jueves, 12 de noviembre de 2015

A vueltas con el tamaño de población

Desde una consideración biológica, no es lo mismo una población de trescientos individuos que una de quince, por ejemplo. A veces, cuesta trabajo hacer comprender que el tamaño de población es importante en las poblaciones naturales, cuando sólo dependen de su propia vitalidad para mantenerse a lo largo de las generaciones, y teniendo que superar la adversidad que representa para ellas la selección natural, con todos sus componentes.


Para muchos, la selección natural viene a ser algo que se enuncia como “la supervivencia del más fuerte”. No tienen en cuenta el montón de variables que coinciden en el proceso que llamamos de ese modo. Variables que conocemos y, también, que desconocemos, que tal vez son las más.

Pero hay algo que los biólogos tenemos muy claro. Aunque la selección natural actúa sobre el individuo, quien manifiesta sus efectos biológicos es la población a la que pertenece. En biología, muchos procesos son de ese modo, que es sobre la población donde inciden los resultados de muchos procesos vividos por sus componentes. Por ejemplo, los individuos no evolucionan, lo hacen las poblaciones a las que pertenecen.

Volviendo al inicio, podemos preguntarnos ¿por qué es importante el tamaño de la población? Sencillamente, por la posibilidad de poseer mayor cantidad de variabilidad genética, que viene a ser como un seguro de permanencia. Pero la variabilidad genética que una población puede poseer, está en relación directa con el número de individuos que la componen.

¿Qué entendemos por variabilidad? Vamos a ver si soy capaz de explicarlo en pocas palabras. Todos sabemos que los genes determinan los caracteres hereditarios, que suelen ser morfológicos o funcionales. Por ejemplo, color de ojos o grupo sanguíneo. En general, cada uno de nosotros tenemos dos copias de cada gen, uno procedente de nuestro padre y el otro, de nuestra madre.

Pero el hecho de que un gen concreto determine una función también concreta, no ha de tomarse en el sentido de que siempre se determina del mismo tipo. 

Conocemos la diversidad de coloración de ojos. El gen determina el color, pero existen diversas alternativas hereditarias que determinan diferentes colores. A cada alternativa le llamamos alelo. Si hablamos de nuestros grupos sanguíneos, sabemos que entre los humanos existen, entre otros, cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y 0. Están determinados por diferentes alelos de un mismo gen. En eso consiste la variabilidad genética, en que para cada carácter (grupo sanguíneo en este caso, o color de ojos), existan diferentes posibilidades de manifestarse, que corresponden a pequeñas diferencias funcionales. Aunque cada individuo tiene un solo grupo sanguíneo, o una tonalidad concreta de ojos, es la población la que posee varios alelos determinantes de esos tipos, que están presentes en diferentes individuos pertenecientes a ella.

A esta diversidad genética responsable de muchos caracteres, es a lo que se llama variabilidad genética, y es un carácter de la población, no del individuo. Representa una gran riqueza biológica, puesto que cada variable puede proporcionar a su poseedor diferente adecuación en ambientes ligeramente diversos. Es decir, las poblaciones con mucha variabilidad pueden estar como mejor preparadas para posibles, e inciertos, cambios ambientales, pues no sería raro que alguna combinación de sus caracteres resultase adecuada para vivir en los nuevos ambientes generados por esos cambios.

Todo esto que comento no puede ocurrir en poblaciones con quince individuos. Ni con treinta. La primera desventaja que posee una población que ha reducido su tamaño, es haber perdido variabilidad genética. Por lo dicho antes, si hay menos variabilidad genética, las posibilidades de supervivencia ante cambios ambientales adversos serán menores.

Como dije, la variabilidad genética es una riqueza grande para una población. Es consecuencia de años, y generaciones, produciendo individuos, algunos de los cuales salen airosos de los efectos de la selección natural. Durante todas esas generaciones se han producido mutaciones que están presentes en la población, escondidas bajo el estado de alelos recesivos, pero que en algún momento, y debido a múltiples causas, pueden manifestarse ante la selección natural.


Pero para que aparezcan nuevas formas, que es el paso previo a la subsistencia de la población, ha sido preciso que antes hubiese existido variabilidad genética sustentada en un amplio número de individuos componentes de la población.


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Las fotos utilizadas corresponden al Valle del Mao y a la presa de Belesar, en la provincia de Lugo. En ese lugar, tan apacible a simple vista, la Selección Natural es feroz. En la Naturaleza siempre es así. Por eso no hace falta indicar que estos pensamientos de la derecha corresponden a un cultivo artificial. Pero de eso hablaré en otra entrada.

sábado, 7 de noviembre de 2015

¿Cuántos machos, cuántas hembras?

NUESTRO UROGALLO
Una amiga entrañable está preocupada por animales vertebrados de nuestra fauna. En ese plan, soy pesimista en cuanto a su  posible conservación. Depende de políticas acertadas y proyectadas a largo plazo. Pero también depende de cada uno de nosotros, y tengo mis dudas. Para ella, María de nombre, escribo estas reflexiones. 



Hace un tiempo, reunidos unos amigos charlábamos de temas relacionados con el medio ambiente de Galicia. Uno de ellos, bien intencionado, comentó que, en la Sierra de Ancares, el urogallo “ya” no estaba en peligro de extinción, pues había unos veinte ejemplares por la Sierra. Como biólogo, me pareció una población pequeña, pero para tener más datos pregunté que cómo se distribuían por sexos esos veinte individuos. Mi amigo, algo picado, comentó con retranca que ya “salió el de genética…” La conversación cambió de tono, siempre cordial. 

POBLACIÓN URBANA
Se me hizo preciso aclarar cuatro conceptos. Una cosa es el tamaño censal de una población. Es decir, el número de individuos que encontramos después de realizar un censo y que simbolizamos como N. Tiene importancia biológica, pues ese tamaño puede venir determinado por criterios de territorialidad, disponibilidad de recursos, número de predadores y demás factores que lo limiten. El número de individuos que puede haber en un territorio no es ilimitado, hay que tenerlo claro.

Esos veinte urogallos que había en los Ancares, deberían constituir una población biológica para suponer que por sí solos eliminan el peligro de extinción, como nos quiso hacer ver nuestro contertulio. ¿Es así? Primero conviene comentar lo que en biología entendemos por “población”, un concepto muy operativo.

