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viernes, 9 de febrero de 2018

Flores tempranas y sus nombres

A estas alturas del invierno, los campos están desnudos, sin más vegetación que las hojas secas procedentes del otoño anterior y los troncos de árboles y arbustos que duermen su reposo invernal. Al suelo llegan unos rayos de sol no muy cálidos, pero sin ningún tipo del tamiz que más adelante puedan formar las hojas de los árboles, pues  ahora esas ramas están desnudas. 

Todo el calor llega al suelo y es suficiente para que algunas plantas comiencen a florecer. Suelen ser flores pequeñas, florecillas las llaman los aficionados a diminutivos gongorinos. Flores que realizan su función vital y que en pleno verano, debido a la intensa cubierta de las hojas, no podrían florecer, pues ahora, cuando la primavera está en puertas, les llega más luz y calor que en pleno verano.


Quiero comentar el origen de dos nombres de otras plantas comunes entre nosotros, el Narciso y la Caléndula. Ambas espontáneas en nuestra flora, aunque también cultivadas como flores de jardín

La mitología, que nos cuenta las historias de dioses próximos a nosotros con sus virtudes y defectos, es decir de dioses humanos, nos habla de un adolescente engreído llamado Narciso. 

Tuvo muchas enamoradas, una de ellas llamada Eco. También era hermosa, tanto como solo se puede ser en un cuento, pero Narciso la desechó. Eco era una ninfa, pero no tuvo una vida feliz. Zeus se enamoró de ella por su hermosa voz, sin ella pretenderlo, y quiso seducirla. Hay versiones si lo consiguió o no, pero lo cierto es que Hera, esposa de Zeus, castigó a la ninfa, quitándole la iniciativa en el habla y permitiéndole sólo repetir las últimas palabras emitidas por su interlocutor. Humillada y sin apariencia, Eco se fue a vivir a valles y montañas, donde a veces intentaba hablar con caminantes, pero nunca lo consiguió. 

Narciso, el dios engreído

Tras el desdén de Narciso, aún se retiró más y casi se hizo invisible. Fue entonces cuando Némesis le impuso un castigo al adolescente endiosado, pues se enamoraría de alguien imposible de alcanzar. Así ocurrió. Narciso se asomó a unas aguas tranquilas, dicen que para beber de ellas, se vio reflejado y quedó prendado de rostro tan hermoso. Al quererlo besar, murió ahogado.

Hoy, este mito ha dado origen a diversos calificativos referidos a personas que se deleitan en cualidades propias, tanto físicas como intelectuales. Creo que se aplica más a personas del género masculino, no tengo claro haber escuchado este adjetivo aplicado a mujeres.

Narciso,la herrmosa flor orientada al suelo

En botánica hay una hermosa flor que aparece en los primeros meses del año. De color brillante, está inclinada hacia el suelo, como haría si se contemplase en un estanque. Por ambas coincidencias, hermosura y cara orientada al suelo, la flor se llama Narciso.
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Una flor frecuente, y bonita, es la caléndula. Tiene el aspecto de una margarita, pero de color amarillo intenso, parecido al de una yema de huevo. Es una planta muy utilizada en farmacia, tanto sus flores como sus hojas. También para cocina tiene sus adeptos en ensaladas.

Calendula
Es una flor muy abundante, crece en bordes de caminos y a veces es posible encontrar campos enteros teñidos del color amarillo de sus flores. El crecer en bordes de caminos, cualquier biólogo lo explica como el resultado de la dispersión de sus semillas por parte de caminantes. Los frutos tienen unas especies de ganchos espinosos que hacen que queden enganchados en ropas de caminantes, o en patas de pequeños mamíferos.


Siempre están en flor, pues florecen cada 30 días, más o menos. Los primeros días después de haber florecido, las flores están lozanas, carácter que van perdiendo con el paso del tiempo.


Grupo de caléndulas en un camino

Los romanos dividían sus meses en tres períodos: las calendas, (los primeros días), los idus (los medios) y las nonas (los finales). Puesto que estas flores son más vistosas en los primeros días de su mes de vida, y los romanos llamaban calendas a tal período, la planta recibió el nombre de Caléndula.

viernes, 11 de agosto de 2017

Variabilidad génica 2

En un artículo anterior comenté la necesidad de variabilidad en las poblaciones como un requisito para alejar el peligro de su extinción. En general, en todas las poblaciones existe polimorfismo en mayor o menor grado. No obstante, podemos definir las especies naturales, animales o vegetales, por características morfológicas muy concretas, que inducen a pensar que en ellas no hay polimorfismo. Sabemos que las amapolas son rojas, las violetas dan nombre a un color, los jilgueros tienen forma y color concretos, como los mirlos o los arrendajos. ¿Qué ocurre en estos casos? ¿Cuál es la explicación a esta aparente contradicción? 

Darwin, en su obra El origen de las especies, nos comenta que la domesticación crea variabilidad. Hoy lo diríamos de otro modo, pero en la época en la que el libro fue escrito, aún debían descubrirse muchos hechos biológicos para comentar esa realidad con mayor rigor. Hoy sabemos que nuestra información genética está contenida en los cromosomas, y que heredamos dos juegos de ellos, procedentes de cada uno de nuestros progenitores. Tenemos como dos juegos repetidos de cromosomas. De cromosomas y de su contenido, de sus genes. De cada gen tenemos dos copias, uno de procedencia materna y el otro, paterna. Entre estos alelos se establecen las consiguientes relaciones de dominancia, recesividad o de heterosis.

Oculta en esa uniformidad hay gran variabilidad

En la naturaleza, los seres vivos manifiestan el aspecto, el fenotipo, adaptado al ambiente en que viven. La coloración, la morfología, la estacionalidad y muchas otras variables, están tremendamente fijadas por la selección natural. Por ejemplo, los insectos polinizadores se orientan por la morfología y el color de sus flores, de modo que cualquier modificación, por pequeña que sea, queda sin polinizar ni, por tanto, producir semillas. Otro tanto ocurre con animales y sus posibles modificaciones de morfología o color. Para los animales, la coloración es básica para poderse esconder de sus predadores. Los aspectos, que llamamos “fenotipos” (del griego, aspecto mostrado) presentes en la naturaleza, reciben el calificativo de salvaje, cuando se refieren a animales, y silvestre, en el caso de vegetales.

