes, 2 de noviembre de 2015

Un Matadero reciclado

EL MUSEO
En el Ateneo de Santiago hemos tenido una magnífica conferencia sobre Patrimonio Industrial. Nos la impartió un miembro de la Asociación Buxa, cuyo enlace en Internet dejo al pie de esta entrada, para que la consulte quien esté interesando en este tema. Me abrió los ojos a un mundo nuevo y a un concepto también nuevo de Patrimonio. Con este criterio, visité en Lugo el Museo de la Porta Miñá, situado junto a la muralla y al borde del Camino de Santiago cuando sale de la ciudad.

En su origen, el edificio, chiquito, fue Matadero Municipal. Luego, cuando hubo otro matadero de mayores posibilidades en Lugo, pasó con el tiempo a tener el uso que tiene ahora. Para mi entender es un Museo sobre la vida cotidiana en el Lucus Augusti de entonces, y en él se exponen más objetos de los que se esperaría ver y que, en su conjunto, nos hablan de una sociedad, los lucenses, amantes del buen vivir (con criterios de entonces, claro).
LA PERSONA SENTADA VE EL VIDEO
EXPLICATIVO. 
Pero ya hablaré del contenido en otras entradas. Hoy quiero hablar del continente. He dicho que visité el Museo bajo el impacto conceptual de la conferencia acerca del Patrimonio Industrial. Sé que ha sido una suerte que se haya conservado, pues en circunstancias diferentes, este edificio se habría deteriorado o destruido para destinar su solar a otro uso.
Por suerte no ha sido así y voy a presentarlo. Es curioso, pero su planta me recuerda a una iglesia con tres naves, la central más alta, y separadas por arcos que se apoyan en pilares de sección cuadrada. Es lógico que no tenga ábsides, las tres posibles naves rematan en un mismo plano. El techo es una hermosa y acertada reconstrucción de toda una estructura de madera sosteniendo tejados de este tipo en Lugo. En fin, una maravilla de protección y
ASPECTO INTERIOR. ARCOS
TECHO, COLUMNAS, VITRINAS
conservación.
En este acogedor local, luces adecuadas así como una buena disposición de los objetos, propician una visita agradable y, fundamentalmente, instructiva. Se comienza viendo un corto vídeo que nos explica a grandes rasgos las fases que median desde la creación de la ciudad a su destrucción, pasando por la época de mayor esplendor, con sus lujos asociados.
Me gusta que toda la información que posee, la ofrece el Museo como sin darle importancia, como sabiendo que su finalidad principal es esa, ofrecer información que debe ser comprensible para el visitante. Y lo es. Junto a cada vitrina con objetos expuestos hay paneles explicativos breves y acertados, escritos en los dos idiomas oficiales en la Comunidad Autónoma.
MÁSCARA DE TEATRO
¿Que qué hay en este Museo? Bueno, a mí me ha gustado encontrarme con una máscara de teatro. Es el mayor exponente de que en Lucus Augusti existía vida cultural. En realidad, aquella antigua idea de una ciudad cuartelera va quedando olvidada gracias a los numerosos hallazgos que nos permiten hablar de una gente refinada, habitando casas con mosaicos, calefacción y disponiendo de edificios de cierta altura, como nos lo indican los diámetros de las basas y columnas encontradas en diversos lugares ciudadanos. Las termas romanas, en el balneario que aún sigue en uso, corrobora esta idea. La máscara de actor también nos recuerda que a Lucus Augusti llegaron tragedias, comedias y todas las historias que se representaban en los escenarios y a las que tan aficionados eran los romanos. En realidad, hay dos máscaras en muy diferente grado de conservación. Una sola bastaría como testimonio de vida cultural. Hay dos, una más deteriorada y, junto a ella vemos un dado y fichas para jugar. Aquellos lucenses romanizados...
Pero la pieza más preciada, aquella de la que se enorgullece el
VITRINA CON EL PESO
Museo por su singularidad, es un peso. Corresponde a la pieza que se desliza a lo largo del brazo de la pesa llamada “romana”, y que servía para conocer el peso del objeto sujeto a análisis. En la misma vitrina en que se expone la pieza, hay una foto amplia, en la que se ve un niño junto a una romana, señalando el lugar correspondiente a la pieza expuesta. Junto a la vitrina pueden apreciarse los textos explicativos, en gallego y castellano, que he comentado como acompañantes de los objetos expuestos.
La ubicación de esta pieza corresponde a lo que sería, si comparo la planta del Museo con una capilla de tres naves, el altar mayor, estando ocupada la nave central por un pequeño auditorio, donde se ve el vídeo inicial, y en las naves laterales, los espacios en los que se exponen las piezas.
EL PESO
En pocas palabras, me ha gustado mucho esta visita y me ha abierto los ojos a una nueva perspectiva acerca de Patrimonio. En este Museo tenemos Patrimonio Histórico, romano y anterior, guardado en un edifico que considero que forma parte de nuestro Patrimonio Industrial, más reciente, pero que nos informa acerca de cómo vivíamos (y comíamos) los lucenses a mediados del siglo XX. Una información que también nos conviene cuidar y mantener si realmente queremos saber de dónde venimos.
Muy aconsejable su visita.


Asociación Buxa:  http://www.asociacionbuxa.com/