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viernes, 25 de agosto de 2017

Ur ramillete de flores

Tuve un profesor a quien quise, respeté y admiré. Por diversos motivos, que no vienen al caso, me inspiró esos sentimientos y hoy, pasado más de medio siglo, sigo recordándole de ese modo. Me dio clase de Botánica, y mis compañeros de promoción ya saben de quién hablo.
A veces, al hablar con nosotros se le escapaban comentarios llenos de sabiduría. Voy a reseñar uno que nos hizo en cierta ocasión y que siempre me ha servido de pauta.


Ramo de flores de invernadero

Estábamos de viaje de estudios por las afueras de Barcelona. Alguien cortó un manojo de flores del campo para hacerse un ramillete con ellas. El Dr. Bolós, nuestro Profesor, le pidió que nunca más repitiese tal acción. Si se arrancaba una planta, con su flor, para nuestro estudio, bien estaba y era comprensible, nos dijo. Pero arrancarla para un adorno efímero, era una agresión muy intensa contra la planta. Le había costado mucho superar la actuación de la selección natural antes de alcanzar el estado reproductivo: superar la dispersión de la semilla que la generó, crecer y salvarse de la acción de los herbívoros, llegar a florecer y ahora, ya a punto de formar semillas para dar lugar a la siguiente generación, sufrir la acción despreocupada de alguien que la troncha solo por adornarse un rato. Ya no formará semillas, ni transmitirá sus genes a la generación siguiente ni contribuirá a formarla.


Flores naturales

Toda una historia de superaciones frente a la selección natural se rompe por un capricho individual. Hablo de flores silvestres, de las nacidas en el campo, de las llamadas florecillas por algunos con cierto aire bucólico, que las consideran como lunares de un tapiz herbáceo. Las flores de invernadero no cuentan en esto, ya han nacido para adornar y tener vida efímera. Incluso muchas han sido preparadas para ser estériles. Hablo de las flores del campo, las encargadas de formar semillas para con ellas dar lugar a la siguiente generación evitando que se extinga la población de la que forman parte.


Flores naturales

Porque las flores son los órganos reproductores de las plantas. Toda su diversidad morfológica está relacionada con sus múltiples modos de ser fecundadas y de formar las semillas. Aunque en general, es algo que no preocupa a mucha gente. Corta flores como entretenimiento, como regalo que se hacen a sí mismos, sin preocuparse del efecto biológico que pueda tener tal acción.

La verdad, qué dolor, es que somos destructores de seres vivos. No me refiero a aquellos que forman parte de nuestra dieta, son componentes de nuestra biología. Me refiero a los que matamos por diversión, por odio, por sentimientos adversos, por tradición o por despreocupación. Somos una especie que ha generado extinciones desde nuestra aparición.

Flores naturales
En el monte, me gusta ver los ciclos anuales de las plantas con flor. Las primeras que nacen, cuando el invierno llega a su fin, son las procedentes de bulbos, los narcisos. Luego aparecen algunas flores de corola pequeña como primaveras, verónicas, arenarias, violetas y otras. Todo esto ocurre en primavera muy temprana, cuando todavía los árboles no tienen muy formadas las hojas y el sol incide directamente en el suelo. 

Flores naturales en bordes
de caminos
Mas tarde, cuando el bosque esté cubierto por el tupido manto de hojas de árboles, aparecerán las flores de bordes de caminos, en lugares a los que llega el sol. Todo sigue su ritmo, todo pautado desde final del invierno hasta ahora. Aún deben de aparecer las inflorescencias masculinas de los castaños, cubriéndolos por completo con un velo blanco, como si fuesen telarañas.

Flores de invernadero
Los estudiosos ya van encajando toda esta disparidad en un todo muy estructurado, muy difícil de interpretar por completo porque desconocemos gran parte de su mecánica, pero ya vamos entendiéndolo.

Adorno floral
Mientras vamos dilucidando estas formas de vida de las especies en el monte, las flores intentarán formar semillas, que se dispersarán de modo adecuando y al año siguiente volverán a haber esas flores donde las hubo este año.

Tampoco arrancar una flor significa una gran agresión al medio natural. Ni un rebaño de vacas pastando en un prado en plena época de floración es capaz de provocar extinciones de plantas con flor en ese prado. Ni siquiera la visita de los habitantes de un pueblo con cestos y canastas porque “hay” que coger flores para la procesión de Corpus, será capaz de provocar la extinción de alguna especie. No es eso, pero hay una rotunda falta de respeto a nuestro medio natural, al que deberíamos cuidar y proteger.

Frutal, otra historia en otras pautas.
Es increíble la robustez de la naturaleza en el momento de superar las agresiones que podemos infringirle. Vivimos agrediendo. Desde nuestro comienzo hemos sido una especie provocadora de extinciones y, por lo que vemos, no creo que aprendamos. ¿Aprender a qué? Simplemente, a convivir con especies que llevan más tiempo que nosotros en este planeta. Aunque fuesen recién llegadas. Hay sitio para todos.

Cuando paseo por el monte, me gusta admirar la belleza y la diversidad en flores. Para eso no necesito arrancarlas, mejor que vivan su vida, formando semillas y contribuyendo al mantenimiento de la población a la que pertenecen, dando lugar a la generación siguiente, la del año próximo.

lunes, 29 de febrero de 2016

Extraterrestres

Las ideas son recurrentes, algunas de ellas nunca dejan de andar por medio, como un ruido de fondo. Raro es el momento en que, con ocasión de hablar de seres vivos en algún encuentro cultural, no me pregunta alguien acerca de la posibilidad de existencia de tales seres en otros lugares del universo. La pregunta no es de índole científica, pues se ajusta más a los sentimientos que a las razones científicas. Hoy por hoy, no podemos buscarle respuesta desde la ciencia, pues no disponemos de medios para hacerlo.

Hablo de ciencia basada en métodos experimentales, claro. Otra cosa es hablar de que se han mandado sondas al espacio y no se han obtenido respuestas. O sí, pero son alto secreto. También, de vez en cuando nos hablan de ovnis por los cielos, incluso incluyendo fotos. No sé qué decir, pero soy escéptico ante eso. Siempre que veo la figura de un supuesto ser vivo habitante en algún lugar del espacio, fuera de nuestro planeta, lo encuentro con una morfología similar a la nuestra: cuerpo dividido en cabeza, tronco y extremidades, siendo la cabeza el lugar en que aparecen los órganos externos de los sentidos. En verdad, lo considero un producto de ciencia ficción para película candidata a taquillera, incluso a Oscar.


