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viernes, 24 de mayo de 2019

Tiempo de extinciones

En estos días saltan las alarmas con la noticia de que vamos encaminados a una extinción masiva, la sexta en términos geológicos. Para mentes avisadas, esto no es noticia. Digamos que se veía venir. La noticia causa preocupación entre aquellos que sólo piensan a muy corto plazo y, como dijo el Rey Sol,“detrás de mí, el diluvio”. 

martes, 12 de abril de 2016

Reflexiones sobre el azar

+Laura Villoria me comenta que, al hablar de poblaciones pequeñas, me acerco más a ideas de M. Kimura que a las de Darwin. No le falta razón, pero ha tenido que hacerme reflexionar sobre eso. Llevo tantos años dándole la vuelta a las mismas cosas, que ya no soy capaz de reconocer su paternidad.

Kimura no es muy conocido para el gran público. Sólo Darwin, por el brutal comentario, falsamente atribuido a él, acerca de la supervivencia del más fuerte, permanece en el sentir popular propiciado por gente matona, inculta y satisfecha de sí. (Me gustaría saber cuántos españoles conocen el trabajo de Cajal, el que le hizo merecer el Premio Nobel).

VARIABILIDAD GENÉTICA ENZIMATICA.
CADA VERTICAL REPRESENTA
UN INDIVIDUO MUESTREADO


En la década de 1960, en genética, las ideas parecían estar consolidadas. Fue entonces cuando apareció una nueva técnica de análisis enzimático, electroforesis en gel, y dos investigadores, Hubby y Lewontin, la aplicaron a muestras de individuos procedentes de  muy diversas poblaciones naturales. Los resultados fueron espectaculares por lo inesperados. Había mucha variabilidad genética no visible en las poblaciones, mucha más de la explicable con los criterios de entonces.
Lo he dicho en otras entradas de este blog. La ciencia busca explicar el entorno con las herramientas de que dispone. Con estas explicaciones se construye un cuerpo doctrinal, nunca cerrado, con el que se pretende interpretar y responder a las preguntas que se vayan formulando. Para comprobar la veracidad de las hipótesis utilizadas, se vuelven a comprobar cuando se dispone de nuevos métodos de análisis.
Para comprobar las ideas genéticas imperantes, en 1966, se aplicaron las técnicas de la electroforesis a las poblaciones naturales. Las ideas anteriores sufrieron un tremendo revulsivo, a la vez que aparecieron nuevas preguntas por contestar, muchas de ellas aún en vías de resolución.

VEMOS UN GRAN VARIABILIDAD ENTRE LOS
INDIVIDUOS MUESTREADOS

Como apareció mucha variabilidad génica, es decir más de la esperada,  las preguntas giran alrededor de este dato. ¿Cómo surge esta variabilidad? Y más importante aún, ¿cómo se mantiene? Cómo aparece la variabilidad está claro que es por mutación, pero lo esperado sería que se perdiese al poco de aparecer. No obstante, hay mucha en las poblaciones naturales. ¿Cómo se mantiene? Es decir, cómo es que la selección natural no va eliminando, a la velocidad que sea, toda la variabilidad que no genere mayor adaptación a sus portadores.
Porque, y hay que tenerlo en cuenta, mucha variabilidad requiere poblaciones grandes, pero en la naturaleza las poblaciones no lo son. Más bien, tienen tamaños limitados. En una bandada de aves, en un pequeño bosque o en una colonia de celentéreos, es donde se llevan a cabo los procesos evolutivos que he comentado en mas de una ocasión. Y no tienen grandes tamaños. Para comprender lo que ocurría, se estudiaron diversos procesos biológicos y aparecieron casos de selección explicables mediante las teorías de Darwin, pero aplicados a casos concretos, como la selección estacional, la dependiente de frecuencias, la gamética, etc. etc.
Aquí había un fallo conceptual, grande. Nadie quería abandonar la idea de la selección darwiniana, el pensar que cada gen, a su modo, contribuye al valor selectivo de su portador. ¿Sumando o multiplicando? Es imposible que todos los genes actúen por igual, pues los letales, por ejemplo, tendrían un efecto enmascarador de los demás, matando a su portador.