Estas morfologías son altamente fijas, no existe posibilidad adaptativa de variación en las condiciones ambientales del momento, pero eso no quiere decir que tales condiciones puedan cambiar y, por tanto, esos fenotipos dejen de ser adaptativos. Pienso, por ejemplo, en mamíferos de ciclo biológico corto, presentes en montañas con climas fríos. Si en invierno hay nieve, la coloración más adaptativa será la albina, mientras que en verano será otra, de color castaño En ambos casos se favorece el camuflaje de los animales frente a predadores. Aunque también puede ocurrir que el pequeño mamífero tenga letargo invernal, supliéndose esa necesidad de coloración invernal.

Hay variabilidad oculta

De todos modos, no he contestado nada acerca del lugar en que se guarda la variabilidad necesaria para afrontar los posibles cambios ambientales. Esa variabilidad está presente en la población en forma de alelos recesivos y, por tanto, ocultas por los correspondientes alelos dominantes que determinan los fenotipos salvaje o silvestre, según los casos. En cada generación nacen individuos, pocos, con esos fenotipos, pero la selección natural los elimina, por no estar adaptados a las condiciones del momento. En la naturaleza hay alelos que causan la muerte de sus portadores cuando están en homocigosis, y son componentes de lo conocido como lastre genético.

Pero si cambian las condiciones ambientales, aunque sea ligeramente, los fenotipos que antes estuvieron rechazados por la selección natural, ahora pueden resultar beneficiados. Este cambio puede comportar una cierta mortandad en la población, pero se mantiene y sobrevive. A esta variabilidad, y por lo explicado, se le conoce también como “preadaptación” en el sentido de que, debido a ella, las poblaciones están preadaptadas a cambios que puedan ocurrir. Me refiero a cambios normales en las condiciones ambientales. Fotoperíodo, humedad, temperatura, disponibilidad de recursos y así. Un cambio drástico puede generar un desastre ecológico. En este sentido, no son pocos quienes piensan que el llamado “cambio climático” en la actualidad, tiene en las poblaciones una incidencia negativa mayor por la velocidad con la que ocurre que por su misma magnitud. Esa velicidad puede incidir de modo negativo en la capacidad de adaptación por parte de las poblaciones.

Por cuanto llevo dicho, está claro que el tamaño de población es un factor importante. No es lo mismo una con 20 individuos que otra con 200. La cantidad de variabilidad encubierta que puede soportar cada una es muy diferente. Y conviene no olvidar que esa variabilidad es un componente de su adaptación a posibles y futuros cambios ambientales. Realmente no es “un componente”, es “el componente”, el único.

Diversidad de colores.
Cultivo artificial.

No obstante, he escrito de modo intencionado la palabra “soportar” en el párrafo anterior. Mucha de esta deseable variabilidad presente en una población, mientras no ocurran cambios puede ser componente de su lastre genético. La población, no lo olvidemos, precisa vivir y reproducirse para mantenerse. Un cierto nivel de mortalidad (debido al lastre), es asumible para ella, pero mucha mortalidad también es perjudicial. Por esta nueva razón, un tamaño grande de población es mejor que un tamaño reducido.

Todo esto es válido para las poblaciones naturales, cuando los individuos están sometidos a la acción de la selección natural. En cautividad, bajo los afanes de los cuidadores, la selección natural desaparece y en es ese momento cuando se descubre toda la variabilidad encubierta que poseen las poblaciones, de la que nos habla Darwin en el primer capítulo de su obra El origen de las especies.


viernes, 16 de junio de 2017

Un nombre en biología: Belladona

En la Edad Moderna, la Europa rica  y culta consideraba un rasgo de belleza el tener las pupilas dilatadas. Este criterio se aplicaba a las mujeres, claro. Los hombres no estaban dispuestos a sufrir las consecuencias de ese rasgo de distinción. 


Hablando de las pupilas dilatadas, para conseguir ese efecto de belleza, las damas de alcurnia utilizaban el extracto de una planta que, por producirlo, recibió el nombre de “bella donna” y así la seguimos conociendo hoy en día, belladona.

La belladona ha sido utilizada también en casos de brujería e iniciaciones chamánicas, pues en ciertas dosis produce efectos similares a alucinaciones y visiones.
Belladona con frutos

En usos farmacéuticos, su extracto a pequeñas dosis provoca la contracción de la musculatura lisa, de ahí su efecto de la dilatar la pupila. También se utiliza, siempre bajo estricto control médico, en casos de enfermedades que tienen su origen en la musculatura lisa, de contracción involuntaria o refleja. A dosis más elevadas, sus efectos pueden generar la muerte casi instantánea. Insisto, casi instantánea.

En la naturaleza, la belladona es un arbusto más bien feo, con flores poco atractivas y frutos en baya, similares a cerezas pero de color algo obscuro. La dispersión de sus semillas se hace gracias a las aves, que comen sus frutos pero no digieren las semillas, que luego las depositan en cualquier lugar mezcladas con sus excrementos. Lo mismo que otras plantas con frutos de tipo similar. Todas estas plantas (cerezas, higos, belladona), tienen semilla pequeña y así pueden atravesar el tubo digestivo de las aves sin hacerles daño.

Belladona a punto de florecer

Quiero hacer notar que algunas dosis que pueden ser mortales para nosotros, son inofensivas para las aves que comen sus frutos. Tal vez nosotros no podríamos ingerir esos frutos de manera inocua.

Cuando Linneo la clasificó le puso el nombre de Atropa belladona. Para aplicar nombres, Linneo se fijaba en morfologías, origen geográfico, propiedades, etc. ¿Por qué utilizó el nombre de Átropa?

Vamos a verlo. Lo hizo inspirándose en las Moiras griegas, unas diosas hermanas llamadas Cloto, Láquesis y Átropo. Representaban la vida de cada uno de nosotros. Así, Cloto tejía los hilos con los que se hacía el tejido de nuestra vida. Láquesis era el “destino”, pues los griegos eran deterministas, creían en el destino e imaginaban que, al nacer, cada niño ya llevaba marcado un destino que fijaba cómo debía ser su vida. Para los griegos de entonces, Láquesis controlaba la naturaleza de ese destino, guiando y midiendo la longitud del hilo tejido por Cloto.