Tal vez, para muchos sea difícil imaginar el larguísimo camino evolutivo que conduce a una situación morfológica y estructural como la nuestra actual, partiendo de prototipos primitivos que también fueron los iniciales para otros grupos animales, como pueden ser babosas o arañas, por citar algunos que se me ocurren. 

La historia de los seres vivos, en su conjunto, ha sido un camino tan enrevesado, con múltiples mutaciones aleatorias, ocurridas en una secuencia concreta, seleccionadas en su mayor parte por ambientes cambiantes, ocurridos en un orden también concreto, que sinceramente considero irrepetible. Es posible que secuencias diferentes de mutaciones o ambientes, hubiesen conducido a resultados también diferentes. Creo que tales secuencias, por complejas, son irrepetibles.


Por eso no creo que, en caso de haber seres vivos en otros planetas, sean similares a nosotros. Cuando digo “a nosotros” quiero decir eso, similares a los humanos. A los creadores de historias de ficción no les preocupa cómo serían las ratas, por ejemplo, de esos otros mundos. Solo se preocupan de humanos, pues a nosotros, también humanos, es a quienes van dirigidas sus historias.

Nunca he rechazado la idea de que existan otros seres vivos en otros lugares del universo. Pero, vamos a ver, ¿a qué llamamos “ser vivo”? Porque conviene aclarar eso para no meternos en situaciones equívocas. Un ser vivo posee unas características concretas que lo diferencian de un ser inanimado, por ejemplo, una roca. ¿Qué características son esas? Un ser vivo está sujeto a unos procesos que comentaré con detalle en próximas entradas: nace, crece, se reproduce y muere. Pero qué tiene, ¿qué hace un ser vivo para poseer esa peculiaridad, que puede compartir con otros seres, también vivos?

Ha de tener información propia acerca de su estructura y funcionalidad. Y esa información debe de estar cifrada de algún modo en moléculas que se transmiten a lo largo de las generaciones, después de una minuciosa replicación. En los seres vivos de este planeta, la molécula de la que hablo es el ADN, (en algunos virus es ARN), y aunque su modo de replicación es muy estricto, existe la posibilidad de que ocurran pequeños errores hereditarios, que conocemos con el nombre de mutaciones. 


Los seres vivos han de ser capaces de reproducirse, es decir originar seres iguales a ellos. Lo han de hacer sin necesidad de ayudas externas, como algo propio que realizan de por sí. Esta función garantiza la permanencia del grupo. En caso de no poderse realizar, se produce una extinción.

Pero, además, cada grupo de seres vivos posee una historia evolutiva concreta que les hace singulares en su propia historia. Las actividades biológicas son complejas y muchas veces vienen orientadas por un indeterminismo total. Las mutaciones, base de la variabilidad, son indeterminadas, lo mismo que los cambios ambientales, en los que se basa gran parte de la selección natural.

Toda esa serie de sucesos mutacionales y ambientales, ocurridos a lo largo del tiempo, hace que en, en este aspecto, esta rama de la Biología  (la Biología Evolutiva), pueda ser considerada como una ciencia histórica, con los mismos métodos investigadores que la Historiay los mismos mecanismos de comprobación de hipótesis.

Pero no nos sustraemos a lo que nos indica nuestro subconsciente. Nos creemos el centro del mundo y pensamos en que un “ser vivo de otro mundo” es similar a un humano, nunca a un musgo, por ejemplo. Y si los extraterrestres hablan, lo hacen en nuestra lengua madre, con nuestra gramática y nuestro vocabulario, nunca se nos ocurre que puedan hacerlo de otro modo, a pesar de que conocemos la existencia de muchas formas, todas válidas para sus usuarios.



A veces he pensado que al hablar de extraterrestres, fijamos en tiempos actuales las pautas de invasiones históricas, y pensamos que si nos llegan a invadir, lo harán con los criterios que se utilizaron en invasiones pasadas que hemos estudiado. Por eso, según ese imaginario, serán crueles, querrán arrebatarnos nuestras riquezas, se llevarán a la gente joven esclavizada. En suma, aprovecharán todo lo bueno que tengamos y nos dejarán sumidos en la miseria. Tal vez estamos dando un reflejo de lo que consideramos que fueron las anteriores invasiones. Las que, en suma, han dejado el mundo tal como es en la actualidad, del que somos beneficiarios.



Espero que los seres vivos extraterrestres, en los que creo, se comporten de otro modo al nuestro. Estoy convencido de que son diferentes a nosotros, pero que cumplen los requisitos de poseer un tipo de "actividad vital" propio, el suyo. 

Las demás suposiciones que tengo sobre este tema, pasan al campo de mis sueños.



viernes, 28 de febrero de 2020

Situación preocupante


Los historiadores de la Biología coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad con el resto de seres presentes en el planeta: con rocas, animales, vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno". 

viernes, 24 de abril de 2020

Ideas acerca de nuestro entorno


Los historiadores de la Biología, coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad hacia el resto de seres presentes en el planeta: con las rocas, con los animales, con los vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno". 

viernes, 10 de agosto de 2018

Situación preocupante


Los historiadores de la Biología coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad con el resto de seres presentes en el planeta: con rocas, animales, vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno".

domingo, 18 de diciembre de 2016

El concepto de naturaleza en nuestro pensamiento.

Los historiadores de la Biología coinciden al pensar que las primitivas civilizaciones tenían un fuerte sentido de solidaridad por parte de los humanos cara el resto de seres presentes en el planeta: con las rocas, con los animales, con los vegetales y, en general, con todo aquello que hoy conocemos bajo el calificativo de "entorno".

En aquellas épocas, la expectativa de vida era muy baja, pues la humanidad estaba en sus comienzos y, por tanto, el desarrollo de la medicina se reducía al conocimiento de unas pocas hierbas beneficiosas (como ocurre con cualquier otro mamífero). Nuestros antepasados formaban una especie cazadora sometida a todas las dinámicas biológicas propias de las especies con este tipo de vida. Es posible que, con el desarrollo de la agricultura y el nacimiento de una cierta tecnología agrícola, con su consiguiente paso a la vida sedentaria, la humanidad se fuese distanciando más y más del inicial concepto de unidad con el resto del mundo vivo.