Es en esta situación de la contribución de los diferentes genes al valor de un individuo frente a la selección, cuando Kimura propone que, al igual que la contribución de los genes a ese valor es variable, tambien los puede haber con valor 0, es decir, que sean neutros ante la selección. Así, unos serán beneficiados, otros rechazados y otros, la mayoría, serán neutros ante la selección. Esto explicaría la gran cantidad de variabilidad encontrada, y cuya explicación resultaba muy difícil desde un punto de vista adaptativo. Simplemente, porque al ser neutros, la selección no los “ve”.
Me gustan mucho estas ideas, pues a veces vamos más allá de lo que nos dicen nuestros estudios. Por ejemplo, a veces queremos saber qué ve la selección natural, y no nos damos cuenta de que es una tendencia sin mayor trascendencia a corto plazo. Que depende mucho de las condiciones ambientales y que de ese modo, sus individuos seleccionados pueden ser muy diferentes a lo largo de las generaciones. A veces he oído decir “lo que tendría que ocurrir…” y me he reído, porque parece que haya quienes quieran darle la vuelta a las cosas. Nosotros estudiamos la naturaleza, no tenemos que indicarle lo que debe hacer.
Una cosas derivada de todo esto es que (pensábamos) los gametos formadores de una generación, lo eran gracias a haber sido favorecidos por diversos aspectos de la selección. ¿Y si eran neutros, si la selección no los veía? Entonces entraba en escena el azar.
No todos los genes son selectivos ni todos son neutros. Desconozco cómo se integra el valor de cada gen en el valor general del gameto, pero algo de esto hay.
Antes de Kimura, las poblaciones genéticas se definían como “conjunto infinito de individuos…” Luego, con los pies más en el suelo, tal vez comprendiendo que no existe una población de tamaño infinito, se define como “conjunto de individuos que se cruzan entre si…” Ese es el objeto de la evolución, la población que de mayor o menor tamaño, siempre en pequeña en términos genéticos, y sujeta a diversos efectos selectivos, Pero también al azar.



Un error conceptual evidente (las poblaciones son infinitas…) que no supimos ver hasta pasado mucho tiempo. Con frecuencia me pregunto con cuántos errores conceptuales de este tipo estaremos trabajando. El aceptar la idea de Kimura, suponía para muchos una especie de rechazo a Darwin, por eso tardó tanto en serlo. En aquel tiempo yo hacía mi tesis doctoral. Desde entonces, he visto que a las personas mayores les cuesta adoptar ideas nuevas, tal vez pensando traicionar a antiguos maestros. No lo sé. Creo que no participo de ese modo de pensar.

Gracias  +Laura Villoria, por hacerme reflexionar sobre esto.

viernes, 13 de septiembre de 2019

El azar también importa


Algunos amigos me comentan que, al hablar de poblaciones pequeñas, me acerco más a ideas de M. Kimura que a las de Darwin. No les falta razón, pero han tenido que hacerme reflexionar sobre eso. Llevo tantos años dándole la vuelta a las mismas cosas, que ya no soy capaz de reconocer su paternidad.

jueves, 1 de agosto de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXII) EN LUGO, BIEN GUARDADO

POR ESTA PUERTA ENTRÓ ALFONSO II
Al llegar el peregrino a Lugo, lo primero que le sorprende es su muralla. O sus murallas, que así las denominamos los lucenses, en plural. También debió de sorprender al rey Alfonso II, el Casto, cuando llegó aquí camino de Compostela, al reclamo de un cuerpo que se había descubierto y querían atribuir al Apóstol Santiago. Entró por la puerta que hoy llamamos de San Pedro, donde hay un monolito recordando el hecho y diciendo del rey Alfonso que fue el primer peregrino compostelano. Eran los primeros años del siglo IX. La visión de la ciudad desnuda, rodeada de murallas que seguían las irregularidades topográficas debieron causar impresión al rey y a sus acompañantes. Pero siguió caminando a Compostela, lo mismo que los peregrinos actuales. Lugo sigue siendo una ciudad de paso en el Camino, con méritos sobrados para detenerse y ver lo que hay, que es mucho.

