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sábado, 7 de mayo de 2016

... Y mes de la primavera.

Hay meses del año (diciembre, noviembre, febrero…), que cuando los evoco vienen a mi recuerdo acompañados de imágenes concretas. Mayo es otro mes que, siempre, lo asocio mentalmente con flores, con muchas flores. Yo diría que no es una cuestión personal mía, pues en muchas partes y de diversos modos, se celebran las flores a lo largo de este mes. Festejos, romances, canciones, refranes, siempre con ecos culturales populares, relacionan mayo, flores y alegría. En una de nuestras fuentes culturales, Roma, este mes estaba dedicado a la diosa Maia, la diosa de la floración, de ahí el nombre que le damos.


MAIOS GALLEGOS
En Galicia se celebran los Maios, con flores y niños que cantan canciones improvisadas, la mayoría de las veces con tintes satírico-locales. A veces me he preguntado por qué se han dejado en reductos infantiles estas manifestaciones culturales, pero ese es otro cantar del que tal vez convenga hablar en otro momento.

CRUZ DE MAYO
En Andalucía, por estas mismas fechas, se celebran las Cruces de Mayo, con rezos, cruces hechas con flores y cantos. Como siempre, fiestas en que se mezclan religiones cristianas y paganas. Creo que estas fiestas de exaltación a las flores vienen de lejos en el tiempo, tal vez desde más lejos de los que se pueda suponer.

Estando en mayo, el invierno casi ha pasado, recordemos el refrán de “Hasta el cuarenta de mayo…”, por eso digo el “casi”. Pero lo duro, y de eso en este año 2016 sabemos mucho, podemos pensar que ha pasado. La primavera está en su esplendor. Ya no son los naranjos en flor, o los manzanos o los almendros que nos la anuncian. Ahora todo está florido y andan por medio los insectos polinizando. No es como en marzo, en que las flores abiertas eran de corola amplia, de modo que el viento pudiese recoger, transportar y depositar el polen donde sería bien recibido. Ahora son los insectos los que lo llevan de una a otra flor, adherido a alguna parte de sus cuerpos. No es necesario que las flores sean abiertas ni tengan sus estambres al aire.  

Desde siempre me ha llamado la atención la veneración que sentimos por las flores. Las encontramos hermosas y, si bien son efímeras, no falta quien diga que ese mismo carácter contribuye a hacerlas más hermosas. En esta época de consumo, recordemos las excursiones para ver determinados bosques en flor, por ejemplo.

FLOR DE PATATA. LUJO ORNAMENTAL

Otra cosa ocurre cuando las flores son utilizadas como adorno, incluso corporal. Tal vez pocas personas sepan que, en la Francia de finales del siglo XVIII la flor de la patata fue muy utilizada en peinados de la aristocracia. Realmente es una flor pequeña, bonita y de colores muy tenues. Por otra parte, en la historia del arte hay muchas pruebas de mujeres con sus cabellos adornados con flores.
DIONISOS
En hombres no conozco casos de flores en sus cabellos. Sí de hojas como coronas, de laurel, por ejemplo. También de uvas en casos de bacanales, cuando se representa a Baco, o a Dionisos, con sus racimos en sus cabellos. Total, entre las flores de las mujeres y los frutos de los hombres, sólo media un proceso de maduración, que se suele producir a lo largo del verano.

Siempre me he preguntado el porqué de esta utilización. Para adorno y quizás también como símbolo de dominio, no lo sé. Pero las mujeres se aderezan el cabello como adorno sin más pretensiones simbólicas, mientras Baco pone uvas en el suyo tal vez como un símbolo de su estado de zafia embriaguez, o puede que por sentirse dueño de las uvas y del vino que saldrá de ellas.

OLMO DALCÓ EN NOVECENTO
Tal vez esto del dominio sea lo que, siglos más tarde, mueve a Olmo Dalcó el niño campesino de Novecento. En la película, Bernardo Bertolucci le hace coronar su cabeza de golfillo con una sarta de ranas vivas, que más tarde serán comidas por los señores de la casa. Esas ranas constituyen el único medio de que dispone, de momento, para contribuir a la pobre economía familiar. Orgulloso de su posesión, Olmo se las pone en la cabeza aún vivas, mientras recibe la bendición del patriarca familiar en una escena en la que la luz también juega un papel importante.

Flores, flores en nuestro sentir cotidiano. A veces, como sarcástica constatación, calambur incluido, de Quevedo "Entre el clavel y la rosa...", en otras ocasiones, como metáfora de lo mejor "la flor y nata...", el Emperador de la barba "florida" Luego, suele ocurrir, a la sociedad puritana le contrarió que las flores fuesen, precisamente, órganos reproductores. Pero por aquel entonces, las flores ya eran sinónimo de "lo mejor", de ahí nuestras "antologías" y florilegios. (En griego, "antos" significa flor). 

FLORES EN OFRENDA
Otro aspecto, que no quiero tratar ahora, es la utilización que hacemos de las flores como ofrenda. No me refiero a los ramos de regalos desvinculados del tiempo, hablo de las flores de difuntos o de las alfombras florales propias de las procesiones de Corpus. Éstas, las alfombras florales, tienen sus orígenes en las fiestas que se hacían en la antigua Grecia en honor del dios Dionisos. 

Curiosa situación ésta en que nos seguimos sintiendo dueños del mundo, creo yo. Un reformador medieval, San Francisco, se consideró hermano suyo, recordemos su Hermano Lobo, y tuvo sus problemas con la Inquisición. Por desgracia para nosotros, nos seguimos sintiendo dueños en el peor sentido y de modo inapelable.