Las religiones también influyeron en la visión que la humanidad tuvo acerca de su entorno. Pero conviene considerar dos tipos de religiones: las orientales, politeístas y las bíblicas, monoteístas. En las orientales, los dioses aparecían como seres bondadosos, aunque fuertes de carácter, hondamente comprensivos con las debilidades de los humanos y que orientaban a sus seguidores en la búsqueda de la paz interior, fin último que convenía perseguir y alcanzar. Según el pensamiento de esas religiones, nada competitivas y, por tanto, primitivas según el criterio del mundo occidental, la humanidad también representaba una comunidad de seres solidaria con el resto del mundo vivo. Este pensamiento se mantiene en las actuales religiones del este asiático y de las montañas del Tibet.

Por su parte, la cultura occidental cristalizó a partir de religiones monoteístas derivadas de diferentes interpretaciones de la Biblia. Independientemente del hecho de que el Dios bíblico se nos presenta como un ser guerrero y justiciero, el hombre aparece en los comienzos del Génesis como el ser principal de la creación, el más perfecto, hecho a imagen y semejanza de Dios y, por tanto, su preferido. Por eso, es el mismo Dios quien le impone, a modo de programa de actuación en este mundo: "Creced y multiplicaos, llenad la tierra: sometedla y dominad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados y sobre todo cuanto vive y se mueve sobre la superficie da tierra” (Gen 1:28). El mismo Génesis nos dice cómo Adán da nombre a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo (Gen.2:20) Resulta conveniente no olvidar aquí que la potestad de dar nombre, aún hoy representa en nuestras culturas, un fuerte indicativo de propiedad.


REY DE LA CREACION


Durante mucho tiempo, y en el mundo occidental, fue este mandato divino la justificación última de cualquier modo de actuación humana. Siempre que se incidía sobre especies vivientes, siempre que se intentaba dominar o modificar la tierra, fuese como fuese el modo como se hiciese, no se estaba haciendo otra cosa más que cumplir la recomendación del Creador expuesta claramente en el Génesis. Y en este caso, no había que hacer ninguna interpretación: había sido el mismo Dios quien había mandado con toda claridad y de manera inapelable "dominad la tierra".

Fue ésta una arrogancia temeraria que llevó al hombre a autoproclamarse "Rey de la Creación". Rey en el sentido medieval, de indiscutible propiedad sobre la Tierra, basada en el derecho divino expresado en la Biblia. Sabemos perfectamente todo cuanto destrozo se hizo al amparo de esta impunidad que siempre llevó consigo el beneficio de no tener que dar cuenta de nada a nadie, sin otras miras que el beneficio inmediato y sin tener en cuenta para nada la situación en que pudiese quedar el medio natural. En este sentido, conforme la humanidad fue incrementando sus conocimientos y, a cuenta de eso, se fue independizando más y más del medio. Mucho del desarrollo alcanzado, se realizó gracias a una fuerte, e irreversible, agresión al entorno. Esto lo sabemos todos.

HERMANO LOBO

En el siglo XIII, en los albores del Renacimiento, por parte de algunas personas se dio una vuelta al pensamiento inicial de solidaridad con el resto de seres vivos, es decir, con parte del entorno. Por ejemplo, San Francisco de Asís fue un joven que, abandonando todo cuanto tenía, se adentró por los caminos de la religión queriendo iniciar una nueva manera de interpretar el mundo vivo desde una visión alternativa de la Biblia. Su razonamiento se basaba en el hecho de que, al compartir nuestro origen en Dios, éramos hermanos no habiendo, por tanto, diferencias entre unas especies y otras. Esta es la base conceptual de su poema famoso en que apela al hermano lobo, a la hermana luna o al hermano sol. Pero no es mucha la gente que sabe de los problemas que tuvo el Santo de Asís con la Inquisición, de modo que tuvo que callar. Muchos de esos problemas le vinieron de esta idea de la naturaleza, idea que, siendo nueva en la civilización europea, venía de antiguo en las orientales.

En la era de los descubrimientos europeos, allá por el siglo XVI, la idea de la propiedad de la tierra por parte del hombre volvió a tomar fuerza. Nuevamente, la arrogancia del hombre europeo le permitió cometer todo cuanto destrozo se le ocurrió cometer en nombre de una civilización que premiaba y animaba toda esa arrogancia.
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En este tiempo en que estamos ahora, algunas personas del mundo occidental y con grandes preocupaciones espirituales, se acercaron a las religiones tibetanas en búsqueda del sosiego que no encontraban en las religiones nacidas de la Biblia. Fue cuando el hombre occidental volvió a tomar contacto con las ideas de solidaridad con el medio en que vivimos, ideas que difundieron por todas partes al volver a sus países de origen. Eran personas influyentes en los ambientes culturales occidentales de los que procedían. Todo cuanto dijeron a su regreso tuvo gran eco en la gente, de modo que, entre los jóvenes cultos del mundo occidental, apareció un nuevo sentimiento de preocupación por el entorno. Fue entonces cuando, a nivel mundial, florecieron movimientos ecologistas preocupados por la situación del planeta, unas preocupaciones que antes no habían existido con tales magnitudes ni planteamientos.

Por otra parte y desde el mundo científico, en 1969 el investigador británico J. Lovelock presentó al mundo científico una desconcertante hipótesis: La tierra es un ser vivo creador de su propio hábitat. Hablaba de la evolución conjunta de la Tierra como un todo. Su teoría ha dado lugar a un conjunto coherente de teorías, muchas de ellas comprobadas, conocidas bajo el nombre genérico de Hipótesis Gaia.

Ojalá que en adelante no nos separemos de esta idea de unidad biológica de todo el Planeta, ni del concepto de que todos andamos involucrados en la misma dinámica. Nos conviene mucho  tenerlo en mente de manera constante, antes de que nos metamos por vericuetos irreversibles o de los que resulte difícil salir.







domingo, 18 de octubre de 2015

Por el bosque...