JARRA CON FLORES EN LA TORRE DEL RELOJ
Cuando Lugo era lugar obligado de los peregrinos que venían de Oviedo y más allá, el Camino Primitivo se le llama todavía, era una ciudad bien surtida de hospitales, si bien hemos de tener en cuenta que entonces un hospital atendía más necesidades de la que atiende actualmente: residencia, albergue, lugar de reposo, de curación… Casi junto a cada puerta de la muralla había uno atendido por diferentes asociaciones caritativas: de Santa Catalina, de San Bartolomé, de Sta. María del Campo y más.
En la catedral tenía ocasión de conocer a Santa María, a quien otro Alfonso, el décimo, dedicaría sus Cantigas siglos más tarde. De entonces permanece la imagen, ya sin milagros atribuidos, una plaza adjunta con su nombre y el testimonio, esculpido en lo alto de la torre del reloj, que indica que aquella iglesia está dedicada a la virgen: un ánfora de la que sale un ramo de azucenas.
CRISTO MAJESTAD EN LA
PUERTA NORTE
En su puerta norte, la catedral tiene un hermoso Cristo majestad, muy similar al de Carrión de los Condes, y que nos presenta a un Cristo dispuesto a juzgar. En su mano tiene el libro con los siete sellos apocalípticos aún cerrados.
Puestos a entretenerse y descansar en Lugo, la vida del peregrino giró alrededor de la plaza del Pozo da Pinguela, donde había fuente pública, mesones y un albergue. Dicen los sabidos de hoy que la hospitalidad consistía en dar cama, calor, agua y sal. Sabemos del comercio abusivo que hubo relativo al agua, por eso cito las fuentes públicas, pues rompían esa costumbre y, además, nos indican la preocupación de los gobernantes en relación a los caminantes y sus necesidades. Heredera de aquella plaza es la actual Plaza del Campo, que conserva la fuente, hoy ornamental, y muchos mesones en los que comer adecuadamente por no mucho dinero. Es curioso, en este entorno en el que estaban los lugares de atención a los caminantes, siguen presentes las oficinas dedicadas a los mismos fines.
PLAZA DEL CAMPO
Es en esta Plaza donde se encuentra ambiente de caminantes, en el resto de la ciudad, con su vida definida, los peregrinos pueden pasar bastante desapercibidos. No obstante, en la Plaza del Campo, en sus terrazas y sus lugares de comidas, los caminantes se adueñan sanamente del ambiente, lo hacen suyo sin pretenderlo y prestan un indefinible colorido al lugar, que muchos ven con cierto aire nostálgico. Estamos en el Camino Primitivo, no en el Francés. Aquí no encontramos grandes grupos de peregrinos, mas bien son parejas o pequeños grupos silenciosos, que viven tranquilamente su caminar sin mayores ostentaciones ni jolgorios.
ANTIGUA SEÑAL INDICADORA
DE HOSPITAL DE PEREGRINOS
La salida de la ciudad se hacía por la Porta Miñá, la más antigua de las murallas, que daba a la calzada romana por la que se llegaba al puente, también romano. A los pocos metros de esta salida, los peregrinos saludaban a la Virgen del Camino, hermosa talla, a la que pedían ayuda en su caminar. Es curiosa esta devoción naciente hacia María. En otras localidades del camino, en León, por ejemplo, y también en la salida, existen santuarios suyos bajo la misma advocación “del camino” pidiendo ayuda en los tramos siguientes. La capilla de la que hablo, ahora es de una cofradía privada, pero tienen a la Virgen del Camino dignamente colocada en un altar lateral.
PORTA MIÑÁ
Atrás queda Lugo, el peregrino sólo tiene que dejarse llevar por la calzada romana hasta cruzar el río Miño. Cuando esté sobre el puente, a su izquierda dejará las antiguas termas romanas, aún en funcionamiento. Luego, tuerce a la derecha y camina hacia Orbazai, pero antes pasará por otro hito propio de las urbes con un cierto tamaño: el hospital de leprosos puesto bajo la advocación de S. Lázaro. Como en otras localidades del Camino, se encuentra a la salida de la población, una ubicación que no entiendo mucho, pues considero que sería más sano que estuviesen en las entradas, sin dejar penetrar a los enfermos, como ocurre en Compostela, evitando posibilidades de contagios.
¿Marcharía contento el peregrino? Quiero creer que sí. Había tenido
VIRGEN DEL CAMINO, EN LA CAPILLA DEL CARMEN
agua disponible para asearse y beber, dispuso de varios hospitales, la catedral le dio lugar apropiado para sus actos de devoción. Y, por si fuera poco, la muralla le había brindado una buena protección ante bandidos y salteadores…

