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miércoles, 29 de junio de 2016

Semejanzas y frecuencias

Al pasear por el campo o por caminos más o menos rurales, podremos encontrarnos con poblaciones de ortigas situadas en taludes o al pie de tapias o de muros. Si nos detenemos a mirarlas con atención, veremos que junto a esas ortigas hay otras hierbas, otras plantas, parecidas a ellas, pero inocuas. Suele ocurrir así, que las masas de ortigas están siempre (es un decir) acompañadas de ese cortejo de plantas inofensivas, pero parecidas a ellas.

LA PLANTA MODELO. LA ORTIGA
¿Tiene esto alguna causa, alguna explicación biológica? Sí que la tiene. Se llama mimetismo batesiano, en honor a H. W. Bates, el científico británico que, en el siglo XIX, describió este comportamiento. Consiste en que varias especies inofensivas se parecen entre sí y a otra que sí es peligrosa o de sabor repugnante. Con esto se consigue eludir la acción agresiva de los predadores. En el caso que comento, la especie agresiva, la modelo, es la ortiga y las demás crecen a su lado careciendo de agresividad, pero simulando poseerla. Lo que ocurre es que si un predador, un herbívoro en este caso, ingiere una hoja de ortiga, se sentirá dañado. Fijará en su memoria el patrón de la hoja dañina y no volverá a intentar comer ninguna planta con ese aspecto. Ahí tenemos el efecto de protección de la ortiga hacia sus plantas parecidas, que se cobijan en su vecindad de modo que casi no crecen en ninguna otra parte.
BRUNELLA  (IMITADORA)

No digo que no crezcan, claro que sí crecen, pero con restricciones, pues cuando las semillas son esparcidas a voleo, llevadas por el viento, caen en todas partes y, si se dan las condiciones apropiadas, germinan y crecen. Es entonces cuando se puede notar el efecto protector de la vecindad de las ortigas. Si las hay donde estas plantas crecen, los herbívoros, caracoles y larvas en su mayoría, se habrán marchado del lugar y las plantas inocuas de las que hablo podrán crecer tranquilamente al amparo del modelo que imitan, la ortiga. Si no hay ortigas, las plantas son comidas, dándonos la sensación de que allí no han crecido, lo cual no deja de ser cierto.

PARIETARIA  (IMITADORA)

También hay casos similares en animales, en los que formas inocuas imitan algún modelo con sabor desagradable.

Se supone que, evolutivamente, primero apareció el comportamiento tóxico o agresivo de la especie modelo, la imitada. Otras especies, compartían hábitat con ella y eran inocuas. Pero si por mutación adquirieron alguna similitud con la planta modelo, encontraron que la selección natural las favorecía. A veces, tal favor llegó a provocar que las formas imitadoras fuesen las únicas capaces de alcanzar el estado reproductor, formando flores y las consiguientes semillas. Repito, si tales morfologías imitadoras estaban causadas por factores de naturaleza hereditaria, los genes responsables fueron pasando a las generaciones siguientes, de modo que en cada generación aparecieron las formas imitadoras de modo repetido. Hoy, todos los miembros de estas especies poseen las morfologías capaces de generar la confusión de los predadores.

MENTA  (IMITADORA)

Insisto en que esta disposición la podemos ver en cualquier camino o campo en que haya ortigas. Las especies acompañantes crecen a su amparo y las veremos sin mayor dificultad por nuestra parte.

No obstante, las cosas pueden no ser tan sencillas. Hay un factor muy a tener en cuenta y son las frecuencias de la forma modelo (la ortiga en este caso) y las imitadoras. Entre las imitadoras hay menta, brunela, parietaria, echium y otras de la misma familia que la ortiga, Labiadas, y de morfologías muy semejantes, como vengo diciendo.
PARIETARIA  (IMITADORA)

Todo el efecto beneficioso del mismetismo batesiano se consigue cuando el herbívoro ingiere una ortiga antes que ninguna otra planta. Es decir, la probabilidad de ingerir la planta tóxica ha de ser más alta que la de ingerir una inocua. Esto ocurre cuando la ortiga es la especie más frecuente en ese lugar. Pero para que los predadores aprendan, las ortigas han de ser comidas. Al menos cada herbívoro la agrede una vez y así aprende desencadenándose en él el reflejo condicionado de no repetir mordisco a esa planta (ni a las formas imitadoras). Quiero advertir que la ortiga sufre la acción agresora del predador. En estos casos, las formas imitadoras quedan resguardadas. Tal dinámica puede hacer que, con el tiempo, las ortigas vayan disminuyendo su presencia en ese lugar, como así ocurre.