Finalmente, cuando Láquesis, el destino, lo indicaba, Átropo, a la que normalmente se le representa con unas tijeras, cortaba el hilo. Era la muerte. Átropos en griego significa “que no cambia”, y Atropo no cambiaba de propósito, cualquiera que fuese la razón o el motivo para cambiarlo. No había forma de detenerla. Hoy, en 2017, no son pocos los que siguen pensando lo mismo que los griegos de entonces y, ante una muerte accidental, no falta quien diga que la persona muerta “la tenía allí”. Este sentido fatalmente determinista persiste entre nosotros.

Cuando Linneo asignó el nombre de Átropa a la planta de la que hablo, lo hizo recordando su efecto fulminante cortando el hilo de la vida de quien la ingiera, lo mismo que antaño lo hizo la diosa.

La farmacopea contemporánea ha aislado el componente activo de la belladona, el que a dosis bajas causa la alteración muscular y a dosis altas, la muerte. Al provenir de una planta llamada Átropa, al componente activo se le llamó Atropina.

Siempre me ha producido una cierta curiosidad eso de dosis baja y dosis altas. ¿Hasta qué cantidad un compuesto está en dosis alta y cuándo pasa a ser alta su dosis? Creo que importa mucho la masa corporal de quien lo toma. No es lo mismo cierta cantidad ingerida por una persona de 80kg., que si la toma alguien de 60kg., por ejemplo.
Pupila dilatada con Atropina

Hoy la atropina se utiliza en oftalmología, para dilatar la pupila y hacer buenas exploraciones de fondo de ojo. Es decir, en la exploración del ojo tiene un efecto determinado y útil para nuestros estudios. Vía oral, sin embargo, y “según qué dosis” puede ser mortal. La OMS la considera droga esencial, pues es eficaz en actuaciones médicas muy diversas, siempre a dosis adecuadas.

A dosis intermedias, vía oral, puede generar alucinaciones, lo mismo que el estramonio. Solía estar relacionada con hechos de brujería debido a esas alucinaciones que producía.

Hay otra cosa en la que me hace pensar tanto esta planta como otras situaciones algo similares. Las modas, tanto ayer como hoy, siempre han sido crueles con las mujeres, pero estaban dictadas por los hombres. Parece como si las mujeres fuesen un objeto que debe ser bello, pero constantemente se modifican los parámetros de belleza. Parámetros ajenos a cuestiones de sanidad, comodidad y bienestar. Hoy, por ejemplo, y como uniforme de trabajo, a veces ellas tienen que llevar unos zapatos con tacones muy altos sin importar el daño que puedan provocar en las trabajadoras a corto o a largo plazo. Las pupilas dilatadas producían supuestos efectos de belleza en mujeres, pero daños reales en sus ojos.

Lo malo es que han cambiado los cánones de belleza, pero no ha desaparecido la crueldad al aplicar un nuevo canon.

viernes, 12 de mayo de 2017

Cosas de poca importancia

Mis paseos por Lugo suelen ser sosegados, sin prisas. Para acceder al centro, necesariamente he de entrar por alguna puerta de la Muralla (las murallas, en plural, dicen los pretenciosos), y nunca dejo de admirar su belleza en múltiples aspectos. Me gusta desde la estructura de sus muros a las alturas que alcanza y, en general, me gusta su presencia en la ciudad y la serenidad que transmite.

La ciudad, la Lucus augusti romana, guarda vestigios de épocas pasadas. No muchos, la verdad, y muy desperdigados. El interior de muralla está muy deteriorado debido a las múltiples invasiones de cementos, hormigones, especulaciones y ladrillos. Podría decir que es lo que hay o, mejor, es lo que queda. Nadie me lo ha dicho, pero debió haber familias ricas en la época romana. Eso se nota en la magnificencia de los restos encontrados, dimensiones de las casas, diámetros de las columnas y los numerosos mosaicos. Que fue gente culta lo deducimos gracias a las máscaras de teatro que vemos en el museo del Carmen, un museo que recoge piezas de la vida cotidiana de los lucenses de entonces, como vajillas bien elaboradas (Terra sigillata), joyas o piezas de juegos familiares, como dados, fichas y un tablero para juegos. Visitas evocando lo ido.

Hay diversos museos en los que están custodiados los vestigios de nuestra vida. Pero no voy a ellos de modo constante. El paseo por la muralla es algo muy singular que es necesario hacer. En otras ocasiones paseo por las calles, y me entretengo mirando las casas, sus ventanas, sus balcones. Tal vez haya quienes menosprecien este detenerse y deleitarse en estos bienes patrimoniales que nos indican cómo vivieron nuestros antepasados recientes, los que nos han dejado la ciudad tal como la tenemos y disfrutamos.

Balaustres aislados, lujosamente hermosos

Fachadas, portales, ventanas y balcones. En Lugo, siendo una ciudad lluviosa, existen multitud de balcones de muy diversa estructura, siempre protegidos por sus correspondientes barandillas y balaustradas, que son diversas y profusamente bonitas. Las hay de balaustres verticales adornados de modo elegante, pero muchas otras, la mayoría de ellas, definen entrelazados artísticos originales y bonitos de contemplar. Siempre en la zona monumental, claro. Fuera de muralla, los metales recientemente añadidos a las estructuras arquitectónicas, aparecen tal como lo que pretenden: un deseo, tal vez, de realizar una función, que a veces se consigue.

Modernistas
Las casas de dentro de muralla tienen balcones con barandillas para proteger a quienes se asomasen a ellos, pero también para adornar y conferir personalidad al edificio. En todas, desde las más antiguas del siglo XIX, hasta las recientes de mediados del XX, aparece ese afán de presentarse con dignidad ante los habitantes. La belleza que confieren a las calles está ahí, a disposición de quienes las quieran admirar. Me gusta admirarlas.

Filigrana serena
Las hay, algunas, de balaustres independientes, elegantes y muy adornados, que confieren un aire bonito de serenidad y elegancia a la barandilla, y más aún cuando son muchos los balcones que hay en la fachada en vez de uno solo, que hubiese podido aparecer corrido a lo largo de toda ella. Otros, muchos, hacen diversas filigranas recubriendo todo el vano del balcón. Aparecen los dibujos de forja como enmarcados entre los prismas de granito que anclan la barandilla en sus extremos. De estos hay muchos y muy diversos. Algunos representan dibujos geométricos sin más y otros, modernistas ellos, imitan canastillas de flores que se esparcen u otras figuras más o menos estilizadas.