Tal vez haya dado cuenta de lo que pudo haber encontrado en Lugo el caminante. Para mí, en Lugo encuentro mucho más. Aquí supe lo que era el Camino, conocí las historias y las leyendas, todas mezcladas sin importarme discernir. Fue en Lugo donde dejé que creciese en mi mente una imagen de peregrino misterioso, erradicado, sin historia ni edad, pero que caminaba a rumbo fijo. Siempre, el peregrino ha representado para mí alguien que salió de su mundo para vivir otro, más íntimo, mientras caminaba tras ilusiones, misterios y promesas, protagonista
SAN LAZARO, FUERA DE LUGO, CON SU HOSPITAL
PARA LEPROSOS
en solitario de un poema épico, el suyo. Así lo empecé a ver siendo muy niño, en el primer Año Santo que recuerdo. Ahora la imagen casi se ha desnudado de los ropajes iniciales, pero siempre conserva en mi mente la idea de algo mágico que hace que cuando veo a un peregrino le mire con un cierto aire de inefable envidia mezclada con un tinte de añoranza. La visión mágica del peregrino se forjó en Lugo en la mente de aquel niño que fui. Aunque sólo fuese por eso, le tengo un tremendo cariño a esta ciudad y no puedo ser imparcial al hablar de ella.

viernes, 15 de marzo de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO (III): COMPAÑÍA DE CAMPANAS