Siempre he considerado que el olvido es una de las mayores formas de marginación, si no la mayor. Mientras se hable de algo, aunque sea mal, ese algo está presente en el pensamiento de la gente. Lo malo es cuando ni se habla de eso, pues pronto cae en el olvido. Y de ahí al menosprecio hay un camino fácil, pero de difícil retorno. ¿Porqué digo esto? Porque dentro del mundo de muchos poderosos, ocurre que nunca se olvidan de lo que consideran importante. Si han olvidado algo, es por no serlo. Olvido justificado.

Me apenan muchas cosas actuales relativas al mundo de los seres vivos. Una de ellas es la capacidad de dogmatizar sobre temas que se desconocen. Lo observé con motivo del 150 aniversario de la publicación de El origen de las especies, de Darwin. Muchos hablaban del libro, pero me di cuenta de que pocos lo habían leído. Al menos, en este caso, nadie menospreció ni al libro ni su contenido. Hoy se dogmatiza sobre medicina, ecología, genética, lo que sea. Todos son doctores en el tema de que se trate. Como buena tropa de ignorantes, nadie pregunta nada a quien le podría responder.
A propósito de esto, recuerdo cuando en nuestro país aparecieron las primeras posturas ecologistas. Al principio, se tomó a sus defensores como unos chicos simpáticos, que decían cosas igualmente ingeniosas. Cuando las reivindicaciones subieron de tono, aquellos que antes les habían tomado como algo agradable, pasaron a compararlos a las sandías: “verdes por fuera, rojos por dentro”. En aquella época, llamar rojo a alguien era algo muy fuerte, pues cualquier rojo era considerado “enemigo de España”. Así se plantearon las cosas, con la incomprensión y la injuria. Tampoco es que las cosas hayan cambiado mucho desde entonces.
Para muchos mandamases de hoy, ser ecologista consiste en poner unas cuantas jardineras en los rincones de las calles. De ese modo, nadie orinará allí. El ecologismo es algo mucho más serio que, hay que aclararlo, poco tiene que ver con la ecología.
La ecología es ciencia, el ecologismo, actitud. Para mí es una forma de enjuiciar el entorno con criterios que pretenden protegerlo y conservarlo. En la mayoría de las ocasiones, son acertados. Creo que a veces esos criterios son inamovibles, y tal vez estaría bien que estuviesen más adaptados a una realidad cambiante.
Estamos abocados a una globalización. Pero ésta llega a diferentes velocidades. Por ejemplo, en temas relativos a Internet, la velocidad con que avanza es rápida. En sanidad y educación, no tanto. Incluso se retrocede.
Hablando de globalización, tenemos que hoy en día, en muchas partes del planeta, se abren vías de comunicación roturando selvas importantes y necesarias para el equilibrio biológico global. Ecológicamente, esas obras como otras muchas, son un desastre a medio y largo plazo, pero pueden contribuir al progreso humano y al incremento de la calidad de vida de muchos pueblos. La pregunta que yo me hago es si la ciencia puede negar su ayuda a quienes más necesitan de ella. Creo que no.
En ese caso, convendría formular procedimientos que garantizasen un progreso que fuera coherente con la conservación del planeta. Porque ambas cosas no son contrapuestas, aunque la economía hace que muchas veces  lo parezcan.

Las fotos de esta entrada son de mi amigo Guillermo Díaz Aira, a quien agradezco su disponibilidad. Corresponden a fotos hechas en la Serra do Caurel, Lugo.


viernes, 23 de febrero de 2018

Erosión genética


El cultivo artificial ha permitido a muchas especies vivir fuera del ambiente adverso de la selección natural. Pero, como método artificial, tiene sus inconvenientes. La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), define como erosión genética a la pérdida de variabilidad (genética) que por ese motivo se produce en las especies cultivadas. 

Durante centurias, y más en estos últimos decenios, se ha llevado a cabo una globalización de cultivos basados en criterios de productividad, eliminando las variedades que pudiesen ser pobres en ese valor. Esa eliminación ha sido sistemática y continuada, haciendo que muchas especies cultivadas hayan perdido la variabilidad genética que les costó tantas generaciones adquirir, además de haber perdido las singularidades geográficas, consiguiéndose, a veces, que haya una sola variedad en todo el planeta. 

Originariamente muchas razas
Una de las especies que han sufrido, o que más han sufrido este tipo de daño genético, de erosión, es la manzana. De unas treinta variedades que se cultivaban en nuestro país dedicadas en especial al consumo doméstico y a la fabricación de sidra, se ha pasado en poco tiempo a menos de diez. ¿Las causas? Parece que una empresa de alimentación, uno de cuyos postres estrella consiste en la tarta de manzana, ha definido las razas que utilizará para fabricarla en cualquiera de las muchas instalaciones que tienen en nuestro país. De este modo, todas tendrán un sabor similar. Una vez determinado el tipo que se utilizará, los campesinos lo han plantado de modo masivo, sabiendo que tenían asegurada la venta de las manzanas cosechadas. Pero desecharon las que habían cultivado anteriormente, que han ido perdiendo terreno de cultivo, tamaño de población y, por tanto, variabilidad genética, quedando razas residuales. 
Una situación similar se ha producido en viñedos españoles. De lo que ocurre en otros países no sé nada. 

Dos especies con peligro de
erosión genética
Hoy no parece preocupar a muchos esta situación, pues el consumo está asegurado. Pero con esta medida se hace que la manzana, que aún crece silvestre en muchos lugares de España, pase a depender de la tecnología humana para su subsistencia, lo cual desde un punto de vista biológico es un desastre para ella. Todo esto se aceleró a partir de mediados del siglo XX, con la llamada revolución verde, cuando un alto número de variedades locales fueron desplazadas por otras variedades que eran producto de mejoras genéticas de diverso tipo. 

Genéticamente erosionadas
En estos casos, los cultivos resultan ser muy uniformes en cuanto a criterios diversos de productividad, lo cual puede ser una ventaja empresarial a corto plazo, pero un desastre biológico, pues las especies han perdido su capacidad de adaptarse a posibles cambios ambientales que se puedan presentar. Nadie es capaz de garantizar la uniformidad ambiental ni su duración. 