La que más me gusta

La que más me gusta (líbreme de decir “la más bonita”, yo no soy quién para implantar categorías), es una que imita una red con sus nudos y sus borlas. Este ejemplar es el único que conozco en la ciudad de Lugo, aunque hay otro, más largo, en Palas de Rei. Aunque la presento en una foto en la que aparece algo ajada, hoy está bien restaurada, pero con color negro. Pongo esta foto con pintura plateada, pues en ella se aprecia bien lo elaborado del trabajo.

Balaustres y dibujo central de fleje

En las casas más antiguas entre las antiguas, existen unas barandillas bonitas, con balaustres gruesos que aparecen en sus laterales, mientras que los tramos centrales están formados por hermosos dibujos hechos con flejes. Debido al modo de trabajar los flejes, los dibujos no presentan tanta filigrana como presentarían en caso de ser de forja.

Baranda con refuerzos laterales y dibujo central. En los ángulos de los refuerzos hay palomas de forja

Por otra parte, tenemos unos casos bonitos de barandillas lucenses, pues cuando son largas, y para conferirle estabilidad, cada cierto tramo se levanta vertical una pértiga de hierro que, después de alcanzar una determinada altura, gira en ángulo recto hacia la pared y se ancla en ella. El vértice descrito por la pértiga de sujeción puede presentar algún tipo de adorno. En algunos casos, el adorno lo pueden constituir siluetas de flores de lis o imitaciones de corolas de tulipanes. Adornos dignos sin mayores pretensiones. Pero hay una plaza en Lugo, la do Campo, en la que estos adornos son figuraciones de palomas en diversas posiciones, o bien reposando o emprendiendo el vuelo. Es curioso, pero este tipo de ornamentación sólo lo he visto en Lugo en esa plaza do Campo y en una calle aledaña, en una casa recientemente restaurada. Menciono este detalle de la reciente restauración, porque no sé si en su modo original este balcón contaba con las palomas o si carecía de ellas. Sea como sea, allí están dispuestas a emprender el vuelo y a alegrar la vista de quien repara en ellas.

Palomas en los refuerzos de una reja con dibujo de forja en su parte central

Sí, dedico mi tiempo a contemplar estas cosas, y otras similares, cuando paseo por Lugo. Porque no disponiendo de grandes monumentos que atraigan mi curiosidad, salvando la muralla, mil veces mirada y mil veces admirada, tengo que, como diría mi amigo León Felipe, fijar mi atención en “cosas de poca importancia”, aunque a muchos les parezcan nimiedades.

Detalle de la foto anterior

Ver también  "A modo de estrambote"

viernes, 24 de marzo de 2017

Genes dominantes

Una vez escuché a un alumno decir que él era “como un gen dominante”. Por la manera con que lo decía, pensé que aún tenía mucho que aprender. Claro que, en último caso, para eso estaba en la Facultad de Biología y yo estaba encargado de hacerle  comprender la fatuidad de su comentario.


Porque, vamos a ver, ¿qué quiere decir “dominante”? Este concepto se lo debemos a Mendel. Antes de él, ya se habían realizado cruzamientos experimentales con animales y plantas, pero habían estado mal planteados y, por tanto, no habían aportado información ninguna. Mendel siguió un protocolo muy cuidado en sus cruzamientos, utilizando líneas puras con alternativas morfológicas bien definidas, y vio que en la primera generación filial, a la que llamó F1, uno de los dos caracteres paternos parecía desaparecer, pues los miembros de esa generación mostraban de modo uniforme el rasgo de un solo progenitor. Hasta aquí habían llegado los experimentos anteriores de cruzamientos, pero Mendel siguió con los individuos de la F1, dejando que se cruzasen entre ellos. En su descendencia reaparecieron individuos con el carácter desaparecido en la generación anterior. Es decir, el “factor hereditario” determinante de este carácter, estaba presente en los individuos de la F1, si bien no se mostraba. Los individuos de la F1 habían recibidos un “carácter hereditario” de cada uno de sus progenitores, aunque sólo mostraban el efecto de uno de ellos. Al factor que se mostraba, Mendel llamó dominante y, de modo similar, al oculto llamó recesivo. No había daño ni efecto negativo de algún tipo por parte del factor dominante hacia el recesivo. Simplemente, lo enmascaraba cuando estaban juntos.

Tal vez el término dominante haya dado lugar a un error conceptual en personas sin muchos conocimientos de genética, de tal modo que equiparan “dominante” con “ideal”. Pero conviene aclarar alguna cosa. En primer lugar, no existen genes dominantes. Los genes, formados por ácido nucleido, son los responsables de regular funciones concretas, mediante los enzimas de cuya síntesis son responsables. A mediados del siglo XX se acuñó el aforismo.”un gen-un enzima”, que posteriormente se modificó por “un gen-un polipéptido” debido a que hay enzimas formados por más de una cadena peptídica.

POLIDACTILIA EN HUMANOS
DEBIDA A UN ALELO DOMINANTE

Pero que un gen sea responsable de regular una función, por ejemplo color de pelo en conejos o grupo sanguíneo en humanos, no quiere decir que siempre se regule del mismo modo. Lo mismo que hay diversos grupos sanguíneos humanos (A, B, AB, 0), existen diversos tipos de colores de capa en conejos: gris, negro, chinchilla, canela, Himalaya, albino y algunos más. Los responsables de estas alternativas funcionales se llaman alelos. Si un individuo tiene los dos alelos iguales, decimos que es homocigoto. Si los tiene diferentes, es heterocigoto.

Y cuando es heterocigoto, ¿cuál es el aspecto del individuo, cuál es su fenotipo? Es ahí donde entra en juego el concepto de dominante y recesivo, pues puede ser que se manifieste un alelo y el otro quede enmascarado, llamando dominante al que se manifiesta, o bien que se manifiesten ambos alelos, como es el caso de nuestro grupo sanguíneo AB, cuyos individuos son heterocigotos para los alelos que determinan el grupo A y el grupo B. En este caso, puesto que en el heterocigoto se manifiestan los dos, ambos cumplen la definición de dominante y decimos de ellos que son codominantes.

Muchos piensan que los alelos dominantes son los mejores. Bueno, no tanto. Hay un mutante dominante en el hombre, llamado sindactilia, que provoca que los dedos estén unidos entre ellos y es un alelo dominante. También es dominante el alelo que determina la polidactilia, que determina que haya más de 20 dedos en un individuo. Supongo que a nadie le apetece tener estos dominantes.