Para los biólogos, una población es un conjunto de individuos de la misma especie que comparten espacio, tiempo y algunas más características biológicas que determinan una alta cohesión reproductiva y ecológica. Indudablemente, los miembros de una población se reproducen entre sí y tienen hijos fértiles. El requerimiento conceptual y funcional de que se produzcan hijos fértiles implica que esa población es capaz de autoperpetuarse sin necesitar ayudas externas de ningún tipo para hacerlo.

EN LUGO, FORMAN PARTE DEL PAISAJE
CELESTE
Entramos en terrenos evolutivos al decir que una población debe (biológimente hablando) originar la siguiente. Esto garantiza, dentro de lo que cabe, la perpetuidad de esa población en ese hábitat. Para que se produzca ese proceso, insisto, cada población debe generar la siguiente. Desde una óptica biológica, a la población le resulta indiferente reproducirse, pero el proceso es fundamental para la especie a la que pertenece. En urogallos (como en todas las aves, mamíferos y muchas otras especies animales y vegetales), la reproducción es sexual, es decir, implica a machos y hembras. Por eso yo preguntaba que, dentro de la población censal de 20 urogallos, cómo se repartía este censo entre machos y hembras. Es aquí donde aparece el concepto de “tamaño eficaz de población” (Ne), que viene a decir a cuántos individuos reproductores equivalen los 20 de que hablaba nuestro amigo.

Existen fórmulas para calcular este tamaño eficaz. Todas ellas tienen en cuenta el número de machos y de hembras, además de factores influidos por el modo de reproducción. Y en todas, el
SEGURO QUE EL TRIGAL ESTÁ CERCA
número de machos y el de hembras interactúan como producto, de modo si una de las cantidades es igual a cero, el total también lo es. Si todos son machos, (hembras = cero) o todas hembras (machos = cero), el tamaño eficaz es cero. Cuando el tamaño es cero, la población está abocada a la extinción, para comprenderlo no hace falta aplicar fórmula ninguna. En esas fórmulas es fácil ver que, dentro de un tamaño censal dado, el valor máximo se produce cuando el número de machos es igual al de hembras.


Una fórmula muy utilizada es la siguiente, aunque tiene sus limitaciones:

                   (número de machos)  x  (número de hembras)
Ne = 4 x ---------------------------------------------------------------------
                        Número total de individuos en la población

Donde "Ne"  representa el tamaño eficaz de la población.

¿Por qué el calificativo de eficaz? Porque se define en términos evolutivos, desde el punto de vista de permanencia de la población en un territorio dado. Esos individuos, los reproductores, serán los que transmitan sus genes a la generación siguiente y quienes contribuirán, a que ésta permanezca en su hábitat. 

POBLACIÓN SILVESTRE


Algún machista cateto (todos los machistas lo son), dirá que el tamaño ideal está formado por un macho y las demás, hembras. Corroborará su dicho con una sonora carcajada de hombre sabido. Yo le diría que no tratamos de un gallinero, donde las aves están sometidas al cuidado humano. Hablo de una población autónoma, capaz de autosustentarse. Y esa que él propone con risotadas estentóreas produciría una descendencia en la que todos los miembros serían medio hermanos, existiendo una fuerte tendencia a la consanguinidad en generaciones sucesivas. Mejor que calle el machista, escuche e intente aprender, que siempre le puede quedar algo.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Un Matadero reciclado

EL MUSEO
En el Ateneo de Santiago hemos tenido una magnífica conferencia sobre Patrimonio Industrial. Nos la impartió un miembro de la Asociación Buxa, cuyo enlace en Internet dejo al pie de esta entrada, para que la consulte quien esté interesando en este tema. Me abrió los ojos a un mundo nuevo y a un concepto también nuevo de Patrimonio. Con este criterio, visité en Lugo el Museo de la Porta Miñá, situado junto a la muralla y al borde del Camino de Santiago cuando sale de la ciudad.

En su origen, el edificio, chiquito, fue Matadero Municipal. Luego, cuando hubo otro matadero de mayores posibilidades en Lugo, pasó con el tiempo a tener el uso que tiene ahora. Para mi entender es un Museo sobre la vida cotidiana en el Lucus Augusti de entonces, y en él se exponen más objetos de los que se esperaría ver y que, en su conjunto, nos hablan de una sociedad, los lucenses, amantes del buen vivir (con criterios de entonces, claro).
LA PERSONA SENTADA VE EL VIDEO
EXPLICATIVO. 
Pero ya hablaré del contenido en otras entradas. Hoy quiero hablar del continente. He dicho que visité el Museo bajo el impacto conceptual de la conferencia acerca del Patrimonio Industrial. Sé que ha sido una suerte que se haya conservado, pues en circunstancias diferentes, este edificio se habría deteriorado o destruido para destinar su solar a otro uso.
Por suerte no ha sido así y voy a presentarlo. Es curioso, pero su planta me recuerda a una iglesia con tres naves, la central más alta, y separadas por arcos que se apoyan en pilares de sección cuadrada. Es lógico que no tenga ábsides, las tres posibles naves rematan en un mismo plano. El techo es una hermosa y acertada reconstrucción de toda una estructura de madera sosteniendo tejados de este tipo en Lugo. En fin, una maravilla de protección y
ASPECTO INTERIOR. ARCOS
TECHO, COLUMNAS, VITRINAS
conservación.
En este acogedor local, luces adecuadas así como una buena disposición de los objetos, propician una visita agradable y, fundamentalmente, instructiva. Se comienza viendo un corto vídeo que nos explica a grandes rasgos las fases que median desde la creación de la ciudad a su destrucción, pasando por la época de mayor esplendor, con sus lujos asociados.
Me gusta que toda la información que posee, la ofrece el Museo como sin darle importancia, como sabiendo que su finalidad principal es esa, ofrecer información que debe ser comprensible para el visitante. Y lo es. Junto a cada vitrina con objetos expuestos hay paneles explicativos breves y acertados, escritos en los dos idiomas oficiales en la Comunidad Autónoma.
MÁSCARA DE TEATRO
¿Que qué hay en este Museo? Bueno, a mí me ha gustado encontrarme con una máscara de teatro. Es el mayor exponente de que en Lucus Augusti existía vida cultural. En realidad, aquella antigua idea de una ciudad cuartelera va quedando olvidada gracias a los numerosos hallazgos que nos permiten hablar de una gente refinada, habitando casas con mosaicos, calefacción y disponiendo de edificios de cierta altura, como nos lo indican los diámetros de las basas y columnas encontradas en diversos lugares ciudadanos. Las termas romanas, en el balneario que aún sigue en uso, corrobora esta idea. La máscara de actor también nos recuerda que a Lucus Augusti llegaron tragedias, comedias y todas las historias que se representaban en los escenarios y a las que tan aficionados eran los romanos. En realidad, hay dos máscaras en muy diferente grado de conservación. Una sola bastaría como testimonio de vida cultural. Hay dos, una más deteriorada y, junto a ella vemos un dado y fichas para jugar. Aquellos lucenses romanizados...
Pero la pieza más preciada, aquella de la que se enorgullece el
VITRINA CON EL PESO
Museo por su singularidad, es un peso. Corresponde a la pieza que se desliza a lo largo del brazo de la pesa llamada “romana”, y que servía para conocer el peso del objeto sujeto a análisis. En la misma vitrina en que se expone la pieza, hay una foto amplia, en la que se ve un niño junto a una romana, señalando el lugar correspondiente a la pieza expuesta. Junto a la vitrina pueden apreciarse los textos explicativos, en gallego y castellano, que he comentado como acompañantes de los objetos expuestos.
La ubicación de esta pieza corresponde a lo que sería, si comparo la planta del Museo con una capilla de tres naves, el altar mayor, estando ocupada la nave central por un pequeño auditorio, donde se ve el vídeo inicial, y en las naves laterales, los espacios en los que se exponen las piezas.
EL PESO
En pocas palabras, me ha gustado mucho esta visita y me ha abierto los ojos a una nueva perspectiva acerca de Patrimonio. En este Museo tenemos Patrimonio Histórico, romano y anterior, guardado en un edifico que considero que forma parte de nuestro Patrimonio Industrial, más reciente, pero que nos informa acerca de cómo vivíamos (y comíamos) los lucenses a mediados del siglo XX. Una información que también nos conviene cuidar y mantener si realmente queremos saber de dónde venimos.
Muy aconsejable su visita.


