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viernes, 14 de noviembre de 2014

VISITANDO EL CEMENTERIO

PADORNELO. PORTO DO POIO.
RURAL. OVALADO. 
Noviembre va pasando inexorable. Pienso que lo de inexorable es un adjetivo que aplico a adversidades, pues nunca, por ejemplo, lo digo acerca del modo de llegar la primavera y sus colores. Pero sí, medio noviembre ya va fuera.

Como todos los años, he ido al cementerio. Creo que a partir de mis escritos, es posible ver mi actitud ante el hecho de que nuestra vida sea efímera, pasajera. No somos eternos y lo sabemos desde siempre. Un maestro mío, después gran amigo, me dijo en una ocasión que “la vida es corta, pero puede ser muy fecunda”. Le asistía toda la razón, pero creo que no muchos disponen de la visión tranquila que él tenía acerca de nuestra cortedad en esta historia que compartimos todos.
A veces, me gusta recordar la cantidad de creación artística, que ha generado la idea de que somos mortales. Desde los relatos de quienes vendían su alma al diablo (¿para qué querría Satanás un alma por la Tierra?), hasta los miedos de quienes se enfrentan a dicho trance. En los años cincuenta un escritor francés, Bernanos
CALDE: ARMONIA RURAL. IGLESIA. HUERTA.
CASA. CEMENTERIO.
TABLÓN DE ANUNCIOS.
, escribió “Diálogos de Carmelitas”, que tuve la suerte de ver en Barcelona, interpretando a la protagonista nuestra gran Berta Riaza. El miedo, el miedo, siempre el miedo a morir. Un miedo que ha sido muy fecundo en el arte.
Cuando yo era niño, me querían asustar con historias de muertos aparecidos y una de ellas, muy truculenta, nos hablaba de una niña, María Dula, a quien el muerto venía de noche, a reclamar los hígados que le había quitado. La verdad es que aquellos cuentos me horrorizaban, pero me gustaban tanto, o más, mientras me revolvía en mi sillita. (Aquella sillita de enea, que un año me habían traído los Reyes).
He ido al cementerio como me gusta ir, solo. Dejando la mente vagar cuando paseo entre mármoles y cipreses. Pompas fúnebres, se llamaban antes estas industrias, y creo que estaban así llamadas con mucho acierto. Hasta hace bien poco, los cementerios eran los últimos reductos en los que los escultores locales podían mostrar sus habilidades, y lo hicieron. Hoy las tumbas son de catálogo y se acabó la belleza funeraria que hubo en estos recintos hasta mediados del siglo pasado.
Hoy no hay más que líneas pretendidamente sobrias, en todo caso reina un neogótico incalificable acompañando a veces a un neoclásico que, también, es mejor no calificar.
BASTAVALES. SANTIAGO
Nuestro cementerios rurales tuvieron, y conservan en muchos casos, el encanto de lo natural, lo asumido y, por tanto, estaban casi en el centro de las aldeas, rodeando a la iglesia junto con el campo de la feria en el que, también, se celebraban las verbenas. Todo en armónica compañía. Hoy los recelos y miedos también se han instalado en las zonas rurales y se prefiere que los cementerios de nueva planta se sitúen alejados de las poblaciones. Los tiempos cambian, claro.
No obstante, algo de aquella costumbre queda en nuestro subconsciente, de modo que cuando se clausuró en Santiago el Cementerio de Bonaval, en vez de desmantelarlo, se transformó en un romántico parque, que resulta muy concurrido y es causa de asombro entre los foráneos que lo visitan. Allí, entre céspedes y paseos, permanecen, vacías, las tumbas adosadas a las paredes, de quienes nos precedieron en esta vida.

 
ATARDECER EN VILLESTRO

viernes, 7 de noviembre de 2014

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: DE NUEVO EN EL SAR

LA BALANZA DEL ROMANICO
ÁBSIDE DEL SAR
 En días de orballo me gusta ir al Sar. Es decir, a la Colegiata del Sar, pero en Compostela abreviamos su nombre de ese modo, el Sar. Me gusta en días de lluvia sosegada, pues se impregna de un aire melancólico que le viene muy bien. No digo, faltaría más, que en días soleados esté fea, o parezca altiva, incluso distante. Nada de eso, siempre inspira un gran sosiego e infunde una gran serenidad en mi ánimo. Pero si mi visita está aderezada con la lluvia mansa del orballo y su silencio, todo cuanto veo y siento invita a un gran recogimiento y a una visita, también, a mi interior. No sé si me explico.