LOS FENOTIPOS SALVAJES SUELEN ESTAR DETERMINADOS
POR ALELOS DOMINANTES

Una cosa es alelo dominante y otra, diferente, alelo favorecido por la selección natural. En otro lugar he dicho que los alelos que determinan los fenotipos salvajes y silvestres son dominantes, pues confieren a sus poseedores el aspecto favorecido por la selección natural. Color, época de floración, olor, etc. Todos estos fenotipos están muy fijados, si bien existen muchos recesivos que pueden provocar un cambio de morfología si acaso ocurren cambios ambientales. Es lo que llamamos “variabilidad encubierta”. Pero la aparición de un alelo dominante en circunstancias actuales, modificaría el aspecto de su poseedor y tal vez la selección natural lo eliminase en una sola generación. Muchas veces, a los mutantes que modifican la morfología de los individuos, se les ha considerado como curiosidades de laboratorio, pues en la naturaleza no habrían sobrevivido. Sobreviven gracias a cuidados en jardines o granjas.

La dominancia (y la recesividad) la debemos entender a nivel bioquímico. He dicho antes que la acción primera de un gen es regir la síntesis de un polipéptido con función enzimática. Esa enzima actuará sobre un substrato llevando a cabo una acción concreta.

En homocigosis hay un solo enzima en la célula, pues son iguales los dos alelos, pero en heterocigosis hay dos enzimas diferentes, cada uno de ellos regido por cada uno de los dos diferentes alelos del gen presentes en la célula, y los dos enzimas deben actuar sobre el mismo substrato para llevar a cabo una reacción diferente. ¿Qué alelo será el dominante? El que consiga llevar a cabo la reacción en el sentido que él determina.

FLOR BLANCA POR AUSENCIA DE PIGMENTO
ACCIÓN DE ALELOS RECESIVOS

Por ejemplo, un alelo puede ser recesivo por no formar enzima. Decimos de él que es un mutante mudo. Es el caso de ausencia de pigmentos y flores blancas o pelaje blanco debido a de la luz al atravesar membranas vacías. En casos en que ambos alelos rigen la síntesis de un enzima, en la célula heterocigótica están presentes las dos enzimas. Aparece una competencia entre ellas para realizar la reacción en la dirección determinada por cada una. Diversos factores bioquímicos influyen en cómo se realice la reacción, pero el alelo dominante es el responsable del enzima que la controla.

Muchos biólogos no creen en la dominancia ni, consecuentemente, en la recesividad. Muchos alelos que a simple vista se comportan como dominantes, con otros métodos de análisis son claramente codominantes. A fin de cuentas, en un gen concreto que está en heterocigosis, hay dos alelos diferentes y ambos están trabajando. Ninguno anula al otro.

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viernes, 17 de febrero de 2017

Un encuentro inesperado

En todos los seres vivos, cada gen interviene en la realización de una función concreta. Muchos seres vivos tenemos dos dotaciones de genes, procedentes de cada uno de los dos progenitores. Por tanto, tenemos dos copias de cada gen. Por eso se dice que somos diploides, que quiere decir “dos juegos”.


De todos modos, las funciones se pueden realizar de modos diferentes. En nosotros mismos, conocemos múltiples tonalidades de color de ojos, de pelo, o diferentes grupos sanguíneos. En vegetales hay variabilidad en el color de las flores, en los bordes de las hojas o en el aspecto general de la planta, por citar tres casos. Los responsables de realizar las mismas funciones, pero de modos alternativos, reciben el nombre de “alelos”, que en griego significa “otro” y son variaciones de un mismo gen. Son alelos del mismo gen los que, por ejemplo, determinan nuestros diferentes grupos sanguíneos, los diversos colores de plantas cultivadas o los diferentes pelajes de algunos mamíferos.

Cuando un individuo tiene iguales los dos alelos de un gen, decimos de él que es “homocigoto”, si son diferentes, decimos que es “heterocigoto”. En griego, “homo” significa igual, “hetero”, diferente y “cigoto”, huevo. Los tiene iguales por haber heredado la misma copia de cada progenitor. Si son diferentes, es por haber recibido copias distintas. 

Estos genes que se han recibido, se transmiten tal cual salvo mutación, (fenómeno infrecuente) a los descendientes mediante los gametos. Los homocigotos forman sus gametos iguales en relación al gen para el que lo son. Los heterocigotos forman dos tipos de gametos, con igual frecuencia y cada uno de ellos con uno de los dos alelos diferentes que posee.

Con esta introducción, que me está resultando larga, quiero sentar las bases de lo que voy a decir. Si representamos a un gen mediante una letra, por ejemplo, T y a su alelo con la misma letra, pero con grafía diferente, t, tendremos dos tipos de homocigotos, TT y tt y un solo tipo de heterocigoto, Tt.

Los primeros estudios rigurosos sobre herencia los realizó y publicó Mendel hace más de un siglo y medio (1866), aunque no fue comprendido más que a partir de 1900. Curiosamente, todo tipo de posible cruzamiento que se realiza con heterocigotos, genera una descendencia con abundancia de homocigotos, hasta un 50% del total de la progenie. Lógicamente, cuando se cruzan homocigotos similares, todos los descendientes son también homocigotos. Esto llevó a pensar a los científicos de entonces que en la Naturaleza, donde los cruzamientos se realizan al azar, debería haber una gran cantidad de homocigotos y pocos heterocigotos. Éstos, los heterocigotos, vendrían a ser como situaciones genéticas inestables, en cuya descendencia aparecían abundantes homocigotos, siendo por tanto difícil de mantener presentes en una población a lo largo de las generaciones. Este planteamiento generó un fecundo cuerpo de conocimientos, que hoy conocemos bajo el nombre de “genética clásica”.

EL GRAN LOGRO DE LA GENETICA CLÁSICA

Lógicamente, puesto que los homocigotos eran los más frecuentes en las poblaciones naturales, tendrían que ser los más adaptados a sus ambientes. Había una excepción inexplicable: el caso de los maíces híbridos. Se les atribuía “superdominancia” sin saber lo que eso significaba, o bien “heterosis”, algo relacionado con la mejor situación de los heterocigotos, concepto que en parte se mantiene en la actualidad.

Cuando nuestras predicciones teóricas están en discordancia con lo que encontramos en la Naturaleza, debemos revisar nuestras predicciones con el convencimiento de que la Naturaleza no se equivoca. Y más convencidos aún si realizamos constataciones en diversas situaciones con similares resultados.