Y mientras pienso estas cosas, mayo irá dando pruebas y más pruebas de que estamos en el mes más florido del año. Las flores de hoy serán frutos en agosto, septiembre, octubre... Pero ahora estamos en mayo y conviene disfrutarlo. 

lunes, 12 de octubre de 2015

Preguntas de siempre

PASEANTE SILENCIOSO...
Cuando pienso en las cosas que hacían reflexionar a los antiguos, veo que tampoco es que sean tan distintas de las que hoy nos llevan a hacer lo mismo. El ser humano, en su natural intento de explicar su entorno, ha ido construyendo un edificio conceptual de preguntas y respuestas con las que, en cada momento, ha calmado su afán interpretativo. Naturalmente, para buscar esas respuestas se utilizaron los conceptos de que se disponía, por eso siempre hemos estado en procesos de revisión de las interpretaciones previas. Han sido aquellas ocasiones en que se dispuso de nuevas técnicas de estudio.

Preguntas del tipo ¿Cómo…? ¿Cuándo…? ¿Por qué…? o ¿Para qué…? siempre han sido los alicientes del progreso científico, cuando se han formulado de manera correcta por quienes estaban capacitados para hacerlo debido a sus conocimientos científicos. Aquellas grandes dudas que acerca de la naturaleza tenían los sabios de la antigüedad, hoy en día siguen siendo prácticamente las mismas, si bien planteadas de modos diferentes y desde posturas científicas más sólidamente establecidas. O al menos, eso es lo que pensamos.
 NOS ENSEÑÓ A PENSAR
Es curioso, pero siempre han existido referencias no científicas, míticas, que han sido suficientes para que una mayoría de personas concediesen credibilidad total a todo cuanto se les dijese en su nombre. Y eso ocurrió, ocurre y ocurrirá. Claro que los referentes han ido cambiando.
En la Grecia clásica, sus referentes míticos eran aquellos con los que se construyó todo un sistema explicativo de los procesos naturales. El viento aparecía siempre que el dios Eolo soplaba; la tormenta surgía cuando Zeus se enfadaba con los mortales y, en tales ocasiones, lanzaba sobre la tierra su ira en forma de rayos. A veces, pasada la tempestad, enviaba a su mensajero, Ares, a pactar con los hombres y el enviado bajaba a la tierra utilizando para ello un arco que se ponía a modo de pasarela entre el cielo y la tierra, el arco Iris. Según los mismos mitos, los meses de invierno, sin flores en los campos, eran aquellos en los que Perséfone se iba al fondo marino a estar con Poseidón mientras su apenada madre, Démeter, descuidaba su ocupación de jardinera que embellecía los campos. Luego, la hija regresaría en abril, la jardinera se alegraría, retomando su oficio y los campos volverían a lucir sus flores.
Naturalmente, hoy existen explicaciones científicas para todos esos fenómenos. Sabemos los componentes atmosféricos que, cuando están juntos, determinan que se desencadenen tormentas, lo mismo que sabemos las circunstancias en las que se forma el arco iris o qué factores son los desencadenantes de los bioritmos en los vegetales, que provocan que en invierno casi no haya flores y que en el mes de abril las haya en gran profusión. No obstante, puede ocurrir que para quienes no disponen de muchos conocimientos, las explicaciones míticas resulten más atractivas que las científicas, tal vez demasiado frías. O puede ser que el mito atraiga más que la verdad comprobada.
Conviene no olvidar que fue en la Atenas de Pericles  (Siglo V, a.C.) cuando los filósofos del momento enunciaron su idea de que los fenómenos naturales tenían explicaciones naturales y que era tarea de los sabios el desentrañarlas desterrando ideas de mitos.
PENSAR DESNUDOS,
 SIN PREJUICIOS
Después de la época clásica y de sus correspondientes mitos, apareció el tiempo en que la verdad revelada, contenida en la Biblia, constituyó todo referente de interpretación de la naturaleza. Ocurrió desde la Roma de Constantino en adelante. En aquellos tiempos, decir de algún concepto que tenía su base en los libros sagrados, era consagrarlo como incuestionable. A lo largo de la Edad Mediay, más intensamente, en el Renacimiento, se llegó al conocimiento de hechos científicos que estaban en desacuerdo con postulados bíblicos. Fue entonces cuando, entre los científicos e investigadores del momento, tomó cuerpo la teología natural. Según ella, Dios se manifestaba a través de cuanto dijera de sí mismo, en la Biblia, y a través de su obra, la naturaleza. Entre ambas manifestaciones, no podía existir contradicción alguna y, si acaso aparecía, el error estaba en nuestra forma de interpretarlas. El científico del Renacimiento no quería abandonar la idea de Dios. Es más, los sistemas filosóficos que fueron apareciendo tenían un apartado muy concreto para explicar su existencia y cómo era posible llegar a su conocimiento utilizando el raciocinio.