Al recorrer hoy el Camino, viendo sus núcleos de población aún aislados en la actualidad, siempre se me ocurre la misma pregunta ¿Cómo viajaban las noticias? ¿Cuánto tiempo tardaba en llegar, por ejemplo, a Triacastela algún hecho importante acaecido en Roma? Porque en pleno siglo XII tuvo que llegar la noticia de que el Papa Calixto III había concedido la gracia del Jubileo a quienes visitasen la Basílica Compostelana… ¿Quién trajo la noticia? ¿Cuánto tardó en ser conocida?
MINIATURA DEL CODICE CALIXTINO
La pregunta es totalmente retórica, claro. Sabemos que cistercienses y cluniacienses jalonaron el Camino con monasterios donde acogían a peregrinos, a la vez que ofrecían cuidado asistencial a los necesitados de él. Entre unos y otros monasterios había un constante fluir de monjes y servidores que llevarían y traerían noticias de todo tipo. En los monasterios se disponía de información fiable, no siempre accesible al peregrino de a pie.
Pero ¿y el peregrino? Me gusta pensar en él caminando a su ritmo, sin mayores prisas, deteniéndose al abrigo reparador que le pudiese ofrecer alguna iglesia, trabajando allí en lo que supiese hacer, para ganarse el sustento y reemprendiendo su Camino cuando lo considerase oportuno. También cada peregrino traía noticias, las comentaba, las contrastaba y las llevaba. Si pensamos en el Camino como un reguero de gente que iba y venía con Compostela como destino, podemos imaginar que cada caminante llevaba sus propias noticias junto a sus propias vivencias.
SANTUARIO DEL CEBREIRO. SUS TAÑIDOS SE ESPARCIRÍAN
POR LOS VALLES CIRCUNDANTES
En las diferentes iglesias y capillas que jalonaban el Camino, siempre era posible al peregrino conocer novedades de cualquier parte, comentarlas y tener más o menos una opinión acerca de cuanto acaecía. Siempre que los portadores de las noticias fuesen de fiar, que no siempre se daba esta condición. Abundaban los fabuladores, los que exageraban lo existente o falseaban lo que fuese con tal de amedrentar y sacar provecho propio.
Las iglesias del Camino, como también las de fuera de él, tenían sus medios de informar al entorno de lo más inmediato, las campanas, que estaban colocadas en lugares concretos del edificio. Normalmente, en una iglesia había tres: una grande, de toques graves, otra pequeña de toques agudos y otra más, intermedia de tamaño y con sonido también intermedio. El toque de campanas era un idioma en clave, de tal modo que quienes las escuchaban sabían lo que se les anunciaba.
TRIACASTELA, OTRA IGLESIA, OTRO CAMPANARIO
Las iglesias con mayor entidad las tenían en torres apropiadas, llamadas campanarios. Tenían un cuerpo superior provisto de vanos en las paredes, donde estaban situadas las campanas, y una bóveda en el interior que servía de caja de resonancia de los tañidos. Si la iglesia era pequeña, las campanas solían estar en una pared que remataba la fachada. Se llamaba espadaña y era robusta con tres huecos, de forma triangular. En este caso, las campanas se disponían en dos hileras: en la superior, coincidiendo con el ángulo de remate, estaba la campana pequeña y debajo se colocan las otras dos campanas. Las humildes cuentan con una sola.
CERCA DE SAMOS. ESPADAÑA
Los toques eran múltiples a lo largo del día, desde el matutino hasta el anochecer pasando por el toque de ángelus, oración, vísperas y más. Cada tipo de toque con su nombre, los repiques eran alegres y basados en la campana aguda mientras que los dobles eran tristes, normalmente por los difuntos, basados en la campana grande.
En el Camino hubo un tipo de toque frecuente, era el que servía para orientar a los peregrinos en tiempos adversos. Nieves, lluvias intensas o nieblas justificaban estos tañidos que actuaban como faros sonoros de quienes anduviesen en el Camino. (Recuerdo algunas oraciones de mi infancia en las que se pedía por caminantes…)
Hoy día nadie se suele perder en el Camino. Muchos peregrinos llevan sus propios aparatos GPS o MP3, van provistos de móvil y constantemente suelen saber dónde están. Pero aún quedan campanarios o espadañas sobresaliendo entre grupos de tejados. Vestigios de otros tiempos
CASTROMAIOR. ESPADAÑA HUMILDE.
FIJARSE EN LA HUELLA
DE LA CADENA QUE IBA AL BADAJO 
DE LA CAMPANA,
HOY INEXISTENTE
Eso sí, casi se ha perdido la oportunidad de oír tañidos sin poder detectar su procedencia. Tañidos desperdigados por el campo, por el monte o por el valle, indicándonos que cerca hay una iglesia que puede ser final de etapa o refugio temporal.
Faltan campaneros que sepan sacarle los tañidos  apropiados a las campanas, pero hay aparatos electrónicos que, debidamente instalados, pueden hacer sonar todos cuantos tipos de dobles y redobles que tengan programados.
El Camino sigue fiel a su idea, con campanas o sin ellas, haciendo suyas las novedades, no sé si añorando tiempos pasados. No lo creo. Porque como todo lo vivo, el Camino, y los caminantes, se adaptan a los tiempos de cada tiempo.
Me imagino a los peregrinos al llegar a Santiago y escuchar el repiqueteo de sus múltiples campanas recibiéndoles. Debía de sonarles a música celestial. Aquí dejo un enlace con el sonido contemporáneo de dicho toque.