Hablaré agora del ábside y el claustro, pues de las naves ya he escrito aquí hace poco tiempo. Aunque se nos dice que el conjunto data del siglo XII, me parece que se pueden hacer apreciaciones. Yo creo que el ábside es anterior al claustro. Lo digo basándome en la ornamentación. En aquel aparecen imágenes propias del románico, como son los ángeles con la balanza con que pesar nuestras obras, dentro del más puro espíritu románico inspirado en el Apocalipsis y las postrimerías.
En el claustro, no obstante, ese espíritu deseoso de amedrentar parece haber desaparecido, por eso creo que su construcción es posterior. Los capiteles ya no muestran diablos ni escenas infernales. Ahora son vegetales los que los adornan. Vegetales imaginarios que crean un mundo fantasioso en quienes los miran con ojos avisados. Vegetales hechos piedra como en el claustro del actual museo de Lugo o en las naves del Monasterio de Carboeiro. El gótico ya está aquí y Cristo ya no es el Juez representado en el Pórtico de la Gloria. Ahora es el hombre que aparece en el vientre de su madre en las múltiples anunciaciones
ORNAMENTACIÓN VEGETAL
que adornan numerosos tímpanos de nuestros templos. Y los capiteles se llenan de la belleza vegetal que siempre debieron tener.
El claustro del Sar tiene la virtud de conferir una gran intimidad. En el silencio generado por el orballo, define una atmósfera acogedora como pocas en Santiago, y eso que del claustro original sólo queda un ala. Es el único en su estilo que hay en Compostela.
A veces pienso que, cuando se construyó, tal vez había terminado la época de riqueza en la Colegiata. Tal vez por eso en él no hay bóvedas de ningún tipo, solo un rústico techo de madera que se apoya en ménsulas que sobresalen del mismo muro del claustro, por eso creo que ya fue construido de ese modo.
EL ALA QUE QUEDA. TECHO DE MADERA
SUSTENTADO EN MÉNSULAS DE LA
ESTRUCTURA
Atribuido al Maestro Mateo, nunca he visto un espacio tan capaz de transmitir tanto sentimiento. Para mí, solo ese lienzo de un claustro que, completo, debió ser maravilloso, sirve para hacer de él uno de los lugares indispensables cuando hablamos de conocer Compostela.

También me he preguntado en más de una ocasión qué variables utilizarían los maestros constructores de entonces para hacer unos interiores tan acogedores como hicieron. Hoy nos lo siguen pareciendo. Dimensiones, techos, puntos de luz, sonoridad, todo ello conjuntado para regalarnos una sensación que para nada ha cambiado a lo largo de todos estos siglos.

martes, 16 de septiembre de 2014

EN COMPOSTELA LLOVÍA


SEÑORIAL, LEJANA
Y PRÓXIMA
Hace unos días, he tenido que venir a Santiago  desde Lugo y, aunque allí hacía bueno, en Compostela llovía. Tampoco son tan raros esos cambios climáticos en tan cortas distancias, como para comentarlas aquí. Los turistas, visitantes y peregrinos andaban desorientados, como si nadie les hubiese prevenido de esa adversa posibilidad. Tampoco era una lluvia intensa, más bien un orballo manso, como son los orballos, lo que caía. La torre del reloj de la catedral aparecía difuminada y, como siempre en tales casos, se veía señorial, lejana y próxima, como algo muy nuestro. Al día siguiente ya no llovía.

Para la gente de ciudad, esto de la lluvia suele presentarse como una contrariedad incompatible con la idea de buen tiempo. Se puede decir que “hace buen tiempo, pero frío” lo cual indica que la baja temperatura no es contraria a nuestra idea de buen tiempo.
SIGUIENDO SU CAMINO
También que “hace bueno, pero con viento” y dejamos ver que el viento no tiene nada que ver con nuestra idea acerca del mal tiempo. Nunca he oído decir que “hace buen tiempo, pero llueve”, ni “hace bueno, no obstante nieva” o “está bueno, aunque graniza”. Parece como si lo malo, en estos casos, es que nos caiga agua del modo que sea, líquida o sólida. O que permanezca en el ambiente en forma gaseosa, como niebla. Por algo decimos que nunca llueve a gusto de todos.
Siempre hubo períodos de intensas lluvias y otros de sequía, a las que se llegó a calificar de pertinaces. Para ambos casos la solución venía del cielo. Y no hablo de las nubes, que también, sino de la corte celestial y sus santos.
BUSCANDO COBIJO EN MI CASA
Siempre se contó con imágenes sagradas que eran sacadas en procesión, para que lloviese o dejase de llover. Los Cristos de las Aguas y las Vírgenes de las Aguas tienen tales advocaciones con esa causa. Era salir ellos a la calle, y ya llovía. Adios sequía, o tal era la fama que ha llegado hasta nosotros. Por toda la España seca, fue útil y piadosa costumbre el hacer rogativas cuando la sequía alcanzaba el grado de pertinaz. Aún hoy es posible escuchar que en tal sitio se van a hacer rogativas.
AL DÍA SIGUIENTE, YA NO
LLOVÍA
Y de temporales de lluvias ¿se sabe algo? Sí, claro que se sabe. Aparte del tranquilizador refrán de que “nunca llovió que no escampase”, que suponemos basado en la experiencia, hay otros santos que favorecen que escampe tras largas temporadas de lluvias. 
Un buen amigo mío estudió los archivos parroquiales compostelanos desde el siglo XVII hasta hoy, y entre otras cosas, encontró encargos de novenarios de misas para que lloviese y también para que dejase de llover. Si se pedía que lloviese sería por estar sufriendo una intensa sequía. Y del mismo modo, sólo después de larga temporada de lluvias, se pediría un respiro con el mismo medio, el novenario.
Aunque ahora sabemos que las lluvias las traen los frentes asociados a borrascas, como dicen las teles, podemos pensar que los santos tendrán capacidad de decisión en la formación de tales frentes o asociaciones por aquellas alturas.
No obstante, me falta un refrán relativo a lluvias y sequías. Si se nos recuerda, animándonos, que nunca llovió que no escampase, podríamos tener alguno, incluso con un tanto de sorna, que nos viniese a decir que todas las sequías terminan mojadas.



sábado, 16 de agosto de 2014

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. AL PIE DEL BOTAFUMEIRO

Ya en el Códice Calixtino se habla del botafumeiro. Entonces, se utilizaba fundamentalmente para disimular los malos olores que se generaban con tanto peregrino que, incluso, llegaban a dormir en el
ME GUSTA VERLO DESDE ESTE SITIO
triforio. Hoy, su utilización se mantiene aunque con motivos diferentes y, actualmente, es un rito más de la recepción de peregrinos, que muchos toman como reclamo turístico. (Algunos lo copian en iglesias no muy lejanas).