Indudablemente, conforme fueron descubriéndose las leyes que regulaban los procesos físicos y mecánicos de los objetos, fueron apareciendo teorías acerca del modo en que Dios los regulaba y as¡, mientras según unos científicos, Dios estaba en todo momento detrás de todos y de cada uno de los procesos, para otros hombres de ciencia resultaba más sabio y poderoso un Dios que en el mismo acto de la creación hubiese promulgado las leyes por las que se regirían los cuerpos, de la misma manera que un rey promulgaría sus leyes en su reino. Una vez hecho esto, Dios habría dejado de mantener un cuidado constante del Universo, pues para eso estaban actuando sus leyes que, como reflejo de su sabiduría, eran perfectas. Buscar esas leyes era buscar la acción creadora, la sabiduría y el poder de Dios. Personas de la categoría de Descartes, Newton o Leibniz se inclinaron por una u otra de estas teorías.
EL SIGLO XIX FUE FECUNDO
EN NUEVOS CONCEPTOS
De todas formas, muchas veces me pregunto si nuestras explicaciones actuales, si las interpretaciones que cotidianamente manejamos como armas conceptuales en nuestros enjuiciamientos, son correctos en todos los sentidos. Naturalmente, la respuesta que me doy a mí mismo es negativa por muchas razones. Por una parte, no podemos suponer que ya lo sabemos todo, y es mucho más lo desconocido que lo que conocemos. En este sentido, nuestras interpretaciones, al no disponer de todos los datos precisos para ser correctas, serán necesariamente incompletas y quiero indicar que, a veces, incompletas suele ser sinónimo de erróneas. Lo malo es cuando creemos disponer de todos los datos para alcanzar una interpretación correcta cuando, realmente, estamos equivocados.
Por otra parte, a veces actuamos como si nuestra interpretación de los datos previos fuese la única correcta, pudiendo ocurrir que no sea así. Por eso, no está mal una postura de escepticismo con relación al cuerpo de conocimientos que utilizamos como herramientas para seguir incrementándolo. Más bien es una postura recomendable, y tal vez la única.
Hubo un tiempo en que no se disponía de un concepto claro de vida, y muchos hombres de ciencia admitían que, puesto que el paso de ser vivo a inerte era sencillo, el paso inverso, de inerte a vivo, debía ser igualmente sencillo. Conceptualmente, no había una separación neta entre una y otra forma de estado de los seres, creyéndose que, por ejemplo, la podredumbre engendraba vida. Por si fuera poco, en la Biblia aparecían casos de generación espontánea.
SOLEDAD DEL ESTUDIOSO
Fue en el siglo XVI cuando, comenzando por Redi y Spallanzani, se pusieron las bases de nuestro conocimiento actual sobre los seres vivos. Estos científicos demostraron que, al menos en los casos que ellos estudiaron, no había generación espontánea y la podredumbre no generaba gusanos. No sería hasta el siglo XIX cuando Pasteur demostraría que tampoco había generación espontánea en bacterias. De este modo, los seres vivos aparecían como poseedores de una actividad, la vida, que no se producía en condiciones actuales y que sólo se podía recibir de otros seres vivos. Esto se resumió en varios aforismos, como omnis vivo ex vivo (todo ser vivo procede de otro ser vivo) o "La vida no se crea, solamente se transmite". Estas sentencias resumían, con no poca carga didáctica, años de trabajos y enfrentamientos científicos, representando las bases conceptuales de una nueva ciencia que se iba construyendo al estudiar los seres vivos de manera rigurosa.
Fue preciso llegar a un mundo de madurez de ideas para que algunas cuestiones pudiesen ser planteadas con cierta precisión. Después del siglo XVIII, y los trabajos de los grandes estudiosos de la naturaleza, como es el caso de Buffón y su Historia Natural, donde ya apunta la posibilidad del origen de las especies a través de procesos evolutivos, el siglo XIX se caracterizó por el rigor en los planteamientos y la emergencia de una serie de conocimientos que son aplicables a todos los seres vivos. Comienza la existencia de la biología como hoy la conocemos. Las preguntas de siempre, las que habían acompañado al hombre desde Aristóteles y sirvieran de estímulo a la mayoría de los estudios de fondo, comienzan a ser respondidas, se asientan los fundamentos de lo que empieza a ser una biología moderna, cada vez más y más alejada de los antiguos mitos explicativos.
Así, del Siglo XIX es la teoría celular, la comprensión de los procesos hereditarios y los de división celular, el conocimiento de los principios inmediatos, la síntesis de la urea y, por tanto, el comienzo de la desaparición del vitalismo como supuesta doctrina, el destierro de las ideas acerca de la generación espontánea, la idea de la evolución causada por selección natural y, en suma, la misma palabra biología.