Mientras esas especies están sujetas a criterios actuales de consumo, que los podemos considerar como un valor ambiental, o un componente de la selección natural, y estén favorecidas por el cuidado humano, no tendrán peligro de supervivencia. Pero las circunstancias no son constantes. Los valores ambientales pueden cambiar en muchas de sus variables, así como los gustos de los consumidores. En esos casos, podemos preguntarnos hasta qué punto esas especies, que han sido capaces de mantenerse a lo largo del tiempo, tienen el potencial genético necesario para afrontar esos cambios, manteniéndose como especies autónomas. O si, por el contrario, se extinguirán como consecuencia de la pérdida de variabilidad genética a la que las hemos llevado los humanos en un loco afán de productividad. Al haber perdido esa variabilidad, han perdido la posibilidad de adaptarse a posibles modificaciones ambientales que se pudiesen producir. 

Desde hace un tiempo, en países avanzados esto está en vías de solución. En las empresas correspondientes se han integrado científicos de diversa titulación, pero conocedores de las dinámicas biológicas de las poblaciones naturales. Saben lo que es la diversidad genética, sus causas y sus consecuencias. Mediante proyectos privados, o semiprivados, desarrollan medidas para potenciar y conservar la variabilidad que aún es posible recuperar. Se recogen cepas casi perdidas, se buscan variedades silvestres y se cultivan para mantenerlas. No se pretende hacer un banco de semillas, más bien uno de razas cultivadas. A cuantas más cepas posibles, mejor, pues se supone que en ellas está la variabilidad genética suficiente para afrontar posibles cambios ambientales. 

Son proyectos caros, que requieren de fuerte financiación y de una política agraria continuada y decidida a conservar una riqueza biológica que, de no ser de este modo, desaparecería en pocas generaciones. Pero los gobiernos deben saber lo que quieren.


lunes, 31 de diciembre de 2012

GENES Y DESTINO ¿QUÉ HEREDAMOS? (I) HORÓSCOPOS Y SIMILARES

Después del descifrado de la secuencia de nucleótidos que constituyen nuestro genoma, han salido a la luz diversos comentarios más o menos gratuitos, muchos de los cuales nos quieren hacer creer que en los genes de cada uno está escrita nuestra vida. Se nos viene a decir que, estudiando el ADN de un recién nacido, se podrá saber cómo será, cuándo enfermará e, incluso, cuándo y cómo morirá. Es decir, en el ADN vendría fijada la historia particular de ese bebé del que, en consecuencia, podríamos pensar que ha nacido predeterminado.
 ANTECEDENTES
Tengo entendido que fueron los caldeos los primeros que atribuyeron a los astros poderes especiales sobre nosotros, de modo que determinaban nuestro comportamiento. Otros dicen que esta creencia procede de Babilonia, aunque tampoco falta quien sitúe su origen en Egipto. Para el caso, nos resulta indiferente el lugar de origen, y la cultura, en la que apareció esa manera de pensar que, adornada de atributos, símbolos y métodos de estudio, más tarde daría lugar a la astrología. Los astrólogos daban, y dan, por establecido como principio fundamental de su saber, que las pasiones, virtudes, malas costumbres, capacidades y cualidades morales y físicas que pueda tener una persona, vienen influidas y determinadas por la situación de los astros en el momento de su nacimiento. Ya que conocer y estudiar esa situación permitiría predecir con detalle el futuro de un niño acabado de nacer, los astrólogos hacían sus correspondientes Cartas Astrales, que más tarde sus titulares consultarían con toda fe.
En la época romana esta creencia en el condicionamiento de las conductas a causas externas, siempre misteriosas, adquirió un aspecto que todavía persiste entre nosotros. Se creía que cada persona estaba acompañada por un fado, un fatum. He aquí el origen del fatalismo y sus palabras derivadas, siempre relativas a hechos adversos contra los que resulta imposible prepararse. También para los griegos existía un ser con la misma función, el daimón, nombre que luego fue utilizado por los cristianos para denominar al "demonio". El ángel de la guarda cristiano sería un descendiente conceptual del fatum, sólo que en este caso su labor estaría limitada a aconsejar, teniendo en cuenta la libertad que el cristianismo atribuye a cada uno.
Creer en estas influencias externas, implicaba creer que el futuro de las personas estaba fijado desde siempre, que era un destino inexorable y, por tanto, ni la voluntad ni la inteligencia humanas serían capaces de dirigir los acontecimientos vitales de los individuos. No hace falta decir que, según esta idea, el ser humano no solo sería incapaz de luchar contra su fatum, tampoco podría cuestionarlo: era una fuerza ciega, impuesta, que lo llevaba a su destino implacable. (En la cultura española hay abundantes pruebas de esta idea, dende la pieza teatral "Don Alvaro o la fuerza del sino" del Duque de Rivas a canciones populares: "el día que nací yo/qué planeta reinaría… Estrella de plata/déjame ser buena…"). De acuerdo con estas ideas, la libertad de actuación, y de elección, está negada al ser humano. Por tanto, también lo estará la responsabilidad que se pueda derivar de sus actos pues, al no tener libertad de opción, tampoco será sujeto de un premio o un castigo por la acción realizada.
Tal vez, ideológicamente el fatum se iguala con Dios. En ese caso aparece la predestinación, que viene a decir que Dios tiene, desde siempre, determinado quién se salvará y quién se condenará. Este desvío doctrinal, que negaba el libre albedrío, estuvo muy en boga entre los cristianos del tiempo de la Reforma y no fueron pocos los esfuerzos intelectuales realizados para luchar contra él, como sería el caso de la obra teatral llamada "El condenado por desconfiado", de Tirso de Molina, o de varias obras de Teresa de Jesús. En nuestros días, esta idea aún permanece en el sentimiento de mucha gente, como lo indican frases del estilo de "Estaba de Dios" o "Lo tenía allí escrito", que se acostumbran utilizar como razón última para explicar, y aceptar, algún suceso nefasto.
Encuentro que tanto la astrología como el fatalismo consideran al hombre como un ser inmaduro, incapaz de considerar ni de decidir entre opciones contrapuestas. Más bien aparece como un ser manipulado desde fuera, con una conducta prefijada contra la que, por más que quiera, no puede luchar. Sus actos están previstos desde siempre por determinantes externos a él. Según esta idea, poco, o nada quedaría restringido al campo de la libertad individual, una característica propia de los humanos, como se queja Segismundo en "La vida es sueño": "…y yo con más albedrío/tengo menos libertad…".
A lo largo de la historia del pensamiento, esta dualidad entre determinismo e indeterminación en relación con la conducta humana no dejó de presentarse como un tema recurrente cada vez que aparecían nuevos argumentos a favor de una u otra postura conceptual. En los tiempos actuales, las posturas deterministas vuelven a aparecer con una supuesta base científica y, por tanto, pretendidamente indiscutible. Según estas opiniones actualizadas, la conducta humana estaría diseñada por los genes de cada individuo. De nuevo se recurre a causas contra las que la persona no puede luchar y que le eximen de ser responsable de sus actos. Si bien los genes son algo "interno" de cada individuo, vuelven a aparecer los agentes exteriores como responsables de su conducta, pues estos genes fueron heredados, es decir, le han venido de "fuera". Cada vez con más frecuencia vemos que personas procedentes de los más diversos campos del saber, esgrimen los conceptos de gen o de genotipo, como eximente de cualquier tipo de actuación de los individuos.
Ante estas situaciones de confusión, es necesario ver de modo pormenorizado qué entendemos por genotipo y qué función le atribuimos en la dinámica biológica de cada individuo.
Desde hace poco un nuevo concepto ha aparecido en la genética, el de genoma. Entendemos como tal al conjunto de genes de una especie, que está contenido en cada uno de los gametos que un individuo hereda de sus progenitores, cuando se trata de seres con reproducción sexual. En el genoma están representados todos y cada uno de los genes que configuran las funciones biológicas de una especie. Por eso todos los humanos compartimos el mismo genoma. Hablo de genes, por ejemplo, el correspondiente a los grupos sanguíneos. Hay tres formas hereditarias de determinar diferentes tipos de grupos sanguíneos. Estas formas reciben el nombre de alelos. Aunque todos los humanos tenemos el mismo genoma, diferimos en la constitución alélica que poseemos, como podemos constatar al comprobar el grupo sanguíneo de nuestros amigos u otras características hereditarias, como el color y la textura del pelo, por ejemplo. A esa constitución alélica es a lo que llamamos genotipo y es propia de cada individuo. Teniendo en cuenta que tenemos unos 25.000 genes, la mayor parte de ellos con varios alelos, podemos pensar que salvo casos de gemelos univitelinos, no hay dos individuos iguales, como dijo Aristóteles basándose en criterios filosóficos.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, ¿es riguroso el genotipo en su modo de determinar la historia biológica del individuo cuya existencia origina? ¿Cómo, de qué modo, es la relación con su individuo portador al que ha dado forma?
Lo veremos con mas detalle en los dos próximos artículos  que escribiré sobre este mismo tema.