He dicho en otras ocasiones que nuestros conocimientos están en constante revisión. Esa revisión sirve para mantenerlos o rechazarlos si acaso no superan las pruebas que se puedan hacer aplicando nuevas técnicas que se vayan descubriendo.

Eso es lo que, en 1966, hicieron dos investigadores. R. Levontin y J.L. Hubby publicaron unos resultados inesperados, pues rompía todo cuanto se creía según la Genética clásica. Aplicando métodos de electroforesis en seres procedentes de poblaciones naturales, encontraron más heterocigotos de los que cabría esperar según los razonamientos teóricos. Las pruebas se repitieron estudiando otras especies, y los resultados fueron coincidentes. Más heterocigotos de lo esperado. 

Esto presentó ante los investigadores un doble aspecto. Unos, los poco emprendedores, se dejaron vencer por la evidencia sin mayores alicientes, y abandonaron sus estudios. Para la mayoría, no obstante, estos resultados indicaban la falsedad de la teoría anterior, que llevaba a la idea de la alta presencia de homocigotos en las poblaciones naturales. Este hecho se transformó en un reto para la comunidad científica y era precisa la búsqueda de respuestas adecuadas. Se planteaban dos preguntas importantes: 1º, por qué habían más heterocigotos de lo esperado y 2º, cómo se mantenían en altas frecuencias si en sus descendencias aparecían elevadas proporciones de homocigotos.

Fue una época apasionante aquella de buscar esas respuestas, y otras que fueron surgiendo. También aparecieron nuevos conceptos de selección natural, y se observaron diversos tipos suyos: selección estacional, selección dependiente de frecuencias, selección disruptiva, etc. etc. 

Seguimos en eso, pero he querido relatar, mediante este ejemplo, vivido por mí y recordado con cariño por corresponder a una época fecunda de mi trabajo, cómo la ciencia avanza desechando conceptos obsoletos y buscando respuestas a las constantes preguntas tipo ¿cómo? ¿por qué? Y similares. 

En muchas ocasiones los mismos errores suelen ser muy fecundos en información científica. Su última contribución a la ciencia es mostrar su falsedad. Y, recuerdo, las preguntas han de estar bien formuladas y en sus momentos adecuados.




jueves, 26 de enero de 2017

Flores tempranas

Reflexiono sobre algunos temas relacionados con el inicio de la primavera y falsas creencias populares. Ya la mitología intentó explicar estos ciclos hablándonos de Démeter y su hija Perséfone. La explicación de los cambios estacionales siempre han sido un reto.
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Los camelios ya están en flor en mi calle santiaguesa. Camelias rojas y blancas le dan alegría a mi calle. Aún son pocas las flores que luce cada árbol, pero ya están ahí, preludiando la explosión de flores que habrá más o menos pasado mes y medio.






LUJO EN LAS CALLES DE GALICIA

También, viniendo de Lugo a Santiago hay muchas mimosas arracimadas en el monte con sus flores amarillas llenando el paisaje de color (El ser una especie invasora no le resta belleza a este árbol con hermoso aspecto cuando está florido).

INVASORA PERO BONITA Y 
CON FLORES  OLOROSAS
Si miramos atentamente los árboles frutales, manzanos, perales y ciruelos entre otros, nos encontramos con similar sorpresa, ya lucen sus flores.

En bordes de caminos, sabiendo verlas, encontramos prímulas también abriendo sus capullos.

¿Se han adelantado en su floración estas plantas, con el frío que hace? Puede que sí, no discuto que sean indicios de primavera. Pero antes quiero hacer una indicación, que a nadie le han dicho en sus estudios y que, por tanto, a nadie le tenemos que pedir que sepa y que utilice dicho conocimiento para enjuiciar nada.

DESAPERCIBIDAS POR HUMILDES

Al contrario de lo que ocurre a animales, los vegetales no necesitan tanto del calor. En animales es preciso incubar para que los embriones se desarrollen en el interior de los huevos. En vegetales es la luz el factor que determina el pase de una fase a otra dentro de su desarrollo biológico. No sé de qué modo, pero los vegetales son capaces de captar las fases diarias de luz y obscuridad, lo que llamamos fotoperíodo y, según sus duraciones relativas, entran en la vida vegetativa del invierno o bien despiertan tras el letargo y comienza el tiempo de la floración en esta época en que estamos. 

ABIERTAS AL POLEN QUE TRAIGA EL AIRE

No todas las plantas entran ahora en la floración, tampoco es eso, pero la temporada ha comenzado. 

Todo es hermosamente complicado. Ahora abren las flores que, a fin del verano, nos darán frutos cuyo desarrollo, maduración incluida, es largo. En otoño serán una oferta maravillosa y atractiva, pero antes han de pasar por muchas fases, como polinización, formación del fruto (ovario fecundado y maduro), de la semilla (óvulo fecundado y maduro) y la maduración de la pulpa carnosa del fruto, que se realizará en los dias calurosos de agosto. Todo requiere su tiempo.

He dicho polinización, pero ahora no hay insectos. No los hay. Ellos nacen de huevos y para eclosionar necesitan un calor del que aún no se dispone. Por eso la selección natural favoreció las flores amplias, abiertas, con los órganos reproductores desprotegidos. De este modo, es el aire el encargado de transportar el polen, de recogerlo de unas flores y llevarlo a otras, realizándose de este modo la preceptiva polinización.

Y ahora yo me pregunto, ¿tal vez es un poco temprana la floración este año? Y creo que sí, que las flores, incluso las más tempraneras, se han adelantado a su propio calendario. La causa, a mi entender, es esta sequía que estamos padeciendo. Más bien, esta falta de lluvias causada por esta falta de nubes. Ese es la causa, a mi entender. La falta de nubes pues, al estar, forman como una cortina más o menos densa sobre nosotros, que hace que nos llegue más o menos luz, según los casos. Como en este año no existe tal cortina, nos llega toda la luz producida por el sol y con su fotoperíodo no alterado por la presencia de los filtros que podrían representar la presencia de nubes sobre nosotros. En tal caso, estarían actuando como si los días fuesen más largos, con mayor cantidad de luz. Es decir, los correspondientes a épocas más adelantadas en el calendario, pero en temporada normal de lluvias.