Al final de su recorrido, cuando el Botafumeiro lleva como unos doce o trece períodos completos, siempre me parece como que se desvía un poco. No sé si es impresión mía, pero muchas veces se desvía levemente en la misma dirección, en la contraria a la de las agujas del reloj.
Como sabemos todos, el botafumeiro es un gran incensario que mide un metro y medio de altura y pesa, vacío, 53 kilos. El peso final, depende del carbón y el incienso que le metan, pero no es despreciable. Se ata con una maroma, siendo de poliéster la actual, que mide 55 centímetros de diámetro y 63 metros de largo. Pesa cerca de 100 kilos y se renueva con bastante frecuencia. 
PARECE QUE SE HA DESVIADO
Al moverse, en total unos 17 ciclos de vaivén, el Botafumeiro llega a alcanzar una velocidad cercana a los 70km/h. Puede formar un ángulo de más de 80º con la vertical y describe un arco de unos 65 metros de amplitud.
Se llaman tiraboleiros a los hombres que se encargan de moverlo. Vestidos con túnica corta y esclavina de color granate, son quienes, en número de ocho, lo impulsan mediante cabos sujetos a la maroma. Esos impulsos se dan en momentos apropiados siguiendo las indicaciones del llamado tiraboleiro mayor, que también es quien de la el impulso inicial y, al final, lo detiene. 
Cuando recorre la nave transversal, a esa alta velocidad y con su gran masa, adquiere una energía tremenda, que la notamos por el tiempo en que tarda en irse deteniendo antes de que el tiraboleiro mayor lo coja y pare, haciendo un gran esfuerzo visible. 
LOS TIRABOLEIROS,
PREPARADOS
Precisamente, es al final del ciclo cuando parece que se ha desviado. Desde el punto de vista físico, el Botafumeiro se comporta como un péndulo. Un amigo mío que sabe muchas cosas que no interesan a nadie, me dijo que, al oscilar, el Botafumeiro reúne las condiciones para comportarse como un gigantesco péndulo de Foucault. Eso explicaría su aparente desviación, siempre en el mismo sentido. Pero en el Hemisferio Norte, el péndulo de Foucoult se desvía en el sentido de las agujas del reloj. El Botafumeiro lo hace en el otro sentido. Es decir, que no es eso. Creo que la desviación, que a veces existe, se debe, simplemente, a que con el impulso inicial que se da al gran incensario, éste sale algo desviado. Luego, al ampliar los recorridos, se notan los efectos de la desviación. Pero creo que de Foucoult, nada.
De lo que sí, y mucho, es de emoción. Al terminar su vuelo sobre los peregrinos, estos aplauden con entusiasmo, si bien a los curas del templo no les gusta y riñen a través de los micrófonos por hacerlo. Qué sabrán ellos…
VOLANDO
Con ese aplauso se da rienda suelta a muchos sentimientos acumulados a lo largo del Camino, y que ahora se dejan salir, condensados es esa explosión de sana alegría: emoción, cansancio, ilusión y entrega a un deseo finalmente alcanzado, conseguido. Costoso deseo realizado. El vuelo del incensario gigante es como el exponente de lo realizado y el punto final del Camino. 
EN REPOSO
Ya son recuerdo Astorga, León, O Cebreiro, Liñares y su desolado paisaje, Triacastela, la sed que atormentó al salir de Samos… todo eso ha sido superado, ya sólo vive en el recuerdo… Incluso la entrada en Compostela, hace un rato, ya es historia. El vuelo del Botafumeiro ha cerrado el Camino para cada uno.
Después del aplauso, y con las riñas reiteradas de los del templo, comienza un momento triste para cada uno, pues es hora de las despedidas y admitir que se ha terminado una hermosa etapa. Allí, al pie del Apóstol, aún con el olor del incienso, los peregrinos sienten que regresan a sus vidas. Hay que despedirse, irse.
El Camino, ¡ay!, empieza a ser recuerdo.

viernes, 8 de agosto de 2014

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: COLEGIATA DEL SAR, LA ALTIVA REDIMIDA

Visitar la Colegiata del Sar, en las afueras de Santiago de
UN TEJADO EN VEZ DE TRES
Compostela, me produce una cierta desazón. No encuentro en su interior la serenidad y el sosiego que cabe esperar (es mi opinión) en un templo románico del sigo XII. Otros lugares de la misma época definen un espacio acogedor e íntimo. En éste no es el caso, y no sé la causa.