viernes, 7 de diciembre de 2018

Especies invasoras


En un ecosistema concreto, considero como invasora a cualquier especie de fuera de él que ha entrado de modo anormal, causando perjuicios a los seres autóctonos que lo habitan. Estos perjuicios pueden ser de salud, económicos o ecológicos de todo tipo. Más bien valdría decir que todos son ecológicos con diferentes repercusiones en la economía y, a veces, en nuestra salud.

viernes, 14 de agosto de 2020

Paseo por el bosque (2)



Siempre he considerado que el olvido es una de las mayores formas de marginación, si no la mayor. Mientras se hable de algo, aunque sea mal, ese algo está presente en el pensamiento de la gente. Lo malo es cuando ni se habla de eso, pues pronto cae en el olvido. Y de ahí al menosprecio hay un camino fácil, pero de difícil retorno. ¿Porqué digo esto? Porque dentro del mundo de muchos poderosos, ocurre que nunca se olvidan de lo que consideran importante. Si han olvidado algo, es por no concederle importancia. Olvido justificado. 

viernes, 14 de septiembre de 2018

Sobre extinciones


Hablo con amigos acerca de extinciones. Las considero como fracasos evolutivos. ¿Realmente son fracasos? Yo creo que sí y, como es una opinión, voy a explicarla aquí mismo.

viernes, 24 de mayo de 2019

Tiempo de extinciones

En estos días saltan las alarmas con la noticia de que vamos encaminados a una extinción masiva, la sexta en términos geológicos. Para mentes avisadas, esto no es noticia. Digamos que se veía venir. La noticia causa preocupación entre aquellos que sólo piensan a muy corto plazo y, como dijo el Rey Sol,“detrás de mí, el diluvio”. 

sábado, 30 de junio de 2018

Paseando por el bosque 2


Siempre he considerado que el olvido es una de las mayores formas de marginación, si no la mayor. Mientras se hable de algo, aunque sea mal, ese algo está presente en el pensamiento de la gente. Lo malo es cuando ni se habla de eso, pues pronto cae en el olvido. Y de ahí al menosprecio hay un camino fácil, pero de difícil retorno. ¿Porqué digo esto? Porque dentro del mundo de muchos poderosos, ocurre que nunca se olvidan de lo que consideran importante. Si han olvidado algo, es por no concederle importancia. 

viernes, 5 de enero de 2018

Poblaciones preadaptadas

Soy dado a los refranes y respeto la sabiduría que encierran. Pensaba hoy en uno que, además, es un bonito juego de palabras: “El buen tiempo es que en cada tiempo haga su tiempo”.La verdad es que es así, pues toda nuestra estructura social gira con un condicionante, que en cada tiempo haga su tiempo.



También en biología, el tiempo como estado atmosférico es importante. Para los seres vivos, las condiciones atmosféricas y su secuencia a lo largo del tiempo en uno de los principales factores de la selección natural. No es cuestión de que haga frío o calor o deje de hacerlo. Es que tales condiciones deben presentarse cuando esos seres están en la fase vital que requiere tales condiciones.

Escenario de la Selección Natural

En ocasiones nos maravillamos del perfecto engranaje que relaciona las fases biológicas de los seres con las condiciones atmosféricas de los lugares en que viven. Los ciclos de las diferentes estaciones en lugares concretos, condicionan los ritmos biológicos de los seres que viven en ellas, tanto animales como vegetales. 

Todo esto lo pensaba uno de estos días, cuando viajaba desde Santiago a Lugo. Caía una lluvia menuda y pausada, muy gallega, que a lo lejos se transformaba en niebla que difuminaba el horizonte. Un día muy nuestro, que nos ayuda a interiorizar pensamientos. Yo miraba el campo, mojado y sus múltiples gamas de verdor. El buen tiempo es que en cada tiempo haga su tiempo. Si atendemos este dicho, este año no ha habido buen tiempo, todo ha estado desbaratado y fuera de sus ciclos estacionales. Realmente, son ya varios los años en los que el tiempo parece haberse vuelto loco.