NOS SIGUE ASOMBRANDO
También es en este siglo cuando los científicos dejan de hablar de Dios en sus escritos, de modo que ya no es posible deducir, a través de ellos, el credo de sus autores. Para muchos, Dios había sido el referente conceptual para explicar lo inexplicable. De nuevo, la escuela de filósofos atenienses ocupaba un lugar en el mundo del conocimiento, para intentar explicar los procesos mediante causas naturales y, cuando no se dispusiese de explicación natural, la pregunta quedaba ahora planteada en espera de su respuesta adecuada, pero ya sin volver a mitos ni a referencias no científicas como hipótesis explicativas.
¿Se dejó de creer en Dios? No digo eso, simplemente no se utilizó su concepto como recurso para explicar lo inexplicable. Y como no hubo necesidad conceptual de creer en la divinidad, esta creencia se ha transformado en un acto de libertad intelectual.

lunes, 28 de septiembre de 2015

El recelo a los transgénicos

Hoy es posible conseguir los llamados “organismos genéticamente modificados” (OGM). Consisten en organismos cuyo material genético ha sido modificado mediante técnicas de laboratorio. En pocas palabras, se consigue la inserción de uno o varios genes de un organismo en el genoma de otro con fines concretos. Los OGM incluyen microorganismos como bacterias o levaduras, insectos, plantas, peces y animales. Estos organismos son la fuente de los alimentos genéticamente modificados, y son muy utilizados en investigaciones científicas con el fin de producir diversos bienes.
Desde siempre, nuestra cultura receló de los seres monstruosos, aquellos cuyos cuerpos eran mezclas definidas de los de otros. Las esfinges, las quimeras, las gorgonas o las sirenas eran seres que, en la mitología griega, jugaron continuamente papeles malvados: mentirosos, criminales, vengativos o traicioneros, siempre estuvieron del lado de la falsedad y la traición.
Tal vez estos monstruos han permanecido vivos en nuestro subconsciente y, con estos planteamientos, no es raro que hoy exista un manifiesto rechazo a esos seres surgidos como consecuencia de mezclas de caracteres de otros, previos, que pudieron no ser malos ni perniciosos cuando estaban solos: la maldad intríseca residía en la misma mezcla.
Recordemos que las sirenas, con la mitad del cuerpo en forma de pez y mitad superior como una mujer hermosa, habitaban arrecifes y lugares marinos peligrosos y, mediante sus cantos, atraían a los marineros para que acercasen a ellas sus embarcaciones, haciéndolas naufragar. La esfinge, con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas, mataba a quienes no podían resolver un enigma que les proponía, cuya solución acertó Edipo. Quimera era una cabeza de cabra implantada en un cuerpo de león y con cola de serpiente. Despedía fuego por la boca. No es preciso seguir con este desagradable catálogo.
Durante la Edad Media se siguió creyendo en seres monstruosos (niños con cabeza de perro o de ave, nacidos de relaciones ilícitas entre mujeres y otros seres, animales o el mismo demonio). En tales casos, los monstruos, al igual que sus madres, eran condenados a muerte. Recientemente, y ya con medios actuales de creación y transmisión de mitos, Frankenstein representa, una vez más en la historia de nuestra cultura, ese ser fallido cruel y pernicioso que está hecho, no obstante, de partes buenas de seres previamente existentes, también buenos de por sí.
Vemos que en todos estos casos, los seres que contribuyen a formar el monstruo son buenos. Lo intrínsecamente malo es el monstruo mismo. Aparece entonces un comportamiento perverso y dañino en el ser anormal, que solamente se podrá resolver destruyéndolo.
A veces los temas culturales son recurrentes. Van apareciendo a lo largo del tiempo, siempre con visos de novedad. Ahora estamos en un momento en que los mercados se van llenando de nuevos seres, consistentes en individuos de especies bien definidas a los que se han introducido genes de especies afines para mejorarlos de acuerdo con criterios preestablecidos y hacerlos, de este modo, más rentables en términos de economía o de utilidad para el hombre. Estos seres, por ser producidos luego de un paso de genes desde un ser donante a otro receptor, se denominan genéricamente "transgénicos" y es sobradamente conocida la polémica que han originado en su entorno.
Surge el recelo de nuevo. Parecía desaparecido, pero sólo estaba dormido en nuestro subconsciente colectivo. Bastó que apareciesen los transgénicos para que, sin saber siquiera que por nuestra parte era atávico su rechazo, muchos se echasen a la calle protestando contra ellos y sembrando entre muchos esa total desconfianza que genera lo desconocido.
Dicen los enemigos de los transgénicos que, al comerlos, comemos genes de otras especies. Pero siempre ha sido así: ingerimos partes de seres que nos sirven de alimento, sean animales o vegetales. Cuando ingerimos esos alimentos, tomamos también sus genes. Luego, en la digestión, estos genes ajenos se descomponen en sus unidades bioquímicas elementales (nucleótidos) y, como tales, son absorbidos a nuestro medio interno donde comienzan un proceso de integración en nuestra propia bioquímica. A ese proceso le llamamos digestión, y mediante él, los componentes moleculares presentes en los alimentos pasarán a ser componentes moleculares de quien los ha ingerido. No tiene ningún sentido científico hablar de “comer genes”.
De todas formas, dentro del recelo a los transgénicos, encuentro que existen lagunas, serias lagunas, de información, en espera de respuesta. En primer lugar, un individuo transgénico cualquiera, con un metabolismo perfectamente ajustado, se encuentra con genes nuevos que determinan procesos bioquímicos nuevos en él. Debemos pensar que su metabolismo se enriquece con la presencia activa de estos genes, (para eso se ha manipulado genéticamente). Pero, ¿qué ocurre con los productos de desecho generados a partir de esa novedad metabólica? Porque ésta es una cuestión importante para nosotros y cuya respuesta aún no está claramente definida, que yo sepa.
En el metabolismo celular, es muy importante el destino de los productos de desecho originados del correcto funcionamiento bioquímico. Normalmente, ese destino es la excreción que en animales termina en forma de orina o de sudor. No obstante, hay ocasiones en que esos productos pueden ser depositados en órganos concretos, como pueden ser los cuerpos grasos de insectos. En vegetales, los productos destinados a la excreción suelen ser depositados o bien en órganos especiales de almacenamiento (vacuolas), o bien en las paredes celulares. En ambos casos, los productos de desecho, que pueden ser tóxicos, permanecen en las mismas células, aunque de manera inocua para ellas.
Creo que no se han realizado los estudios necesarios que garanticen, para cada caso concreto, la ausencia de productos tóxicos de desecho en los transgénicos. Pues, por cuanto he dicho, la manipulación genética ha podido producir un organismo nuevo, intrínsecamente mejor que aquel del que
básicamente procede,pero que puede almacenar substancias tóxicas aparecidas como consecuencia de las alteraciones metabólicas que se han generado en él. Estas substancias, perfectamente aisladas y, por tanto, inocuas para el mismo transgénico que las ha generado, pueden ser perjudiciales para cualquiera que lo utilice como fuente alimenticia.

Hasta que no aparezcan esos análisis, realizados por entidades de contrastada honorabilidad en sus procedimientos, seguirá presente el recelo contra esa versión actualizada de los antiguos monstruos. No sé si muchos de los productos actualmente en el mercado constan de los necesarios avales sanitarios que tranquilicen a sus consumidores.