Fue fundado por canónigos de la Orden de San Agustín en el primer tercio del siglo XII, cuando aun vivía Gelmírez, y es posible que la construcción del templo quisiese ser una muestra del (supuesto) poderío de los canónigos. Tal vez una réplica al poderoso arzobispo, que les había prohibido entrar en la Catedral a caballo y cosas similares. Las crónicas nos hablan de enfrentamientos por temas de poder, algo que sigue siendo de plena actualidad.
PROPORCIONES PARA ASOMBRAR
Me quiero imaginar a los canónigos, ricos en demasía, patanes y con la arrogancia que presta el dinero a quienes no lo saben usar, mandando hacer un templo que asombrase a todos.
Las técnicas románicas para iglesias de planta basilical, con bóveda central de medio cañón, aconsejaban construir otras laterales, más bajas que la central, de modo que ésta descargase su empuje a través de ellas. Incluso en el exterior se notaba esta estructura con una cubierta, correspondiente a la nave central, y dos pequeños tejados, que correspondían a las naves laterales. Este juego de tres tejados corrían a lo largo del templo, desde la fachada hasta el ábside.
Los canónigos, que tal vez de esto no tenían idea, quisieron un
EN EL CENTRO, AÑADIDO A LA BOVEDA
PARA CERRARLA DE NUEVO
templo de tres naves con, casi, la misma altura. Incluso con un solo tejado cobijando las tres naves: principal y laterales. La cosa no funcionaría y así se lo dirían los constructores, sabios en su oficio como nos lo muestran las múltiples obras que nos dejaron, aún perfectas, y coetáneas con la iglesia de la que hablo ahora. Porque, además, el edificio en cuestión se construiría en terrenos sedimentarios, sin mucha cimentación. Mal principio.
Quiero creer que se lo advirtieron de todos los modos posibles a los canónigos, pero que éstos no se dejaron convencer. “Quien paga, manda” ya era regla de oro aplicable a los trabajadores, y el templo fue para arriba castigado a venirse abajo.
ARCOS VENCIDOS
EN UNA NAVE LATERAL
Los peores augurios se cumplieron. La bóveda empujó como tenía que ser, pero no había estructuras que derivasen ese empuje, como sería de esperar en un edificio bien hecho, y todo comenzó a deshacerse. Las hileras de columnas se abrieron y parte del techo se vino abajo. En los siglos XVII y XVIII se detuvo el deterioro, adosándole al templo unos gigantescos arbotantes y poniendo cuñas de piedra en las partes de la nave central que se habían caído. No sé si lañaron las piedras en su parte no visible, todo es posible.
Para mí, esos arreglos le confieren ahora al Sar una belleza singular, tal vez la elegancia de, por fin, haber asumido su impertinente arrogancia, pagando de este modo el no haberse dejado aconsejar por quienes sabían cómo hacer los trabajos. Ahora, por fin, ha atendido a los técnicos y se ha dejado restaurar.
CONTRAFUERTES SALVADORES
Al lado de tanta cosa extraña, en el claustro encontramos un reducto de intimidad, esa serenidad que tan bien definen las normas románicas cuando están sabiamente utilizadas. Está atribuido al Maestro Mateo, o a su escuela.
Pero del claustro y de las cabeceras del templo, hablaré en otra ocasión. Prefiero dejar aquí mi idea de la impertinencia redimida al asumir la presunción y sus consecuencias, como muchas personas que se hacen grandes al reconocer sus errores y actuar en consecuencia.

EL CLAUSTRO MERECE MENCIÓN APARTE



sábado, 19 de julio de 2014

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: PERSISTENCIA DE SIMBOLOS

PELEGRIN
Fue en l985 cuando la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad a la ciudad de Santiago de Compostela. Pocos años más tarde, el Camino recibió un honor similar. Con estos reconocimientos internacionales al entorno del Apóstol, se esperaba un fuerte incremento de peregrinos, que en los últimos años habían caído hasta cifras paupérrimas. Por ejemplo, según datos de la misma Catedral de Santiago, en 1977 habían sido 31 los llegados, mientras que en 1973 lo hicieron 38.
Esos datos no los creo, pues recuerdo más gente en aquellos años. Tal vez se refieran a quienes iban a la Oficina del Peregrino a dar su nombre y retirar su correspondiente Compostelana, pero como aún no estaban oficializadas tales costumbres, la gente venía, rezaba, ganaba el jubileo y se iba tan contenta, sin preocuparse de pasar a formar parte de ninguna estadística.
COMPOSTELANA
De todos modos, era preciso arreglar muchas cosas, tenerlas dispuestas para recibir a los muchos peregrinos que se esperaban y que, después, no defraudaron en cuanto a su número. Convenía preparar albergues, caminos, estructuras logísticas, señalar sendas y, en general, había que actualizar todo. Se consiguió que se implicasen en el proyecto las Comunidades Autónomas por las que pasaba el Camino y de eso se encargó el gobierno autónomo. Creo que se realizó una buena labor.
Lo primero que se hizo fue buscar un nombre adecuado para el Año Santo. Se quería que volviesen a caminar los mismos tipos de gente que ya lo habían hecho siglos atrás, personas que venían con muy diversos intereses: religiosos, espirituales, deportivos, culturales, económicos e, incluso, indefinibles. Se buscó al peregrino de hoy con similar perfil humano al que había tenido a lo largo de los siglos anteriores. Al Año Santo se le llamó Año Xacobeo, Xacobeo para los amigos. Se prescindió del calificativo “Santo”, tal vez huyendo de un posible rechazo por parte de quienes no tienen la religión como norma. Si a la Iglesia, que fue quien custodió el Año Santo durante siglos, no le pareció mal esta desacralización, no voy a ser yo quien diga algo disonante. Es más fácil aglutinar a gente diversa al reclamo de un año Xacobeo, que de uno que sea Santo, eso es cierto.
LOGOTIPO DEL 93
UN AFORTUNADO ACIERTO
Otra cosa era el logotipo, pues tal vez estuviese bien dejar de lado la “eterna” vieira. Imágenes antiguas presentaban a peregrinos, que eran distinguibles por su vieira en zurrones, sombreros u otras prendas personales. Ahora tal vez conviniese algo más acorde con los tiempos. Más nuevo o actual.
Se escogió el llamado Pelegrín, un dibujo simpático que pronto llenó todos cuantos lugares promocionales pudiese haber, pero hubo quienes hablaron de haber frivolizado el Xacobeo. Tras una intensa crítica, el Pelegrín fue decayendo en presencia.
Llegó el Año 1993, que era Santo aunque se llamase Xacobeo. Se esperaban peregrinos y se hizo un logotipo acertado, jugando con el 93, el bordón y la calabaza. Pero era un logotipo efímero, pues al años siguiente ya estaba obsoleto.
INSUBSTITUIBLE
Después de mucho revolver posibilidades, se llegó al logotipo que conocemos, una vieira estilizada en la que sólo se han dibujado varias líneas convergentes en un centro. Como las crestas de una concha, que queda perfectamente definida. De color amarillo, esa señal vuelve a ser el símbolo del camino, junto con la flecha, también de color amarillo, incorporada por D. Elías Valiño y sus infatigables actuaciones.
La vieira ha demostrado ser un símbolo muy sólido del Camino y de lo jacobeo. Los intentos de substituirla sólo han servido para decirnos que hay símbolos intocables. Los tiempos cambian, los nombres cambian, pero los símbolos permanecen si están arraigados, por mucho que se hayan querido cambiar o substituir. Todo cuanto diga al respecto es superfluo.