Cuando haya menos ortigas, disminuirá la probabilidad de que sean ingeridas en primer lugar y las formas inocuas comenzarán a ser depredadas por falta de abundantes modelos agresivos. No siendo agredidas las ortigas debido a la cantidad de formas inocuas, volverán a ser frecuentes y se restablecerá un equilibrio que será estable cuando haya más ortigas que formas inocuas, amparadas bajo la ayuda de su morfología agresiva.

ECHIUM   (IMITADORA)

Es este un modelo dinámico frecuente en la naturaleza, en el que las formas favorecidas no lo son por motivos inherentes a ellas mismas. Ocurre algo similar en el mundo animal con las relaciones predador-presa. Cuando aumentan los predadores, disminuyen las presas. Esto desencadena una disminución de predadores con el consiguiente aumento de presas. Y así van alternando las frecuencias relativas de una y otra especie.

En estos casos la selección natural no protege formas concretas, más bien en estas comunidades de especies interrelacionadas, se favorecen las formas menos frecuentes. Se genera un equilibrio dinámico que conocemos como “selección dependiente de las frecuencias”.


martes, 15 de septiembre de 2015

Animales sin costumbres sanguinarias

LA VIDA FLUYE. PREDADOR-PRESA
Veo en la televisión un programa divulgativo y hablan de las "costumbres sanguinarias" de los animales carnívoros, mientras se ofrecen imágenes de animales atacando y persiguiendo a sus presas. Pienso que no se debe hablar de un modo tan fuera de lugar, pues es preciso dar a las cosas, y a los procesos, el nombre que en realidad les corresponde. En la Naturaleza no hay asesinos, nadie mata con premeditación, alevosía o con otras finalidades perversas. Eso solamente lo hace el hombre. En la Naturalezase mata para vivir y nada más. Ni siquiera hay muertes que pudiéramos calificar como "en defensa propia", pues los animales han desarrollado mecanismos que "enseñan" a quienes les atacan que conviene no repetir la agresión, gracias a provocar en ellos, la aparición de oportunos actos, que conocemos como reflejos condicionados.

De manera paralela, en algunos vegetales aparentemente indefensos, no son pocos los agentes bioquímicos que provocan reacciones de tipo alérgico en los herbívoros que intentan comerlos: los efectos urticantes de las ortigas y de espinas de algunos cactus, acebos y similares, funcionan de esta manera. Del mismo modo, las agujas de silicio o de carbonato presentes en no pocas gramíneas o en hojas de higueras, les sirven para realizar esa defensa. Por no hablar de otros mecanismos más complicados, como sería el de aquellas
SE DEFIENDEN
especies que, si bien son inofensivas, adoptan morfologías semejantes a las de otras especies poseedoras de mecanismos de defensa (se conocen como mimetismo estos tipos de defensa). Pero ningunha planta tiene mecanismos que maten a su posible predador, cuando menos en las dosis en que éste la come. Cosa distinta (y desastrosa) ocurre cuando el hombre se mete por medio de todo, aplicando sus conocimientos. Capítulo aparte lo constituyen las plantas carnívoras, que deben ser consideradas como predadoras.
También en animales aparecen otros mecanismos de defensa, que básicamente consisten o en escapar o en esconderse. Hay animales que corren mucho, pudiendo desarrollar velocidades asombrosas. Otros no corren a gran velocidad, pero lo hacen describiendo trayectorias sinuosas, o suben a los árboles, o hacen cosas raras con tal de conseguir huir de su perseguidor. Hay animales que no escapan y, para librarse de sus predadores, o se esconden o se disimulan gracias a coloraciones especiales que hacen que, de permanecer quietos, sea difícil distinguirlos del entorno (se llaman crípticas las coloraciones de este tipo.

SE DEFIENDEN
Los animales necesitan comer por dos razones fundamentales. La primera de ellas es obtener la energía que les llega contenida en las moléculas biológicas presentes en cuanto comen. La otra razón que tienen los animales para comer, es la obtención de esas mismas moléculas biológicas para construir con ellas las estructuras necesarias para su propia vida. Es decir, comiendo satisfacen sus necesidades energéticas y estructurales.
A veces no nos damos cuenta de que, gracias a la alimentación, hay moléculas que hoy forman parte de cada uno de nosotros, pero que hace unos pocos días formaban parte de aquellos seres que nos sirvieron de alimento. Una molécula de glucosa, por citar un caso, sintetizada por un vegetal y que fue almacenada en el mismo en forma de almidón, a los pocos días puede estar en nuestro organismo participando de nuestras funciones biológicas. Esto es válido también si hablamos de grasas o de aminoácidos.
Gracias a la energía que reciben con la alimentación, los seres vivos, además de realizar todas las actividades vitales que deben realizar, y que le aprovechan a él mismo, tienen que ejercer las funciones relativas a la reproducción, contribuyendo de este modo al mantenimiento de la población a la que pertenecen. Esa, la de la reproducción, es una actividad que tiene que realizar cada individuo y que, generación tras generación, se traduce en el mantenimiento de la especie.