Asociación Buxa:  http://www.asociacionbuxa.com/

miércoles, 28 de octubre de 2015

El racismo se veía venir

Este artículo apareció en una revista gallega de opinión. Lo escribí en 1995, por eso aparecen como futuras algunas medidas y situaciones que ya pertenecen al pasado.
Actualmente vivimos un tiempo en que la denominada “verdad científicamente comprobada” alcanza el rango de dogma fundamental.

LA OBTENCIÓN DE DATOS
ES MINUCIOSA PARA EL INVESTIGADOR
Con frecuencia alguien hace una pregunta inocente: ¿para qué se estudia? La respuesta es sencilla: Para saber, para aumentar nuestro conocimiento. La ronda de preguntas puede seguir: ¿para qué queremos saber más? Podría responderse que para incrementar nuestra calidad de vida, pues es claro que el disfrute del mundo está muy relacionado por el conocimiento que podamos tener de él. Por eso, en algunos casos es posible enjuiciar a una ciencia por su contribución al cuerpo general del conocimiento. Con frecuencia me pregunto por la contribución de la biología al conocimiento humano y, concretamente, por el de la genética, que ha sido mi campo de trabajo durante mi vida laboral. Tal vez su primer éxito científico aplicado a la sociedad fue el del maíz híbrido. Más tarde vinieron otros, de los que el consejo genético no fue el más pequeño. Ahora, con la ingeniería genética y el Proyecto Genoma Humano, no faltará quien diga que se abre una nueva era en la historia de la biología y de la humanidad. Puede que si, puede que no. La ingeniería genética es una técnica y, como todas ellas, su bondad dependerá del uso que se le de. Esa es la esencia del problema, qué se va a hacer con ella, quién se va a beneficiar de esa ingeniería y, también, qué axiomas se van a apuntalar con los conocimientos que aporte el Proyecto
LOS ESTUDIOS SON RIGUROSOS
Genoma Humano.
En la Europa actual, en las puertas del siglo XXI, hay un gran replanteamiento de problemas antiguos a los que conviene dar solución de una vez por todas. De no ser así, siempre tendremos un lastre ideológico que será fuente de conflictos recurrentes. Pienso que es hora de dejar resueltas algunas dudas, y mucho más ahora que apostamos por emprender una historia común. En una Europa como la de hoy en día, no faltan quienes pretenden replantear situaciones antiguas, pero con la novedad de aparecer científicamente basadas en una perspectiva biológica. Atribuir a una idea una supuesta base científica es transformarla en inamovible, lo cual no deja de ser totalmente engañoso.
En estos momentos, en los que la Unión Europeaaparece como una zona económicamente fuerte y próspera, no son pocos los nativos de regiones pobres que tienen como meta esta parte del mundo. Europa siempre fue un continente de fuerte inmigración, pero hoy se cierran sus puertas de acogida en nombre de unas supuestas diferencias raciales y no hay que citar casos, pero pensemos en los miles de africanos que quieren llegar. Algo similar ocurre con los gitanos a quienes se cuestiona su
NEFASTA MEMORIA
derecho a ser ciudadanos europeos, aunque lleven siglos aquí.
En estos tiempos aparecen libros que canonizan las diferencias, se llega a matar a gente por ser de fuera, se atacan refugios de inmigrantes, y hay partidos políticos con tintes neonazis que ganan puestos de gobierno en elecciones democráticas. ¿Estamos configurando la Europa que queremos? En esta Europa de finales de siglo, cuando muchos grupos temen perder privilegios detentados desde hace más o menos tiempo, parece que se quiera volver, de manera sutil, a hacer valer las supuestas diferencias entre los hombres como justificantes de renovadas discriminaciones.
En biología, a veces ocurre que determinadas palabras tienen un significado diferente al que pueden tener entre la gente de la calle. Así, "evolución" tiene un significado diferente para los biólogos que el que tiene en el mundo tecnológico o industrial. Otro tanto pasa con "herencia", pues tanto puede ser biológica como legal, cosas muy diferentes. En este sentido, para un biólogo, "diferencia" y "variabilidad" representan ideas diferentes a lo que pueden representar para una persona ajena a la biología. La diferencia existe entre grupos (especies) alejados, como serían un hombre y un erizo. Pero dentro de un grupo biológicamente homogéneo, dentro de la humanidad por citar un caso, existe variabilidad. La variabilidad de pigmentación, de agilidad mental, de grupos sanguíneos o de estatura, cae dentro de la normalidad de cualquier especie, incluida la nuestra.
Una verdad científicamente comprobada (ésta sí) es que a más variabilidad, mayor riqueza biológica la de esa especie que la posee. Pero no se puede hablar de formas mejores o peores. Un ser vivo actúa en interacción con su ambiente. En un ambiente una forma puede ser buena y en otro, perniciosa. No hay formas buenas ni malas en modo absoluto, sino como algo relativo que mide la adaptación al ambiente por parte de sus portadores.
En estos tiempos se oye de nuevo (pretendidamente con base científica) que las personas de determinadas razas, o pertenecientes a sexos concretos, son inferiores a otras por presentar características biológicas diferentes. Eso es falaz y, tal vez, quiere aportar una supuesta base científica a determinadas posturas, interesadas en mantener las diferencias. Una cosa es ser más inteligente y otra, muy diferente, disponer de más información. Cuando pretendidos científicos dicen que los negros son menos inteligentes que los blancos, o las mujeres en relación a los hombres, me gustaría que nos dijesen en qué basan tal afirmación, cuál fue el tamaño de la muestra de personas estudiadas, cuál el tamaño de la de hombres control con la que se comparó, cuántos años duró el estudio, si los grupos comparados dispusieron del mismo ambiente cultural desde su nacimiento (cuando digo ambiente cultural quiero decir, alimenticio, sanitario, educacional, etc., etc.) y cuáles los análisis estadísticos utilizado para trabajar con los datos. En la mayoría de los casos falta todo eso y sobran conclusiones.