EN MOJONES DE CAMINOS


...Y LA ENTRAÑABLE FLECHA AMARILLA



sábado, 12 de julio de 2014

EN EL CAMINO DE SANTIAGO: O SANTO DOS CROQUES

SANTO DOS CROQUES
A nadie descubro nada si digo que tengo cariño al Camino y a todo cuanto significa. También a sus datos concretos y a aquellos otros que permanecen en el terreno de lo hipotético.
Voy a comentar uno de ellos. Sabemos que en el siglo XII se construyó el Pórtico de la Gloria. Con él, uno de los monumentos clave del estilo románico y de una manera de entender la vida y la religión en aquella época. Su autor, el Maestro Mateo. También sabemos que tras el parteluz, a ras de suelo, hay una escultura que representa a un hombre arrodillado mirando hacia el altar. Vestido con túnica y manto sujeto al hombro con un broche, presenta cabellera abundantemente rizada.
Popularmente recibe el nombre de “Santo dos croques”, pues en esta tierra llamamos “croques” a los golpes dados con la frente. Es tradición de los peregrinos golpear con la frente la cabeza de la imagen. Se hace con suavidad y, dice la tradición, para que la imagen traslade la sabiduría que poseyó en vida a quien le da el croque.
FERNANDO II
Quienes hablan de transmisión de sabiduría, suponen que esta imagen representa al Maestro Mateo. Pero hay más opiniones sobre quién es el personaje allí arrodillado desde el siglo XII. Hay quienes dicen que es un peregrino anónimo, sin pretensión de representar a alguien concreto.
Recientemente ha aparecido una nueva interpretación, basada en datos concretos, e intentando unir algunos otros tal vez inconexos, pero que esta hipótesis les confiere coherencia.
Según esta interpretación, el personaje allí representado sería el rey Fernando II de León.
Este rey Fernando, poseedor de una cabellera profusamente rizada, estuvo muy vinculado a Galicia, siendo descendiente de reyes gallegos y pasando su infancia en esta tierra. Reinó entre 1157 y 1188 y, durante su reinado, el papa Alejandro III concedió a Compostela la gracia del Año Jubilar mediante la bula Regis Aeternis. Era el año 1181.
En el último año de reinado de Fernando II, se terminó de construir el Pórtico. El rey se trasladó a Compostela a verlo, donde fue recibido, entre otros, por el Maestro Mateo, que le tenía guardada la sorpresa. Según esta hipótesis, al verse representado en el parteluz, premió a Mateo concediéndole una pensión vitalicia.
¿Qué hay de cierto en esto? No es más que una hipótesis, pero podría explicar el lujoso atavío del personaje al que llamamos “santo dos croques”, la melena rizada de la escultura y, también, el hecho de la pensión vitalicia concedida a Mateo.
DANIEL SONRÍE DESDE HACE
MAS DE OCHO SIGLOS
La hipótesis me gusta porque me gusta el Maestro Mateo. Maestro en su técnica, siempre fue un innovador. Pocos recuerdan su actividad como arquitecto, que podemos constatar al visitar la cripta que él mismo construyó como cimentación del Pórtico, y que en Compostela se conoce como “Catedral Vieja”. En ella se vislumbra el advenimiento de un nuevo estilo, el gótico. Mateo lo introduce allí, en las nervaduras de los arcos y en los arcos mismos.
Del Pórtico hay mucho que hablar, y tal vez me atreva a hacerlo alguna vez, y siempre poco a poco. Pero está asumido por todos que Mateo, al conferir vida a sus personajes, deja que el soplo del gótico los impregne. Por eso tenemos la hermosa, y contagiosa, sonrisa de Daniel y la ensoñadora mirada de Moisés. Aquellos personajes no están, viven.
TUMBA DEL REY FERNANDO II EN LA
CATEDRAL DE SANTIAGO
Por otra parte, si el Santo dos croques fuese el rey Fernando, Mateo habría introducido en el arte la costumbre de representar a los mecenas en las obras cuya construcción financiaban. Le veo muy capaz de hacerlo, (ya había introducido otras novedades en el arte), aunque no tengo datos para afirmarlo. Sólo es una opinión personal sin fundamento.
Hoy, el rey Fernando II está enterrado en su amada Catedral de Santiago, en la Capilla de las Reliquias.