Una cosa es clara, el perfecto engranaje de los elementos que entran en juego en esta, digamos, escena, de entrada del buen tiempo. Me dicen que cerca de Lugo ya “se ven” cigüeñas, y tampoco me extraña. Ya lo dice el refrán, “por san Blas, la cigüeña verás”. Si, el ritmo sigue y estamos metidos en él. Ahora será una gloria ir describiendo cómo la Naturaleza despierta, si acaso estuvo dormida alguna vez.

Como biólogo que soy y me siento, es éste uno de los momentos del año en que me gusta echarme al monte a ver que todo sigue como siempre. No hay sorpresas, en grandes líneas: las flores que salen en los frutales y demás árboles polinizados por el viento. Yemas que se “mueven” en ramas, capullos que se abultan para reventar en sus correspondientes flores. Todo así, como siempre. A veces pienso en los encajes maravillosos de la selección natural favoreciendo únicamente a aquellas especies que por sus respectivas necesidades, encajaban sus ciclos en los de otras. Como un gigantesco puzzle, sin programarlo, solamente actuando el azar, hemos llegado a esta situación que vemos hoy. Todos dependemos de todos, por eso hablo de puzzle.

Hace pocos días una persona, alguien con mas buena intención que luces, decía en uno de estos medios de comunicación que tenemos, que si las bacterias son tan malas, lo mejor sería eliminarlas. El hecho de que haya bacterias patógenas, que las hay, no quiere decir que “las bacterias” sean malas. Gracias a ellas entra el nitrógeno atmosférico en el mundo de los seres vivos. Baste con decir eso.

A veces, muchas, me duele el desconocimiento que existe sobre biología en personas bienintencionadas. Ni los árboles florecen antes de tiempo, no hay que destruir las bacterias, ni los animales tienen costumbres asesinas.

Siento profundamente la falta de unos buenos planes de estudio para nuestros estudiantes. Primero, definir lo que creemos que deben saber y, utilizando el plan de estudio como herramienta para lograrlo, ponerlo en práctica por parte de técnicos cualificados.

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viernes, 11 de noviembre de 2016

Darwin reflexiona sobre la belleza

En El Origen de las especies, Darwin plantea una hipótesis acerca de la base universal del concepto de belleza. Aunque hoy aún no estamos en condiciones de comprobarla, no deja de ser atractiva debido a los datos que aporta.
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En el capítulo VI de El Origen de las Especies, Dificultades de la teoría, Darwin repasa de modo pormenorizado un montón de detalles del reino de los seres vivos, que podrían representar dificultades reales para su teoría de la selección natural. Presenta datos morfológicos concretos y creencias generales que se fueron transmitiendo a lo largo del tiempo, sin que nadie se hubiese molestado en cuestionar. Una de ellas era la creencia de que el Creador había generado seres hermosos para el disfrute de los humanos. 


CAPSULA DE DIATOMEA


A Darwin esta suposición le debió de parecer infantil, pero tuvo que tratarla con sumo respeto, pues eran muchos quienes así pensaban y no era cuestión de generar ofensas gratuitas entre sus lectores. Bastó con datar a los humanos y a los fósiles, para que el lector honesto comprendiese que no era posible haber generado tanta belleza y dejar pasar millones de años antes de que llegasen al mundo sus posibles admiradores, los humanos. Por citar un caso, tendría que pasar esa cantidad de años antes de que se pudiese disfrutar de la belleza de los caparazones de las diatomeas, sólo visible al microscopio. En muchos de estos casos, la belleza parece asociada por completo a simetría en pautas de crecimiento. Siempre nos ha gustado lo simétrico.


 LO VEMOS HERMOSO


Darwin, aunque desconocía los mecanismos de la herencia, sabía que tales caracteres eran hereditarios y que en esa transmisión influían factores ambientales. El cómo ocurría le resultaba desconocido. Además, el concepto de belleza resultaba cambiante según la cultura. Nos basta comprobar cómo son sus patrones en diferentes tribus o épocas. Las mujeres hermosas pintadas por Rubens no lo serían en la actualidad.


BONITAS PARA TODOS


Entre las producciones naturales, las flores se consideran las más hermosas. Y es posible que la selección natural las haya dotado de colores llamativos, a la vez que de formas singulares, con el fin de destacar entre el fondo verde vegetal en el que están situadas. Su función, en primer lugar, es atraer la atención de los insectos. Darwin llega a esta conclusión porque, dice, las flores polinizadas por el viento no son llamativas, incluso carecen de coloración especial, les es suficiente con presentar los órganos reproductores al alcance del viento. Únicamente cuando dependen de insectos para ser polinizadas, es cuando desarrollan forma, color y olor apropiados para atraerlos. Si no hubiese insectos, es posible que las plantas tuviesen pobres flores como hoy vemos en abetos, pinos, castaños, robles o en las gramíneas (ahora se llaman poáceas), ortigas, acederas y otras, todas ellas fecundados por el viento.


Lo mismo podemos decir de los frutos. Para todos, una fresa o una cereza maduras son tan agradables a la vista como al paladar, y el color rojo del fruto del acebo es hermoso, pero este color sólo sirve de guía para aves y mamíferos de modo que el fruto sea devorado por ellos y sus semillas diseminadas en los excrementos. Esto es siempre así cuando las semillas están encerradas por una envuelta sabrosa y pulposa, rica en nutrientes y con una cubierta de color llamativo.


SABROSAS Y DE HERMOSO COLOR


Darwin, en el mencionado capítulo VI de su obra, El Origen de las especies, hace notar cómo gran cantidad de animales machos entre aves, peces, reptiles y mamíferos, así como entre mariposas, poseen colores hermosos. Es posible que se hayan vuelto bellos por un deseo innato de esos grupos por serlo, pero él cree que es efecto de selección sexual, pues los machos más hermosos son preferidos por las hembras a lo largo de las generaciones y, de este modo, sus caracteres son transmitidos a la descendencia. Son sus hembras quienes los han seleccionado bellos y no el deleite del hombre. Lo mismo puede decirse del canto armonioso de las aves o el color de las mariposas.

¿Podríamos decir, a partir de estos datos, que por el reino animal se extiende una predilección casi igual hacia los colores hermosos, los sabores agradables y los sonidos armoniosos? La tentación está ahí, pero no puede quedar más que en hipótesis, pues no disponemos de mecanismo científico para comprobarlo ni, tampoco, contamos con definiciones de belleza, armonía y sabor agradable que convenza a todos. 