Por eso, no faltan ocasiones en las que me preocupa pensar que, de aquí a poco, estaremos en la Europa de la moneda única y todo cuanto trae acarreado consigo la Europadel bienestar. Pero, también, en una especie de paraíso para nosotros (blancos, europeos y cristianos de nacimiento), en el que puede ser posible que algunos quieran poner impedimentos a terceros para entrar. Una especie de club de gente autoelegida en el que otros no tienen entrada. A no ser que pasen, de tapadillo, por la puerta trasera. Tengo la sensación de que debemos pensar muy en serio si es esa la Europaque queremos, pues aún estamos a tiempo, y somos capaces, de configurarla como tendría que ser.

viernes, 23 de octubre de 2015

Una pregunta

MODELOS FLAMENCOS EN RETABLOS
COMPOSTELANOS
En estos días pasados, lluviosos, compostelanos típicos, he enseñado mi ciudad a un amigo visitante. Gracias a él he tenido ocasión de volver a pasear por mis lugares de siempre, evocando mil cosas y dejando volar la imaginación. Con mi amigo, culto, he recorrido lugares que considero importantes en la historia compostelana. Le enseñé lo que está a la vista de todos, pero que pocos ven y, mucho menos, analizan con su trascendencia histórica.

Como la tarde invitaba a hacerlo, visitamos los lugares y vimos las obras que nos permiten hablar de influencias de la naciente Europa en la también naciente Compostela: los tocados del relieve de S. Benito permiten pensar en un escultor flamenco, los adornos de armiño en las capas de los magos en el tímpano de la misma iglesia, no hacen ver que en aquel tiempo se estaba en la vanguardia de los símbolos heráldicos. Hay quien opina, y es una autoridad en esto, que en el tímpano de S. Fiz de Salovio aparece por primera vez un rey negro, como representante de África adorando al Niño. En el pórtico de Sta. Ma. Salomé, la Virgen recibe la visita del Ángel, ya está embarazada y acaricia su vientre como aceptación de su destino. En el Pórtico (cuál va a ser… el de la Gloria) Daniel sonríe, Moisés sueña y en aquel lado, los cuatro personajes del Antiguo Testamento figuran vivir, nos manifiestan sus sentimientos.
En más lugares gallegos tenemos obras que nos permiten pensar lo mismo, que nos
MOISÉS SUEÑA, DANIEL SONRÍE
evocan situaciones similares. En Santiago pasamos y paseamos entre éstas que acabo de comentar y casi no les damos importancia. Como casi son de la familia, ya se sabe. (En plan de menospreciar lo propio, un patán venido a más, me dijo que la iglesia de su pueblo es muy antigua, él siempre la recuerda allí. Hablábamos de la iglesia de Meira, del siglo XII)
No nos damos cuenta, tal vez nadie nos ha llegado a decir que estamos ante primicias en el arte. Es la primera vez que ocurre tal cosa, que se representa al rey negro, que la virgen aparece embarazada, que las esculturas manifiestan no sólo su presencia, también sus sentimientos.
EL ARMIÑO SIMBOLIZA
 LA REALEZA
Eso de representar sentimientos ya es propio del estilo gótico. ¿Nació en Compostela? Estaba yo en Ginebra, una tarde compré un libro sobre arte gótico y la primera figura que aparece en él es la correspondiente a nuestro Pórtico y a Daniel sonriendo. Si digo que el gótico nace en el Pórtico es porque lo he leído a maestros afamados. Las estatuas góticas representan a personas vivas. En ese sentido, ya lo he dicho, me gusta la Virgen Blanca, del parteluz  de la puerta principal de la catedral de León. La Virgen tiene en brazos a un Niño que nadie duda de que sea su hijo, pues físicamente se le parece. También en Santiago, bajo la fachada del Obradoiro, el Maestro Mateo construyó un lugar abovedado para servir de soporte al Pórtico de la Gloria y su porche. En la ciudad se le conoce como “La catedral vieja” Tal vez pocos sepan que en aquellas bóvedas, Mateo utilizó por vez primera la de crucería. Es el gótico que llega y todo cuanto quiere expresar, claro. Llega de la mano de Mateo.
Pienso, evoco, aquella época en la que Compostela y el Camino que conducía a ella, era una vía de penetración de corrientes culturales y artísticas que iban y venían regando al Continente con novedades en el campo de la expresión. La Virgen reza junto a un ánfora con azucenas, el Apóstol se representa ya en la época gótica con su vieira en el alero de su sombrero, Símbolos que vinieron y que marcharon. Y el norte de la península sentando cátedra en eso de vanguardias artísticas. La figura del hombre joven con barba recortada es propia de todo el arte europeo de una época concreta. ¿Dónde nació esa representación? Vaya uno a saber. Hay quien insinúa que en Francia, pero sin mucha convicción.
FLAUTISTA EN LA FACHADA DE S.MARTIÑO
DE NOIA
En Santiago no hay mucha obra gótica, salvo la erigida por órdenes mendicantes. Tal vez la hubiese impulsado el obispo Berenguel de Landoire, pero no se le quiso en la ciudad y tuvo que refugiarse en Noia. Alli se construyó lo que se hubiese construido en Santiago, no lo sé. Pero también se aprecian influencias clásicas en las obras noiesas realizadas en aquel período. En el rosetón de la iglesia de San Martiño, hay un flautista con túnica, que siempre me ha parecido venido de algún relieve clásico griego. La postura, los ropajes, el tema, me llevan a la Grecia clásica con más facilidad que a cualquier templo del Camino. ¿Cómo se inspiraría el escultor que hizo esta figura?
Y yo me pregunto, ¿qué se hizo de todo esto? ¿Dónde marchó ese espíritu vanguardista que ilustró nuestra tierra en esas épocas? Porque, la verdad, yo lo añoro, pero no veo su continuidad actual, ni nada que dentro de nuestro mundo creativo nos permita reconocer esa tradición que viene desde tan lejos y que tan fecunda nos muestra haber sido.
LA EMBARAZADA DE SALOMÉ ACARICIA
AL HIJO QUE VENDRÁ
¿Qué fue del ambiente artístico de entonces? Pienso, por ejemplo, en Leboreiro, una aldehuela que aún hoy parece minúscula, con una iglesia también a escala del lugar, pero con un tímpano en el que aflora el gótico de modo sorprendente, esculpido en una pieza de granito que tuvo que ser traída de lejos. A mayor abundamiento, diré que en el interior de esa iglesia, íntima como pocas, podemos ver un fresco que ocupa parte del lienzo derecho, con personajes renacentistas, nuevamente sorprendentes en aquel sitio. Y en O Cebreiro, en Santa María de Melide, o en cualquier sitio. La corriente artística llegó a todas partes, lo impregnó todo, se desparamó por completo. Sus huellas están ahí para quienes quieran verlas.
Pero, y vuelvo a preguntar, ¿Y hoy? ¿Se mantiene ese ambiente, esa tradición? ¿Se estimulan las capacidades creativas de los nuestros? ¿Hay efecto llamada a los de fuera, para que vengan a enseñarnos lo que hacen y nos dejen pruebas de su obra?
Lo sé, los tiempos han cambiado y con ese cambio han venido sus consecuencias. Pero en otras partes, cuando vemos sus producciones artísticas, comprobamos que esa forma de ser viene de lejos. Aquí también vino de lejos, pero parece como si se hubiese truncado.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Tiempo de castañas