miércoles, 21 de mayo de 2014

COMPOSTELA. FLORES EN BALCONES Y VENTANAS

Santiago está hermoso en esta primavera que nos ha tocado en
CLASE AL AIRE LIBRE
suerte. Pasear por las rúas es una de las cosas más agradables que se pueden vivir en estos días. Hay muchos escolares realizando viajes de estudios. Algunos de ellos, no tienen reparo en sentarse en el suelo para tomar notas de las explicaciones que reciben ante
la Puertade Platerías, por ejemplo. El interior de la Catedral es lo de siempre, pero nunca rutinario: la alegría de los presentes ante el reto cumplido y el saberse allí, en la meta soñada desde el comienzo de su Camino.
Las calles lucen su hermosura. Es en estos días cuando mejor observo los adornos florales de las fachadas, pues las flores, desde hace mucho tiempo, se han utilizado como elementos ornamentales religiosos y profanos. La ornamentación floral de altares es uno de los ejemplos de este tipo de utilización, en la que no se huye de reglas de simetría, tal vez buscando, sin quererlo, un efecto más teatral al ornato.
SANA MEZCOLANZA
Como elementos florales profanos, no podemos desdeñar la ornamentación de balcones y ventanas, que muchos, tal vez de modo ligero, relegan de manera exclusiva a Andalucía, sin fijarse que en nuestras tierras también son muy frecuentes estos tipos de adornos. Lo digo sin olvidarme de las hermosas fachadas rurales europeas, en las que, siempre, las flores marcan estilo.
ELEGANTE SOBRIEDAD
Si paseamos con ojos avisados por calles gallegas, podremos ver múltiples casos de balcones y ventanas adornados con flores. Las rúas compostelanas también, no iban a ser menos. En esto de los adornos florales de pequeñas superficies, o de pequeños volúmenes, hay diversas tendencias que nos pueden servir como para indicar que también en esto hay modas.
Hay superficies adornadas con flores de un mismo tipo y color, que me ofrecen un aspecto de serenidad, mientras que otras aparecen como una mezcla anárquica de colores, tal vez indicando mezclas de sentimientos. Sólo es una apreciación personal y sujeta a todo tipo de críticas.
DESPREOCUPADAMENTE BONITO
Es curioso lo que pueden representar los tópicos, pues muchos imaginan a Galicia como una tierra oscura y lluviosa; esos mismos se llevan una sorpresa, quiero creer que agradable, cuando encuentran una Galicia luminosa y sin lluvias. Los tópicos no nos han favorecido en esto ni en muchas otras cosas, pero eso ha sigo general, no sólo con nosotros.
Mientras, aconsejo a mis amigos que al pasear por las calles de Galicia, no solo las compostelanas, se fijen en la diversidad de flores y colores que adornan nuestros balcones y ventanas.
No dudo que también simbolizan nuestra alegría de vivir.


miércoles, 18 de diciembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXXVIII) NAVIDAD COMPOSTELANA

Pasear por Compostela al atardecer es una delicia de la que disfrutamos quienes sabemos que los encantos de una ciudad cambian con las horas del día. Si bien es cierto que en los amaneceres hay plazas llenas de luz, vida y encanto, cuando cae la tarde son otros los lugares que nos llaman por su recogimiento o romanticismo. Como siempre, y nunca mejor dicho, la risa va por barrios, aquellos sitios que me inspiran estos sentimientos pueden ser indiferentes para otros que, a su vez, se sienten conmovidos en lugares que a mí no me dicen nada.
PLAZA DE CERVANTES. AL FONDO, SAN BENITO

Me gusta la plaza de Cervantes. Tiene su historia, claro. Antes, mucho antes, quedaba fuera de la muralla de la ciudad y aquí había una iglesita, dependiente del Monasterio de San Martín Pinario, que estaba atendida por un monje benedictino procedente del monasterio y que se cambiaba cada semana. La iglesia era conocida como San Benitiño do Campo y, tal vez, en la campa que se extendía frente a ella, hoy Plaza de Cervantes, se celebrase alguna romería o similar.
INTERIOR DE S.BENITO. CUADROS EN LOS ALTARES
Más tarde las cosas cambiaron lentamente. La iglesia se asimiló al casco ciudadano, dejó de estar lejos del Monasterio y no hizo falta monje alguno que la custodiase. En el siglo XVIII se edificó una nueva iglesia acorde con las nuevas modas. Como en otros casos, el neoclásico  substituyó al románico inicial. El interior de la iglesia es único. Además de algunas imágenes que recuerdan su pasado benedictino, en sus altares hay profusión de grandes cuadros, así como en el ábside. Esto ya hace singular al edificio. Grandes cuadros que representan escenas sagradas.
MARÍA VISITA A ISABEL
También el techo del ábside es especial, pues una bóveda de medio cañón, correspondiente al presbiterio, se continúa con otra en forma de cuarto de esfera sin ningún tipo de discontinuidad, confiriendo personalidad al techo, que está pintado con frescos que representan la corte celestial.
Todo esto es bonito, tranquilo y silencioso. Yo diría que acorde por completo con el ambiente de la plaza, muy pueblerino y entrañable.
A la entrada, a la izquierda, hay dos restos de la antigua iglesia, unos elementos ornamentales de granito policromado y estilo gótico. Es de agradecer “a quien haya correspondido” que no se destruyesen y permanezcan allí para deleite de quien quiera verlo.
Uno de ellos representa la Visitación de la Virgen, una muchacha joven,
TÍMPANO CON LA EPIFANÍA