Actúa la Selección Natural

En no pocas ocasiones me pregunto cómo afectan estos cambios al conjunto de seres vivos, a lo que conocemos como biosfera. Tampoco voy a ser tan petulante como para predecir la magnitud de las variaciones que se puedan producir, pero sí puedo expresar mis preocupaciones acerca de lo que ocurre y su posible incidencia en el mundo de los seres vivos. En más de una ocasión he comentado la importancia que tiene para una población dada el disponer de variabilidad génica, a poder ser abundante. Esta variabilidad permite que en cada generación aparezcan individuos con genotipos extremos que son inviables en condiciones normales, pero si por alguna causa cambian estas condiciones, alguno de esos genotipos poco frecuentes pueden sobrevivir y permitir, gracias a ellos, la supervivencia de la población dada. Perderá mucha variabilidad, pues habrán alelos incompatibles con la actividad biológica en esas nuevas condiciones ambientales, pero la población seguirá viva, reproduciéndose y generando descendientes fértiles. La población se ha salvado, sí, pero ha perdido mucha variabilidad, aunque yo me pregunto muchas veces para qué sirve esa variabilidad si no es como una especie de seguro que en cada generación promueve la aparición de genotipos adaptados frente a posibles cambios, permitiendo de este modo la supervivencia del grupo de individuos. Por esta razón, muchos denominan “preadaptación” a esta variabilidad que tiene las especies, o las poblaciones, y cuando está presente en ellas se dice que están preadaptadas como indicativo de su supuesta capacidad de resistir a los cambios que se vayan produciendo. Claro que, normalmente, los cambios que se producen son pequeños, consisten en ligeras modificaciones medioambientales y en la mayoría de las veces, reversibles e imperceptibles a nuestros ojos.

Selección Natural actuando

Ahora, sin embargo, estamos asistiendo a cambios bruscos y perfectamente constatables por nosotros mismos. Me gustaría saber de qué modo esto incide en la biología de las poblaciones presentes en nuestros lugares. No quiero hablar de los efectos más drásticos, las extinciones, pero sí constatamos cambios ecológicos importantes. Por ejemplo, en las proximidades de Lugo ya son habituales las cigüeñas y de año en año vemos cómo crece el número de sus nidos. Se asientan en una zona a la que nunca habían llegado, pero no es de extrañar, los cambios climáticos, como cambios ambientales que son, modifican áreas de distribución de poblaciones. De este modo, el registro fósil nos habla de poblaciones que vivieron en determinados lugares, hoy desaparecidas en ellos.

¿Son tan intensos los cambios como para producir estas incidencias? No lo sé, lo que sí vemos todos es cómo las condiciones ambientales se modifican en una dirección concreta de calentamiento del Planeta, y los seres vivos estamos en él. La geología, mediante el registro fósil, nos muestra cómo en el mundo de los seres vivos de cada época, han ocurrido grandes cambios propiciados por las modificaciones climáticas. Pero también es la geología la que nos dice que tales cambios se produjeron de modo muy gradual, con pasos muy pequeños a lo largo del tiempo, mientras que en esta época en que vivimos los cambios son amplios y casi repentinos, de modo que nosotros mismos podemos constatarlos a lo largo de nuestra vida.

Escenario de la Selección Natural

No hay duda de que la acción nuestra está incidiendo de modo negativo en el mundo de los seres vivos. Aparte de haber propiciado muchas extinciones de especies, por destrucción de hábitats, también estamos modificando las condiciones ambientales en las que deben desarrollar su actividad los futuros seres vivos. A ver qué ocurre, pero de momento parece que los ritmos de las estaciones se han modificado, así como sus duraciones, sus temperaturas máximas y mínimas, su pluviosidad y otros tantos parámetros medioambientales. Esperemos que las poblaciones estén provistas de las necesarias variabilidades génicas, pues de tales variabilidades depende su posible adaptación a esos cambios. Por eso, repito que a esas situaciones génicas se les conoce también como “preadaptación”, y se les considera como una potencialidad propia de las poblaciones que les permitirá resistir ante los cambios que se vayan presentando.

sábado, 15 de diciembre de 2012

HORROR EN LAS AULAS

En estos días estamos conmovidos por la matanza de niños en una escuela de USA. No es ésta la única noticia adversa que recibimos, en el año que termina, acerca del trato que en ocasiones, recibe la infancia: niños obligados a participar en acciones guerreras, comercializados, explotados, robados,  desaparecidos...
Opino que esto viene de antiguo, y si ahora sabemos más acerca de esta tara que padecemos, es debido a que los medios de comunicación airean las noticias. Recuerdo al "viejo del saco" de mi infancia, o al "sacamantecas" o a otros muchos seres míticos con los que nuestros padres nos querían inducir a desconfiar de los desconocidos, pues podría ser peligroso el entablar algún tipo de relación con ellos. Incluso la historia de Caperucita se produce por la imprudente conducta de la niña al confiar por completo en un desconocido.

Pero volviendo al hecho general, nos ofende, preocupa y duele que se ataque de este modo a la infancia, sea del país que sea o la etnia a la que pertenece.
¿Hay alguna base biológica en este repudio que sentimos? Creo que la hay, y es lo que quiero explicar aquí.
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Hablemos primero del instinto, pues es un concepto que mas adelante nos servirá en nuestra explicación. Cuando hablamos de instinto, hablamos de una costumbre, o una pauta de ellas, que poseen todos los individuos de una especie y posee naturaleza hereditaria. Los instintos tienen carácter adaptativo y su no posesión por parte de algún miembro de la especie suele ser perjudicial para él. Nuestra especie, como todas, tiene, entre otras misiones biológicas,  la de perpetuarse. Si no fuese de ese modo, se extinguiría en una sola generación. Existe el instinto reproductor, en este caso una pauta de costumbres, que asegura el ejercicio de esta función.
Otra cosa es el altruismo, una costumbre instintiva en algunos grupos  zoológicos, fundamentalmente entre aves y mamíferos, que hace que determinados seres pongan en riesgo su existencia con tal de defender la vida de otros miembros de su misma especie. Suele haber grados, pues tanto se defiende a los miembros de la familia como a los del grupo al que se pertenece aunque no haya vínculos de sangre con ellos, pero suele ocurrir que la intensidad del rasgo altruista está en relación directa con el grado de parentesco que existe entre los afectados por la actuación. El altruismo es un instinto que se ejerce por los miembros de una generación hacia los de la siguiente, en todo caso hacia miembros de la propia. No conozco casos de altruismo que vaya de miembros de una generación a miembros de generaciones anteriores. En nuestra especie, rasgos educacionales hacen que afloren este tipo de comportamiento, por ejemplo un joven que, poniendo en riesgo su vida, rescata a sus abuelos en un accidente, pero aquí, repito, ya juegan componentes culturales propios de nuestra especie. Cuando ocurre un accidente de grandes magnitudes, siendo necesario evacuar a grupos de personas, la costumbre de "primero las mujeres y los niños" está basada en fundamentos biológicos explicables desde el punto de vista del atruísmo como instinto que se explica por la búsqueda de la supervivencia del grupo.
 