MAGOSTO POPULAR
EN COMPOSTELA, 2015
En Galicia, hablar de tiempo de castañas es dar rienda suelta a multitud de recuerdos del pasado mezclados con hechos actuales, pues la tradición sigue viva.
Estamos en la plenitud del otoño, con sus atardeceres dorados, aunque los días son notoriamente más cortos. Acabamos de vivir los días del San Froilán lucense, soleados pero con fresco en los lugares de sombra, por no hablar de las fiestas de San Lucas, algo después en el mismo mes, en las que ocurre tres cuartos de los mismo, pero algo más acentuado. El verano ya es un recuerdo y las últimas fiestas del año van transcurriendo con la puntualidad que marcan los calendarios. Aún tiene que venir la feria de Santos en Monterroso, con aires de despedida. Después de ella, las celebraciones de San Martiño repartidas por toda nuestra geografía nos llevarán al invierno profundo hasta llegar a San Antón Lacoeiro, ya bien entrado el mes de enero. Que yo recuerde…

En todas estas fiestas hay productos gastronómicos consagrados, como el pulpo en San Froilán, pero no es mi intención hablar de particularidades locales. Prefiero hablar de un producto que en esta época reina en todos los rincones de Galicia, como es la castaña.
LA REINA DE LA FIESTA

Los que saben de eso, nos dicen que fueron los romanos quienes trajeron con ellos estos árboles, que pronto se aclimataron a nuestras tierras. Su fruto, la castaña, fue fundamental en la nutrición humana, hasta que la patata la suplantó de modo mas saludable, aunque tendría que llegar el siglo XVIII para que tal cosa ocurriese.

Los castaños son consustanciales con el paisaje de las provincias de Lugo y Ourense, donde encuentro la flora más autóctona. Los inviernos nos muestran los árboles desnudos y, conforme avanza la primavera y el verano, podemos asistir a su lenta maduración. En marzo y abril se llenarán de hojas. En julio sus flores masculinas, más llamativas que las femeninas (el mismo árbol tiene flores masculinas y femeninas), darán la sensación de que el árbol está cubierto por telas de araña amarillentas, y ya no veremos nada más de su proceso biológico anual, hasta que nos encontremos con los frutos, los erizos, en tierra, maduros con sus castañas brillantes y como ofrecidas, mientras los árboles van adquiriendo una hermosa tonalidad dorada antes de que caigan sus hojas.
COMO OFRECIDAS

Ante esa oferta vegetal, nos llenamos de alegría y comienzan unas fiestas populares con siglos de historia en su haber. Los “magostos”, en los que comemos castañas asadas regadas con vino joven. Son fiestas propias, claro, de lugares con castaños, aunque ahora se quieren extender a lugares huérfanos de estos bosques- En los magostos nos encontramos amigos, vecinos y familiares. Siempre son buenas ocasiones para convivir, actividad que se va olvidando. Las tardes frescas nos obligan a acercarnos al fuego que va asando las castañas.

En las ciudades, el tiempo de castañas también se manifiesta por la presencia de carritos que imitan una máquina de tren, no conozco la causa, en cuyo interior hay un brasero que asa castañas, que serán vendidas a los viandantes. En las zonas antiguas de nuestras ciudades, no es raro ver colas de personas esperando para comprar su cartuchito.
DA GUSTO VERLAS ASÍ

Comento esto, supuestamente alejado de la biología, porque es una fiesta basada en una cita inexorable de la Naturaleza. Todos los otoños nos ofrecerá, generosa, sus frutos. No es anárquica en sus ciclos y en sus manifestaciones y nosotros nos acomodamos a esas citas. Son múltiples las fiestas que en Europa se hacen con motivo de la aparición anual de productos naturales, en cada sitio los suyos, pero siempre a punto. A lo largo del año tenemos los “tiempos” de productos vegetales, siempre puntuales a sus citas: tiempo de los cerezos en flor, de las manzanas, de las cerezas, de la vendimia, de las castañas, de las setas, Esto es así porque todos los individuos de cada una de esas especies viven sincronizados entre ellos y van al unísono con las condiciones climáticas. De ese modo es factible realizar, por ejemplo, la fecundación cruzada. Todos florecen a la vez y todos maduran y fructifican a la vez. Es cuando lo celebramos con fiestas y reuniones.