A LA CARRERA
En los humanos existe una costumbre, que viene de la Edad Media, que consiste en enjuiciar las prácticas animales como dictadas por virtudes o vicios, sin tener en cuenta que tanto virtud como vicio son componentes de la conducta humana y de cada una de sus múltiples culturas. Se nos ha enseñado a admirar a las hormigas por laboriosas, a odiar a las serpientes por engañosas, a menospreciar a los zorros por astutos o a los mulos por tercos. Las cigarras son ejemplo de vagancia inútil. Tenemos insultos que hacen referencia a supuestas conductas animales, como zorrería o burrada. Bajo este mismo concepto, los animales carnívoros son asesinos y, por tanto, no está mal recriminar sus conductas o, incluso, condenarlos a morir, y matarlos sin justificación de ningún tipo.
LA LUCHA PREDADOR-PRESA
En general, podríamos decir que asesino sería el animal que mata movido por unas motivaciones que aparecerían como negativas en caso de ser definidas con criterios humanos. No obstante, esas motivaciones están por completo ausentes en las conductas animales. Nunca hablamos de conductas sanguinarias o criminales ni de los asesinatos que se perpetran en la Naturaleza, porque en ella no hay nada ni de una cosa ni de otra. Hay necesidades de energía a corto y a largo plazo. Las necesidades a corto plazo, son las propias de cada individuo. A largo plazo, son las necesidades de la especie de la que forma parte y que hay que mantener. Ambas se satisfacen con la dieta de cada uno de los individuos concretos.

De conductas asesinas sabemos mucho los seres civilizados, no los animales.

miércoles, 8 de octubre de 2014

PLANTAS QUE SE PARECEN A PLANTAS

Podemos imaginar una población de ortigas más o menos numerosa.
ORTIGA
Ningún herbívoro comerá sus hojas, por tanto vivirán bien. De hecho, en el campo es difícil que encontremos ortigas con mal aspecto. Todo va bien en esa población, debido a que está bien defendida.

Otras plantas del ecosistema no notan la presencia de las ortigas, como es el caso de los arbustos. Pero hay hierbas que pueden resultar muy beneficiadas por su presencia. Me refiero a plantas tipo menta, parietaria y otras, que tienen la característica de parecerse en aspecto a la ortiga.

MENTA
Esta morfología les sirve de protección, pues después de que el herbívoro haya probado la ortiga y se desencadenase en él el reflejo condicionado consiguiente, todas las plantas con un aspecto similar, se verán protegidas del ataque del predador. Y esto ocurre sean o no sean ortigas. Es decir, sean dañinas o no para el predador. En este caso, la defensa de las ortigas está constituida por las múltiples vesículas urticantes de las que todos tenemos experiencia. La defensa de la menta, por ejemplo, consiste en su parecido morfológico con la ortiga. De hecho, si observamos poblaciones de ortigas en el monte, nos encontramos siempre que están acompañadas por otras plantas de aspecto parecido, pero de las que sabemos que son inocuas.
Este fenómeno se conoce como “Mimetismo batesiano” y consiste en
PARIETARIA
que dos o mas especies son similares en morfologías, aunque sólo una de ellas está armada con mecanismos de defensa ante predadores. El predador asocia esa morfología con una mala experiencia al comerla, y todas las especies que comparten apariencia están protegidas.
El nombre de “batesiano” hace memoria a su descubridor, Henry Walter Bates, un científico británico que estudió mariposas del Amazonas en la segunda mitad del siglo XIX, encontrando muchos casos de este tipo, principalmente en insectos.
No obstante, en las poblaciones naturales con especies en las que ocurre este mimetismo, hay un modo de selección muy interesante. Lo conocemos como “Selección dependiente de las frecuencias”. La población estará estabilizada, en cuanto a censo de especies de cada tipo, siempre que el número de ortigas sea superior al de formas protegidas. Si éstas son más numerosas, los predadores posiblemente agredirán impunemente a la población hasta encontrar formas agresivas. Entonces se irán.
Si, por el contrario, las formas agresivas son las más frecuentes, es
¿QUÉ ES?
mayor la probabilidad de que los predadores empiecen por ellas probando la agresión, por tanto, dejando a la población.
Si observáis una población de ortigas en el monte, fijaros cómo las formas inocuas acompañantes son menos abundantes. En ese caso, están en equilibrio de frecuencias.

Por cierto, una vez un amigo me indicó que él diferenciaba perfectamente a las ortigas de las mentas. Yo le dije que las plantas querían engañar a los herbívoros, no a él. Creo que le molestó mi respuesta.