Las imágenes que utilizo en esta entrada proceden del fondo de Google.

miércoles, 3 de junio de 2015

ESPINARIOS

EL ESPINARIO DE MI POSTAL
Recibo una postal desde Florencia con esta imagen. En el reverso, en cuatro idiomas (ni español ni portugués entre ellos), se lee que se trata de un “muchacho que se saca una espina del pie. Figura hecha a partir de un original griego en bronce del siglo I a.C.” Como se quita una espina, le viene el nombre por el que lo conocemos, El Espinario. Se trata de una escultura de la época Helenística, cuando el arte griego se hace, es un decir, costumbrista y retrata a personan en su vida cotidiana, olvidándose de dioses y atletas. En esta época se representan ancianos figuras dolientes, o en cualquier actitud en la que cualquier griego se podía sentir representado.


OTRO ESPINARIO
Lo del niño este ya es otra cuestión. ¿Qué le ocurre? Hay quienes dicen, es la opinión mayoritaria, que representa a un adolescente, Martius de nombre, a quien se le encomendó llevar un recado al Senado. El niño corrió hasta terminar su cometido. Fue entonces cuando se quitó una espina que se le había clavado en la planta del pie durante su carrera. La actitud de Martius fue tomada como modelo a seguir y como ejemplo a presentar ante la infancia, por eso se hicieron numerosas copias de la escultura, muchas de las cuales han llegado hasta nosotros. La verdad, no es que me guste mucho esta idea, pues a nadie se le ocurre mandar a un recado a un muchacho desnudo. Antes se le mandaría cubrirse con algo.

PUERTA EXTERIOR, HOY INTERIOR
DE LA CATEDRAL DE LUGO
Por eso me gusta más, por verosímil, otra interpretación, aunque menos extendida. Según ella, Martius sería un atleta (corrían desnudos) que se clava una espina durante una carrera. La escultura lo coge en el momento en que se quita la espina.

En ambos casos, la espina viene a truncar un trabajo, que el adolescente termina más o menos bien. Si la espina ha sido puesta por los dioses en el camino de Martius, el muchacho lo tomará como una acción divina contra él, pero no sabemos qué actitud toma ante ella, puesto que le vemos concentrado en lo inmediato, en quitarse la espina y que termine el daño.

ESPINARIO DE LA CATEDRAL DE LUGO
FIJARSE EN SU ACTITUD BURLONA
Conozco dos representaciones diferentes del espinario, las dos esculpidas en nuestra tierra, pero muchos siglos más tarde, en plena época del románico. En ambos casos se trata de dos canecillos, uno de ellos en la iglesia de Ansemil (Silleda) y el otro, en la catedral de Lugo.

El espinario de la catedral de Lugo se encuentra en la puerta que da paso desde la capilla del Pilar a las naves. Antiguamente, esta puerta constituyó una fachada lateral de la catedral. Como tal, tenía su ornamentación. El de Ansemil, exterior, es el primero de la derecha del templo, según se mira de frente.




ANSEMIL. IGLESIA CON SU  ESPINARIO


En ambos casos, el tema es perfectamente reconocible debido a la postura inequívoca del hombre, con su pie izquierdo, el dañado, sobre la rodilla derecharda y con ambas manos en él. Pero a diferencia del muchacho de inspiración helenística, concentrado en su lesión e intentando eliminar la causa, estos dos espinarios se desentienden del pie y miran enojados al cielo, residencia de la divinidad. El de Ansemil tiene un gesto retador, enfadado. El de Lugo, mira hacia el cielo haciéndole la burla y echándole la lengua.

ESPINARIO DE ANSEMIL
Para mí, siempre ha sido motivo de reflexión esta diferente actitud de unos y otros frente a un mismo hecho y debido a una misma causa. Tal vez por aquí, y no sé con base a qué, nos creamos con derechos a pedir unos supuestos tratamientos de favor por parte divina. Tal vez es lo mismo que le ocurrió a un muchacho sevillano, malcriado y acostumbrado a hacer ley de su capricho, cuando, siglos más tarde, y ante hechos que no le venían muy a favor, no tuvo más idea que gritar de modo insolente:

Llamé el cielo y no me oyó
Y pues sus puertas me cierra,
De mis pasos en la tierra,
Responda el cielo, no yo.


Puede que no le hubiese venido mal a este niño sevillano de la familia Tenorio, y a nuestros espinarios, que alguien les hubiese dicho, cuanto antes mejor, que los responsables de sus actos eran ellos mismos y nadie más. Hay cosas que conviene saber pronto.

jueves, 26 de febrero de 2015

PERSÉFONE HA VUELTO

Cuenta la Mitología que Démeter era la diosa encargada de cuidar la superficie terrestre. Como tal, se preocupaba de las plantas, sus flores y sus frutos, Tenía una hija de nombre Perséfone. Como todas las muchachas protagonistas de historias, era muy hermosa a la par que virtuosa. Es decir, todo perfecto como corresponde a tan inmortales personajes.