COMPRANDO CASTAÑAS EN SANTIAGO
Me resulta muy bonito comprobar cómo hemos ido adaptando sus ciclos a nuestros calendarios. Muchas veces casi sin darnos cuenta. Del modo más natural. Nuestros calendarios, también los religiosos, se han sincronizado con los ciclos de nuestros vegetales más familiares.

domingo, 18 de octubre de 2015

Por el bosque...

Siempre he considerado que el olvido es una de las mayores formas de marginación, si no la mayor. Mientras se hable de algo, aunque sea mal, ese algo está presente en el pensamiento de la gente. Lo malo es cuando ni se habla de eso, pues pronto cae en el olvido. Y de ahí al menosprecio hay un camino fácil, pero de difícil retorno. ¿Porqué digo esto? Porque dentro del mundo de muchos poderosos, ocurre que nunca se olvidan de lo que consideran importante. Si han olvidado algo, es por no serlo. Olvido justificado.

Me apenan muchas cosas actuales relativas al mundo de los seres vivos. Una de ellas es la capacidad de dogmatizar sobre temas que se desconocen. Lo observé con motivo del 150 aniversario de la publicación de El origen de las especies, de Darwin. Muchos hablaban del libro, pero me di cuenta de que pocos lo habían leído. Al menos, en este caso, nadie menospreció ni al libro ni su contenido. Hoy se dogmatiza sobre medicina, ecología, genética, lo que sea. Todos son doctores en el tema de que se trate. Como buena tropa de ignorantes, nadie pregunta nada a quien le podría responder.
A propósito de esto, recuerdo cuando en nuestro país aparecieron las primeras posturas ecologistas. Al principio, se tomó a sus defensores como unos chicos simpáticos, que decían cosas igualmente ingeniosas. Cuando las reivindicaciones subieron de tono, aquellos que antes les habían tomado como algo agradable, pasaron a compararlos a las sandías: “verdes por fuera, rojos por dentro”. En aquella época, llamar rojo a alguien era algo muy fuerte, pues cualquier rojo era considerado “enemigo de España”. Así se plantearon las cosas, con la incomprensión y la injuria. Tampoco es que las cosas hayan cambiado mucho desde entonces.
Para muchos mandamases de hoy, ser ecologista consiste en poner unas cuantas jardineras en los rincones de las calles. De ese modo, nadie orinará allí. El ecologismo es algo mucho más serio que, hay que aclararlo, poco tiene que ver con la ecología.
La ecología es ciencia, el ecologismo, actitud. Para mí es una forma de enjuiciar el entorno con criterios que pretenden protegerlo y conservarlo. En la mayoría de las ocasiones, son acertados. Creo que a veces esos criterios son inamovibles, y tal vez estaría bien que estuviesen más adaptados a una realidad cambiante.
Estamos abocados a una globalización. Pero ésta llega a diferentes velocidades. Por ejemplo, en temas relativos a Internet, la velocidad con que avanza es rápida. En sanidad y educación, no tanto. Incluso se retrocede.
Hablando de globalización, tenemos que hoy en día, en muchas partes del planeta, se abren vías de comunicación roturando selvas importantes y necesarias para el equilibrio biológico global. Ecológicamente, esas obras como otras muchas, son un desastre a medio y largo plazo, pero pueden contribuir al progreso humano y al incremento de la calidad de vida de muchos pueblos. La pregunta que yo me hago es si la ciencia puede negar su ayuda a quienes más necesitan de ella. Creo que no.
En ese caso, convendría formular procedimientos que garantizasen un progreso que fuera coherente con la conservación del planeta. Porque ambas cosas no son contrapuestas, aunque la economía hace que muchas veces  lo parezcan.

Las fotos de esta entrada son de mi amigo Guillermo Díaz Aira, a quien agradezco su disponibilidad. Corresponden a fotos hechas en la Serra do Caurel, Lugo.


viernes, 16 de octubre de 2015

Miedos recurrentes

Si hablo de miedos, (“Los hombres no tienen miedo…” me dijeron a menudo), debo decir que hay uno, pasajero, que no me preocupa mayormente, como el producido por un ruido no identificado. En una casa solitaria, o con muchos aditamentos envueltos en nocturnidad, los miedos llegan pronto. Por muy intensos que sean, los considero temas de película que se disuelven en los amaneceres. Me refiero a un miedo más connatural a nosotros, una sensación que acompaña a la Humanidad desde que la cultura nos ofrece datos de vida intelectual. Por ejemplo, el miedo al más allá. Me podrían decir que esto ya no se lleva, que es un tema superado. Claro que sí. Superado, por eso precisamente, el número de peregrinos a Compostela aumenta de año en año, o en las UVIs renacen los fervores religiosos de los internados en ellas.