a su prima, Santa Isabel, una mujer madura. Ésta, Isabel, cubre su cabeza con una toca propia de las mujeres del norte europeo, lo cual nos trae de nuevo la idea de los recíprocos influjos culturales que tuvieron como senda al Camino y como vehículo a los caminantes.
El otro relieve es un tímpano gótico que representa la adoración de los reyes. La Virgen aparece sentada, pero lejos de la rigidez de anteriores representaciones suyas, románicas. Hermosamente ataviada, con ropajes y corona de reina. (Ya la Salve Regina, algo anterior al tímpano que comento, la llamaba “Reina y Madre…”)
SAN JOSÉ Y EL DONANTE
San José, está como siempre, en postura de no creerse o no asimilar lo que está viviendo, mientras a su lado aparece muy piadoso el llamado “donante”, el que  donó (pagó) el trabajo. Para mejor identificación, su escudo ayuda a reconocerlo, como hoy siguen los mecenas poniendo en placas junto a sus obras patrocinadas que “se hizo gracias a la Fundación tal”. Hay costumbres que vienen de lejos.
Los reyes magos, uno de ellos negro, tienen sus capas de armiño y corona real. Ya entonces se les asignan atributos reales y han dejado de ser los “magos” o “sabios” que aparecen en tímpanos de épocas más tempranas… Todo ya está muy próximo a nuestro modo de entender actual.
LOS REYES CON CORONA Y CAPA DE ARMIÑO

El Niño aparece como un hombrecito. Me explico. Antes del Renacimiento se desconocía lo que los biólogos llamamos alometría, y que indica que no crecemos de modo armónico, sino que diferentes partes de nuestro cuerpo lo hacen con diferentes tasas. Esto determina que la proporción de la cabeza con relación a la talla total, vaya siendo menor a lo largo de la vida, siendo mayor en el momento del nacimiento. En la época del gótico, se desconocía esto y los niños se representaban con proporciones de adultos. Parecen hombrecitos.
lA VIGEN Y EL NIÑO


¡Qué hermoso tímpano y qué suerte que se haya conservado! En la iglesia, tranquila, pienso que justo en estos días, casi en puertas de celebrar un año más estos misterios, es bonito recrearse viendo este relieve y comprobar hasta qué punto lo representado en él ha influido en nuestra historia y en nosotros mismos. Seguimos viviendo tradiciones y costumbres que vienen de muy lejos en el tiempo. Dentro de unos días las volveremos a revivir, tal vez sin darnos cuenta de que hoy somos los depositarios de ellas, pero que debemos transmitir a quienes vienen detrás de nosotros. Días de reunirnos quienes compartimos cariño para mostrarnos que somos capaces de dar un aire más íntimo a nuestra cotidianidad, lejos del actual consumismo con que han castigado a la Navidad.

Hace años pronuncié un Pregón de Navidad en Begonte. Está en este mismo blog y abajo dejo un enlace para quien lo quiera ver. En él conté lo que siento en estas fiestas, a la vez que expuse su origen pagano, cristianizado con posterioridad. Le tengo mucho cariño a este pregón, pues representa para mí muchas cosas y, la verdad, el haberlo hecho y pronunciado fue una de las cosas más bonitas que he vivido.

sábado, 16 de noviembre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXXIV) EL HUMILDE ALTIVO

LEYENDA URBANA COMPOSTELANA

Su presencia era agradable, aunque su comportamiento dejaba mucho que desear. Presumía de buena cuna y de humildad extrema. En realidad, tanto él como sus acompañantes eran unos altaneros que parecían gozar molestando.

CAMINANTES
Constantemente se quejaba de la vulgaridad de quienes encontraba en el Camino, fuesen mozos, criados, vendedores, hosteleros o clérigos. Creía que sólo los demás lo afeaban, pensando que él era el único poseedor de sentimientos nobles capaz de apreciar lo auténtico en medio de aquel barullo. Era uno de esos menospreciadores de gente que, también hoy, se consideran habitantes de sublimes soledades y nos desprecian a los demás sin saber que respiramos el mismo aire y pagamos con las mismas monedas. Esa suficiencia de patán que cree ser algo en su barrio, deseoso de decir constantemente “usted no sabe con quién está hablando”, siempre me ha parecido lo opuesto a Ulises cuando quiso ser Nadie y nunca se acompañó por el cruel desprecio del prójimo.
Con esos modos, peregrinaba a Compostela y estaba seguro que nadie había peregrinado con tanta humildad como él, que había escondido su nombre (y su escudo) bajo la estameña de su traje.
Su presencia no pasaba desapercibida y dio lugar a no pocas trifulcas por lo agresivo de su compañía. Los altercados no pasaron a mas, hasta que, ya cerca del final, el fulano perdió la vida en una emboscada.
GENIO Y FIGURA HASTA EN LA SEPULTURA
Sus criados se desprendieron de los hábitos penitenciales, se pusieron los de la casa patricia a la que prestaban sus servicios, e hicieron una entrada fúnebre en la ciudad que fue recordada durante bastantes años. Las campanas doblaron un día entero, los ornamentos fueron negros en todos los oficios religiosos y los sermones alabaron las muchas virtudes del difunto que, al fin, fue enterrado de modo acorde con su rango, pues ya todos supieron de quién se trataba.
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Pero el caballero no había ganado el jubileo. Claro que había bulas que concedían las gracias jubilares a quienes muriesen en el Camino, pero como éste había muerto entre pendencias nada piadosas, nadie era capaz de asegurar que se hubiese lucrado de las gracias jacobeas. Pero si había una cosa cierta en este caso, era el intenso deseo del muerto de ganarlo. De todos modos, siempre se dijo que durante las noches de los sábados, se abría la Puerta de los Abades de la Catedral Compostelana, para que por ella penetrasen las almas de los muertos en Camino y, ya dentro, se pudiesen lucrar de las gracias necesarias para subir a los cielos.
Al poco, en la ciudad comenzó a comentarse la insólita presencia de
SIEMPRE A LA ESPERA
una sombra en una de las puertas de la Catedral. No faltaron quienes pensasen que podía ser el alma del rufián aquel, que quería entrar por una puerta equivocada. Toda la ciudad pasó por allí a constatar la humilde y recogida (ahora, sí) presencia junto a la puerta, a la espera de su apertura para poder penetrar en el templo. La sombra estaba allí desde que la noche comenzaba a caer sobre la plaza de la Quintana.
¿Es él? A muchos no cabe duda su identidad, pues aún hecho sombra después de muerto, sigue con sus ínfulas de ser alguien superior a los demás. No está junto a la Puerta de los Abades, donde se dan cita estas almas. Tampoco espera la apertura de las puertas de Platerías o de Azabachería, no. Ni siquiera aparece junto a la Puerta del Obradoiro. En el colmo de su afán de singularidad y soberbia, está al lado de la Puerta Real, aquella que cree apropiada a él. Está allí porque en la catedral compostelana no hay Puerta Imperial pues, de haberla, ante ella estaría.
Cualquier noche compostelana es fácil verlo con sus atuendos de peregrino, sin moverse, junto a esa puerta de la Plaza de la Quintana. Tal vez espera que se la abran, para realizar por ella su singular entrada, tan ansiada.