HADES RAPTA A
PERSÉFONE
Pero, siempre hay alguna adversidad, una vez que Perséfone recogía flores del campo, se abrió una grieta en el suelo y, a través de ella, la secuestró Hades, el dios de los infiernos, llevándola consigo a lo profundo. Las amigas de Perséfone, que no la defendieron, atestiguaron quién había sido el raptor.
Démeter pidió justicia a Zeus, pero como a él este rapto le hacía gracia, desatendió las súplicas de la madre, que comenzó a errar por el mundo, buscando ayuda y olvidando su cometido de jardinera terrenal.
Los paisajes comenzaron a secarse, no había flores ni verdor. Al poco, también faltaron los frutos y fue cuando Zeus decidió que había que terminar aquel asunto, que comenzaba a ser desagradable.
Llamó a Hades y obligó a devolver su hija a Démeter. Hades, que estaba enamorado de Perséfone, se resistía a obedecer el mandato. La niña quería marchar con su madre y dijo a Zeus que, como prueba de su antipatía por Hades, no había probado ninguna golosina que él le hubiese ofrecido. Aquí estuvo el error de Perséfone, pues su raptor dijo que le había ofrecido granadas y ella había comido cinco. Se enfadó Zeus por la mentira y castigó a la muchacha a permanecer con su madre cierto tiempo a lo largo del año, pero tendría que bajar a los infiernos a estar con Hades tantos meses como granadas había comido de su mano.
DÉMETER LA VUELVE
A CUIDAR
Así ocurre desde entonces. Cuando Perséfone está con su madre, toda la superficie terreste es un jardín. Pero cuando baja a los infiernos a cumplir su castigo, Démeter se desentiende de su trabajo y toda la naturaleza parece morir. De ese modo permanece mientras la niña está con Hades y todo parece resucitar en cuanto retorna a estar con su madre, pues ésta vuelve a cuidar el jardín terrenal.
Hasta aquí el mito, que ya Homero nos lo relata en la Odisea. (Tiene años el mito...). Es uno de los primeros que nos habla de hechos recurrentes en la naturaleza, en este caso, la alternancia de invierno – primavera – verano.
Por otra parte, este mito y sus personajes tienen diversos significados y derivados, pero no quiero comentarlos ahora.
El mito gusta mucho y siempre que lo relato se escucha con atención, a pesar de saber todos mis oyentes que estoy contando una falsedad. Pero gusta. A mí me entra pena, mucha pena, al pensar que son bastantes quienes rechazan las explicaciones científicas y se acogen a interpretaciones de fábula, falsas, pero cómodas de entender.
¿Es tan difícil de entender la ciencia? Pienso que no, pero llevo tantos años manejando sus conceptos, que resultan asequibles a mi entender. Pienso, es una opinión, que en general somos bastante ignorantes en lo concerniente a temas científicos. Y lo peor no es esa ignorancia. Creo que lo malo radica en estar inmersos en una mezcla de comodidad  y vagancia que rechaza cualquier esfuerzo por entender el entorno desde un punto de vista riguroso, científico, aunque sepamos el beneficio que nos puede aportar ese conocimiento.
CUIDANDO TANTAS PLANTAS, DÉMETER
ESTÁ MUY ATAREADA
A veces entendemos como cultura el saber una o dos poesías de memoria (si son largas, mejor). También es preciso haber visitado algún museo nacional y viajado por el extranjero, teniendo una opinión sobre lo que se ha visto. Todo eso está bien, faltaría más. Pero muchos no creen necesario saber en qué se basan las pruebas de ADN en temas judiciales, ni interpretar el concepto de ecosistema, ni el papel de la selección natural enunciado por Darwin. Todo eso, por citar unos cuantos casos, es casi despreciado por muchos al hablar de cultura general.

Hay que hablar más sobre esto, que me duele profundamente. Mientras, deduzco que Perséfone ya ha debido de regresar este año, pues me doy cuenta de que Démeter vuelve a cuidar de su jardín, del nuestro.
EN LOS ALREDEDORES DE COMPOSTELA, HACE DIAS
QUE DÉMETER HIZO FLORECER LAS MIMOSAS

viernes, 23 de enero de 2015

La jarra con azucenas como símbolo mariano

En estos pasados días de tiempo adverso, me dediqué a visitar templos y lugares dedicados al culto. Observé en ellos símbolos marianos y dejé volar a la imaginación.
Al no existir imágenes reales de los seres celestiales, quienes preconizaron su culto los adornaron de símbolos con los que, el pueblo fiel, pudiese reconocerlos. Al santo, o al dios, se le identificaba por su imagen representativa: si tiene alas en los tobillos, es Mercurio; si un águila y el mozo escribe, es San Juan; si tiene un caduceo, es Hermes; si es un triángulo equilátero con un ojo en su interior, es la Trinidad; si es una camarera con dos ojos en su bandeja, se trata de Santa Lucía...; y así un largo, larguísimo etcétera.

 En nuestra cultura nos hemos movido con símbolos que nos aportaron más información de la que podemos imaginar. Y no debemos creer que los símbolos son propios de tiempos pasado, pensemos en un actual mando a distancia de tv o dvd, por no hablar de los paneles infortativos en autopistas y autovías, todos ellos con numerosos símbolos que encierran información precisa. Las personas que forman parte de cada cultura disponen de los medios intelectuales adecuados para interpretar los símbolos propios de cada tiempo. 
La religión cristiana no iba a estar libre de esta costumbre. Veamos. A comienzos de la época gótica se deja de representar a Cristo como juez, y su imagen se cambia por la de un hombre. Lejos queda el pantocrátor justiciero que, incluso, muestra sus llagas como señal de haber conquistado su derecho a juzgarnos, como vemos en nuestro Pórtico de la Gloria. Las órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos, se han echado a los caminos a predicar un Cristo próximo, amigo. Un hombre.
RIBADAVIA

ANTIGUO CONVENTO, HOY RESIDENCIA
DE ANCIANOS. RIBADAVIA
En los accesos a edificios religiosos, fue frecuente en esta época representar la Anunciación del ángel, el momento en que Cristo se encarna y, por tanto se hace hombre. Aparece la pareja de personajes, María y Gabriel, que sostiene unos pergaminos en los que está escrito su saludo: Ave, Maria, gratia plena… Esta pareja es frecuente en muchas portadas góticas o románicas de transición, como el pórtico de la catedral de Tuy o parte superior de la fachada de platerías de la catedral de Compostela. También aparece en el porche de Sta. María Salomé, en Compostela, o en la fachada de Sta. María del Azogue, en Betanzos. Hay múltiples ejemplos esparcidos por nuestra geografía.
STA. MARIA SALOMÉ. SANTIAGO
STA. MARIA SALOMÉ. SANTIAGO