CARPETA DE MI DISCO CON
LE DERNIER REPAS
Hay gente que vive en un continuo ir y venir, múltiples cosas llaman de modo inaplazable su atención y yo me pregunto si tienen tiempo para reflexionar acerca de sí mismos, de los que pretenden, de sus fines. A veces me parece que tanto ajetreo personal no es más que un telón tras el que ocultar sus propios desasosiegos. No es malo vivir con ellos, es una opinión, ni pactar con ellos. Para mí, lo malo es callarlos, ocultarlos como si no existiesen, porque están ahí.
Tal vez sea un tema del que no se quiere hablar, pero está ahí a la espera de una respuesta que sabemos que no llegará y que consolida su misma naturaleza. Para mí, una de las mejores expresiones de este miedo nuestro lo expresa Jacques Brel en una canción que encuentro estremecedora, Le dernier repas. La última cena.
Sobre Jacques Brel, para quien no lo haya conocido, diré que fue un cantautor belga de mediados de siglo XX. Heredero en cierto modo del espíritu satírico y burlón de los goliardos medievales, habitó un campo intelectual de cantantes solitarios, fundamentalmente franceses, como Georges Brassens o Leo Ferré.  Tal vez el último de ellos haya sido Georges Moustaki. No sé si hay posteriores.
J.Brel, aparte de una hermosa colección de canciones costumbristas, dedicada cada una
EN UN CONCIERTO
de ellas a un oficio concreto, (como más tarde haría nuestro Juan Manuel Serrat), tiene canciones que nos hablan de sus sueños de adolescente, de su ciudad, de su familia y, también de lo que desea para su última cena, concretamente para después de ella.
Ya he dicho, la letra de esta canción me resulta sobrecogedora, pues al comienzo, cantada en primera persona y simulando un gran cinismo, nos presenta a un frívolo vividor que sólo quiere ver a sus perros, sus gatos, el borde del mar y, con esa compañía, quiere que se le lleve a lo alto de su colina, a ver los árboles durmiendo con los brazos cerrados. Entonces, todavía quiere volver a tirar piedras al cielo gritando “Dios ha muerto” por última vez.
En la segunda estrofa nos sigue presentando al mismo frívolo insolente, el que quiere ver, después de su última cena, a sus ganados, a sus vacas y a sus mujeres. Quiere ver a aquellas mujerzuelas de las que fue dueño y rey, (las que fueron sus maestras) y, cuando tenga en la barriga con qué nutrir la tierra, levantará la copa para imponer silencio y cantará, cara a cara, a la muerte que llega aquellas cancioncillas ridículas que metían miedo a los críos. Luego, desde lo alto de su colina, verá cómo camina la tarde, lentamente sobre la llanura, y entonces, aún de pie, volverá a insultar a los burgueses sin temor ni remordimiento una última vez.
En la última estrofa, Brel se vuelve íntimo, muy íntimo. Tal vez sienta que le queda
¿TAL VEZ DESDE ESTA COLINA VIVIRÍA
SUS SENTIMIENTOS POR ULTIMA VEZ?
poco espacio para contarnos qué siente. Cambia la orquestación, aparece un timbal muy tenue y una flauta que me hace pensar en el viento de un atardecer. El autor desea que se le siente en un sillón, sólo, como si fuese un rey asistido por sus vestales. Para vestir su alma no querrá más que la idea de un rosal y un nombre de mujer. En su pipa quemará sus recuerdos de niños, sus sueños inacabados, sus restos de esperanza. Después mirará la cima de la colina, que danza entre las tinieblas, que termina desapareciendo, Y entre el olor de las flores, que pronto notará, sabe que sentirá miedo, una última vez.
A lo largo de mi vida me he encontrado con múltiples manifestaciones de este miedo tan humano, tan sin respuestas, pero es esta canción de Jacques Brel la que hace que sienta más mío este sentimiento.

En estos días últimos de octubre, pensando en que este año tengo un renovado motivo para ir al cementerio cuando estrenemos noviembre, pienso en estas cosas, miedos, soledades, y he querido compartirlas aquí. Tal vez sea bueno pedir disculpas si acaso me metí en temas inapropiados, que he podido molestar a más de uno, pero pienso también que a veces es bueno hacer públicos estos sentimientos. 

Le dernier repas:
http://www.dailymotion.com/video/x196yd_jacques-brel-le-dernier-repas_music
https://www.youtube.com/watch?v=752Z0vIHrMQ

lunes, 12 de octubre de 2015

Preguntas de siempre

PASEANTE SILENCIOSO...
Cuando pienso en las cosas que hacían reflexionar a los antiguos, veo que tampoco es que sean tan distintas de las que hoy nos llevan a hacer lo mismo. El ser humano, en su natural intento de explicar su entorno, ha ido construyendo un edificio conceptual de preguntas y respuestas con las que, en cada momento, ha calmado su afán interpretativo. Naturalmente, para buscar esas respuestas se utilizaron los conceptos de que se disponía, por eso siempre hemos estado en procesos de revisión de las interpretaciones previas. Han sido aquellas ocasiones en que se dispuso de nuevas técnicas de estudio.