sábado, 26 de octubre de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXXI) LA TARTA DE SANTIAGO


 La tarta de Santiago constituye un poste típico en la totalidad del territorio gallego, si bien su origen está en Compostela. Está compuesta por almendras pulverizadas, huevos y azúcar. De forma circular, plana, en su parte superior destaca la Cruz de Santiago, perfilada sobre un fondo de azúcar glasé. Este detalle le fue añadido a la tarta en el año 1924 por el repostero compostelano D. José Mora y hoy es uno de sus sellos identificadores, sin tener en cuenta en qué localidad haya sido elaborada.
La tarta forma parte de la gastronomía santiaguesa, de modo que ya en el siglo XVI se habla de ella como algo “de siempre”. Hoy es algo que los peregrinos, al retornar a sus lugares de procedencia, suelen llevar de regalo a quienes le esperan.

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Siempre encontré algo que no me encajaba en lo relativo a esta tarta y en concreto, en su aspecto de típica.  Creo que los platos típicos, postres incluidos, se hacen con productos del país, que están al alcance de la mano de cualquiera, por decirlo de algún modo. Pero esta tarta se hace a base de almendra y en Galicia, hasta donde yo sé, no hay almendros que puedan sustentar tal producción. Esto siempre me dio mucho que pensar, y más teniendo en cuenta que nunca le he encontrado una explicación por más que he preguntado a quienes me pudieran haber explicado. 
Era conveniente que encontrase el origen de un aporte de almendras a Santiago de Compostela. Y si éstas generaban un postre "típico", dicho aporte debería ser regular en el tiempo, pues una sola acción nunca ha generado tipismo. Indagando por mi cuenta, he encontrado que tanto las almendras como la sal, fueron objeto de tributo e impuestos durante la Edad Media. 
Pienso que estas tartas tienen su origen en siglos anteriores al XVI, pues ya entonces se habla de ellas como algo peculiar en Compostela.  ¿Qué persona, o entidad, compostelana podía cobrar impuesto o recibir tributo en la Edad Media? Sólo una, Diego Gelmirez. que gobernó la diócesis compostelana (bajo su gobierno accedió al rango de archidiócesis) desde 1100 a 1140. El obispo tenía muchas ganas de ser arzobispo, y cuando lo consiguió, fue nombrado arzobispo de las tierras a conquistar en el sur peninsular. (Hay un nombre jurídico de esta figura, que desconozco).
 Así que tenemos a Diego Gelmirez como arzobispo de tierras lejanas, gobernándolas y, por tanto, recibiendo de ellas los tributos correspondientes. Las almendras constituían materia frecuente de dicho tributo, debido a varias ventajas que tenían: eran nutritivas, fáciles de almacenar, duraderas y no muy pesadas. Ésta puede ser una posible explicación de la presencia masiva y periódica de almendras ne Santiago.

AUSENTE EN GALICIA
Tal vez alguno de los portadores de los tributos comentase que en sus tierras de procedencia, con las almendras se hacían apetitosos dulces y en ese comentario pudo estar el origen de las tartas que seguimos degustando.
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En todas partes, los gustos de las clases acomodadas, sus costumbres y sus normas, han sido copiados por el resto de personas. Pienso en algunos de estos casos. Las figuras representando los belenes en navidad, llegaron a Madrid de mano de los Borbones al Palacio Real en el siglo XVIII. Permitieron que la gente de Madrid lo visitase, y aquel mismo año, en la Plaza mayor de la Villa, se vendieron figuras para hacer belenes en las casas particulares madrileñas. Se agotaron las figuras. En Galicia, la flora ornamental entró a través de los pazos, gracias a relaciones que tenían los señores con personas que les pudieron proporcionar plantas exóticas. Aún hoy, la camelia es una de las flores con mayor prestigio entre nosotros y vemos cómo aparecen en muchos ajardinamientos modernos, tanto públicos como privados.

Quiero creer que con la tarta que se tomaba como postre en el palacio de Gelmírez ocurrió algo similar, que pronto fue comercializada y desde entonces disfruta de gran prestigio entre todos.
El que poco a poco la tarta, como tal postre, se fuese extendiendo a lo largo de los sitios del Camino, tampoco es tan extraño. Había diversas entidades que podemos considerar encargadas de hacerlo.