A propósito de la iglesia brigantina, he de decir que hay más iglesias dedicadas a Sta. María del Azogue, como la de Benavente o la de Ureña. Siempre me intrigó este nombre y nadie me lo ha explicado. Azogue, en la alquimia, era el nombre aplicado al mercurio, elemento químico al que los griegos llamaron hidrargirium “plata líquida”. Mercurio también era el nombre de un dios romano, concretamente el recadero de Zeus. Tenemos  que, según los Evangelios, el recado de su futura maternidad lo trajo San Grabriel a María de parte de Dios Padre. ¿Hay confusión de nombres para esos personajes? ¿Se
STA. MARIA DEL AZOGUE
confunde a Mercurio con Gabriel? ¿Por qué se esconde a Mercurio tras su nombre cabalístico de Azogue? Tal vez el desconocimiento era grande entre la gente, analfabeta y con vidas tan llenas de penurias como para entretenerse en dilucidar confusiones que, quiero creer, tampoco les quitaban el sueño. Tal vez, también hubo un intento de esconder creencias perseguidas...
Volviendo al tema de inicio, en la iconografía que mencioné al principio, María ya se representa embarazada. Tanto en las imágenes de Sta. María Salomé, como en la de Sta. María del Azogue, está claramente embarazada, con su mano amorosamente acariciando su vientre.
MERCEDARIAS. COMPOSTELA
No obstante, ante aquella gente inculta, era preciso que algo recordase su virginidad. Así surgió un símbolo mariano que ha perdurado durante siglos, más allá del estilo gótico, que fue el que lo generó. Me refiero a la jarra con azucenas. Este adorno acompaña a María en múltiples representaciones de la Anunciación, desde una temprana época gótica (Ribadavia) a la barroca (Mercedarias de Santiago, siglo XVII)
La jarra representa la feminidad más íntima. Las azucenas han sido símbolo de la pureza. Por eso, estas flores saliendo frescas de la jarra, evocan la pureza de María en un momento, el de la concepción de su Hijo, en que es más preciso creer en ella.

El símbolo ha sido utilizado incluso sin la presencia de la imagen de María, como adorno y señal en los edificios y construcciones dedicadas a ella, como en el campanario de la Giralda de Sevilla, en la torre del reloj de la catedral de Lugo, así como en múltiples fachadas de monasterios cistercienses, como en el de Meira.

GIRALDA DE SEVILLA
TORRE DEL RELOJ. CATEDRAL DE LUGO

FRONTAL DEL ANTIGUO MONASTERIO DE MEIRA

jueves, 19 de junio de 2014

SOLSTICIO DE VERANO – HOGUERAS DE SAN JUAN

BAILABA HASTA EL GATO
Tengo un grabado en mi casa al que tengo especial cariño. En él, vemos a personas que juegan alegremente alrededor de una hoguera, mientras que por el cielo vuela una paloma con su rama de olivo en el pico. Por jugar, hasta hay un gato que lo hace para que luego se diga que bailaba “hasta el gato”. Es una de las cosas más queridas que tengo.

SARDANA POPULAR
Me gusta pensar que representa una escena fenicia, el autor era malagueño, ciudad de profundas raíces púnicas. Todavía hoy son normales en zonas costeras del Mediterráneo esos corros de personas bailando, o jugando, alrededor de algo de su pertenencia. En las sardanas, los danzantes ponen sus cosas en el centro de la rueda que forman, que de este modo quedan a buen recaudo. También los componentes de bandas de cornetas y
ANTIGUO MOSAICO CATALÁN
tambores, en el mismo Mediterráneo, ensayan sus actuaciones poniéndose en corro y depositando en el centro los estuches de sus instrumentos musicales. Por esa disposición quiero creer que los muchachos del grabado del que hablo, se inspiran en una costumbre ancestral del Mare Nostrum.
No son los únicos vestigios vivos que tenemos procedentes de los fenicios. En obras suyas, aparecen personas con faldas de volantes, lo que hace que los andaluces digan que ahí están los orígenes de sus trajes populares. No se lo voy a discutir. En otras figuras aparecen personas tocando flautas cortas, que recuerdan al flautín de los
EN EL ROCIO
tamborileros del Rocío, pero también al flabiol catalán, el que inicia las sardanas.
Me gusta mucho detectar estas reminiscencias históricas y culturales presentes en nuestra vida cotidiana.
De los fenicios, y de muchos otros antepasados nuestros anteriores a ellos, me asombra el conocimiento profundo que tuvieron de astronomía. En no pocos monumentos megalíticos, cuyo modo de mover las piedras sigue siendo enigmático para nosotros, en el solsticio de verano el sol se cuela hasta el fondo
INTERIOR DEL DOLMEN DE MENGA
 ANTEQUERA
de sus salas, como en el Dólmen de Menga, en Antequera, o atraviesa los menhires de modo asombros, como el caso de menhires de Stonehenge. Miro esto con mucho respeto, pues no sé cómo fue el proceso intelectual que les llevó, por una parte, a descubrir los ciclos solares, les diesen los nombres que les diesen, pero también a calcular el modo de orientación de sus construcciones religiosas, de modo que un día concreto del ciclo solar, los rayos del sol llegasen a un lugar, también concreto.
Porque tenían muy en cuenta al sol, al que consideraban fuente de todo. Hoy, siglos mas tarde, sabemos que no iban nada descaminados en cuanto a atribuirle el origen de la actividad biológica y de la energía que precisamos para desarrollarla.
BAILANDO ALREDEDOR DEL FUEGO
COMO EN MI GRABADO
Luego, ya en tiempos históricos, los griegos extendieron por el Mediterráneo sus fiestas en honor a su dios Apolo, con celebraciones basadas en hogueras callejeras en los solsticios de verano. Se animaba al sol a seguir fuerte, pues sabían que comenzaba a perder fuerza, pero también se purificaban las vidas de la gente. Se quemaban cosas viejas, recuerdos, como si se quisiera simbolizar que comenzaba una vida nueva. Pero la fiesta del fuego procedía de antes, de mucho tiempo atrás. Representaba un cambio de ciclo, el nacimiento de un tiempo nuevo, y convenía desprenderse de malos vicios traídos de antes.
En estos días de hogueras, cuando los niños piden en las casas algún mueble viejo para quemar, pienso que son los continuadores de una tradición que viene de siglos y que ellos continúan sin saberlo. También continúa esa misma tradición la gente que, con discreción, se acerque al fuego para depositar en él algún recuerdo que prefiere sacrificarle.
STONEHENGE
Muchas cosas tienen sus raíces en no sabemos cuándo, pero algo deben de tener que las seguimos manteniendo, incluso sin saber su significado.