RASGOS ATRACTIVOS

Es una cuestión muy extraña cómo el sentimiento de belleza en su forma más simple (el sentir una clase peculiar de placer por ciertos colores, formas o sonidos), se desarrolló por vez primera en la mente del hombre y otros animales superiores. La misma dificultad se nos presenta si preguntamos cómo es que ciertos olores y sabores dan gusto y otros desagradan.

Darwin, prudente, termina indicando que no sabemos por qué ciertos colores, sonidos y formas dan gusto al hombre y a otros animales -es decir, cómo fue adquirido por vez primera el sentido de la belleza en su forma más sencilla- como tampoco sabemos por qué ciertos olores y sabores se hicieron por vez primera agradables.

HERMOSA

Todo esto, para mí, no deja de ser apasionante. Un reto a nuestra capacidad de estudio y de diseñar experimentos que vayan aportando luz a hechos que todos admitimos como reales. En el fondo, es lo de siempre. Sabemos muy poco y nos queda mucho por conocer, aunque queremos interpretarlo todo.

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viernes, 28 de octubre de 2016

Estas flores no huelen

En la actualidad se venden flores con muchas características encomiables pero, a veces, carecen de otras que les acompañaron siempre, como el olor. Esto es consecuencia de prácticas de selección artificial.
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Como biólogo, veo las flores como lo que son, los órganos reproductores de un amplio grupo de plantas. Muchas cosas que se dicen de ellas las veo como poesía, a veces cursi y relamida. Las flores se han tomado como ejemplo de virtudes, como la violeta de la humildad o la azucena de la pureza. Las margaritas se han utilizado para respondernos dudas (me quiere, no me quiere), han sido objeto de ofrenda y mil cosas más. En muchas ocasiones han sido símbolo de derroche, y lo siguen siendo.


HERMOSAS, PERO SIN OLOR
Entre otras características, las flores se diferencian unas de otras por su color, olor, morfología y tamaño. Cuando digo morfología pienso en el número de envueltas florales, así como en los tamaños y formas de pétalos y sépalos. Todo eso tiene mucho que ver con la selección natural. Cuando es el viento el que las poliniza, las corolas suelen ser abiertas, con los estambres y estigmas al aire. Pero cuando los insectos son los encargados de esta función, entonces, todo puede estar más regulado y ser mas estricto. Los insectos han de reconocer las flores (“sus” flores), que no pueden variar en características morfológicas. Cualquier variación que presenten, por pequeña que sea, las puede volver irreconocibles para sus polinizadores, que no las fecundarán. En ese caso, tal variación no se transmite a la descendencia y todo queda en nada. La selección natural es así de estricta.

Otra cosa es la selección artificial, cuando es el horticultor quien selecciona y decide qué características proteger y afianzar en sus productos dedicados a la venta, no a la reproducción.

EN ESTA CASA CORDOBESA, DISFRUTAN
DE UN AGRADABLE OLOR A PETUNIAS
Rosas, claveles, orquídeas y crisantemos, entre otras flores, son sujeto de fuerte selección por parte de jardineros, pero no son las únicas especies vegetales sometidas a esta práctica. Se seleccionan por color, olor, morfología de la flor, porte de la planta, etc. Incluso se seleccionan por época de floración. P. ej., los crisantemos han de estar en las tiendas, como muy tarde, el 25 de octubre. Las razas que florezcan más tarde, pierden su valor comercial.


CRISANTEMOS. ANTES DEL FIN DE OCTUBRE,
HAN DE ESTAR EN LAS TIENDAS


Las razas seleccionadas de modo artificial se reproducen de modo también artificial, mediante esquejes o injertos. Poco importa que las plantas seleccionadas para un carácter pierdan algún otro que hubiese sido importante para su vida silvestre, pues ahora llevan vida de invernadero y ese carácter perdido ya no le hace falta para su supervivencia.

Mediante selección artificial se han conseguido flores espectaculares, biológicamente monstruosas, pero maravillosas desde la óptica de la hermosura: flores con todo tipo de colores, desde blanco al rojo intenso, y con floraciones a lo largo de todo el año. La selección natural ha de tener muy compensadas estas características, no permitiendo en ninguna de ellas variaciones que modifiquen su capacidad funcional. No obstante, en selección artificial, se puede modificar toda característica que el horticultor pueda compensar con su actuación.


POR SUERTE, OLÍA

Al comenzar una labor de selección, siempre larga,  ya se tiene determinado el carácter que hay que seleccionar en cada cepa. El carácter seleccionado ha de ser de expresión variable y hereditario, es decir, ha de estar regulado por genes. En cada generación, se utilizará como cepa progenitora de la siguiente a las plantas que muestren ese carácter de modo más acusado, desechando a las restantes. De este modo, se irá consiguiendo reunir en una sola cepa a los genes que inciden de manera más intensa en el carácter diseñado desde el principio del trabajo: flores de tal color, olor, época de floración, número de frutos o lo que sea. Pero en esta labor de selección, no se tendrá en cuenta el resto de caracteres que puedan presentar las plantas.

Por ejemplo, supongamos que disponemos de tres invernaderos numerados (1), (2) y (3). Los tenemos aislados entre ellos. En un invernadero (1), se puede seleccionar para un tipo de color. En otro (2), para floración duradera y en otro (3) para olor. En las plantas favorecidas por el tono de color en (1), no importa que huelan o dejen de oler, ni que sus flores duren más o menos tiempo. Algo similar ocurre con las plantas favorecidas en los invernaderos (2) y (3). En las seleccionadas en (2), poco importará el color o el olor, y en las seleccionadas en (3) sólo importará el olor porque, tal vez, estén destinados a una fábrica de productos de perfumería.

Siempre me ha gustado el olor de las flores naturales. Me gusta el tenue de las violetas o de las petunias. Con las rosas me aburre el manido tópico de la belleza acompañada del dolor de las espinas, pero su olor también me gusta. Encuentro violento el de los claveles, lleno de evocaciones para mí. Califico como entrañable y lleno de evocaciones el de los crisantemos, aunque no conozco a nadie a quien también le guste este olor. Pero sí, en la naturaleza cada flor tiene su olor para hacerse reconocer por su polinizador natural desde bastante distancia.

Ocurre que en las flores de floristería se venden o se compran productos de invernadero, seleccionados por múltiples características. Tal vez son muy grandes, o longevas, o lucen un color especial. No lo sé, hay para todos los gustos.

Pero es posible que muchas de ellas hayan perdido su olor, porque los seleccionadores no lo tuvieron en cuenta a la hora de hacer las cepas.


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