 En muchas especies animales, no solo en la humana, el altruismo se refleja principalmente en el cuidado de la prole, pues desde un punto de vista biológico, ésta representa la generación siguiente que ya ha nacido y que, por tanto, es preciso cuidar. Cuando unos padres, sean de la especie que sean, velan por sus hijos, están protegiendo no sólo su contribución individual a la siguiente generación, sino también, la presencia de sus propios genes en ella. 
En otros casos, el altruismo se refiere al grupo en general al que se pertenece. En ellos, los sujetos no están unidos necesariamente por lazos familiares, pero sí por costumbres y modo de vida. En poblaciones de aves y mamíferos existe este tipo de  comportamiento altruista que podemos considerar como “de grupo”.
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Creo que cuando rechazamos desde lo más profundo de nuestras convicciones el trato inhumano, incluso la muerte, que en nuestra especie reciben muchos niños, está actuando en nosotros este tipo de altruismo con base biológica, pues todos ellos representan nuestra próxima generación, que ya está aquí. Son la promesa de nuestra permanencia en el Planeta y merecen, como tal, todo nuestro cuidado. El ataque a estos niños, representa un ataque a uno de nuestros principales  instintos, por eso todos nos sentimos profundamente ofendidos cuando ocurre una tragedia de este tipo. 
Los niños, mientras crecen tienen derecho a todos nuestros desvelos. Nunca ese destino. 

viernes, 2 de noviembre de 2018

Las sendas de los seres naturales

Una película de 1954 nos hablaba de una bella pareja de jóvenes civilizados que tienen una finca en Ceylán dedicada al cultivo del té. La finca es envidiable, pero está en una senda de  elefantes. Cuando llega el momento, los elefantes, ancestrales usuarios del territorio, irrumpen por su senda  de siempre sin importarles las trabas arquitectónicas que puedan encontrar. La película fue calificada como "de terror".

sábado, 4 de enero de 2014

CARACTERÍSTICAS DE LOS SERES VIVOS: GENERALIDADES

Con frecuencia, los medios nos hablan acerca de la posibilidad de vida en otros planetas. Las noticias aparecen como dosificadas, pero vienen a ser como un ruido de fondo entre todas las noticias que se nos transmiten. ¿hay algo en contra de tal posibilidad? Podríamos decir que, conceptualmente, no existe ningún argumento contrario a tal existencia, si bien hoy por hoy tal idea no puede ser presentada como hipótesis científica, pues no disponemos de posibilidad de comprobarla.


Sería muy arrogante por nuestra parte suponer que, dentro de la inmensidad universal, considerada infinita, somos los únicos habitantes vivos presentes en él. Ciertamente, es muy posible que existan múltiples planetas (o cuerpos celestes similares) en los que haya condiciones ambientales compatibles con actividad biológica. 
La literatura de ficción, y más los géneros de ficción que se expresan en pantallas, nos han acostumbrado a ver supuestos seres procedentes de otros planetas que son muy semejantes a nosotros, tanto en morfología como en comportamiento, con inteligencia similar, tecnología más avanzada a la nuestra y no digamos en cuanto el modo de expresarla y utilizarla.
ENTRAÑABLE  E.T.
Las historias en las que intervienen extraterrestres, nos los presentan como invasores de nuestro planeta y, salvo el entrañable E.T. de Steven Spielberg, todos ellos son malos y persiguen nuestra destrucción si bien, fieles al mito del triunfo del bien sobre el mal, siempre ganamos y vencemos a los extraterrestres invasores.
Esto es ficción, pero ¿Hay vida en otros lugares del Universo? Es ésta una pregunta que todos los humanos nos hemos formulado en más de una ocasión ante la inmensidad de un cielo estrellado. En el silencio de una noche estrellada, ese silencio relativo, nos parece imposible estar solos en esa infinidad de astros. No obstante todo queda en una pregunta sin respuesta, pero eso no impide que hablemos de ese tema, siempre interesante para todos.
¿DE VERDAD ESTAMOS SOLOS?
Con frecuencia, los poderosos telescopios actuales nos ofrecen datos que permiten suponer (digo suponer con intención) la existencia de agua en otros mundos. De comprobarse esa existencia, sería un dato muy importante en nuestra búsqueda de vida fuera del Sistema Solar. El agua, como medio físico-químico, es sustancial para el desarrollo de la vida. Por eso, dicha existencia no indica necesariamente la presencia de vida, pero sí que existen las condiciones necesarias para que se desarrolle.
Siempre es necesaria una definición de vida. Tal vez, un explicable antropocentrismo cultural haría que muchos definiesen la vida en términos adecuados a nuestra especie humana. Pero es preciso pensar que la humana es una más entre los cientos de miles de especies para las que debe ser de aplicación esa definición de vida de la que hablo. No obstante, para expresarnos con rigor y antes de seguir, deberíamos saber qué queremos significar cando utilizamos la palabra “vida”, pues tras esta palabra hay varias y muy diversas acepciones.
También será preciso comentar qué entendemos por “seres vivos” antes de hablar de las características que comparten, pues a lo largo de unos cuantos artículos volveré a mi aspecto de biólogo, lo que soy, para hablar de "mis cosas", la biología y los seres vivos. Espero decir algo que resulte de interés para alguno. 
¿UNA INMENSA SOLEDAD?