Preguntas del tipo ¿Cómo…? ¿Cuándo…? ¿Por qué…? o ¿Para qué…? siempre han sido los alicientes del progreso científico, cuando se han formulado de manera correcta por quienes estaban capacitados para hacerlo debido a sus conocimientos científicos. Aquellas grandes dudas que acerca de la naturaleza tenían los sabios de la antigüedad, hoy en día siguen siendo prácticamente las mismas, si bien planteadas de modos diferentes y desde posturas científicas más sólidamente establecidas. O al menos, eso es lo que pensamos.
 NOS ENSEÑÓ A PENSAR
Es curioso, pero siempre han existido referencias no científicas, míticas, que han sido suficientes para que una mayoría de personas concediesen credibilidad total a todo cuanto se les dijese en su nombre. Y eso ocurrió, ocurre y ocurrirá. Claro que los referentes han ido cambiando.
En la Grecia clásica, sus referentes míticos eran aquellos con los que se construyó todo un sistema explicativo de los procesos naturales. El viento aparecía siempre que el dios Eolo soplaba; la tormenta surgía cuando Zeus se enfadaba con los mortales y, en tales ocasiones, lanzaba sobre la tierra su ira en forma de rayos. A veces, pasada la tempestad, enviaba a su mensajero, Ares, a pactar con los hombres y el enviado bajaba a la tierra utilizando para ello un arco que se ponía a modo de pasarela entre el cielo y la tierra, el arco Iris. Según los mismos mitos, los meses de invierno, sin flores en los campos, eran aquellos en los que Perséfone se iba al fondo marino a estar con Poseidón mientras su apenada madre, Démeter, descuidaba su ocupación de jardinera que embellecía los campos. Luego, la hija regresaría en abril, la jardinera se alegraría, retomando su oficio y los campos volverían a lucir sus flores.
Naturalmente, hoy existen explicaciones científicas para todos esos fenómenos. Sabemos los componentes atmosféricos que, cuando están juntos, determinan que se desencadenen tormentas, lo mismo que sabemos las circunstancias en las que se forma el arco iris o qué factores son los desencadenantes de los bioritmos en los vegetales, que provocan que en invierno casi no haya flores y que en el mes de abril las haya en gran profusión. No obstante, puede ocurrir que para quienes no disponen de muchos conocimientos, las explicaciones míticas resulten más atractivas que las científicas, tal vez demasiado frías. O puede ser que el mito atraiga más que la verdad comprobada.
Conviene no olvidar que fue en la Atenas de Pericles  (Siglo V, a.C.) cuando los filósofos del momento enunciaron su idea de que los fenómenos naturales tenían explicaciones naturales y que era tarea de los sabios el desentrañarlas desterrando ideas de mitos.
PENSAR DESNUDOS,
 SIN PREJUICIOS
Después de la época clásica y de sus correspondientes mitos, apareció el tiempo en que la verdad revelada, contenida en la Biblia, constituyó todo referente de interpretación de la naturaleza. Ocurrió desde la Roma de Constantino en adelante. En aquellos tiempos, decir de algún concepto que tenía su base en los libros sagrados, era consagrarlo como incuestionable. A lo largo de la Edad Mediay, más intensamente, en el Renacimiento, se llegó al conocimiento de hechos científicos que estaban en desacuerdo con postulados bíblicos. Fue entonces cuando, entre los científicos e investigadores del momento, tomó cuerpo la teología natural. Según ella, Dios se manifestaba a través de cuanto dijera de sí mismo, en la Biblia, y a través de su obra, la naturaleza. Entre ambas manifestaciones, no podía existir contradicción alguna y, si acaso aparecía, el error estaba en nuestra forma de interpretarlas. El científico del Renacimiento no quería abandonar la idea de Dios. Es más, los sistemas filosóficos que fueron apareciendo tenían un apartado muy concreto para explicar su existencia y cómo era posible llegar a su conocimiento utilizando el raciocinio.
Indudablemente, conforme fueron descubriéndose las leyes que regulaban los procesos físicos y mecánicos de los objetos, fueron apareciendo teorías acerca del modo en que Dios los regulaba y as¡, mientras según unos científicos, Dios estaba en todo momento detrás de todos y de cada uno de los procesos, para otros hombres de ciencia resultaba más sabio y poderoso un Dios que en el mismo acto de la creación hubiese promulgado las leyes por las que se regirían los cuerpos, de la misma manera que un rey promulgaría sus leyes en su reino. Una vez hecho esto, Dios habría dejado de mantener un cuidado constante del Universo, pues para eso estaban actuando sus leyes que, como reflejo de su sabiduría, eran perfectas. Buscar esas leyes era buscar la acción creadora, la sabiduría y el poder de Dios. Personas de la categoría de Descartes, Newton o Leibniz se inclinaron por una u otra de estas teorías.
EL SIGLO XIX FUE FECUNDO
EN NUEVOS CONCEPTOS
De todas formas, muchas veces me pregunto si nuestras explicaciones actuales, si las interpretaciones que cotidianamente manejamos como armas conceptuales en nuestros enjuiciamientos, son correctos en todos los sentidos. Naturalmente, la respuesta que me doy a mí mismo es negativa por muchas razones. Por una parte, no podemos suponer que ya lo sabemos todo, y es mucho más lo desconocido que lo que conocemos. En este sentido, nuestras interpretaciones, al no disponer de todos los datos precisos para ser correctas, serán necesariamente incompletas y quiero indicar que, a veces, incompletas suele ser sinónimo de erróneas. Lo malo es cuando creemos disponer de todos los datos para alcanzar una interpretación correcta cuando, realmente, estamos equivocados.
Por otra parte, a veces actuamos como si nuestra interpretación de los datos previos fuese la única correcta, pudiendo ocurrir que no sea así. Por eso, no está mal una postura de escepticismo con relación al cuerpo de conocimientos que utilizamos como herramientas para seguir incrementándolo. Más bien es una postura recomendable, y tal vez la única.
Hubo un tiempo en que no se disponía de un concepto claro de vida, y muchos hombres de ciencia admitían que, puesto que el paso de ser vivo a inerte era sencillo, el paso inverso, de inerte a vivo, debía ser igualmente sencillo. Conceptualmente, no había una separación neta entre una y otra forma de estado de los seres, creyéndose que, por ejemplo, la podredumbre engendraba vida. Por si fuera poco, en la Biblia aparecían casos de generación espontánea.
SOLEDAD DEL ESTUDIOSO
Fue en el siglo XVI cuando, comenzando por Redi y Spallanzani, se pusieron las bases de nuestro conocimiento actual sobre los seres vivos. Estos científicos demostraron que, al menos en los casos que ellos estudiaron, no había generación espontánea y la podredumbre no generaba gusanos. No sería hasta el siglo XIX cuando Pasteur demostraría que tampoco había generación espontánea en bacterias. De este modo, los seres vivos aparecían como poseedores de una actividad, la vida, que no se producía en condiciones actuales y que sólo se podía recibir de otros seres vivos. Esto se resumió en varios aforismos, como omnis vivo ex vivo (todo ser vivo procede de otro ser vivo) o "La vida no se crea, solamente se transmite". Estas sentencias resumían, con no poca carga didáctica, años de trabajos y enfrentamientos científicos, representando las bases conceptuales de una nueva ciencia que se iba construyendo al estudiar los seres vivos de manera rigurosa.
Fue preciso llegar a un mundo de madurez de ideas para que algunas cuestiones pudiesen ser planteadas con cierta precisión. Después del siglo XVIII, y los trabajos de los grandes estudiosos de la naturaleza, como es el caso de Buffón y su Historia Natural, donde ya apunta la posibilidad del origen de las especies a través de procesos evolutivos, el siglo XIX se caracterizó por el rigor en los planteamientos y la emergencia de una serie de conocimientos que son aplicables a todos los seres vivos. Comienza la existencia de la biología como hoy la conocemos. Las preguntas de siempre, las que habían acompañado al hombre desde Aristóteles y sirvieran de estímulo a la mayoría de los estudios de fondo, comienzan a ser respondidas, se asientan los fundamentos de lo que empieza a ser una biología moderna, cada vez más y más alejada de los antiguos mitos explicativos.
Así, del Siglo XIX es la teoría celular, la comprensión de los procesos hereditarios y los de división celular, el conocimiento de los principios inmediatos, la síntesis de la urea y, por tanto, el comienzo de la desaparición del vitalismo como supuesta doctrina, el destierro de las ideas acerca de la generación espontánea, la idea de la evolución causada por selección natural y, en suma, la misma palabra biología.

NOS SIGUE ASOMBRANDO
También es en este siglo cuando los científicos dejan de hablar de Dios en sus escritos, de modo que ya no es posible deducir, a través de ellos, el credo de sus autores. Para muchos, Dios había sido el referente conceptual para explicar lo inexplicable. De nuevo, la escuela de filósofos atenienses ocupaba un lugar en el mundo del conocimiento, para intentar explicar los procesos mediante causas naturales y, cuando no se dispusiese de explicación natural, la pregunta quedaba ahora planteada en espera de su respuesta adecuada, pero ya sin volver a mitos ni a referencias no científicas como hipótesis explicativas.
¿Se dejó de creer en Dios? No digo eso, simplemente no se utilizó su concepto como recurso para explicar lo inexplicable. Y como no hubo necesidad conceptual de creer en la divinidad, esta creencia se ha transformado en un acto de libertad intelectual.