Parece que
los Polos se derriten. Es decir, el hielo que hay en los Polos terrestres. Eso,
que podría parecer una anécdota secundaria, tiene su importancia, pues el agua
que aparece como consecuencia del deshielo se queda en los océanos, haciendo
que suba su nivel.
Tampoco es tanto, pero no falta
quien diga que como el proceso parece imparable, podría subir el nivel de los
océanos de modo ostensible generando cuantiosas pérdidas económicas. No pocas
estructuras turísticas quedarían bajo el agua, así como muchas localidades
ribereñas de todo el mundo. Unas pérdidas económicas incalculables. Tal vez no
muchas vidas, puesto que, al ser un proceso relativamente lento, no cogería a
nadie desprevenido.
Tampoco es
algo que nos sorprenda mayormente. Por todas partes aparecen noticias relativas
a un cambio climático que se está produciendo de modo rápido, si hablamos en
términos geológicos. Noticias coherentes entre ellas, sin que haya ninguna discordante. Por ejemplo, en
Lugo han aparecido cigüeñas desde hace unos años y ya vienen puntuales a sus
citas de finales de enero (Por San Blas, la cigüeña verás). Antes vivían en
climas más templados, ahora parece que viven bien en el nuestro, y se
reproducen también bien. Por otra parte, los aficionados a las setas, están
encontrado especies que antes aparecían en terrenos más cálidos. Dos datos
coherentes. Datos climatológicos los hay a montones, todos ellos coincidiendo
en que las temperaturas promedio se están elevando, generando como consecuencia
pérdidas económicas grandes en agricultores y ganaderos.
De los
ganaderos, mejor no hablar. Los hay que están vendiendo sus ganados por no
disponer del dinero necesario para comprar pienso. Antes, los prados producían
hierba suficiente para varias siegas y se podía ensilar la hierba cortada para
abastecerse en otras estaciones. Ahora no llueve, la hierba no crece y los
silos están vacíos. La pérdida económica es ruinosa. Podría citar casos
similares hasta agotar la paciencia de quien me lea.
FONDO DE
EMBALSE
Es
curioso, en todos los casos que cito hablo del desastre económico. Al planeta
Tierra no le ocurre absolutamente nada. Está pasando una mala racha por causa
de una especie alocada, la nuestra, pero ya se volverá a equilibrar, tal vez
cuando no estemos aquí. Hace años, el químico James Lovelock formuló la
hipótesis Gaia, según la cual nuestro planeta es capaz de autorregularse. En verdad nada hay totalmente
estable a lo largo de los tiempos geológicos, según los cuales un millón de
años es como un suspiro nuestro. Estamos, los humanos, muy acostumbrados a
utilizar nuestras medidas como pautas de todo cuando estudiamos magnitudes más
grandes, por eso los tiempos geológicos nos suenan a inexistentes o de ciencia
ficción. Pero son muy reales.
PANGEA,
HACE 250 MILLONES DE AÑOS
Según la
hipótesis Gaia, la Tierra siempre ha estado regulada por sus propias
posibilidades, generando toda la diversidad que conocemos, tanto biológica como
geológica. El antiguo continente Pangea (de hace 250 millones de anos), ha
derivado en la configuración actual de tierras emergidas, lo mismo que los
primitivos seres vivos han dado lugar a la gran diversidad que vemos hoy,
evolución mediante.
Siempre la
Tierra ha estado sometida a modificaciones generadas por su mismo proceder,
pero fueron cambios lentos, pequeños, que no llegaron a situaciones extremas y
siempre regulados por el planeta. Por ejemplo, el CO2 atmosférico procedió de
la propia actividad terrestre, como pudieron haber sido las erupciones volcánicas,
la respiración de seres vivos, etc., y eso se recicló mediante la función
clorofílica de los vegetales que cubrían la superficie del planeta. Todo
compensado y armónico. Los grandes, e insólitos, acúmulos actuales de CO2 en la
atmósfera, proceden de actividades humanas, industrial, transportes, etc. Pero
la Tierra no está preparada para reciclar por sí misma esa gran cantidad de gases
que se lanzan a su atmósfera y, al no ser reciclados, se acumulan generando una
capa no prevista en los procesos naturales. La Tierra, como respuesta a esta
cubierta de gases no normales, comienza a calentarse, acarreando todos los
efectos derivados, indeseables y que vamos conociendo bajo el nombre de “efecto
invernadero”. Al incremento anormal de gases en la atmósfera le acompaña una tremenda
deforestación que se ha generado debido, también, a obras humanas. Los bosques
perdidos habrían sido los encargados de reciclar algo del exceso de CO2
atmosférico producido, pero ya no hay esos bosques.
DINOSAURIOS
UNA EXTINCIÓN NATURAL
UNA EXTINCIÓN NATURAL
Tal vez, y
sin tal vez, estamos cometiendo un fallo tremendo que tiene su origen en
creernos propietarios del Planeta para hacer en él, y con él, todo cuanto nos
place, desde bombas aterradoras capaces de emular a movimientos sísmicos, hasta
propiciar extinciones salvajes o vertidos a la atmósfera o a las aguas de
substancias contaminantes capaces de destruir en poco tiempo lo que, de modo
natural, se ha tardado miles y miles de años en construir.
Pensamos
que la Tierra está quieta, que no evoluciona, que siempre ha estado tal como la
vemos hoy. Y eso a pesar de que los datos científicos de diversa índole indican
la contrario. Los continentes se desplazan lentamente y emergen nuevas tierras
a la vez que otras se hunden. La historia de la vida es una sucesión de
generaciones con apariciones de nuevos grupos y desapariciones de otros. Parece
que nadie tiene esto en cuenta y se planifican actuaciones de diverso tipo, que
son auténticas agresiones al entorno.
Hay
especies integradas en los ecosistemas con funciones concretas, como polinizar
o dispersar semillas, por ejemplo, pero sin agredir de modo irreversible su
entorno. No como nosotros que, desde que comenzamos a utilizar nuestra inteligencia,
hemos explotado el entorno de modo salvaje, sin mayor miramiento ni respeto
hacia él y sin preocuparnos de las consecuencias de estas actuaciones. Ahora
comenzamos a sufrir sus consecuencias, al constatar por parte de algunos la
sobreexplotación de los recursos naturales. También es ahora cuando algunos
ponen el grito en el cielo.
En los
ejemplos que enuncié al principio de este artículo, comentaba los efectos
económicos de las catástrofes. No mencioné ningún efecto geológico, porque no
lo hay. Así de simple. Hay especies que sufren las consecuencias de los
cambios, pero no parece importar mucho a quienes tienen capacidad para atajar
ese desastre. Sólo las economías se resienten. Unos poderosos e incontestables
productos monetarios y de poder originados por una inteligencia que es posible
que estemos desaprovechando o utilizando con fines retorcidos.
Digo esto
porque a veces me pregunto si esta inteligencia nuestra ha sido o no ha sido, a
grandes líneas, beneficiosa para la historia de la Humanidad y del planeta
Tierra. Porque lo que sí sé, y todos lo sabemos, es que nuestra especie es la
única que de modo impune está destruyendo su propio hábitat.
Fotos: Fondo de Google
Emilio Valadé del Río
Fotos: Fondo de Google
Emilio Valadé del Río
No hay comentarios:
Publicar un comentario