Como estas hogueras que están a punto de ser encendidas.

jueves, 8 de mayo de 2014

POR MAYO, ES POR MAYO...

MAIOS EN GALICIA
Hay meses del año (diciembre, noviembre, febrero…) que cuando los evoco aparecen en mi recuerdo acompañados de imágenes concretas. Mayo es otro mes que, siempre, lo asocio mentalmente con flores, con muchas flores. Yo diría que no es una cuestión personal, pues en muchas partes y de diversos modos, se celebran las flores a lo largo de este mes. Festejos, romances, canciones, refranes, siempre con ecos culturales populares, relacionan mayo, flores y alegría. En una de nuestras fuentes culturales, el Imperio Romano, este mes estaba dedicado a la diosa Maia, la diosa de la floración. De ahí el nombre del mes.

En Galicia se celebran los Maios, con flores y niños que cantan canciones, la mayoría de las veces con tintes satírico-locales. A veces me he preguntado por qué estas manifestaciones culturales se han dejado en manos de niños, pero ese es otro cantar.
En Andalucía, por estas mismas fechas, se celebran las Cruces de Mayo, con
FIESTAS DE MAIOS
rezos, cruces hechas con flores y cantos. Como siempre, fiestas en que se mezclan religiones cristianas y paganas. Creo que estas fiestas de exaltación a las flores vienen de lejos en el tiempo, tal vez desde épocas prehistóricas.
En invierno casi ha pasado, recordemos el refrán de “Hasta el cuarenta de mayo…”, por eso digo el “casi”. Pero lo duro, y de eso en este año 2014 sabemos mucho, podemos pensar que ha pasado. La primavera está en su esplendor, ya no son los naranjos en flor, o los manzanos o los almendros que nos la anuncian. Ahora todo está florido y andan por medio los insectos polinizando. Ya no es como en marzo, en que las flores abiertas eran de corola amplia, de modo que el viento pudiese transportar y depositar el polen. Ahora son los insectos los que lo llevan de una a otra flor adherido a alguna parte de sus cuerpos. Un año más, un ciclo más, la Naturaleza sigue cumpliendo su rito.
FLORES EN PEINADO
Siempre me ha llamado la atención la veneración que sentimos por las flores. Las encontramos hermosas y, si bien son efímeras, no falta quien diga que ese mismo carácter contribuye a hacerlas más hermosas. (En esta época de consumo alocado, recordemos las excursiones para ver determinados bosques que están en flor durante unos días, por ejemplo).
No deja de ser curioso cuando las flores son utilizadas como adorno corporal. Es posible que pocas personas sepan que, en la Francia de finales del siglo XVIII, la flor de la patata fue muy utilizada en peinados de la aristocracia. Realmente, es una flor pequeña, bonita y de colores muy tenues. Por otra parte, en la historia del arte hay muchas pruebas de mujeres con sus cabellos adornados con flores.
FLOR DE PATATA
En los hombres no conozco casos de flores como adorno en sus cabellos. Sí de hojas como coronas,  por ejemplo de laurel,. También de uvas en casos de bacanales, como cuando se representa a Baco, o a Dionisos, con racimos en sus cabellos. Total, entre las flores de las mujeres y los frutos de los hombres, sólo media un proceso de maduración, que se suele producir a lo largo del verano.

Siempre me he preguntado el porqué de esta utilización. Para adorno y quizás también como símbolo de dominio, no lo sé. Pero las mujeres se aderezan el cabello como adorno sin más pretensiones simbólicas mientras Baco, o Dionisos, pone uvas en el suyo tal vez como un símbolo de su estado de su zafia embriaguez, o puede que por sentirse dueño de las uvas y del vino que saldrá de ellas. Cosas de dioses olímpicos, insolentemente jóvenes, caprichosos e, incluso, lascivos.
BACO (O DIONISOS) Y SUS UVAS
Tal vez esto del dominio sea lo que, siglos más tarde, mueve a Olmo Dalcó. Es el niño campesino a quien Bernardo Bertolucci, en Novecento, hace adornar su cabeza con una sarta de ranas, pues esas ranas constituyen el único medio de que dispone, de momento, para contribuir a la economía de su familia. Orgulloso de su posesión, Olmo se las pone en la cabeza aún vivas. Luego serán comidas en la mesa de los amos quienes, para hacerlo, le pagarán por ellas cuatro cuartos. 
OLMO Y SU POSESIÓN INMEDIATA, LAS RANAS
Pobre situación ésta que arrastramos desde los tiempos mitológicos, en que nos seguimos sintiendo dueños del mundo. 
Y mientras pienso estas cosas, mayo irá dando detalles y más detalles de que estamos en el mes más florido del año.